Un documento inapreciable, el emblemático representante de la Generación del 27, Pedro Salinas (Madrid, 1891-Boston, 1951), lee de propia voz cuatro poemas. Algunos de sus libros fueron La voz a ti debida y Razón de amor.
Poetcast Pista 14. Pedro Salinas: Fe mía.
Descripción:
Fe mía
No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.
Poetcast Pista 15. Pedro Salinas: Mar distante.
Descripción:
Mar distante
Si no es el mar, si es su imagen,
su estampa, vuelta, en el cielo.
Si no es el mar, si es tu voz
delgada,
a través del ancho mundo,
en altavoz, por los aires.
Si no es el mar, si es su nombre
en un idioma sin labios,
sin pueblo,
sin más palabra que ésta:
mar.
Si no es el mar, si es su idea
de fuego, insondable, limpia;
y yo,
ardiendo, ahogándome en ella.
Poetcast Pista 16. Pedro Salinas: Figuraciones.
Descripción:
Parecen nubes. Veleras,
voladoras, lino, pluma,
al viento, al mar, a las ondas
– parecen el mar – del viento,
al nido, al puerto, horizontes,
certeras van como nubes.
Parecen rumbos. Taimados
los aires soplan al sesgo,
el sur equivoca el norte,
alas, quillas, trazan rayas,
– aire, nada, espuma, nada -,
sin dondes. Parecen rumbos.
Parece el azar. Flotante
en brisas, olas, caprichos,
¡qué disimulado va,
tan seguro, a la deriva
querenciosa del engaño!
¡Qué desarraigado, ingrávido,
entre voces, entre imanes,
entre orillas, fuera, arriba,
suelto! Parece el azar.
Poetcast Pista 17. Pedro Salinas: Qué cuerpos leves, sutiles…
Descripción:
¡Qué cuerpos leves, sutiles,
hay, sin color,
tan vagos como sombras,
que no se pueden besar
si no es poniendo los labios
en el aire contra algo
que pasa y que se parece!
¡Y qué sombras tan morenas
hay, tan duras
que su oscuro mármol frío
jamás se nos rendirá
de pasión entre los brazos!
¡Y que trajín, ir, venir
con el amor en volandas,
de los cuerpos a las sombras,
de lo imposible a los labios,
sin parar, sin saber nunca
si es alma de carne o de sombra
de cuerpo lo que besamos,
si es algo! ¡Temblando
de dar cariño a la nada!
¿Y si no fueran las sombras
sombras? ¿Si las sombras fueran
-yo las estrecho, las beso,
me palpitan encendidas
entre los brazos-
como cuerpos finos y delgados,
todos miedosos de carne?
¿Y si hubiese
otra luz más en el mundo
para sacarles a ellas,
cuerpos ya de sombra, otras
sombras más últimas, sueltas
de color, de forma, libres
de sospecha de materia;
y que no se viesen ya
y que hubiera que buscarlas
a ciegas, por entre cielos,
desdeñando ya las otras,
sin escuchar ya las voces
de esos cuerpos disfrazados
de sombras, sobre la tierra?