Doce poemas de Yehuda Amichai

Yehuda Amichai II

El poeta y ensayista Edgar Amador nos presenta la segunda parte de la maravillosa introducción a la poesía del escritor hebreo Yehuda Amichai. Doce poemas que aportan un panorama más detallado en torno al trabajo de este poeta.

 

Doce poemas de Yehuda Amichai

 

Las traducciones al inglés de Ted Hughes-Yehuda Amichai de una serie de poemas del poeta hebreo, que son la base de estas traducciones, tienen un interés particular.

     Existen dos libros surgidos de dicha colaboración: Amén, publicado en 1977, y Time, de 1979, ambos por la editorial neoyorquina Harper & Row[1], a partir de versiones en inglés vertidas por Amichai y editados apenas en las aristas por Ted Hughes. Dice de esta colaboración el poeta inglés:

     “Las traducciones fueron hechas por el poeta mismo (Amichai). Todo lo que hice fue corregir las extrañezas más intrusas y errores de gramática y de uso, y en algunos casos cambiar el fraseo y los finales de algunas líneas. Lo que quise preservar sobre todo fue el tono y la cadencia de la propia voz de Amichai hablando en inglés , la cual parece ser maravillosamente fiel a la poesía, en estas entregas”

     Probablemente la intención de Hughes sea la que me esforcé en cuidar en estas  doce traducciones: respetar lo más posible la música del verso. Por esa razón, traducir las versiones del mismo Amichai al inglés sea lo más adecuado. El poeta hebreo busca en el inglés la música original y propone su propia versión. Su versión.

     Traducir es traicionar. Algunos dicen incluso que la poesía es lo que se pierde al traducir. Quizá sea cierto. Al traducir debemos de elegir entre la literalidad, la cadencia, el sentido del verso. Traducir es elegir qué sacrificar, sobre todo si intentamos traducir versos metrados.

     Pero nuestra época ha facilitado un poco las cosas.

     Debido a la actual ubicuidad del inglés, para quien traduce al castellano poetas de lenguas y literaturas lejanas, lo ideal sería encontrar poetas que hayan puesto en inglés versiones de su propia poesía (pienso por ejemplo en Cselaz Milosz, quien prácticamente puso en inglés toda su obra, y que próximamente ofreceremos en “Círculo de Poesía”).

     Estos poetas encontrarán en el inglés su propia música y cadencia, íntimas, así que para quienes desconocemos lenguas remotas encontrar ese tipo de casos es una bendición.

      Sobra decir que para el caso de Amichai-Hughes hay un elemento adicional: se trata de un gran poeta traduciendo a otro de su misma talla. Tanto el traductor como el traducido son poetas que en su lengua son inigualables, y que marcan no sólo la poesía, sino también el ejercicio de la traducción.

      Habíamos prometido 10 poemas de Amchai-Hughes. Resultaron 12 pues no pude descartar dos al final. Tras leerlos verán por qué. (¿Cómo elegir entre los bellísimos “Lamentos por los caídos en la Guerra” y “En un sitio arqueológico? Imposible).

     Adjunto aquí también los primeros cinco poemas publicados en “Círculo de Poesía” con algunas correcciones menores. Ojalá los disfruten.

 

ESTAS PALABRAS 

 

Estas palabras, como montón de plumas

al borde de Jerusalem, sobre el Valle de la Cruz.

Allá en mi niñez, se sentaban las mujeres

despescuezando pollos.

Estas palabras vuelan ahora sobre el mundo.

El resto son masacradas, comidas, digeridas

decaen y se olvidan.

El tiempo hermafrodita

que no es día ni noche

ha arrasado este valle

de verdes y bien cuidados jardines.

Los expertos en el amor solían venir aquí

para mostrar sus talentos

en el pasto seco de las noches de verano.

 

Así empezó.

Desde entonces –muchas palabras, muchos amores

muchas flores

se compraron para ser sostenidas

por tibias manos o decorar tumbas.

 

Así comenzó

y no se cómo va a terminar.

Pero aún así, allende el valle

el dolor y la distancia

debemos ir diciéndonos siempre

unos a otros: “cambiaremos”

 

 

 

EL PARQUECITO PLANTADO

 

El parquecito plantado en memoria del muchacho

caído en la guerra

comienza a parecerse

a él cuando tenía veintinueve años

Año tras año se parecen cada vez más

sus padres viejos vienen casi a diario

a sentarse en una banca

y mirarlo

 

Y cada la noche la memoria en el jardín

zumba como un motorcito:

En el día no le puedes oír.

 

 

 

JERUSALÉN ES UNA CUNA 

 

Jerusalén es un ciudad cuna que me mece

Cuando despierto extrañas cosas me suceden

a mitad del día, como a alguien

que baja las escaleras de la casa de su amor

por última vez, con ojos cerrados todavía.

Pero mis días me fuerzan a abrir los ojos y

recordar a los que me pasan: quizá

él me amará, quizá él ha puesto una bomba

en una linda envoltura, como un regalo de amor.

Veo todos los puntos débiles en esta casa de piedra,

la grieta por donde la electricidad entra

el agujero hecho para los grifos

la rajada para que penetren los alambres del teléfono

y las bocas de suspiros.

 

Soy un jerusalenita. Las albercas con sus voces

y sus ruidos no son parte de mi alma

El polvo es mi consciente, la piedra mi subconsciente

y todos mis recuerdos son patios cerrados

en la luna alta del verano.

 

 

EN UN SITIO ARQUEOLOGICO

 

En un sitio arqueológico

vi fragmentos de preciosos navíos, limpios

y bien carenados, aceitados y relucientes

Y junto a él vi un montón de polvo descartado

que no servía siquiera para cultivar

cardos ni espinas

 

Y pregunté: ¿Qué es éste polvo gris

que ha sido rempujado y esparcido

y torturado y arrojado luego?

 

Respondo en mi corazón: este polvo

es gente como nosotros, quien durante su vida

vivió separada de las piedras

de cobre, oro y mármol

y todas las cosas preciosas-

y siguen así en la muerte

Somos este montón de polvo, nuestros

cuerpos, nuestras almas, todas las palabras

en nuestra boca, toda la esperanza.

 

 

 

EN ESTE VALLE 

 

En este valle, formado por muchas aguas

en incontables años para que la brisa ligera

pueda atravesarlo hoy y refrescar mi frente,

Pienso en ti. De las colinas escucho

voces de hombres y máquinas, derrumbando y construyendo.

 

Y hay amores que no pueden

moverse de un lado a otro.

Deben morir en su lugar y su tiempo

como un mueble ruinoso

destruído junto a la casa que lo alberga.

 

Pero este valle es una esperanza

de comenzar de nuevo sin tener primero que morir

de amar sin olvidar el otro amor,

o ser como la brisa

que ahora lo atraviesa

sin pertenecerle.

 

DE LAMENTOS POR LOS CAÍDOS EN LA GUERRA

 

1.

 

El Señor Beringer, cuyo hijo

cayó en ese canal que fue

cavado por extraños

para que los barcos atravesaran el desierto

pasa frente a mí en la puerta de Jaffa:

 

Ha adelgazado muchísimo; ha perdido

el peso de su hijo.

Y por eso flota ligero

por entre las callejas

entremezclándose con mi corazón

como despojos

 

 

 

Y ASÍ TE ENCUENTRAS 

 

Y así te encuentras siempre

Entre el muy alabado paisaje

Y el que lo alaba y explica

A aquellos que lo rodean en un cautivado círculo

 

Ya no interfieres

Y palabras que no son para ti

Son divididos de nuevo por tu cuerpo,

Como viento, como agua peinada

Y cerrado de nuevo más allá de ti.

 

El dulce ateísmo aún florece

Aquí entre las rocas

Con un olor, desesperado y solitario, como

El florecer de la primera creencia en Dios.

 

Las laderas de las montañas cortadas con hierro

Estarán de nuevo amarillas y bronceadas en el verano

Y cubiertas con pasto en primavera

Como cualquier montaña en primavera

 

Como mi ladera, de la cual fuiste tajada

Hace ya algunos años.

 

 

ESTA ES LA CASA DE MI MADRE

 

Esta es la casa de mi madre. La planta

que comenzó a treparla en mi niñez

ha crecido desde entonces y cuelga de sus muros.

Pero yo fui arrancado ya hace tiempo.

 

Madre, me pariste en medio del dolor,

Y en medio del dolor vive tu hijo.

Su tristeza está peinada, acicalada,

su felicidad bien vestida.

Con su sueño se gana el pan

y con su pan, su sueño.

La precipitación promedio anual no lo toca

y los grados de temperatura pasan junto a él

como una sombra llorosa.

 

O madre mía, te presentaste ante mí

con un primer trago de bienvenida

y estas palabras: ¡L’haim, l’haim[2]

hijo mío!

No he olvidado nada, pero mi vida

se ha vuelto apacible y profunda

como un segundo estrago en la garganta,

no como el primero, con labios ruidosos

chupadores y felices.

 

Tus pasos en la escalera

Han quedado siempre en mí

Nunca se acercan y nunca se alejan

Como latidos

 

 

CARTA DE RECOMENDACIÓN

 

En las noches de verano duermo desnudo

en mi cama en Jerusalén

la cual queda al borde

de un hondo valle

sin despeñarse sobre él.

 

Durante el día doy caminatas

con los Diez Mandamientos en mis labios

como una vieja canción que uno se tararea a sí mismo.

 

O tócame, tócame tú, buena mujer

No es una cicatriz esto que sientes bajo mi camisa.

Es una carta de recomendación, plegada

de mi padre:

“Es un buen muchacho todavía y lleno de amor”.

 

Recuerdo a mi padre despertándome

para las oraciones tempranas. Lo hacía

acariciando mi frente, no jalándome las sábanas.

 

Desde entonces lo amo aún más

Y sólo por eso

dejad que le despierten 

con amor y delicadeza

en el Día de la Resurrección

 

 

 

 

COMO EL MURO INTERIOR DE UNA CASA

 

Me encuentro

De repente y demasiado pronto en mi vida

Como el muro interior de una casa

Que se ha convertido en muro exterior luego de guerras y devastaciones

Casi olvido ya

Lo que es estar dentro. Sin dolor,

Sin amor. Con lo Cerca y lo Lejos

a la misma distancia de mí

e iguales.

 

Nunca imaginé qué pasa con los colores

Su destino es el destino del hombre: el azul claro aún sueña

En la memoria del azul oscuro y de la noche. La palidez

Es el suspiro de una vigilia púrpura. Un viento acarrea

Un olor de lejanía

Y en sí no tiene olor alguno

Y las hojas de las hatzav[3] mueren

Mucho antes que sus flores blancas

Las cuales no saben nunca

Sobre el verdor de la primavera y el oscuro amor

 

Alzo mis ojos a las montañas. Ahora entiendo

Lo que significa alzar ojos, ¡qué pesada carga!

Pero esa dura nostalgia

¡Esa pena-de-nunca-volver-a estar-de-nuevo-dentro!

 

 

 

De Canciones de Zion, La Bella

 

16

 

Una canción de amantes en Jerusalén: estamos

incluidos en la mayoría de las profecías de ira

y en casi todos los buenos mensajes.

 

Nos encontrarán en las postales

de nuestra ciudad. Quizá no puedan vernos

porque estábamos sentados dentro de una casa

o éramos demasiado pequeños;

la foto fue tomada

desde un avión que pasaba.

 

33

 

Una canción de mi patria: el conocimiento

De sus aguas comienza con lágrimas.

 

A veces amo el agua, a veces la piedra.

Estos días estoy a favor de las piedras.

Pero eso podría cambiar.

 

36

 

Por las noches Dios saca la reluciente

mercancía de su estuche –carruajes santos,

tablas de leyes, primorosas cuentas, cruces y campanas-

y las guarda de nuevo dentro en cajas oscuras ,

cerrando el postigo: “otra vez, ningún profeta vino a comprar”

 

 

CANCIONES DE CONTINUIDAD

 

 

Canciones de continuidad, minas terrestres y tumbas.

Puestas boca arriba cuando construyes una casa o un camino:

Y luego llegan la gente cuervos negros de Meah Sh’earim[4]

graznando amargamente “muerte, muerte”. Y llegan luego

soldados jóvenes y con manos aún desnudas de anoche

desmantelan el hierro y descifran la muerte.

 

Venid entonces, ¡no construyamos casa ni pavimentemos camino alguno!

Hagamos una casa plegada en el corazón

Y un camino enrollado en un rizo del alma, dentro,

y así no moriremos por siempre.

 

La gente aquí vive dentro de profecías que resultaron verdaderas

como dentro de una gruesa nube tras una explosión

que no se dispersa.

Y así en su solitaria ceguera se tocan

unos a otros entre las piernas, al atardecer,

pues no tienen otra ocasión ni otro lugar,

y los profetas murieron hace mucho tiempo.

 

  

 

 

 


[1] Los Selected Poems publicados por Faber & Faber en el 2000, a la muerte de Amichai, fue editada por Ted Hughes, pero no traducida.

[2] L’haim-“A tu salud”, en hebreo

[3] Hatzav- Una flor silvestre cuyas hojas crecen y mueren en primavera, y cuya blanca flor crece sólo en otoño.

[4] Meah Sh’earim – Barrio de los ultra-ortodoxos en Jerusalén

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