Luis Cernuda bajo la mirada de Juan Goytisolo y Jaime Gil de Biedma

Luis CernudaA continuación, un ensayo sobre la extraordinaria poesía de Luis Cernuda escrito por  Luis Felipe Pérez Sánchez (Irapuato, 1982). Ha sido becario del FOECA de Guanajuato. Ha colaborado constantemente en revistas como Los Perros del alba. Actualmente estudia la Maestría en Literatura Mexicana en la BUAP.

 

Luis Cernuda bajo la mirada de Juan Goytisolo y Jaime Gil de Biedma.

 

Juan Goytisolo afirma en “Homenaje a Luis Cernuda” que el poeta, muerto en México para 1963, es “el poeta español más actual de la brillante generación surgida en los alrededores de 1925”. Son las mismas afirmaciones que podemos encontrar tanto de Jaime Gil de Biedma como de Carlos Monsiváis. El primero, en los ensayos que le dedica: “Luis Cernuda y la expresión poética en prosa” y “El ejemplo de Luis Cernuda”; el otro, en aquel texto que prologa Variaciones sobre lo mexicano/desolación de la quimera (CONACULTA, 1990), de Luis Cernuda.

         Aunque rinde merecido homenaje tanto uno como los demás, Goytisolo llama poderosamente la atención, pues más que rememorar la voz de Cernuda, busca aclarar lo significativo que le resulta el poeta particularmente. El autor de En los reinos de taifa, exiliado y autobiógrafo, encuentra la raíz desde donde reverbera su propia poética. Más que lector, podemos encontrar que para Goytisolo Cernuda es un bastión identitario en el que reconoce el proceso de desarraigo, de desdén, de reacción furiosa y de desesperanzada resignación; al igual que a Jean Genet, como podemos comprobar en la autobiografía del catalán (Alianza, 1999), Cernuda fascina a Goytisolo por su moral personalísima. Lo sigue: “la posición para el poeta ante el exilio parece más cercana a la de los cínicos y los estoicos que a la de Plutarco, más patética en Las Tristes[1] como lo podríamos comprobar en la producción literaria del que rinde homenaje. 

         El escritor de las palabras “una voz entre las otras”, “participa del impulso de la generación del 27 en la que se enumeran poetas como Federico García Lorca, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Emilio Pradas, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Vicente Alexaindre, y que comparten la exigencia profesional, el cultivo de la metáfora, la reacción contra el esteticismo y el entusiasmo poético que, en Cernuda, conducirá al “Cernuda” más fino, el último posible grado de reducción a su pura esencia del lirismo poético español”[2]. A los adjetivos se suma Jaime Gil de Biedma. Para éste, Cernuda es el poeta inteligente y culto; lo define como aquél que busca una tradición para interpretarla y para reaccionar ante ella. Así es como se puede explicar la influencia de Cernuda en las letras hispánicas, porque es un poeta preocupado por la profundidad, “mucho más consciente, mucho más despiadado”[3] que busca en su tradición; busca “unos maestros a imagen y semejanza de los versos que se intentan hacer”[4]; busca ser un puente hacia el pasado. Cernuda, continúa Gil de Biedma, “no sólo influye profundamente, de verdad, enseña”[5].

         No estoy de acuerdo en  que se deba creer que así es. No creo que los adjetivos de Juan Goytisolo, Jaime Gil de Biedma o Carlos Monsiváis deban ser afirmados y repetidos y tomados por ley.  Tampoco creo que lo que se dice de Cernuda sea gratuito. No me basta leerles a ellos lo que les significa el poeta para comprobar que, efectivamente, es un escritor con una poética peculiar entre las otras que hace voltear al público lector hacia él y mirar lo “frío” y “antipático” y “raro” del autor. Aunque sea visto de reojo, es posible que sea esa peculiaridad la instancia que permita leer a Luis Cernuda como “esa voz entre las otras”. Quizá es bien cierto que no le precede, por cualquier tipo de razones, una gran fila de lectores como, por decir algo, a Rafael Alberti, Vicente de Alexaindre o el mismo Federico García Lorca. Dice Gil de Biedma, “la poesía de Cernuda no nos entra fácilmente”,[6]y lo atribuye a una radical “actitud o tesitura poética implícita en cada verso, en cada poema, que lo distingue de sus compañeros de promoción”.[7] Camina, como bien apunta Juan Goytisolo —quien se reconoce un tanto frente a la obra poética de Cernuda—, en una frontera peligrosa, la de la sinceridad poética y personal, la insolencia y la lucidez, al filo, entre ésta última y la autocompasión[8]. No podemos olvidar que Juan Goytisolo se desprende de un proceso así. Un periodo autocompasivo y de angustioso escondite, una vida de cloaca y una liberación que oscilaba entre escepticismo y resignación.

En el sevillano siempre estará emparentado “el sentido de su poesía y la historia de su concreta existencia”[9]teniendo o no circunstancias particulares, temas propios o influencias marcadas, las características que construyen la sinécdoque entre la vida y la obra del poeta, marcan también el camino nunca inmóvil ni miope del poeta desarraigado desde siempre, para la incomodidad casi congénita.

Estos críticos hablan de Cernuda porque se acercan a él y lo releen y encuentran, ineludiblemente, algo de esa intensidad que los hace declarar que “al fin y al cabo (Luis Cernuda) está vivo y, si la literatura entre muchas cosas, es una forma de relación personal, ¿por qué no cumplir con el elemental deber de gratitud y educación, acusándole recibo a su obra?”[10].  Estos lectores son privilegiados. La poesía de Cernuda los encuentra. Hallan en los versos de éste algo que les pertenece.

En su relectura, Juan Goytisolo da cuenta de la progresiva angustia existencial que conduce a Cernuda. Asevera que, a partir de 1937, podemos encontrar la inquietud imprecisa de quien busca, del extraño, del que indaga bajo “el tono triste y un Spleen sin objeto […] (es la obra) del adolescente lleno de afanes no del todo conscientes, melancólico, precisamente, por la impotencia de los días de juventud”[11]. Así, un universo de lecturas y vida constituido por la precocidad y el sitio de la más real de las irrealidades es lo que puede encontrar el lector del Cernuda rebelde. Se puede notar este espacio que Octavio Paz propone como el lugar de la frustración, como el momento en el que se quiere todo pero se puede nada. Precisamente, es en esta pusilánime estancia en la que surge este Cernuda que Goytisolo reconoce en sí mismo, afanoso, insatisfecho y crítico, y queriendo siempre tomar al mundo en un puño sin posibilidad alguna de éxito. Sin mella ante el horizonte vaticinado, el poeta, el poeta ingenuo, no en su formación sino en sus aspiraciones, es presa de una inquietud irrefrenable. Habrá también exasperación, miras que resultan superficiales. Cernuda forma parte de “los reclusos privilegiados, irresponsables peligrosos, seres reales de un mundo irreal”.[12] Un hondo tormento existencial el que acusa en la empresa de “salvaguardar la nobleza y dignidad del hombre”.[13] El sitio, visto ya de lejos, será un ejercicio. Será, como la historia de todo lector, un homenaje a sus propias lecturas, asimiladas o no; poesía que muestra más que a Cernuda poeta, a Cernuda lector y escritor de sus propias lecturas. No es un hecho aislado. Ha  habido escritores, hombres que reconocen les suele suceder lo mismo, la experiencia de Cernuda es la de todo lector. Lo testimonian igual Gil de Biedma que Goytisolo, lo individualizan en el poeta en cuestión, pero lo proponen, sin duda, para cualquiera:

 

el poema o la poesía de determinado poeta invade la conciencia juvenil hasta posesionarse completamente de ella […] inferimos la existencia de algún objeto exterior que pone en movimiento las nuevas y deliciosas emociones en que estamos absortos. El resultado es un brote de actividad poética que podemos designar como imitación […] una especie de posesión demoníaca por otro poeta[14].

 

Cernuda lee interesadamente “lee porque piensa utilizar su lectura para hacerse cargo de lo que le ocurre […] leer es preguntar y preguntar (se).”[15] Es esto a lo que nombra Goytisolo “la yuxtaposición creadora” conforme se verá devenida en una obra total. Cernuda acrisola “una serie de influencias y corrientes literarias que conviven con toda una compleja y rica gama de emociones y sentimientos cuya autenticidad y hondura no tienen par en la poesía contemporánea”.[16] Es importante para Goytisolo resaltarlo pues, como es tangible en la obra del catalán, la importancia que tiene la genealogía literaria y la circunstancia histórica para el escritor y la manera como en el diálogo entre éstas encontrará el camino de forja y una escuela de disciplina cuyos progresos percibimos en el camino difícil del poeta de Las nubes hasta Desolación de la quimera.

El poeta encontrará gran fuerza y posibilidad en la distancia, misma que le sirve para propiciar extrañamiento, un camino necesario para, al volver, mirar como de lejos suele mirarse todo, y así emprender la re-aprehensión del mundo. Este acto fundacional será quizá la causa por la que Juan Goytisolo, que también emprende este camino, el de la revisita, la reapropiación, le dedique tiempo y reconocimiento a la obra en la que el poeta, ya  marinados por el recuerdo, deja que los vestigios de la memoria sean los que constituyan su obra y los que dejarán ver también cómo es que fue lo que hace ser a quien las dicta. Esto es lo que explica el pronunciamiento rebelde y el deseo constante de ser otra cosa hacia 1931:

Extender entonces la mano

         Es hallar una montaña que prohíbe,

         Un bosque impenetrable que niega,

         Un mar que traga adolescentes rebeldes.

                                               (“Diré cómo nacisteis”).

         Emprende el camino de los individuales, en la marginalidad encuentra el sitio desde donde “cada vez con más saña, dirige las flechas a la sociedad en cuyo seno vive ya como un desterrado”[17]. Buscará, de ahí en adelante, la propia moral, el particular derecho a la existencia. Escoge el camino hacia el arte carcelario de la libertad, en el mismo que conseguirá paulatinamente, cada vez más, como apunta Goytisolo, la emancipación respecto de las instituciones que simbolizan el matrimonio, la familia, la religión o las leyes. No podía suceder otro tránsito. Si aceptamos la intensa sinceridad e insolencia, si suscribimos las líneas en las que Monsiváis afirma que “en Cernuda todo es autobiografía y todo es literatura”[18] no resulta extraño —sin embargo, sí un hallazgo— que el sevillano dé claros visos de un camino autobiográfico, siempre en la búsqueda de sí mismo, siempre en la reconciliación consigo mismo, y siempre dotado de una naturaleza profunda hecha de la verdad y del desprecio por cualquier hipocresía, sexual, literaria o política. En la individualización, en esta rareza que ya apuntaba Gil de Biedma, Cernuda encuentra el tema: la exposición de los procesos de conciencia, introversión que tiene un carácter autobiográfico, todo un indicio de la preocupación individualizadora que anima al autor. En el distanciamiento o desarraigo del que hace cuentas Goytisolo, el poeta encuentra la posibilidad de que todo gire en torno al yo, y que éste sea capaz, o por lo menos, aspire a decirlo todo por la palabra, síntoma del hombre en el que el autor de La desolación de la quimera cree y por el que rompe inconforme, insatisfecho y frenético:

 

Abajo estatuas anónimas

Sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla.

(Diré cómo nacisteis).

        

Propone un individualismo intransigente a toda regla y a cualquier forma de coacción de la sociedad contemporánea, y se encumbra en él “un revolucionario que como todos los hombres carece de libertad, pero a diferencia de éstos no puede aceptar esa privación y choca innumerables veces contra los muros de su prisión”.[19] Quizá sea éste el real exilio de Cernuda, el de los hombres solos que forjan el talante, por meras circunstancias geográficas, significativas y definitorias sin duda, pero ya anunciadas desde antes, cuando la incomodidad y la incomunicación estaban presentes. La genealogía que encontró Cernuda en Inglaterra, por ejemplo, afirma Goytisolo, “dotó de un carácter definitivo a sus versos curándolos de cierta ampulosidad y barroquismo”[20]. Es la experiencia la que se encarga de mostrarle el camino de la objetivación. Su nostalgia primeriza por volver significará, en el paso del tiempo, el distanciamiento que lo hace propietario del mundo. La querencia por el regreso se metamorfosea paso a paso, primero  en rencor a medida que se consuma la separación espiritual con España.

Más que el sitio, más que el freno al desasosiego, más que el estado ideal, Cernuda encuentra el alféizar desde donde mirar. Su exilio, al parecer, fuera de lo común frente al de los que se conocen vividos bajo añoranza perentoria, es el alejamiento peregrino sobretodo temporal, atrincherado en el envejecimiento. Cernuda pasa y abre “la reflexión de los datos sensoriales”.[21]Se deja situar por las cosas, por la memoria y por el tiempo, por su relación con éstos y construye. Devela su manera de ver el mundo gracias a la experiencia, al espacio, y a la sazón, encontramos a un hombre entre estoico y resignado, pero no indiferente. Un esperanzado no a volver, sino a seguir mirando, un exiliado siempre acre y hasta insolente que, con habitual pesimismo, “se esfuerza en calar más hondo y descubre que el daño es de siempre. A la amargura viene la imprecación que convierte en arma. Más que volver quiere el cambio, quiere siempre estar en otro lado, quiere encontrar la forma de ser. 

 

 

Lejos de los hombres, allá en la altura impenetrable.

(“A las estatuas de los dioses”)

 

Pues sin nada crees, aun queriendo

Aun sin querer crees a veces

(“Otra fecha”)

 

Entabla la superposición de los planos visuales, y logra que, desde distintas perspectivas, estos datos alcancen la profundidad del mundo. Cernuda Aprecia. Indaga la verticalidad y teme a lo inmediato. Canta, exaltado, la belleza humana. Pronto “se ve convertido en el centro del mundo y esa posición le impone ciertos deberes,”[22] advierte lo significativo de su labor de posibilidad. A través de este acto esencialmente humano —un nombre, una abstracción— puede situar la realidad, determinarla por referencia a nosotros y, “situándola, hacer con ella, como el futbolista hace con el balón. El hombre que es el dueño de los nombres, es la realidad hecha inteligible.”[23]

La posición en la que coloca Gil de Biedma a Luis Cernuda, más allá de aclarar a grandes rasgos el porqué del lugar que alcanza en la promoción del 27, nos da cuenta de la influencia de este poeta sevillano y mexicano en la generación de finales de los cincuenta que, además, “parece anunciar un cambio en la sensibilidad del país, cambio del cual sería, en cierto modo, el precursor y responsable.”[24]

Para Goytisolo, Cernuda salva la producción poética de la segunda generación de posguerra que estaba colmada “de epígonos oficialistas, mitómanos y de agotados intentos”. Cernuda, otra vez, sí que es una voz entre las otras que busca denunciar el atraso de los dormidos y los marchitos. Despoja cada coartada y condena implacable desde el sitio solitario y lejano, éste que le permite, literaria y existencialmente, verlo todo desde la periferia, desde la cual —ya no son pocos los que opinan— se ve más claro. Alejarse tiene un objetivo: la desajenación del hombre. Cernuda, que cree en la nobleza del hombre, se coloca como el profeta en Nínive, pesimista pero esperanzado, de tono elegiaco y doloroso; incólume y testigo, único testigo de la verdad, Cernuda escribe desde la pérdida.

 

 

 

Bilbiografía.

Cernuda, Luis. Variaciones sobre tema mexicano/ Desolación de la quimera. Lecturas Mexicanas, CONACULTA, México, 1990.

Gil de Biedma, Jaime. El pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980.

Goytisolo, Juan. El furgón de cola. Seix Barral (1976), Barcelona, 1982.

Sicot, Bernard. Exilio, memoria e historia en la poesía de Luis Cernuda. trad.        De Tomás de Onaindía, FCE, México, 2003. 

 

 

 


[1] Bernard Sicot, Exilio, memoria e historia en la poesía de Luis Cernuda. FCE. México, 2003.

[2] Carlos Monsiváis en el prólogo a Variaciones sobre tema mexicano/ Desolación de la quimera.  CONACULTA, México, 1990. pp. 12.

[3] Jaime Gil de Biedma,  “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,     pp. 69.

[4] Jaime Gil de Biedma,  “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,     pp. 73.

[5] Jaime Gil de Biedma,  “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,     pp. 74.

[6] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,      pp. 70.

 

[7] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,      pp. 74

 

[8] Cfr. Juan Goytisolo, “Homenaje a Luis Cernuda” en Furgón de Cola. Seix Barral (1976). Barcelona,       1982, pp. 156

[9] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,

pp. 70.

 

[10] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,

pp. 70.

 

[11] Juan Goytisolo, “Homenaje a Luis Cernuda” en Furgón de Cola. Seix Barral (1976). Barcelona, 1982, pp. 157.

 

[12] Octavio Paz, Posdata. FCE, 1981. pp. 23.

[13] Juan Goytisolo, “Homenaje a Luis Cernuda” en Furgón de Cola. Seix Barral (1976). Barcelona, 1982, pp. 160.

[14] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,

pp. 79

[15] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,

pp. 83.

[16] Juan Goytisolo, “Homenaje a Luis Cernuda” en Furgón de Cola. Seix Barral (1976). Barcelona, 1982, pp. 165.

[17] Juan Goytisolo, “Homenaje a Luis Cernuda” en Furgón de Cola. Seix Barral (1976). Barcelona, 1982, pp. 158.

 

[18] Carlos Monsiváis en el prólogo a Variaciones sobre tema mexicano/ Desolación de la quimera. CONACULTA, México, 1990. pp. 11.

[19] Juan Goytisolo, “Homenaje a Luis Cernuda” en Furgón de Cola. Seix Barral (1976). Barcelona, 1982, pp. 160.

[20] Juan Goytisolo, “Homenaje a Luis Cernuda” en Furgón de Cola. Seix Barral (1976). Barcelona, 1982, pp. 165-166)

[21] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,     pp. 86.

[22] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,     pp. 91.

 

[23] Jaime Gil de Biedma, “El ejemplo de Luis Cernuda” en El  pie de la letra. Crítica, Barcelona, 1980,     pp. 92

[24] Juan Goytisolo, “Homenaje a Luis Cernuda” en Furgón de Cola. Seix Barral (1976). Barcelona, 1982, pp. 170.

 

 

Datos vitales

Luis Felipe Pérez Sánchez. Irapuato, 1982. Ex docente, ex becario FOECA Guanajuato, Ex botarga cultural. Miembro del Colectivo Plataforma. Ha colaborado en diversas revistas y periódicos de circulación nacional como Los Perros del Alba, El Laberinto, Revista Ámbar, entre otros. 

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