Tres poemas de José Cedeño

José CedeñoJosé Cedeño (Michoacán, México, 1967), poeta, narrador y ensayista busca denotar la precariedad de la vida humana por medio de los residuos de su ser integral. A continuación tres poemas como muestra de su trabajo lírico.

 

 

Silencio

 

Mi cuerpo explota misericordiosamente

en medio de esa tranquilidad de lluvia en mis ojos,

de ese atisbo del aire rozando apenas tu rostro.

 

Me explota el cuerpo misericordiosamente,

las llagas acarician el agua que me enjuga

de ese silencio que habla para adentro

rezando por el Dios que no existe,

por el aire goteando en decibeles

de tu rostro golpeado por el viento apenas.

 

Mi cuerpo explota misericordiosamente

sin decir nada,

sólo la sensación de los clavos en las venas.

 

Explota mi cuerpo misericordiosamente,

con el metal sobre mi cuello,

las espinas que dicen tu nombre

en medio de ese silencio que no calla, grita para adentro,

y hace implosión y te llora.

 

Explota mi cuerpo misericordiosamente

con la compasión tendida de bruces sobre tu rostro

                                                                     que roza el viento apenas.

 

Explota mi rostro sobre el tuyo misericordioso

y el pecho se suma de súplicas sin decir nada,

ni ese silencio que grita para adentro.

 

Atisbo tu rostro, misericordioso,

llevando el viento que te roza,

entre ese latir que calla y grita.

 

Exploto con tu rostro y el viento,

y el silencio del día

de mis abismos en la intemperie

y el grito aterido en mi rostro por tu ausencia,

por mi ausencia en ti,

en tus días,

en ese viento que te roza golpeándome a mí

y a mis días que dicen tu nombre

sobre las espinas que construyen las llagas

y en las que exploto hasta agotarme,

hasta agotar tu ausencia y sentir de nuevo el viento

rozando tu rostro y mis días encadenados

al silencio que grita para adentro.

 

 

 

 

Manicomio

 

                                     A Marco Antonio Montes de Oca

 

Se avecinan las palabras

—marasmo—,

se sofocan en imágenes, en vientos,

en caricias irreductibles,

en el sexo que no para,

en la mirada que cambia los colores,

que calienta, difumina

en ese mundo estentóreo,

empujando hacia abajo

en las fantasías de ser don nadie,

de engañar al frío que no quema,

a las aves puestas boca abajo.

 

Alud de segundos

del aire que no alcanza

para cubrir los siglos,

los días esclavos,

los goznes inmovibles.

 

Invasión pétrea de agua,

sonidos fuera de control que explotan, invaden,

se hacen huecos los oídos.

Y al final, resignación al frío que fluye.

Bendición o el fuego hablando desde adentro, para adentro,

para explotar contra el suelo y sus luces.

 

Intensidad que lleva al manicomio

donde todos nacemos o morimos

enterrados con nuestro gritos,

con las palabras que no tienen estirpe

porque son parte de ese mismo grito,

de las noches eternas de reflejos,

de los cantos ajenos aventando las llagas

o los propias ideas con clavos inventados.

 

 

 

Abandono

 

                                   A mi ex esposa Bárbara

 

Cómo asir la sonrisa de mis hijos en el pecho,

cómo asir el llanto de la noche,

levantarme y dar cobijo, un beso,

una caricia en el cabello de seda.

 

Cómo asir los cuerpos bajo el agua, las pelotas

bajo la lluvia y esos juegos,

cómo asir los brincoteos sobre la cama,

esas tardes juntos de domingos.

 

Cómo asir tu tersa piel desnuda,

tu cabello,

ese calor entre los sueños,

las caricias,

los sexos desnudos con el alma

bajo ese cristal de saber qué somos,

de conocer de memoria los olores, el llanto, el brillo.

 

Cómo asirme del pasado si es recuerdo,

cómo asir el recuerdo desde este cuarto vacío,

desde este espejo solitario con mi rostro.

 

Cómo mirar orgulloso la sangre corriendo por mis venas.

Cómo volcarme en mí y en este fin del mundo.

Cómo sin lágrimas entender el presente,

este presente que he invocado

desde donde respiran mis palabras.

 

Cómo asirme a mí mismo

sin cantos violentados

sabiendo que yo cerraré mis ojos.

 

Cómo asirme sin violentar mi esencia, aquí,

desde estos muros blancos

sin retratos ni ruidos,

sólo el silbo que viene de mi pecho.

 

Cómo asir esta verdad de cerrar los ojos

con mi propia mano.

 

 

Datos vitales

José Cedeño nació en Morelia, Michoacán en 1967. Poeta, narrador y ensayista. Estudió poesía con Raúl Renán y narrativa con Daniel Sada. Ha escrito cuento: Aunque sea por error; poesía: De Dioses, Espejos y Metales (Resistencia 2005), De cómo los escombros dejan de serlo (Praxis, 2008), De ese deseo furtivo, Invasiones, el poemario infantil Feria de Juguetes, la antología Palabras en poesía, Cincuenta Poetas Mexicanos (Siglo xxi Editores, 2008). Fue fundador de la revista Confabulario y ha participado con diversas revistas de creación literaria como Papeles de Literatura del INBA y Pasto Verde. Asimismo, ha colaborado con ensayos, reseñas y entrevistas para algunos periódicos como El Nacional, El Financiero y La Jornada. A lo largo de los últimos diez años, ha impartido talleres de poesía, cuento y redacción en diferentes instituciones públicas y privadas. Actualmente dirige la sección de poesía del portal www.hispanopolis.com

 josecede_o@yahoo.com

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