Equlibristas No. 001: La tragedia

tragedia

En esta oportunidad, Hugo Alfredo Hinojosa reflexiona en torno del concepto de tragedia a la luz de la tradición dramática de occidente. “Equilibristas” estará dedicada a explorar el teatro de todos los tiempos.

 

Tragedia única

 

«Todos los hombres están conscientes de que existe la tragedia en la vida», con esta frase inicia el libro de George Steiner La Muerte de la Tragedia. Steiner, sin embargo, hace énfasis en una cuestión que delimita al universal. El Todos busca su cabida y nutrida complejidad sólo en la cultura occidental, debido a que, como bien lo señala el autor, la tragedia no es de ninguna manera un género ecuménico. Para los orientales es mucho más preciso hablar o representar la violencia y el sufrimiento general de un pueblo y no la exploración del destino individual, es decir: conocer al héroe trágico.

     Walter Muschg en La Historia Trágica de la Literatura, nos presenta una parte de la tradición literaria occidental; en dicho libro la exploración histórica, a la manera de Hayden White, es abordada al estilo Hegeliano, es decir, como un sistema que concentra la idiosincrasia (literaria en este caso) y el destino de un pueblo: el germano. Así pues, en Muschg no hay cabida para la historia de la tragedia más allá de la tradición natural de la Alemania clásica, barroca o moderna. El autor fija su interés no en la riqueza expresiva de la literatura germana, sino en la decadencia y perdición de los autores que formulan desde sus austeras barracas los cambios literarios de un país que da pie al cumplimiento de un destino universal dentro del mundo literario. Hablar de muertes y guerras sale sobrando.

     El recorrido del autor inicia con un análisis minucioso de Los Magos y su función, es decir, de la magia en la escritura, la magia llevada en todo caso hasta el punto donde se producen los cambios metafísicos que dan poder al Lenguaje y a todo lo que éste re-presente. Partiendo del mundo onírico del griego Orfeo hasta el Siglo de Oro español de Calderón de la Barca y Lope de Vega y, asimismo, por las tragedias fantásticas de Shakespeare, Muschg toma el precedente de Goethe, Herder o Shiller quienes, de tradiciones ajenas, enriquecen su místico bagaje expresivo hasta convertirlo en magia que bien inaugura el romanticismo de una cultura bélica inmiscuida, incluso, en revoluciones de Fe religiosa.

     Así como la magia (reducida en ocasiones a sueños o presagios) es fundamento y forma sobre la que se fragua una tragedia, también lo son otros tantos vicios humanos que dan rienda suelta a las pasiones del alma que conducen inefablemente a la decadencia (o caída) del individuo. El amor, la pobreza (más que vicio una condición), la fama o la culpa y otros tantos vicios son los que dan fuerza a la posición del escritor que se encuentra sumido en la tragedia, según comenta Muschg a lo largo de su disertación. Éste toma y define de manera concisa los rasgos que caracterizan a la gran mayoría de los autores perdidos en el éxtasis de la escritura. Por una parte describe a poetas como Eichendorff, Novalis, Kleist o Lenau quienes por su destino burgués y herencia de clase se consideraban traicionados por la vida, contra autores como Simon Dach, y el poeta Günther a quienes la pobreza los llevó al auto exilio de su obra llenándola de herejías contra los burgueses y contra su propio pueblo. Clásica dicotomía. A su vez, el clasicismo alemán rodeado por ese camino místico e impropio de una cultura determinista y por demás racionalista, ve invadida su literatura por la fantasía, innecesaria para algunos autores racionales, que convierte la solemnidad de sus hombres en un canto romántico. Curiosamente el rasgo que define en principio la locura romántica, tiene que ver directamente con el pueblo, con los cantores de cada avenida de las ciudades gélidas de la vieja Alemania. En este punto Muschg nota algo que está por encima de las definiciones tardías del propio Freud. La poesía estaba racionada directamente con esa perturbación de la personalidad gótica. La oscuridad del hombre busca una luz por medio de la copla que da métrica a la poesía y a la aventura poética.

     Durante la estancia del individuo en el oscuro clasicismo alemán resurge la pasión trágica heredada por los griegos. El hombre a través de la poesía intenta relacionar sus pasiones con la cotidianidad; la narración y la poesía se unen al igual que la dramaturgia para denotar el caos humano y el desorden aldeano del espíritu. La poesía no es un género propio de las coplas dichas o puestas en boca de un lector de Goethe; la poesía radica en la expresión exaltada y castrada por las batallas y las conquistas germanas. La guerra como pilar de la expresión funda, de manera bestial, universos que no pueden darse a la luz fuera de una metafísica que exalte lo humano. En este sentido, lo humano, lo trágico ya no radica en un hombre sino en el destino de un pueblo; aquí más cercanos a los orientales.

     El proceso trágico, pues, enriquecido con sus distintos avatares transforma el andar de un pueblo, lo nombra y lo saca de la comunión pasiva. El sufrimiento como parte (o tradición) de una cultura se potencia en lo que sus protagonistas (dígase poetas o novelistas) cuentan. La muerte de Trakl (a inicios del siglo pasado) es, sin duda, una muestra del hombre que, lleno de hastío, delata la caída, es decir, la sumisión del hombre ante la muerte.

     La Historia Trágica de la Literatura, no es tampoco el cúmulo de razonamientos que aseguren la supremacía de una cultura sobre otra en estos tiempos. Muschg propone de manera exacta su visión de un pueblo golpeado y lleno de tardes grises. Sin embargo, este libro no hace sino concretar la indiferencia (justificada) del autor hacia otros pueblos que se encuentren fuera de la Europa medieval o gótica. Fuera de Alemania y de algunas breves relaciones con Francia o España, parecería que ningún otro pueblo ha vivido cambios complejos. Por supuesto que es de pensarse que un país inmiscuido en dos de las grandes guerras del siglo pasado y actual protagonista de los cambios internacionales, es superior a los países de este lado del mundo, donde las revoluciones acaecen de manera inmediata. Tal vez se necesitaría definir en nuestro mundo latino una cultura trágica que envuelva la tradición hispanoamericana. La pregunta obligatoria es: ¿Quiénes serían nuestros mártires? 

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