Galería de ensayo mexicano: la utilidad de los poetas muertos, de Eduardo Huchín

Eduardo-Huchín[1]

En el marco de nuestra Galería de ensayo mexicano presentamos el siguiente texto de Eduardo Huchín Sosa (Campeche, 1979). Es músico de rock, poeta, narrador y ensayista, autor del volumen de ensayos ¿Escribes o trabajas? (Tierra Adentro, 2004).

 

 

Utilidad de los poetas muertos

 

Aunque ustedes piensen lo contrario,

los muertos son cada día más útiles.

Hernán Lavín Cerda

 

 

VIDA, MUERTE Y REEDICIÓN

De los poetas sabemos esencialmente pocas cosas, en especial que son proclives a morirse. De hecho, a muchos no los leemos hasta que los diarios los anuncian ya difuntos. Es de todos conocido que ninguna publicidad tiene tanto poder de venta como un obituario ni un libro tanta capacidad de admiración como un aniversario luctuoso.

Es quizás esta relación con la muerte, que los poetas hablan tanto de ella o la buscan en lugares tan recurrentes como las botellas de alcohol o los prostíbulos. Y es quizás también por eso que los poetas llaman auténtico o underground a lo que es simplemente insalubre. La muerte los ronda desde que se asumen como autores de versos, sobre todo porque la muerte es temáticamente más respetable y proporciona ese toque de infelicidad, siempre atractiva cuando te dedicas a la literatura. Es comprensible entonces que, por ejemplo, José Gorostiza se debatiera entre llamar a su poema más importante “Muerte sin fin” y “Vida sin fin”, y al final se decidiera por la muerte. (Esto es un hecho verídico, la explicación de su viuda, Josefina Ortega, es que Gorostiza “era muy trágico”).

¿Significará esto que los poetas sirven más cuando ya fallecieron que estando vivos? A principio de cuentas se diría que sí. Pienso que quizás no se equivocó Luis Cernuda cuando dijo: “¿Qué país sobrelleva a gusto a sus poetas? A sus poetas vivos, quiero decir, pues a los muertos, ya sabemos que no hay país que no adore a los suyos”. Pocas cosas aseguran tanto la inmortalidad como hablar de la muerte, pero también pocas cosas reditúan tanto al mundo cultural como un poeta muerto. Uniendo ambas perspectivas tenemos que un poeta muerto que haya hablado de la muerte –admitamos que son pocos los que no lo han hecho- es una oportunidad de ensueño para el aparato cultural de un estado y una región.  

Lo anterior nos lleva a una cuestión aún más importante: ¿sirven de algo los poetas vivos? No para mucho. Por lo menos eso consideró el cónsul para el que José Gorostiza trabajó en Londres en 1928. Antes de la llegada del tabasqueño, su amigo Eduardo Luquín, empleado de la Legación de México, llevó a la oficina un ejemplar de Canciones para cantar en las barcas y recomendó al cónsul y a los otros empleados que lo leyeran. ¿Qué es lo que consiguió?, se pregunta Guillermo Sheridan en un divertido artículo y él mismo se responde: Que desde antes de su llegada, Gorostiza fuera marcado con el mote de “el Pueta”.

La anécdota es vergonzosa si atendemos al tono con el que Gorostiza admite que hubiera sido mejor que sus compañeros no supieran que escribía poesía, pero es reveladora si observamos la opinión del propio cónsul en el sentido de que un poeta no iba a servir de mucho en la oficina (y posiblemente en ningún otro lado).

Pero el tiempo y la muerte se han puesto del lado de Gorostiza.  Su poesía –y la poesía en general- han tenido muchas más aplicaciones prácticas que las que la gente práctica ha querido ver. Los expertos en marketing, los asesores, las consultorías, han obviado la manera en que los poetas mueven el mundo cultural, producen riqueza y dan empleo, sobre todo si su centro de operaciones está tres metros bajo tierra. Con el siguiente ejemplo esperamos zanjar esas carencias.

 

APLICACIONES PRÁCTICAS DE JOSÉ GOROSTIZA (DESPUÉS DE MUERTO)

“Muerte sin fin” es el producto más importante del siglo XX mexicano en el rubro de “Poemas para elogiar”. Es el único texto con el que podríamos tener afirmaciones contundentes que lleguen hasta el Virreinato. Ejemplo: “Desde el Primero sueño de sor Juana no teníamos en México, un poema que…” y aquí se pone alguna aseveración que quisiéramos para nosotros mismos. Por tanto su capacidad de mover dinero es notable y pongo sobre la mesa apenas tres propuestas:   

Los Congresos. Gorostiza no solo cabría en los encuentros dedicados a los grandes poemas de la literatura mexicana, en los coloquios sobre los Contemporáneos, en las reuniones internacionales sobre “El Poeta y la Muerte”, sino también en los homenajes institucionales a la literatura de Tabasco, en los encuentros regionales de escritores o en las pequeñas semanas que las universidades públicas y privadas dedican al tema de la muerte. Es decir, Gorostiza se adapta a todos los presupuestos. Es tabasqueño y universal y “Muerte sin fin” se moldea a cualquier interpretación, homenaje o suplemento de periódico como el agua se amolda a la forma de un vaso.

EJEMPLO 1

Digamos que una eminencia noruega va a presentar un estudio sobre la influencia del Eclesiastés en “Muerte sin fin” durante el Congreso Internacional sobre José Gorostiza. Así las cosas, tendríamos que la sola imagen del sueño como mentira y reflejo provocaría ingresos en una aerolínea, en un hotel, en un restaurante y en al menos seis artesanos. Si añadiéramos los ingresos de autobuses por una oncena de poetas de la Península de Yucatán, a quienes no les quedó otra más que leer –perdón, releer- “Muerte sin fin” para debatir su influencia, tendríamos que José Gorostiza estaría moviendo solo en transporte una cantidad comparable a un pequeño equipo de futbol.  

La labor editorial. Fue Jorge Cuesta, amigo de Gorostiza, quien afirmó que los clásicos de la poesía llegan a serlo porque evitan el regionalismo. Pero un clásico se define también por la cantidad de tesis que puede soportar. “Muerte sin fin” es clásica en ambas vertientes: por sortear su localismo y por ser lo suficientemente críptica para tener exegetas en cada generación que egresa de Filosofía y Letras. Y es que, dada la naturaleza difícil del poema, se puede tomar un glosario de cualquier Historia de las Doctrinas Filosóficas, poner sus conceptos en el buscador de palabras del Acrobat Reader, medir cuáles son los vocablos que se repiten con mayor frecuencia en “Muerte sin fin” y mezclarlos al azar hasta que terminen diciendo algo:                                                                                                      

EJEMPLO 2

Modelo de análisis de “Muerte sin fin”: “El poema de Gorostiza entraña [siempre hay que usar una palabra que dé la idea de que nos sumergimos en el texto] la Duda del Hombre sobre Dios como Ser Creador [acá ya abarcamos cuatro conceptos]. ‘Muerte sin fin’ plantea el problema esencial del proceso creativo tanto en el terreno Humano como en el Divino: el problema de la Forma y la Sustancia [como se ve, un análisis literario parte de sustituir los lugares comunes por abstracciones]”. 

Lo bueno de los poemas de difícil lectura es que producen estudios cuya lectura se antoja todavía más difícil. Pero lo mejor de estos análisis es que nunca se agotan. Eso garantiza otra veintena de coediciones críticas de “Muerte sin fin”, con dinero del Estado. Además, en el terreno editorial, Gorostiza posee, como Rulfo, la ventaja una obra breve, de modo que para un rescate de sus papeles perdidos podremos presupuestar un proyecto que incluya a 4 paleógrafos, 6 expertos en su obra, y 2 programadores que se encarguen de los PDF’s.  Si fue el mismo Gorostiza quien definió la publicación de su primer libro como una especie de “liquidación espiritual” no temamos entonces ofrecer al por mayor sus saldos literarios en bodega.

El espectáculo teatral. Como hemos apuntado, “Muerte sin fin” es flexible con los gastos: si pretendemos algo sencillo, un atril y dos recitadores pueden servir. También se pueden compilar una serie de canciones populares que hablen sobre la muerte e intercalarlas con la lectura en voz alta del poema. Sin embargo, mucho ayudaría contar con un presupuesto a prueba de auditorías y arriesgarnos a una representación de mayor envergadura. 

EJEMPLO 3

Una obra de teatro experimental con personajes alegóricos como el Vaso de Agua, el Diablo o el Dios Inasible. El montaje contemplará un desfile que incluya ángeles, muertes niñas y un delfín apolíneo. Gorostiza es rico en imágenes que podemos utilizar como performance: soltar aves entre el público mientras una voz en off dice: “un más allá de pájaros en desbandada”. Incluso si la idea es hacer teatro de vodevil, una chica podría leer una prueba de embarazo mientras dice: “¡Sí, es azul! ¡Tiene que ser azul!”

EJEMPLO 4

Una ópera: cuarenta artistas en escena, una orquesta sinfónica y los niños cantores de Huimanguillo interpretando la ronda infantil “¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo”. Las dotes musicales de Gorostiza son del dominio público (cuenta Eduardo Luquín que en los bailes, el poeta se encargaba del fonógrafo, como una suerte de DJ). Y dado que Gabriel Zaid tiene razón cuando afirma que “Gorostiza es uno de los pocos poetas modernos que ha sabido cantar canciones”, no será difícil ponerle música a estrofas como la siguiente:

Pobrecilla del agua,
ay, que no tiene nada,
ay, amor, que se ahoga,
ay, en un vaso de agua.

Ahora imaginen esto entonado por un coro de finalistas del CANCIONISSSTE, cuyo conocimiento de la muerte es casi empírico, y el resultado no puede ser menos que un orgasmo escénico.

 

UNA MUERTE SENCILLA, JUSTA, ETERNA

Comprobada ya la capacidad redituable de la poesía y de los poetas muertos, habrá que atender algunos puntos esenciales:

-Ningún Estado puede permitirse más de 4 poetas muertos por año y no más de uno por mes. En caso de que eso suceda, lo mejor será esconder la muerte de uno de los poetas y sacarla a relucir en temporada baja como si acabara de acontecer.

-Habrá que realizar una correcta distribución del dinero público, a fin de que un mismo poeta no gane una beca, un premio y aparte se muera durante un mismo sexenio. La regla básica es: las becas a los jóvenes, los premios a la mediana edad y las ediciones de lujo a los difuntos. 

-Una entidad federativa no produce más de 4 escritores grandes por siglo. Entre cada uno de esos homenajes deben mediar al menos tres años. Cuando dos escritores grandes coincidan en un aniversario de nacimiento, tendremos que celebrar no el natalicio sino la defunción de uno de ellos. Si dos escritores nacieron y murieron el mismo año, tomaremos como referencia el año de publicación de su obra más importante.

-Los homenajes a poetas muertos deben representar al menos el 15% del presupuesto destinado a la cultura.

 

 

 

 Datos vitales

EDUARDO HUCHÍN SOSA (Campeche, 1979) es músico de rock, poeta, narrador y ensayista. Es autor del volumen de ensayos ¿Escribes o trabajas? (Tierra Adentro, 2004) y ha aparecido en algunos libros colectivos, el más reciente Contra México Lindo (Tumbona, 2008). Mantiene el blog Tediósfera.

También puedes leer