Integrada por Nadia Contreras, Cristóbal Barreto, Jetzabeth Fonseca, Carlos Ramírez Vuelvas, Josué Solís, Yuliana Valle, Gabriel Govea, Krishna Naranjo Zavala, Indira Isel Torres, Oscar Robles, Miguel Ángel León Govea y Claudia Olmos, ofrecemos una Muestra de poesía colimense joven que selecciónó Guillermo Clemente.
Muestra de poesía colimense joven
(1976 -1987)
Selección de Guillermo Clemente
Nadia Contreras (1976)
***
He visto oscurecerse repentinamente
el alba.
Así, dentro de mi sangre
me oscurezco,
me voy a pique.
Yo estoy en el lugar de la noche,
al lugar donde llego.
Todo me desvanece,
todo rompe la película del aire,
donde antes éramos,
donde el nosotros era un breve itinerario.
Ve. Estoy vencida.
Mañana, cuando mi ataúd sea doble cerradura,
podrás entonces comprender mis travesías.
***
A Guillermina Cuevas
Si me vieran sentada aquí,
a la mesa de las bebidas ardientes.
Hay tanto asombro prolongado,
cuerpos de aquí para allá,
cigarros que se encienden,
se apagan
en un suspiro.
¿Me vieron ya?
¿Atestiguan mi presencia, mi soledad fundida
al temblor de la silla?
¿Podré sostener mi nombre
como los árboles sus encendidos frutos?
***
Tú que sabes del miedo,
de una maleta que se rehace cada noche
como una batalla
perdida de ante mano.
Él es mi padre.
Digo padre y un adolescente se juega la vida.
Sé que mi madre lo deseaba,
se enamoró como ninguna otra mujer
y su cuerpo fue el cuerpo de la herida,
la sangre, el pulmón roto por el llanto.
Nadie lo ve partir, nadie
abordar ningún barco.
Sólo yo: la niña desfigurada por el tiempo.
Cristóbal Barreto (1980)
Si fuera un chango enorme con la bravura encajada en el esternón,
con el instinto en las tripas enredado.
Si fuera un orangután con alas y pudiera brincar de casa en casa
y ver a las viejitas lavarse los pelos con agua de la pila
a jicarazos chas chas chas.
Si pudiera ver por las ventanas de los hombres a sus mujeres,
a las chichis de sus mujeres,
a sus chiquillos viendo la tele
a sus hijas adolescentes extraviadas en la belleza del Chat.
Si tuviera los pelos suficientes,
la suficiente nariz,
los brazos tan largos, los pies
y en los ojos los ojos de una bestia infantil
que no crecerá jamás.
Si todo esto me pasara y me crecieran las uñas y los colmillos
y pudiera tirarle de mangos a los policías
changuita mía,
macaca de mis piojitos,
de todas formas usaría sombrero,
de todas formas te traería una fruta o una flor o un versito changoso
en la noche.
De todas formas me pondría la camisa que me regalaste.
Si fuera gorila por el contrario te cargaría en la espalda,
te llevaría a ver las casas más pobres de la ciudad
y las más ricas
y nos reiríamos de ambas por igual
y asustaríamos a los niños pobres y a los niños ricos
y a los locos los veríamos desde la torre de catedral
y a los taxistas los veríamos besar travestis
y a los travestis violar rancheros.
Por eso perdí un día la costumbre de quitarme la barba,
pienso,
dejé de alejarme del primate
y de su bestialidad.
Por eso dejé de comer en la mesa un día
y tiré todos los tenedores a la calle
y aunque después te enojaste y fui a recogerlos
y los volví a su lugar
y si me puse a bailar para hacerte reír
lo hice para dejarnos de humanidades
para siempre
ya
de una vez por todas.
Que alguien pesque a ese mandril.
Ese, el que se va escabullendo entre la multitud
como si bailase,
el mandril que gira incontrolablemente.
Ese, el bailarín que rasca y se eleva,
el insaciable mandril.
Que alguien detenga su danza,
la armoniosa,
la bendita danza inacabable,
la eminente, la iracunda danza..
Sólo es un mandril que gira
inhumano e insolente.
Un mandril sobre un cubo traslúcido e impreciso,
una tela que se extiende tenue y alzada,
la vivaz manera en que los inconscientes
o los locos se fugan, así nomás,
de la responsabilidad
que les tocó.
Que le pesque alguien,
que no se dan cuenta que la perfección no existe,
es una ilusión que se desata ante nosotros,
una víbora,
es un mandril víbora,
un mandril víbora arriba de una hoja,
un mandril víbora arriba de una hoja hablando inglés,
una encarnación que se descarna.
Es un hombre vencido ese mandril.
Que le pesque alguien ya
y se haga con él un sombrero o una bufanda.
Es un baile que nos infecta,
es la ceguera.
Mandril iracundo, endemoniado, desprovisto;
incontable mandril.
Visto desde arriba es un caballo con esparaván
o es sólo un mandril…
el que baila
que alguien le pesque,
que alguien pesque a ese mandril.
Jetzabeth Fonseca (1980)
Los silencios de las lágrimas
Todo es respuesta hecha contra la nada,
es una voluntad de gritos y de gestos breves.
Navajazos de una vida
cubren sus palmas blancas y manchadas con sal.
Sus andanzas, como caídas que se anidan en el alma,
sobresaltos de instintos de supervivencia
guardados y callados en las seniles horas.
En su boca hay una guerra seca
entre las grietas de palabras asesinas
donde los reclamos hondos del alma habitan.
En sus tiempos corroídos
disimula un secreto atestado de prejuicios
y conserva en su conciencia una pena.
En su mirada prisionera se han parido los dolores de este mundo
y en sus lamentos lastimeros
se duermen los silencios de cada lágrima.
Tiene la muerte encadenada
-como la tenemos todos-
pero él la lleva como tempestad de alcohol en la sangre.
Continuamente en desesperación,
cierra sus desgraciados puños para evitar el miedo de extraviarse
y de perder aquello que lo sostiene.
Toma sus tres gotas de serenamiento
y vuelve su rostro hacia allá,
donde sus ojos verdes saben que está el porvenir.
Mujer sin país
En el maldito espejo está mi doble tristeza.
Miro la lágrima que se detienen en la comisura de mis labios,
es la queja de un fuego lento.
También sufre el que se va, yo me fui.
Extranjera del mundo donde habito,
me quedé sin huellas, sin camino,
perdida entre las piedras que llevan hacia algún lado,
miré de nuevo en el reflejo de unos ojos sin rumbo.
Son la arena sin tiempo de una isla sin visitas,
vivo adentro de un sol que no se ha descubierto,
en el escollo del mar al que tanto le he llorado.
Soy una playa virgen sin nombre.
Y amo la lluvia porque sabe lo que siento,
porque la nube se derrama navegando dentro.
Tengo un último cerillo entre mis dedos,
mi mirada se desvía cuando tienen la luz entre sus manos,
pero esta oscuridad viene del norte,
más allá de los abismos turbulentos y asombrados.
Emerge del dolor del vacío profundo porque la soledad es viento en el fuego.
La pena es la tierra en mis ojos secos.
No puedo volver el tiempo, olvidar el desierto que soy,
corromperlo y regresar a la noche poblada de anhelos,
dejar de ser la profanada,
dejar de ser la mujer sin país que soy.
Soy ese verso que soñé en la madrugada del océano,
palabras que ya no recuerdo.
Mi casa
Abro la casa de mis ocho años con una llave sin dientes,
el eco ha hecho un señorío entre los espacios de techos y puertas
y soy la primera sombra que humedece la oscuridad suelta de las esquinas
Sopla un tiempo marchito y a voluntad quedo ciega
escucho una risa a tonos de caramelo
es una niña descubriendo un pequeño arcoíris
que se va espolvoreando sólo para ella.
Lo mira crecer con calma sentada
y piensa por cuál color caminar primero.
Corriendo
ube por el azulado camino
y sabe que encontrará aviones de papel
para volar alto y lejos.
Carlos Ramírez Vuelvas (1981)
Brazo de sol
I
Escribo en nombre de esta ciudad
fundada en el quinto lustro del siglo mil quinientos
La mar del sur tiene un pergamino
para nombrar con sal las heridas de esta tierra
Un bosque de parotas en el norte
para invocar la precisión del rayo
Erupción del este
Un henchido corazón de árbol
El valor del fuego en la boca
para que en mi pecho hierva
la duda incandescente
Venga a mí la dulzura vertical de la caña
Que cante en mí el oeste
y no sepa decir ni muerte ni mentira
En nombre de esta ciudad
a la que ahora injurian tus hijos
llamándola ramera enferma
Enciendo estas palabras y las clavo en el pecho de tu descendencia.
V
Cuando estoy frente al valle viendo pasar el tiempo en la cañada,
en mis adentros lloro como un niño
cuando a lo lejos
escucho a la tormenta cabalgar en la ciudad.
Digo con palabras quebradas,
con sonidos tan parecidos al silencio:
Ya no estaré aquí? Ya no veré todo esto?
Junto a los arboles veo pasar un momento de lo que fue la infancia,
y sobre mis hombros la bruma me acongoja como a la ciudad.
Debo que decir que no, que ya nada palparan mis manos.
Que tempestad entonces sobreviene, que premonición es todo esto que me duele.
Desde la altura del valle todo se disipa bajo un velo de sal brotando de mis ojos.
Contengo la respiración sólo para respirar dentro de mí.
Pero esta es mi casa. Este árbol. El rio rompiendo la tierra,
y la tierra y el sol y el viento alevoso de la lluvia
y el rayo y la cascada de los sueños sobre verde.
Como yo vendrán más hombres para nombrar el mundo,
como yo alguien más, parado en lo más alto del valle,
dirá con sus palabras las cosas más sencillas.
Otro como yo, que aún no ha nacido, ya está cantando.
X
Con un puño de sal
escribo tu nombre sobre la tierra
Para que la mano bienhechora del sol
lo vuelva agua que nunca ha de tocar
los labios del sediento.
Tabla rasa
Sobre esta mesa
asentada en la ventana del horizonte
veo pasar el Tiempo detenerse
Saltan astillas del calor interno que el azogue olvido en la madera
Yo escribo sobre el tenue resplandor de mi mesa
Doy gracias al olvido que me cobija
y a lo que toco y a lo que siento y nada se
Ah la soledad del hombre como una constancia de la bruma
sobre los troncos de los arboles seculares
Todos los hombres que ahora dicen lo que escribo
con la certeza de tener en la boca una fogata
Ellos que también dejan en el horizonte una ventana al corazón
Escuchan claramente el leve crujido
de mi lápiz sobre la hoja
y la respiración de mi cuerpo sobre la mesa
Y las cosas sencillas que ahora podemos decir
y las ligeras brasas de nuestro aliento
encienden los pulmones de la noche
como un metal a punto de cambiar su apariencia
por la invocación del fuego
Ah los hombres que caminan en su corazón
como yo camino por la piel que he dejado a lo largo del día
Ellos saben a lo que me refiero cuando digo
que el dolor es una insinuación de la muerte
que el agua de la muerte está en todas partes
Aspira y respira la muerte en las cloacas
Todo se hace más grande sobre la mesa
Las manchas de humedad como dos rostros o palabras
que antes de mi fueron de otros hombres
Es tan sencillo todo esto
Tan claro y transparente
Sólo dejen que el fuego interno los consuma
Sólo dejen que los ilumine la vela del alma
Ignoren mis palabras trozos de madera
y láncenlas al fuego del que hablo
Vean como todo es claridad
Sientan como todo ya no arde
y hay un color de plata en lo que miran.
Ah que pequeños somos y que grandes
Allá a un lado de la ventana verán al sol
y todo flotara en sus cabezas
Cómo un sueño que les han contado
desde una mesa y una hoja blanca.
Josué Solís (1982)
99/100
Un día, no hace mucho tiempo, buscando la verdad cristalina de los ojos, cortejando el beso tibio en las sonrisas, incliné mi cuerpo sobre la gran marmita del verso. Soñaba con ditirambos de cien, y escribía poemas de noventa y nueve noventa. ¿Pero qué verso era mi verso, si ni puñal, ni puño y ni siquiera flor? Una lámpara sin aceite colgaba en mi habitación, la oscuridad se distendía sin miedo por los pasillos de mi casa hueca; pasaban horas así, hasta que una luz muy leve tocaba el vidrio opaco de mi única ventana para fingirme el día y obligarme a despertar; mares de cartón azur servían como escenografía exterior a mi comedia del verso; y yo me sentía el poeta más libre, cabalgando por las ganas de escribir a como diera lugar. Con las ideas llenas de humo, mutilaba sin piedad el cuerpo candoroso de mis palabras simples, y respiraba aire puro, y recitaba puro aire:
Un día,
no hace mucho tiempo,
buscando la verdad cristalina de los ojos,
cortejando el beso tibio en las sonrisas,
yo también incliné el cuerpo
sobre la gran marmita de los versos,
y -soñando con ditirambos de cien-
escribía poemas de noventa y nueve noventa.
*
Hoy los colores no tienen escala; el arcoíris es un solo golpe en mi sentido. Me domina el sueño, me arroba el pensamiento. Mis dedos son el silencio y mi palabra un parpadeo. Es la noche aquí, mientras allá es de día. Vivo en una tierra húmeda que celebra la fértil llegada de la primavera, pero el terror hace rondas de patrulla alrededor de mis sueños; el frío acaricia mis plantas y no puedo despertar. Era una vez un diente de león oscuro que nunca fue tocado por el viento.
*
Por la noche se levanta un rumor en la tierra. Un murmullo contenido trepa hasta las copas de los árboles. Viene para el norte, sobre una ruta perfecta. Pasos tras las sombras atraviesan los umbrales en su plena oscuridad. Nadie duerme; abiertos como la ventana, los ojos buscan el foco de las estrellas desde la almohada. Ningún animal levanta la garganta, ningún bicho se mueve bajo la hierba. El rumor proviene de la misma noche; son las sombras que caminan. Sombras, sombras, sombras, sombras, sombras sobre las sombras. Hay quienes han escuchado la guadaña de la muerte entre las matas, chasquidos como de rifle por el río, aullidos de coyotes donde nunca los ha habido. Nadie ha visto nada; entre cortinas de las ventanas cerradas, los pasos se van de largo, buscando los rincones oscuros del olvido. Pronto llegará la luz.
Yuliana Valle (1983)
Amores imposiblles
No lo sabrás
Te deseo
como a serpiente del paraíso
Quiero cazarte en el vuelo
Quiero que al volar nuevamente
con tu cuerpo enjuto
antes planeado por mí
me pienses
He navegado en islas extrañas para sentir que vives
he poblado lugares consumidos por un volcán
he vuelto verde lo seco sólo para enamorarte
muté
soy especie nueva para alcanzarte
y sin saberlo pasas de largo
Los duendes se habían ido
no los recordaba
el amor era un halo lejano
pero hoy quiero besarte
tengo hombre y sed de hombre
quiero besarte como la luna quiere a la tierra
imposible
quiero ser cursi y tierna como la arena bajo tus plantas
como las olas que arrastran basura a las playas
quiero amarte en verano aun si te vas
hay tantas cosas que quiero
quiero que toques mi mano sudorosa
que me abraces con brasas y vino
te quiero detrás de la puerta
y espero que me quiera
Gabriel Govea (1983)
St. Clair West Avenue
Aquí donde el vacío rebota con mi nombre
entre signos de admiración
tan definitivos como postes de luz,
en este nuevo imperio de la Gran Urbe
donde el ídolo metálico
también me señala con todos sus dedos de concreto
y me condena como a uno más
entre esta masa anónima y permanentemente muda,
yendo en procesión al último grito de la moda,
haciendo sonar unos cuantos centavos en la bolsa
para sentir como que otro le habla.
Escupitajo al Sena
Ya me cansé de ver que no figuro entre tus líquidos
-porque ya no tengo en las manos
otras aguas para darte nombre-, entre tus líquidos
no va esta voz de antaño que se inclina a ti,
piadosamente, lanzando una segunda bendición,
pues la primera la he de reservar
para los verdaderos cauces.
*
Empiezo,
y cada vez como empezar a lo mismo,
a no hacer nada y repetirme.
Afuera sólo hay piedras
(acaso también sombras hambrientas)
y pensar en ti es caer en mí.
¿Quién eres tú,
Narciso en mis espejos carnívoros,
que no acabas nunca de abarcarte
y mi luz te parece insuficiente?
Tu estancia en mi alcoba
ya es un muro fino de hielo y vidrio
que impide a mis ojos mirar hacia afuera,
porque ahí ya no queda nadie,
pero tú tampoco hablas,
y yo soy apenas una estatua enterrada
/en el corazón del Ártico.
Hay una flor vacía en medio del camino
vacía de ojos que la vean
vacía de hombres que la corten
y mujeres que le den agua
vacía de Dios
hasta de sí misma vacía.
Krishna naranjo (1984)
Los amigos
He tenido la voz ancha como un pozo húmedo
para gritar auxilio, para gritar mi nombre
y sólo mis letras sobrevuelan las geometrías
cuando los amigos me reciben.
Son moradas los doce meses, doce puertas,
arcángeles y demonios distintos.
La carcajada es dolorosa
porque el dolor nos ha cobijado desde el hígado.
Como el que pasea en bicicleta por la carretera de esperanzas,
cuando los días no recuperan el rostro de su madre
y el cielo es un metal que estorba en las espaldas.
Como aquél que observa los sinsentidos de los días
convirtiéndolos en barco de papel, en obra de arte
mientras ella recupera su nombre,
con espejismos sobre el asfalto,
al final compone una canción con los frutos de la vida.
Voces hondas, rumores con salitre milenario
por eso jugamos con el destino y nos besamos,
el roce significa transparencia
y los he visto sin camisas, sin vestidos
con la desnudez de quien toca la armónica
y ofrenda versos.
Pronuncio esa desnudez
sus danzas en el relieve emocional de la tierra.
Probamos mundo a todas horas
y aliviamos la tempestad cardiaca
cuando aquí emergen mundos terroríficos
cuando deseo amar con la palabra
y mi palabra o la palabra de nadie
o la palabra del mundo llega a ser voluta,
pájaro profético en el corazón de los amigos.
A todas horas nos vamos,
no sin antes compartir el temblor del mar adentro.
Adentro no resisto al tiempo, a la ausencia
entonces toco puerta
y hay un árbol fuerte, desprendido,
engendrándose como yo en este sitio,
entre la tierra y el cielo.
No sé sabe con exactitud a dónde vamos
pero tatuamos la tersa piel de las semillas, de los frutos,
para escribir los manuscritos
y ser amigos nada más.
Siento un golpe profundo cuando despierto
En mis sueños se ensanchaba el mar oscuro
mostrándome la mierda de estos tiempos
eclipsando mi deseo más humano
por tu sublime transparencia,
por tu vocación de marfil y de ángel endemoniado.
Pude despertar sintiéndome vacía,
flotando como pajarraco en aire gris
sin atreverme a llamar al corazón de tu inocencia.
Hoy estás,
mi presentimiento llama a tu puerta para refugiarnos,
hombres líticos que saben de la rabia de sus dioses.
Te soñaba en una lucha mortal,
era la oportunidad de sembrarme en ti
durante el canto de las aves que resuenan vida.
Podía también desterrarme,
pero sé que hay sendero por recorrer
para no aprisionarnos alejados de nosotros,
en esta tramposa visión de los colores del mundo.
Cuando eras blanco de la furia femenina
despertaba con tambores fuertísimos sobre el pecho.
Mi vientre me dolía
mis piernas se inflamaban de amar duramente.
Los frutos se secaron,
negaron su alimento como el néctar de tu voz
que trae la sabiduría a mi ciudad perdida.
Y si te vas, me voy, no sin ti.
Puedo seguir tu sombra,
Si te vas, montaré un caballo invisible,
entre la negrura y el miedo del territorio vacío,
alejada unos pasos
que van a miles de kilómetros de mí.
Pero te pido me despiertes cuando el sueño
me apriete el cuello
y te reduzca a un fantasma inasible
un reflejo angustiante de mi misma,
lejanísimo como la penumbra
que existe pero que es intocable.
He creído que en el sueño tenemos que resolvernos,
decidir de qué somos, si de mar o de fuego
porque cruzamos umbrales
en la cotidianidad de los días más salvajes
y andamos sensibles con la flor en las espaldas,
lastimándose por los rayos
de inmensa realidad de fuego.
Soñar que te pierdo de vista
me arroja a una vastedad insoportable
donde extravío toda huella humana,
pero soy feliz cuando siento la almohada
porque me hace tangible y al despertar te veo,
en la travesía de llegar a casa,
en este lecho
y en este cuerpo que tiene proporciones
tan reales como las del sueño.
Indira Isel Torres (1984)
Herida
Vengo a guardarme contigo
como quien saca las manos
No tengo más que abrir los ojos,
tú y yo no somos bandeja completa,
pero sí banquete intacto.
No sé de qué manera estás hecho,
si lo supiera,
no sé de qué manera me enredo;
pero mira, conozco algo de flores, de bugambilias
de ciertos colores con que pintan esta balada,
conozco en mi ignorancia,
y me estremezco en tu arrojo;
Esta es una andanza de deslumbres,
yo me deslumbro en tu paso,
como si fuera un dibujante,
un barco que habla de océanos;
como si el camino fuera de agua,
voy acercarme a tu oído,
a ser papel en mariposa,
Camino para que tú me veas,
para que tú te des cuenta,
que esta historia podría ser unión:
sin astilla
sin centella
con herida.
El globo rojo y el barco amarillo
De cuántos pensamientos estamos hablando
/a los veintiséis maravillosos años
estampados en el asfalto
en cada temporada calurosa
-Seguir el camino de la sabiduría-
-Escuchar la enseñanza de la verdad-
El calor, mi bestia insoportable
/me abraza en la colonia Juan José Ríos
en la calle mirlos número veintitrés
Este quehacer corrosivo subraya lugares exactos.
Me pregunto si hoy seguiré escribiendo instrucciones
me pregunto si debo anotarlo en la libreta
-Alguien me dice-
-No hagas caso de tus apuntes, no los releas-
lo que se te quedó en la cabeza, se te quedó,
verás cómo es lo único certero.
Tengo sueño en este sol
este 13 de abril.
Ayer mi padre me desveló,
se enfermó en la madrugada,
no quise acompañarlo al hospital;
estoy cansada de su próstata
de su sonda y de los dos mil pesos que paga por que lo revisen.
Él está cansado de mí
¿De qué?
de confiar en algunas aventuras tempestivas.
Dijo que debería marcharme,
así,
por la buena,
que me buscara un globo rojo
que me subiera a un barco amarillo
que confiara en mí
¿Confiar en mí?
Sí, tú puedes nadar en el agua y en el aire,
tú puedes descansar en lo negro y en lo brumoso
-Hija, súbete a todos los cielos que puedas
antes de que el vacío te ahogue,
antes de que te maten los hambrientos.
Oscar Robles (1985)
Soy ciudadano de mi cuerpo
de la sombra y del aliento
Soy ciudad:
luz
gota
lago frente al sol
Soy cuerpo:
árbol que crece en los caminos de la sangre
Soy sueño:
alero:
cuerpo de memoria
que edifica
palabra por palabra
el imperio del silencio…
Mis ojos han viajado:
son palabras al altar del cuerpo
ala soy
y labios solos
(como sombreros del viento)
solo sol
lo solos
labios que platican
frente al círculo de luz
ente lento
lento ente
entre lenta luna
entre lenta luz
el ente lento
el lente lento
que es mi ojo
y su mano líquida
levanta una ciudad de reflejos
lentos como la acústica de su brillo:
Litros de palabras en el viento…
*
Hoy es un día rojo,
mi corazón
libera su tinta
y el tiempo lo exprime
sin remedio… hasta
mi vaso de cristal
tiene venas:
encima de la mesa
es roja su sombra
*
Entró al kentucky
y pidió unas tiras
bañadas de una salsa
tan rosa como sus
ojos. comía silencio
más que pollo
y miraba de cuando
en cuando el trasero
de la cajera.
al salir a la calle
abrió sus alas y se
fue volando
Sin título
El crujido de un relámpago y una tolvanera que podaban la atmósfera me obligaron a salir: Dios había chocado y todavía su carruaje de palomas lloraba de la risa.
*
Después de un día ácido, donde el cielo en lugar de portar pájaros transpira miasmas, y la risita de Dios no se rubrica en la consciencia; llego a verme al espejo: y en el lugar donde estilaban mis ojos sólo hay dos nervios despeinados.
*
El catedrático estaba medio sentado sobre el escritorio, con un pie tocaba el suelo. El ojo del ventilador de techo casi veía el centro de su cabeza calva y sudorosa. Uno de los alumnos ofreció iniciar el artefacto. El impulso eléctrico estalló en inercia eterna: cayó un relámpago y un nuevo manco cuenta su historia en un prostíbulo.
Miguel León Govea. (1985)
El jaguar
El jaguar duerme. Sus ojos pueden ser la montaña; las palabras, su respiración. Él mismo es su sombra, y él mismo no sabe de su existencia.
Dicen que a quien escucha su rugido se le paraliza el corazón: El jaguar es el perfecto cazador de instantes.
Poseedor de una luz imposible, encuentra su reflejo en el alma de mujeres y hombres, y no huye, pero los deja ir sin que lo sepan.
Miro al jaguar esta tarde y no le temo.
Escucho su rugido y no invade mi silencio.
Es de barro,
está sobre mi mesa.
Todo acá es lluvia
e inicio de soles
que se consumen
en el intento.
Todo es agua
y ríos que nacen
sobre la corriente
-a contracorriente-
pan mojado
las goteras
sus grietas
por donde la lluvia
entra en busca de una casa.
Es la luz la que hace
la claridad del agua
y aquí está claro
que no vendrá el día
a secar los sillones
la cocina
a mi cuerpo
Sólo acá es lluvia
y la alegría
y la tristeza
En la calle
el cielo está en escombros.
Para los que buscan a un tal Pedro Páramo
A mi amigo Álvaro Arribas Miguélez
I
Pedro.
Mira tus calles
Miel de sol derramada
Mira el tizne en parvadas que avecina el cerro.
Mujer de luna media, tus días son.
Y no te das cuenta, Pedro no te acuerdas, páramo
no te alcanza
Si tu piel es igual a tu tierra:
Todos cruzamos los brazos el día de nuestro entierro.
II
Dos cuatro tres… …y el más lejano.
Cada sendero un paso
y cada paso certero entierro..
Vine a Comala incierto,
vine y no me dijeron.
El miedo anduvo en burro.
Llegó a este pueblo.
III
(Habla el padre Rentería en Comala)
Cristo:
Con tus brazos abiertos
¿Qué nos obliga a cruzar los nuestros?
Claudia Olmos. (1987)
*
Dentro de mí
vibra tu voz
tu grito tempestuoso
tu canto armonioso y suave
abundante mar
loco debatiente, guerrero
Yo soy caracol
con tu voz,
tu grito
tu canto
en mi húmeda guarida
en mi casa corazón.
Llévame contigo
como a la arena, debajo de ti y revolcada
o como al aire que te acaricia,
te sacude y
te despeina.
**
Hay una carretera
entre tú y yo
Un camino con curvas
bordeando los cerros
que nos separan
En el punto medio del camino
nos separa una laguna espejo
de los cerros que la encierran
Soñé con la laguna
En ella estaban tus ojos
y quise tanto estar contigo
que cerré mis ojos
y dentro del sueño
soñé que te abrazaba
y no había laguna
cerros o carretera
entre tú y yo.
Datos vitales
Nadia Contreras. (1976. Quesería, Colima). Poeta y ensayista. Entre sus libros están Figuraciones, (Editorial Paraíso Perdido, 2005) Cuando el cielo se derrumbe (Tucán de Virginia, 2007); Presencias (Mantis editores, 2008), El pulso de la Memoria (Universidad de Colima, 2009), entre otros libros. Ha sido antologada en Árbol de Variada luz, antología de poesía mexicana actual. 1992 -2002. (Universidad de Colima, 2003). Recibió mención honorifica en el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2010. Obtuvo el Premio Estatal de la juventud, Colima 2002). Es catedrática de la Universidad de la Laguna en Torreón.
Cristóbal Barreto. (1980. Villa de Álvarez, Colima). Artísta multidisciplinario. Ha publicado (Poesía) Los Síntomas del Desconocimiento (Colección Exordium, Universidad de Colima, 2007); Manifiesto Mandrilista. (Colección Charangay, SCC, 2011). Ha sido antologado en Teatro de la Gruta VII (Tierra Adentro, 2007).
Jetzabeth Fonseca. (1980. Zacatecas, Zacatecas). Ha publicado con anterioridad en Navegaciones Zur, Mujer Colima, entre otras. Primer lugar del Certamen de Poesía Manzanillo 2008. Ha sido incluida en la compilación “Manual para escapistas”. Participó también en el Festival de Poesía en Manzanillo en el 2008 y 2010 y, asimismo, en el Encuentro de Jóvenes Escritores Tlaxcala 2011. Letras índigo (Instituto de Cultura de Manzanillo, 2009) es su primer libro.
Carlos Ramírez Vuelvas. (1981. Colima, Colima). Egresado de la licenciatura en Letras y Periodismo de la Universidad de Colima y la maestría en Letras Mexicanas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha publicado el cuaderno de poesía Calíope (SCC, 2001) y los libros Brazo de sol (SCC, 2002), Cuadernos de la lengua y el viento (en coautoría con Avelino Gómez Guzmán) (2007) y El poeta ebrio y otras tormentas de verano (2007). En el 2002 recibió el Premio Estatal de Poesía y mención honorífica del 35 Concurso Nacional de Poesía Punto de Partida (2003). Además ha sido distinguido con el Premio Estatal de la Juventud 2003 y la beca del FECA (1999-2000). Algunos de sus poemas se incluyen en las antologías: Un orbe más ancho (UNAM, 2005) y La luz que va dando nombre (SCP, 2007). Recientemente obtuvo el Premio Internacional de Ensayo Caja de Madrid (2011, España) Con el libro Mexican Drugs. Variables latinoamericanas sobre el sistema del narcotráfico de próxima publicación en Lengua de Trapo.
Josué Solís (1982. Colima, Colima.). Ha publicado en el Diario de Colima, Milenio Colima). Ha sido antologado en Muertos en espera y otros cuentos (Ucol, Colima, 2006), En El fin de las palabras y otros cuentos (Funcas, Madrid, 2009). Es autor de la plaquette Parte uno de mil (Colección Ouroboros, Ucol, Colima, 2009).
Yuliana Valle (1983. Colima, Colima.). Es licenciado en Letras y Periodismo por la Universidad de Colima. Ha participado en congresos nacionales e internaciones. Ha publicado en revistas como Tragaluz, Reverso y Ágora. Ha sido antologada en el Anuario de poesía Mexicana (FCE, 2004), Los mejores poemas mexicanos, (Joaquin Mortíz, 2005). Es autora de la plaquette De Rosa y gris (SCC, 2005). Obtuvo el Premio Estatal de la Juventud en el área de literatura en el 2004.
Gabriel Govea (1983. Guadalajara, Jalisco). Es licenciado en Letras y Periodismo por la Universidad de Colima, donde ha impartido clases de Español a extranjeros y coordinado el suplemento literario “Destellos”, del periódico El Comentario. Ensayos y poemas de su autoría han aparecido en los periódicos Diario de Colima, Ecos de la Costa, y El Comentario y GénEros. Ha publicado el cuaderno Breviario de mar (Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima, 2008) y Al reverso del Fuego (SCC, 2011). En 2005 cursó estudios de periodismo en Humber College, Toronto, Canadá. En 2009 fue Becario por la Fundación Carolina para cursar el posgrado en Estudios Hispánicos en la Universidad de Cádiz, España. Ha participado en congresos de crítica literaria y festivales literarios en Morelia, Playa del Carmen, Yucatán, Colima, Manzanillo y Tepic (México); así como en Tres Ríos (Québec, Canadá) y Rosario (Argentina).
Krishna Naranjo Zavala (1984. Colima, Colima.). Egresada de la licenciatura en Letras y Periodismo y de la Maestría en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Colima. Autora de los poemarios Para morir en rojo (Colección Exordium, Universidad de Colima) y Letanías Mestizas (Secretaría de Cultura de Colima). Ha participado en festivales nacionales e internacionales de poesía. Actualmente ejerce la docencia y desarrolla proyectos encaminados hacia el fomento de la lectura y la literatura infantil. En la investigación, se interesa por la poesía indígena contemporánea.
Indira Isel Torres (1984. Colima, Colima.). Egresada de la Licenciatura en Letras y Periodismo. Ha publicado en diarios locales. Ha sido antologada en Los trabajos del Mar (SCC, 2010). Ha publicado De la fractura la festín (Colección Exordium, Universidad de Colima, 2009)
Oscar Robles (1985. Colima, Colima,). Egresó de la Licenciatura en Letras Hispanoamericanas en la Universidad de Colima. Ha participado en el taller de Efrén Rodríguez Tablero, en el Taller de poesía impartido por Víctor Cárdenas. Ha publicado poesía en Zafra y Andante, y desde el 2006 ha publicado poesía y artículos en los suplementos Destellos y Altamar. Es parte de la antología local de poesía titulada Los trabajos del mar (SCC, 2010). Participó en la 24 edición del Festival de Poesía, en Trois-rivières, Canadá. Su primer cuaderno de poesía se titula Caleidoscopios.
Miguel Ángel León Govea (1985. Colima, Colima). Estudia la maestría en Literatura Hispanoamericana. Ha publicado A dios se le hizo tarde (Universidad de Colima, 2009) y Verbi Gratia (SCC, 2011). Participó en la XXV edición del Festival Internacional de la Poesía, en Tres Ríos, Quebec, Canadá, en el Festival de poesía joven Colima 2008; en la presentación de poesía escénica Alumbrado público: doce poetas en escena, presentado en el Teatro Hidalgo de la ciudad de Colima. Fue integrante del curso intensivo de metáfora, organizado por la poeta Dora Moro. Ha participado y organizado diversas lecturas de poemas.
Claudia Olmos (1987. Colima, Colima). Ha participado en publicaciones como la Red Músical de México y Altamar. Antologada en Los trabajos de mar (SCC,2010).