Foja de poesía No. 155: Arturo Gutiérrez Plaza

Arturo Gutiérrez PlazaArturo Gutiérrez Plaza (Caracas, 1962) es Doctor en Lenguas Romances por la Universidad de Cincinnati. Fue merecedor del Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz (1999) y becario del Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) en 1997.

 

De, Al margen de las hojas (1991)

 

Al calor de los manteles

Realmente hay pocas cosas tristes

en la vida;

quien se sienta solo en la mesa

lo sabe.

Porque no es la comida

desabrida del día anterior,

no es el olor cotidiano

ni la sopa recalentada.

Es más, mucho más.

No es ni siquiera

el hecho de saber

que es triste

que uno se siente solo a la mesa para comer.

Es la certidumbre de que los días

son obstinados  y se repiten.

Es la tristeza misma

que es triste

y está sola

posada en los platos

llana y pensativa

como ayer.

 

 

 

 

 Hacedor de laberintos

 

El hombre siempre se detiene ante las puertas,

escruta alrededor

con silenciosa verticalidad,

sin más sabiduría

que un manojo de llaves y sus manos.

 

Su rostro oculta

la cara y el revés de una misma moneda.

 

Presiente al mundo

y en él se sostiene,

respirando fuerte hasta llenar sus pulmones

como dos habitaciones vacías sin ventanas.

 

Así pasa la vida, puerta tras puerta,

descifrando un horizonte

que secretamente lo acompaña.

 

 

 

 

 Escrito a la intemperie

 

Papá, ayer al dormir

olvidaste cerrar los ojos,

quizás por eso se nos ha hecho

tan larga esta noche,

fija en tu mirada

como si poco a poco

se alejara del amanecer.

 

Toda la noche hemos soñado con despertar

para hablarte y contarte las buenas nuevas:

<< Un geranio rojo sorprendió temprano

nuestro jardín, mañana —dicen las noticias—

ha de escampar antes de que baje el sol

y estrenarán en todas las salas de cine

una misma película muda>>.

 

Papá, anoche olvidaste apagar la luz

dejando la puerta de la calle entreabierta,

libre de pestillos,

como para que entrara la noche

y se recostara junto a ti.

 

Oye, ¿me escuchas?

¿por qué no me cuentas algo de tu sueño?

tú sabes, bajito, sin levantar mucho la voz

como si me hablaras con la pura mirada

para que los demás no despierten.

 

Recuerdo que siempre dices que con ella basta

Porque tú y yo nos entendemos.

 

Papá, ¿sabes una cosa?…

 

Mejor es que sigamos durmiendo.

 

Ya mañana, con calma, hablaremos.

 

 

 

 

 De, Principios de contabilidad (2000) 

 

  

Telarañas

 

Las telarañas desconocen

su propia geometría.

 

Una moneda que pasa de mano en mano,

el vaso compartido con la boca anónima e indecisa,

el apartamento que custodia celoso

las manías de antiguos inquilinos,

las comunes páginas de los libros,

el poema leído, a una misma hora, en distantes latitudes.

 

Las telarañas tiemblan

ante el mínimo soplido.

 

Las repetidas llaves de un cuarto de hotel,

la primera mujer de la adolescencia,

la voz del otro lado: la que contesta la llamada equivocada.

 

Las arañas caminan por el aire

caprichosas tejen

y entretejen.

 

Hacen su trabajo silenciosas.

 

 

 

 

Historias paralelas

 

La lluvia desembocó

por un largo túnel hacia la sangre

 

                                                    El hombre bebió agua

 

los párpados se cerraron lentamente

como si se hundiesen en el horizonte

 

                                                    bajó las cortinas

 

una aguja del reloj

 se apoyó sobre la otra

 

                                                se acostó a dormir

 

y ambas se detuvieron

 

                                                 y amaneció muerto.

 

 

 

 

De Un sobre sin abrir (2006)

 

Saudade

 

Me gustan las canciones tristes

en idiomas que desconozco.

 

Ellas me hacen saber

que la tristeza

es un canto

que serenos escuchamos

sin afán de comprender.

 

 

 

 

Poeta de ojos encantados

 

                         A la memoria de Juan Sánchez Peláez

 

Juan lee,

Juan sabe que va a morir,

Juan escucha el resoplido

quejumbroso de sus pulmones.

Juan medita línea a línea

el sonido de cada vocal,

se imagina un bosquecito claro,

un río nuboso entre colinas,

una carta de amor,

una piragüita.

Juan lee sin distraerse

en lo que vendrá.

No le gusta

la poesía objetiva.

Prefiere arropar

cada palabra

con el tacto de un animal nocturno.

Respira hondo

pero no puede,

no puede ni deja de leer.

Se despide de las visitas

y llama a Malena

con sus ojos grandes,

repletos de adivinanzas,

henchidos de escudriñar

la piel de las horas,

de tanto palpar su enigmática desnudez.

 

 

 

 

Signos

 

Hay quien besa con los ojos abiertos,

quien respira después de pensar,

quien sube las escaleras y cuenta

de dos en dos los peldaños impares.

 

Del mismo modo, hay días

esdrújulos y sin tilde

que ignoran toda regla de acentuación;

días en que el agua es ajena a la sed;

días engendrados en madrugadas premonitorias

de insomnios inútiles y sin lámparas.

Amaneceres en que el cielo

es una hoja dubitativa

y las nubes, signos movedizos,

dotados de enigmática elocuencia

anterior a la soberbia

del calígrafo y las palabras.

 

 

 

 

La comedia de las equivocaciones

 

Siempre hay una ocasión en que herramos.

Hacemos mal uso de los tiempos verbales.

Decimos <<es>> en lugar de <<fue>>.

 

La llave busca una cerradura

que ya no calza, que ha dejado de ser.

Una ranura que ahora tiene sustituto.

 

Dudamos al llamar a los que apenas se han ido,

a los que todavía dilatan con su ardor

nuestras pupilas.

 

El lenguaje también es un hábito.

A veces una costumbre maltrecha

y otras, una comedia donde los actores,

entre telones, suelen equivocarse.

 

 

 

 

Escritura

Todo comienza con la ilusión de un comienzo. Estás sentado. Sabes que alguien te mira pidiendo cuentas de tu inmóvil pretensión. Los cubiertos sucios sobre el plato atrapan la veleidosa vigilancia que te acompaña. Te reconoces juzgado. Expías tus culpas sin confesor ni confesionario. Te apuras en tragar la hostia sin rezos previos. Sigues allí como si nada: tratando de decir de casi nada casi algo. El tiempo pasa y tú pasas con él, como al comienzo: con la ilusión de un comienzo.

 

 

Datos vitales

Arturo Gutiérrez Plaza (Caracas, 1962) Poeta, ensayista y profesor universitario venezolano. Doctor en Lenguas Romances por la Universidad de Cincinnati.  Profesor del Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar, donde ha sido director de Extensión Universitaria y decano de Extensión. Premio Mariano Picón-Salas (1995) por el libro Propósito común, Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz (1999), por Principios de contabilidad (México: Conaculta, 2000), y premio del Concurso Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana por Itinerarios de la ciudad en la poesía venezolana: una metáfora del cambio (2009). Fue becario del Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) en 1997.

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