4 microrrelatos de Luis Gonzalí

Luis GonzalíEn el marco de la Antología de Narrativa Mexicana Contemporánea, presentamos cuatro microrrelatos de Luis Gonzalí (Tampico, México, 1982). Estudió una Lic. en Matemáticas y trabaja como Gerente de Inversiones. Según su decir, es escritor por imitación, pues uno de sus grandes placeres es la lectura. Algunos de sus microcuentos han sido publicados en Argentina y México

 

 

Finanzas personales

 

Con mis cuatrocientas voces yo canto. Veo y canto. La primera voz es para el amor más profundo; la segunda es para el amor más profundo, aunque con un ligero toque de duda. En la tercera, la duda crece un poco más, y así hasta la voz cuatrocientos, en donde canto con el odio más animal, más irracional.

Los matices de mi voz responden a las pantallas en los pisos de las casas de bolsa, y los escojo según el tipo de cambio, al segundo, contra la moneda norteamericana.

Soy un inversionista convertido en cenzontle; soy un cenzontle convertido en rey azteca; soy un rey azteca convertido en moneda corriente…

 

 

 

 

El lagar

 

El proceso es lento. Después de plantar la semilla de la ilusión en ella, me retiro y la veo germinar desde lejos. Esto debe ser en temporada de lluvias para que, una vez que nazca la planta que será su deseo, se riegue con el anhelo que trae el agua que resbala melancólicamente por su ventana.

Ya que la planta madura, me acerco cuidadosamente y la fertilizo: un poco de ilusión satisfecha, una caricia bien acomodada, una intimidad basada en la mutua confianza. De tal fertilización nacerá el preciado fruto.

En el tiempo de cosecha recolecto sus ojos para ponerlos en el lagar, ése que se ha formado por años de incompetencia para las relaciones sociales, y exprimo todo lo que se pueda. Las lágrimas resultantes deben dejarse añejar en una barrica de roble curada de tal manera que agregue al final un sabor de culpa con toques de pimienta. El líquido debe reposar durante unas tres horas antes de beber. El resultado siempre es sorprendente: la embriaguez que trae consigo es más fuerte que cualquier alcohol.

 

 

 

Regicidio

 

Puñal en mano, la estocada fue certera y por la espalda. La habitación del rey, toda teñida de sangre, fue la única testigo del crimen. «Sic semper tyrannis», el fin de una tiranía, pensó el asesino. Seis años habían pasado y no estaba dispuesto a soportar un día más. Era tiempo de un cambio de reinado, de un cambio de tirano.

Después de estar seguro de haberlo matado, se levantó y sacudió mientras su pecho iba llenándose de orgullo. Había fraguado y llevado a cabo su plan maestro sin la ayuda ni el consejo de nadie. Ahora, por derecho, todo lo que alcanzaba su vista le pertenecería; su hermano mayor, el de la corona depuesta, ya no podría impedirlo. «Ha muerto el rey. Que viva el rey», gritó.

El llamado materno lo sacó de golpe de sus meditaciones. «Niños, dejen de jugar y bajen a comer». El nuevo monarca sonrió. No podía esperar para decirle a su madre que ese día sobraría un plato en la mesa.

 

 

 

Erótico-Geográfico

 

Me gustaba comparar su cuerpo con la geografía. Me gustaba decirle que su boca era como el oasis en el desierto, que sus pechos eran como montañas que me encantaba escalar. Le decía que bajar por sus senos a la meseta de su cadera siempre era una aventura y que adentrarme en la selva de su pubis era mi perdición. Mis metáforas siempre me ponían en animo de entrar en acción, pero en ella no tenían el mismo efecto.

Un día se cansó de mis clichés, de mis frases pre-hechas, de mi estúpida verborrea barata. «¿Te gusta recorrer mi geografía?», me gritó en tono sarcástico, «pues puedes ir olvidándote de ella». En ese momento un terremoto con epicentro en su ombligo la empezaba a borrar del mapa.

 

 

 

Datos vitales

Luis Gonzalí (Tampico, México, 1982) vive actualmente en la Ciudad de México. Estudió una Lic. en Matemáticas y trabaja como Gerente de Inversiones. Escritor por imitación, pues uno de sus grandes placeres es la lectura, lo cual lo llevó a la convicción de que todo lo que vale la pena escribir ya ha sido escrito. Aun así no se amilana y escribe. Algunos de sus microcuentos han sido reconocidos en Argentina y México. Asimismo, algunos de sus textos han sido escogidos para formar parte de diversas antologías en Internet. Publica textos periódicamente desde su bitácora Reflexiones desde la buhardilla.

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