Foja de Poesía No. 252: Ismael Serna

Ismael Serna

Ofrecemos una muestra de la obra del sonorense, Ismael Serna (Ciudad Obregón, 1982). Serna es escritor y reportero. En 2009 recibió el Premio Nacional de Poesía Sonora 2009. Actualmente es becario del FECAS en la categoría de jóvenes creadores.

     

 

Carta de Navegación de Dante

 

A primera luz de aquella noche, esquivando

ciegos valles sinsabor de la ausencia

dormitaba

en algunos pueblos del cuerpo,

esas distantes

canciones que sorteaban títeres de lluvia se habían

muerto hace siglos,

y en las barrancas donde aullaban

los impenitentes:

mástiles dibujaban algunas sonrisas,

todas las iglesias resonaban sus campanas

a favor de las naciones del pecho,

y no fueron suficientes los

renglones de tu boca;

en círculos donde mi silueta

mudaba mi sangre descompuesta

sólo unos cuantos heridos

me reconocieron,

pero la mayoría eran infames

al cargar en un revolver tu nombre,

tu balas en este corazón tiritan

y no te encuentro en ninguna parte.

 

 

 

Pavese

 

Tendrá cruzadas las piernas

al filo de la mesa, con su dedo

índice delineando la copa vacía.

Disfrutara verte arrastrando, ansioso

con los nudillos todavía escandalizados

por la sangre, podrá morderse los labios

mientras tú, de bruces con la sombra

acabada de ruinas la carcomes con la

mirada: “tendrá tus ojos”, tendrá tus manos.

 

 

 

Réquiem al forastero

 

 a Marco Antonio Campos

 

Nosotros los de entonces,

ya no somos los mismos.

Poema XX, Ricardo N. Reyes

 

 

A nosotros nos importan las despedidas,

hacemos polvo las dislocadas caderas

del encanto i se nos hunden en el pecho algunos

viejos cristales de los portarretratos sin los

rostros, nos inquieta la forma en que deambulan

las nubes poco antes del amanecer en media

copa sosiega de orquídeas i finales largos;

el feroz silencio de estrellas desaparece cuando

las olas se alzan en quimeras i marineros

desolados lanzando sus manos al adiós,

arrojando a las costas los buques abandonados

de algo llamado amor, eso que algunos tatúan

en guitarras i versos, tragedias i pasión.

 

Equivocamos de almanaque, le damos vuelta

a las estaciones en trozos de sol sobre la mesa,

fue entonces la promesa del condenado un

desnudo fuego al final del horizonte

del cuerpo, una raíz de dos vientos que no

preguntaron su nombre; la verdad fue, que vestido

con efímeras flores me encontraron sin aliento en

un cuarto de hotel a la mañana siguiente, revisando

entre mis brazos el forense encontró un trozo de tu

respiración a manera de epitafio a tus zapatillas,

i la autopsia fue severa en conclusión: “insomne

por los puentes del destino naufragan los corazones

desfigurados”.

 

Me ha dado por guardar luto en cada cajetilla

de cigarros, i siempre ha sonado tu rostro entre

las siluetas del otoño; te he rendido culto a tus bocas

que ahora son nada alejada i mía a la vez que te nombro

en otro cuerpo, se hacen cerezas al latido de un par

de huesos sin pecho estas lágrimas, i entre risas i

adioses una espalda de arena que ya ha comenzado

a borrar las caricias encuentra caracoles en tus piernas;

pero regresando al verso, i a casi dos meses de leerte en

las primeras páginas del exilio, creo que ya no importa

despedirse, los otros extraños volvían sujetados entre

senderos donde las cobardes noches jugaban con los besos

perdidos, donde han conocido las traiciones de las

recamaras, donde  rebuscando en las fronteras las huellas

se vislumbraron hasta el mar; estos extraños se amotinaron

en el destierro de la memoria, i cuando al fin se hicieron

a la mar los trenes donde ya no estábamos, i comenzaba

a despuntar un “te quiero”, te tomé i en tu cuello mudo

me resigné a murmurarte una silenciosa pregunta:

¿éramos diferentes nosotros?

 

 

 

Te digo adiós y para decirlo,

le he dado vueltas

a los rincones

de nuestras fotos,

a las frases que

dedicaba en mi pared,

a tus labios

de papel,

 

te digo adiós, como se

despiden algunas estaciones,

como

un solitario bebedor que lleva a su

casa la botella

vacía después que

lo han sacado a punta

de pie del bar,

donde cantaba con

la guitarra de llanto

su destino,

así vas conmigo.

 

 

 

Apología a la Musa en el destierro 

 

A veces pienso que eres como

aquellas canciones, murmuradas

y carcomidas por la polilla,

poco triste, pero siempre sonriendo,

que va,

carcajeando con la muerte,

durmiendo en las banquetas

de las espaldas, arrinconada,

cariñosa, distante,

pero que importa,

todos nos despedimos,

nos dejamos,

tal vez eres como aquel hombre

que iba por el campo de batalla,

fugándose entre las tumbas,

mordiendo las esquinas del corazón,

rasgando la piel con las balas,

tropezando con el miedo,

batiendo con el fusil,

traicionado por sus hermanos,

que arrodillando sobre sus ojos,

frágil como bocanada de agua,

ni una sola bala tenia para él mismo,

ese personaje derrotado,

que ahora sin nombre

sus huesos se

endurecen en la raíces de la

maleza y piedras,

era un sujeto sin problemas,

se dice que

no tenia familia,

un hombre que no debía a nadie,

trabajaba desde

horas tempranas,

y sin falta disfrutaba de las fiestas,

era enamorado, divertido,

su nación era un campo

rodeado con

playas de amaneceres,

nadie reclamó su cuerpo,

ninguno atinó

quién era,

ahora expatriado entre gusanos

y polvo erosionan sus ojos,

ahora,

explícame quien pudo perseguir

y dar muerte

a este extranjero,

quién te persigue entre mis

entrañas,

así eres, poesía,

un barco humilde

sin olas.

 

Ahora tus besos

de carabelas naufragan

desde mis labios con las

velas quemadas.

 

 

 

a Malena, entre farmacias

y pastillas para el olvido

 

 

Dentro del cóctel de ropa vieja,

anciano

recuerdo mareado con el

café cargado de la mañana, se te

escuchó en el

pecho una bolsita de

espejos rotos,

y sus orejas dibujaban

una sonrisa ciega, algunas ocasiones

se digerían antes

de almorzar

las noticias de tus bocas, pero a estas

horas se

han atorado en las aduanas

del olvido, tu cuerpo.

 

Se acaban las

madrigueras de las flores del verano,

llorando palomas

frescas de nosotros,

un ramillete de crueles canciones,

y

un callejón sin rima

se ha desintoxicado

con las fotografías de tus manos,

 

Ahora rasgando un

bolero a tu espalda

donde no suena

tu corazón,

te has muerto sin

conocerte y

has arrancado el rostro de esta mujer

con la que duermo sin nombrarla,

la has llenado de

besos y no sabes

que es una maldición tenerla

sobre la mesa,

corazón que no quieres,

que

renuncias,

que

proscribes bajo una

servilleta el labial

y su numero telefónico,

corazón que odias y que descansas

una nota de velas

agotadas de ti,

escondida en no sé que

parte de está cocina

de lujuria, arruinada

por mis bolsillos.

 

 

Se cansaron las noches

 con nosotros,

nos cantaron una

serenata entre las dos

y tres de la mañana,

cuando aun las victimas

robaban la eternidad al

alba de nocturnos,

sabían a tu nombre,

se alumbraba

tu pelo en la pared que tanto había dibujado

tu mirada, descalzada,

estoy nombrándote

a mi modo, salte de esta recamara de

habanos naufragios

entre las

medias rotas de tus muslos,

márchate

herida por el paladar del balcón,

que te desfilen las piedras con las

que platicas de mi desventura,

riéndote por los escalones,

donde

sorteamos, hasta tirarnos a matar

con el primer beso

que nos ha sabido a alcohol y hielo,

nos

ha ganado este dolor,

que cómplice

es tan tuyocomoyo esperándote.

 

Se cansaron las mañanas,

                        y se mudaron

                                   a otro cuerpo.

 

 

Datos vitales

Ismael Serna (Ciudad Obregón, 1982).  Escritor y reportero; Premio Nacional de Poesía Sonora 2009. Serna es Licenciado en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Sonora. Es Coordinador de dictamen editorial del consejo ciudadano municipal de cultura de Cajeme. Actualmente es becario del FECAS en la categoría de jóvenes creadores.

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