El poeta y ensayista Ismael Lares nos ofrece un ensayo, en rescate y defensa de la poesía de Abigael Bohórquez, el más reciente poeta de culto en la tradición lírica mexicana. Su último poemario “Poesida”, fue publicado en 1996 en Tijuana por la editorial independiente Los domésticos, dirigida por Mario Bojórquez.
OBJETO Y OFICIO EN ABIGAEL BOHÓRQUEZ
I.
Leer los versos del poeta Abigael Bohórquez es descubrir un lenguaje deliberado e intuitivo. La poesía Bohorquiana se sustenta en el verso que descubre la grandeza de ser poesía. El poeta descubre que la palabra es una actividad para interpretar la transfiguración espiritual de su naturaleza. Mencionar al poeta Abigael Bohórquez es referirnos al duro oficio de vivir alejado de la manada. Es aprender a entonar la sensualidad del ritmo incitante y profundo que sustenta su poesía. Para hablar de Abigael es indispensable recordar los sueños, percibir y amar sin ataduras. El vate sonorense dedicó lo mejor de su vida a la poesía y a la promoción de la cultura. Su poesía tiene un aliento singular. Sustentada y bien construida, se adelantó a su tiempo y fue contradictoria en el sentido amplio de la palabra. Está ligado, de manera sutil, a la defensa de los derechos del hombre marginado y descubre algunas de las profundidades del erotismo. Resulta imprescindible mencionar algunos versos del poeta danés Urban Torhamn (1930) para hablar de Bohórquez: “Ahora deseo que nadie se ame, nadie. / Por lo menos, ningún hombre, / No haya amor. / Ningún amor más. / Yo que por nadie puedo confesar, / me muero / en ti, con el mundo”. La única certeza es el afecto que siente por el otro. En la palabra poética se abraza, con espontaneidad y pureza, toda la maravilla corporal de nuestro destino. Al igual que los versos de Torhamn, la poesía de Abigael descubre la infinita naturaleza de sentir y ser sentido. Los versos de Bohórquez renuncian al oficio del tópico de moda. No admiten sutilezas ni simplicidad de elaboración. Es la expresión lírica y directa de su poesía la que permanece intacta. El lenguaje poético bohorquiano tiene la característica de ser trágico, es decir, representa la acción humana. Es la expresión de su propio yo con los demás. Sin duda alguna, la tendencia dramática de sus versos encuentra en la complejidad humana su naturaleza estética. Heredad, Antología Provisional (1956 – 1978), es un claro ejemplo de ello. Constituye significativamente la amplitud de su registro poético a partir de los contrastes. El amor, la devoción, la muerte, la desesperanza y el sexo, son encuentros y desencuentros que se reflejan en la expresión poética del vate caborquense.
II.
El lenguaje de Bohórquez es testimonial, registra las noches de vigilia que hacen de él un poeta de claroscuros; pero también politonal y digno de homenaje. Quizá la definición que mejor convenga al autor de Las amarras terrestres (1969) sea la de poeta dramático. Poesía y teatro no constituyeron fronteras ni límites para él. Su resplandeciente poesía deslumbra la sensibilidad de cualquiera que se atreva a leer sus inaplazables versos. El poeta sonorense, cuando no es más que Abigael, con su oficio de poeta a cuestas […] hace polvo una guitarra y sigue su camino. Pero hay más, Bohórquez prodiga una poesía sin concesiones: A Abigael le duele el esqueleto cuando escribe, / cuando protesta y el poema echa humo (…) y el joven iracundo del norte del país / busca el desquite y se estrangula a sí mismo – poeta al fin. / Salvaje oficio el de poeta, Abigael.
Una obra poética tan cercana a la voz personal revela una abundancia interior de súbitos contrastes. Desde muy joven, Bohórquez pareció sentir amenazada su riqueza emocional por la amargura: al enfrentar “las verdades del hombre” y vaciar en ellas la terquedad del alma. En Heredad la humildad no lo abruma y sí lo inspira sin temor de encontrarse a sí mismo poeta. Este libro es excepcionalmente múltiple. Corresponde a la intensidad de su vida personal y artística.
III.
Leer la obra poética de Abigael es adentrarse en la poesía lírica, avasalladora, desmedida, de ritmo estridente. Quien lea los versos de Bohórquez estará condenado a indagar su vasta obra, misma que tendrá efectos definitivos en cualquiera que se arriesgue a su lectura. La poesía del vate sonorense influye en el reconocimiento de una poética del norte. Su convicción por la lírica y la palabra hacen de él un poeta de temáticas convincentes: social compromiso, erotismo, amor, homosexualidad. Bohórquez marca definitivamente el periodo de los sesentas dentro de la poética de su estado natal. Junto con Alonso Vidal, representarán los antecedentes de poesía sonorense de los años sesenta.¹
El desarrollo poético del vate, así como su evolución literaria, evidencian el tránsito de aprendizaje en tres etapas fundamentales en su obra: Heredad (1956 – 1971), Poesía en Limpio (1979 – 1989), y posteriormente, dos de sus más trascendentales poemarios: Navegación en Yoremito (1993) y Poesida (1996), este último, libro póstumo donde culmina su expresión poética, pasión consumada.² A propósito de este libro Thelma Nava apuntaba que “es un libro estremecedor […] espléndido testimonio de uno de los poetas más auténticos de su generación […] Abigael Bohórquez trasciende su realidad para contarnos en Poesida las historias de aquellos amigos cercanos que sucumbieron ante la embestida de esta maldición del fin del milenio que es el Sida”.
El poeta, sufrido y abandonado, sabe las consecuencias de abrirse al mundo porque sucumbe al deseo pasional, se deja atacar en lo íntimo sin sacrificar el placer de la sensibilidad. Por ello, Abigael Bohórquez, que sabe de sufrimiento, se abandona a su condición de hombre, despojando sus atributos poéticos al dolor: Hace ciencuenta años / que nací pedigüeño de amor, / y voy de paso / al paso / antojadísimo / de que al menos tú, Muerte, / no me abandones.
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¹ En este sentido es necesario revisar: Manríquez Durán, Miguel. Abigael Bohórquez: Pasión, Cicatriz, Relámpago. La Voz de Sonora, 1999, p 34.
² Emito el libro Abigaeles y Poeníñimos, ya que en ese último período son Navegación en Yoremito y Poesida, poemarios que alcanzaron tonos más fuertes y expresivos.
Datos vitales
Ismael Lares (Durango, 1979) es autor de los libros La rebelión del anónimo (ICED/CONACULTA 2007) y Because of the times (ICED/CONACULTA 2010). Ha sido becario del PECDA. Es fan de Pink Floyd.