Arturo Gutiérrez Plaza (Caracas, 1962) es Doctor en Lenguas Romances por la Universidad de Cincinnati. Fue merecedor del Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz (1999) y becario del Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) en 1997.
De, Al margen de las hojas (1991)
Al calor de los manteles
Realmente hay pocas cosas tristes
en la vida;
quien se sienta solo en la mesa
lo sabe.
Porque no es la comida
desabrida del día anterior,
no es el olor cotidiano
ni la sopa recalentada.
Es más, mucho más.
No es ni siquiera
el hecho de saber
que es triste
que uno se siente solo a la mesa para comer.
Es la certidumbre de que los días
son obstinados y se repiten.
Es la tristeza misma
que es triste
y está sola
posada en los platos
llana y pensativa
como ayer.
Hacedor de laberintos
El hombre siempre se detiene ante las puertas,
escruta alrededor
con silenciosa verticalidad,
sin más sabiduría
que un manojo de llaves y sus manos.
Su rostro oculta
la cara y el revés de una misma moneda.
Presiente al mundo
y en él se sostiene,
respirando fuerte hasta llenar sus pulmones
como dos habitaciones vacías sin ventanas.
Así pasa la vida, puerta tras puerta,
descifrando un horizonte
que secretamente lo acompaña.
Escrito a la intemperie
Papá, ayer al dormir
olvidaste cerrar los ojos,
quizás por eso se nos ha hecho
tan larga esta noche,
fija en tu mirada
como si poco a poco
se alejara del amanecer.
Toda la noche hemos soñado con despertar
para hablarte y contarte las buenas nuevas:
<< Un geranio rojo sorprendió temprano
nuestro jardín, mañana —dicen las noticias—
ha de escampar antes de que baje el sol
y estrenarán en todas las salas de cine
una misma película muda>>.
Papá, anoche olvidaste apagar la luz
dejando la puerta de la calle entreabierta,
libre de pestillos,
como para que entrara la noche
y se recostara junto a ti.
Oye, ¿me escuchas?
¿por qué no me cuentas algo de tu sueño?
tú sabes, bajito, sin levantar mucho la voz
como si me hablaras con la pura mirada
para que los demás no despierten.
Recuerdo que siempre dices que con ella basta
Porque tú y yo nos entendemos.
Papá, ¿sabes una cosa?…
Mejor es que sigamos durmiendo.
Ya mañana, con calma, hablaremos.
De, Principios de contabilidad (2000)
Telarañas
Las telarañas desconocen
su propia geometría.
Una moneda que pasa de mano en mano,
el vaso compartido con la boca anónima e indecisa,
el apartamento que custodia celoso
las manías de antiguos inquilinos,
las comunes páginas de los libros,
el poema leído, a una misma hora, en distantes latitudes.
Las telarañas tiemblan
ante el mínimo soplido.
Las repetidas llaves de un cuarto de hotel,
la primera mujer de la adolescencia,
la voz del otro lado: la que contesta la llamada equivocada.
Las arañas caminan por el aire
caprichosas tejen
y entretejen.
Hacen su trabajo silenciosas.
Historias paralelas
La lluvia desembocó
por un largo túnel hacia la sangre
El hombre bebió agua
los párpados se cerraron lentamente
como si se hundiesen en el horizonte
bajó las cortinas
una aguja del reloj
se apoyó sobre la otra
se acostó a dormir
y ambas se detuvieron
y amaneció muerto.
De Un sobre sin abrir (2006)
Saudade
Me gustan las canciones tristes
en idiomas que desconozco.
Ellas me hacen saber
que la tristeza
es un canto
que serenos escuchamos
sin afán de comprender.
Poeta de ojos encantados
A la memoria de Juan Sánchez Peláez
Juan lee,
Juan sabe que va a morir,
Juan escucha el resoplido
quejumbroso de sus pulmones.
Juan medita línea a línea
el sonido de cada vocal,
se imagina un bosquecito claro,
un río nuboso entre colinas,
una carta de amor,
una piragüita.
Juan lee sin distraerse
en lo que vendrá.
No le gusta
la poesía objetiva.
Prefiere arropar
cada palabra
con el tacto de un animal nocturno.
Respira hondo
pero no puede,
no puede ni deja de leer.
Se despide de las visitas
y llama a Malena
con sus ojos grandes,
repletos de adivinanzas,
henchidos de escudriñar
la piel de las horas,
de tanto palpar su enigmática desnudez.
Signos
Hay quien besa con los ojos abiertos,
quien respira después de pensar,
quien sube las escaleras y cuenta
de dos en dos los peldaños impares.
Del mismo modo, hay días
esdrújulos y sin tilde
que ignoran toda regla de acentuación;
días en que el agua es ajena a la sed;
días engendrados en madrugadas premonitorias
de insomnios inútiles y sin lámparas.
Amaneceres en que el cielo
es una hoja dubitativa
y las nubes, signos movedizos,
dotados de enigmática elocuencia
anterior a la soberbia
del calígrafo y las palabras.
La comedia de las equivocaciones
Siempre hay una ocasión en que herramos.
Hacemos mal uso de los tiempos verbales.
Decimos <<es>> en lugar de <<fue>>.
La llave busca una cerradura
que ya no calza, que ha dejado de ser.
Una ranura que ahora tiene sustituto.
Dudamos al llamar a los que apenas se han ido,
a los que todavía dilatan con su ardor
nuestras pupilas.
El lenguaje también es un hábito.
A veces una costumbre maltrecha
y otras, una comedia donde los actores,
entre telones, suelen equivocarse.
Escritura
Todo comienza con la ilusión de un comienzo. Estás sentado. Sabes que alguien te mira pidiendo cuentas de tu inmóvil pretensión. Los cubiertos sucios sobre el plato atrapan la veleidosa vigilancia que te acompaña. Te reconoces juzgado. Expías tus culpas sin confesor ni confesionario. Te apuras en tragar la hostia sin rezos previos. Sigues allí como si nada: tratando de decir de casi nada casi algo. El tiempo pasa y tú pasas con él, como al comienzo: con la ilusión de un comienzo.
Datos vitales
Arturo Gutiérrez Plaza (Caracas, 1962) Poeta, ensayista y profesor universitario venezolano. Doctor en Lenguas Romances por la Universidad de Cincinnati. Profesor del Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar, donde ha sido director de Extensión Universitaria y decano de Extensión. Premio Mariano Picón-Salas (1995) por el libro Propósito común, Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz (1999), por Principios de contabilidad (México: Conaculta, 2000), y premio del Concurso Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana por Itinerarios de la ciudad en la poesía venezolana: una metáfora del cambio (2009). Fue becario del Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) en 1997.