A continación, una muestra de la poesìa de Tadeus Argüello (Querétaro, 1983) quieh ha sido becario del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Querétaro y becario del Centro de Estudios Cervantinos “Eulalio Ferrer”(2008-2009) Ha publicado: Versus (2002) y La Patria más Profunda (2006).
Voltaire camina por el puerto de Dover
Dentro de pocos días
habré partido hacia Londres,
sin preguntarme
por qué las aves
se desprenden del cielo en el aire.
Pienso en mis palabras.
Cómo arden los ojos
de los demás hombres
desde los gastados signos
que su miedo dispone a olvidar.
El terror que mis enemigos
les depara esos textos
que, si bien nacidos
en el ocio, vuelan
en ese arranque de página
frente a la búsqueda de la libertad ignorada.
Por eso justifico
el camino que rompo
en medio del rencor y desprecio,
la herida del agua
en la escritura de la noche,
como Tales de Mileto al estudiar
su nombre en el fondo del agua.
En el puerto de Dover
el aire es el exilio que ya nadie respira.
Cuando estoy en mi cuarto
Cuando estoy en mi cuarto
y esa niebla se contrae y se extiende sobre mis brazos,
pienso en cómo sería increíble depositar mi cadáver sobre una plancha de hierro,
así la lluvia podría arañar débilmente cristales rotos, el agua verdinegra,
la flor que sube hasta mi boca.
Así los recuerdos podrían flotar en este desorden de botellas de plástico, colillas, servilletas con semen.
Así mi nombre podría respirar como una rata alejándose de un bote con vísceras.
Detrás de estas letras que desoyen la melodía que carcome en pedazos mi nariz
yace un impostor,
un cretino que apaga la luz para entrometerse en un camastro,
mientras la noche se descompone en su cuerpo trazando un cuchillo de niebla que acaricia sus párpados,
mientras el tiempo despelleja sus sueños, imágenes perdidas que punzan en su cabeza
con un sordo tam-tam que se enreda en los músculos,
¿Penetra el aceite en cada herida donde me identifica el polvo entre las costras?
¿Es la memoria la que se repliega frente a la opaca luminosidad de la sangre?
En esta meditación borrascosa, en esta idea que sumerge instantes colgados contra mis uñas,
quiero pedir a mi silueta una paradoja menos libre a la que pueda sostenerme,
ese mapa acerca de los puntos clínicos por donde debo ayunar hasta el hueso,
aunque siga enredado a esta humedad, a estas paredes, a este ritmo donde mi cuarto sigue a oscuras, contra aquella luna espesa que brota desde las sábanas.
¿Estoy realmente en este cuarto viendo como palpitan mis plagas por el aire?
Agarro mis sucias mantas para atravesar esa comarca del insomnio,
este delirio que atraviesa las verdes estatuas de mi poema,
pero el día sumerge sus navajas siempre y cuando detenga mi nombre en su rostro,
en mi cuarto a donde nadie me llama, a donde la niebla repite este cansado monólogo,
En mi cuarto donde el día y la noche por fin desgarran sus sílabas en una plancha de hierro.
En mi cuarto el lápiz sólo escribe sombras.
Sonámbulo
En esta búsqueda a la que el cuerpo nos arroja,
hunde sus pisadas esta humedad que lame los vértices de mi espalda,
mientras el smog determina los peces que caen del suelo hasta los tenues
[laberintos de la azotea.
En esta búsqueda a la que tu nombre me arroja,
obran las calles para nadar de espaldas entre los negocios cerrados,
en donde tu rostro es una suave competencia entre rasacacielos,
un trayecto insípido que va desde mi cráneo hasta la tosca circunferencia de tu garganta.
No, no hay más llamadas telefónicas de túneles sin memoria, de gatos podridos en la
[banqueta, de hombres fumando afuera de la fábrica.No, no hay más que mi sombrero recuperándose en una vieja revista pornográfica.
No, no hay más que tu recuerdo en los recibos del telecable.
Solo, desde la punta de mis monedas hasta la lujuria del abrelatas,
camino arrancándome los números de tu nacimiento,
el escarnio de tu sombra masturbándose en mis cigarrillos,
esa lentitud de tu verbo entre las falanges de la lluvia.
¿Hay más vísceras como agujetas en los bolsillos del ahogado?
En esta búsqueda a la que la desesperación nos llama,
deja, deja que me atropelle el aroma de este boleto de avión,
con un toque sutil hasta los dedos, hacia tu garganta,
donde el aire podrido -el poema- no tiene ya que decirme.
Preludio de la vista
La tarde es sólo espuma en el ojo,
arrecife de la aparición,
secreto
desde la imagen misma:
transparencia;
no ver, ser la mirada misma,
opacidad
cerrándose en la cripta del párpado.
(el acto mecánico de mirar)
el acto mecánico de mirar
la cuadratura que cercena los puntos rojos del láser
es el reflejo que te predispone
sobre el camino del entendimiento
ese charco de aceite enterrado en la córnea
o es la opacidad el mutismo
clave de sombra en mancha corpórea
que al detener la vista
argumenta en morosa dialéctica
la estafeta de humo en los ojos del creyente
si supieras cómo es el rojo
la nave que al encallar esconde su desastre
simetría de la luz entre la sombra
forma concéntrica el malestar la barbarie
azul verdinegro enredándose en las membranas
espera a que venga el estallido la indiferencia
esa otra carne del pensamiento
a restituir el acto pecaminoso de compararte
el acto mecánico de mirar
consiste en desviar los puntos que ves
en la parte superior de los cuerpos
mientras el vértice fija chasquidos de sangre
coágulo porque lleva su nombre de piedra
lugar seco fértil
agua de rocas
manantial de la ventisca
en todas partes / omnipresente / hacia ninguna parte
observa la desesperación ese gran puño de niebla
cómo hierven los tuyos a la intemperie
esa negra comitiva de ceguera en ojos abiertos
II
una vez dijo goethe
(en franca charla con albert caraco)
el azul es la nada
espina abisal en la boca del ahogado
bocanada territorio transparencia
el tránsito de la luz
hacia los negros árboles de la página
presenta el sonoro cuerpo del detalle
obligada relación de padres e hijos
genealogía porque llevas entre los dientes
el eco podrido de tus antepasados
del eco a la mirada hay un solo trazo
la premeditación del cuchillo –si quieres albert-
por debajo de la tráquea
o por encima de la obligada respiración
en los cortes sintácticos del objeto
experimenta el doble filo de la mirada
el eco de la imagen ha muerto tú lo sabes
no fue el estallido ni la rota marea de los cuerpos
disección elástica en la comisura del sexo
fluidos que son esa roja cuadratura
lugar muerto para no decirnos nunca
en el acto impune de mirar lentamente
Datos vitales
Tadeus Argüello (Querétaro, 1983) Poeta. Becario de la Escuela de Escritores SOGEM-QRO.(2002-2004) Exbecario del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (2002-2003) Becario del Centro de Estudios Cervantinos “Eulalio Ferrer”(2008-2009) Libros de poesía: Versus (2002), La Patria más Profunda (2006).