Pablo Aldaco (Sonora, 1989), una de las voces emergentes de la poesía mexicana, nos ofrece un recorrido por sus poemas. Aldaco es cantante, actor y poeta. Actualmente es estudiante de la Escuela de Escritores de la SOGEM y ofrece conciertos como cantautor en un conocido café de la ciudad de México
Una gaviota inocente
Cuando rememoro en libros la historia de lo que nunca serás, desapareces como una gaviota inocente. Se esfuman las nieblas que cegaban el triste territorio de mis ojos. No quiero echártelo en cara, pero el balde de reproches está lleno de aguas gélidas, que algún día tuvieron la absoluta impaciencia de derramarse por temor a contenerse.
Qué fuésemos sin aves
Sin languidecer, el pájaro del día sobrevuela naturalmente los edificios que le sirven de aposento. Con un ánimo alegre y transparente, no se da tiempo para caer o ver el suelo que le asedia. En cambio, se da a la tarea de buscar refugios acordes a esa estancia que busca todo el tiempo.
Sin la existencia del ave, el ser humano fuese poca cosa. Aunque pasemos distraídos por las avenidas llenas de polvo y gente enferma de ciudad, nuestro respiro siempre va encaminado a la espiritualidad; a la magia que negamos por miedo al cielo, a las alturas dominantes.
Plantémosle a nuestro ser nuestra existencia sin aves. ¿Qué sería de la imaginación sin el recurso del aire? ¿Quién lo volaría? ¿Qué sería del idealismo, por siempre vivo en nuestras almas de ciudad, de campo o pueblo? Pese a negarlo, el concepto natural no muere fácil. Vive, aunque escondido, hasta en las almas descreídas. Es imposible desatar los lazos con el cielo.
Acompáñame al mar
Acompáñame al mar. Crucemos el puerto asidos de manos, que moriremos quién sabe cuándo y sabe nadie en qué lecho. Quizá nos encontremos después de muertos en el mundo de los que fueron, pero no sabremos qué fuimos antes ni de dónde nos sostuvimos para seguir el aliento que respiramos. Abusemos del Tiempo, pan caliente, café de la mañana, orquídeas del jardín, cielo del espíritu ¡Mar!, ¡Mar de eternidad!, ¡Mar fuerte! ¡Mar inalcanzable! ¡Mar profundo!
Ausencia no te vayas
A veces, cuando de prisa descorro las cortinas para ver si ya se ha ido el tiempo que deseo y alcanzo a mirar el ínfimo rayo que queda del día, me acuerdo de los tiempos pasados, donde existía aquello que extraño ahora. Era yo el mismo cuerpo de sangre y no el que ahora se refleja.
En la ciudad que despedí me mantuve vivo entre reglas, horarios caprichosos, festines y familia. Los espacios, al igual que los trayectos, eran digeriblemente cómodos; no se oía mucho el ulular de las terribles ambulancias ni tampoco percibía aires fríos que me involucraran con las añoranzas.
Cada vez se acentúa más el filo del Ayer. No en vano me encuentro donde escribo, apartado de quienes marchan. Aunque sea por un momento. La llama de los ánimos arde de orgullo, alardea. Mantiene pausas, sentencia inviernos. Justo estoy pensando en ti, Ausencia, no te vayas.
Apuntes de Metrópoli
Ciertamente esta ciudad es magia, paisaje, deseo, trabajo, estudio, punto de grandes amigos, una infinidad de asuntos, pero nada quita la aberrante realidad que expresa cómo entre nosotros nos pisamos. Sacamos el puñal, después de haber sido falsamente corteses y el respeto y el amor cada vez más se parecen a una burda parodia rebajada.
Gotas de Agua
A solas mis Pasos llevan mi cuerpo al Encuentro con el Ruido de las Gotas de Agua. Cada Gota es un Deseo. Cada Esperanza de Gota en mis oídos, Éxtasis Puro en la Sangre. Los Minutos discurren como el Agua tibia de este Invierno. Cae sola el Agua y nos mira. Viene desde Arriba y va hacia Abajo y Abajo termina y estando Abajo nos mira ya esparcida. Naufraga por los huecos del asfalto viejo. Es pisada, blasfemada y adorada. Gotas de Agua que naufragan por las Líneas de mi Mano Abierta.
Caníbal
Deseo tu carne,
Quiero caminarte
Saboreando cada huella
Que mis ojos dejen
En los Ojos de tu Piel
Cuando mi lengua recorra
Tu mirada llena
Bajo la Luna llena
Quiero abrigarte
Comiendo de tu carne
Pálida de Gloria
Roja, viva, flama
De sangre que tu voz
Implora por las noches
Donde baila el cuerpo
Víctima del Fuego
Y los Hechizos
Del Miedo a quedar
Hundidos en el Mar
De los Placeres
Amor sin ti no estamos
Voy a hacerte un masaje de pies a cabeza cuando tengas sueño y si es necesario
arrullaré tu pelo como a una niña abandonada.
Recorreré tus nalgas, tu pecho, tu pubis y espíritu y talento y tu Más Allá
Palparé el pálpito del corazón de tu razón
y tus sueños cuando sueñes, aunque no parezca cierto
No falta nada para dejar de contar los minutos que nos sacuden como a perros viejos
El Amor. Sin él no estamos
Datos vitales
Pablo Aldaco (Hermosillo, Sonora, México, 1989). Cantante, actor y poeta. Actualmente es estudiante de la Escuela de Escritores de la SOGEM y ofrece conciertos como cantautor en un conocido café de la ciudad de México. En 2005 la Universidad Autónoma de Sonora publicó su primer poemario, Las aguas del regreso.