Bitácora del árbol nómada, de Balam Rodrigo

Bitácora[1]El poeta Balam Rodrigo ha publicado recientemente “Bitácora del árbol nómada” bajo el sello de editorial JUS. Después de un click se lee uno de los poemas del libro y el comentario crítico de contraportada, a cargo de Alí Calderón. Balam Rodrigo es uno de los poetas más representativos de la generación de los setenta en México. 

 

Balam Rodrigo (Villa Comaltitlán, Chiapas, 1975) es el poeta más premiado de su generación. Ha recorrido el país de extremo a extremo en lecturas y festivales de poesía por lo que su trabajo es uno de los más reconocibles y apreciados de los últimos años en México. En sus poemarios, Hábito lunar (2005), Poemas de mar amaranto (2006), Libelo de varia necrología (2006), Silencia (2007), Larva agonía (2008), Balam Rodrigo ha logrado una voz muy original en cuanto dueña de sus propios recursos: la sintaxis dislocada gracias metataxis sorprendentes (estructuras propias de los siglos de oro y el habla de su Soconusco), el extraño neologismo que antecede la metáfora y descubre relaciones ocultas entre las cosas, el verso puesto en máxima tensión y un tono que oscila entre lo sacro, por su fuerza enunciativa, y las voces populares, recuerdo de la infancia. La voz de este poeta es caudalosa, profusa, vertiginosa, tocada por la urgencia de nombrar de un yo lírico que no se esconde y que, por el contrario, plantea la correspondencia entre sus estados anímicos y la naturaleza, núcleo temático de esta poesía. En Bitácora del árbol nómada, según creo, el lector encontrará el punto más alto de esta poética, la mejor versión de Balam Rodrigo, la más emotiva, la más intensa, la más barroca, la más rabiosamente lírica. Un libro de poesía esencial para este principio del siglo.

 

***

 

Abrilésima nostalgia

 

El marimbar de la lluvia es abrilésima nostalgia.

 

Un olor de mangos resucita los bemoles

que la tarde hiere al percutir su música de zinc

tras goterones y aguaceros.

 

De la trópica lluvia los tenues hilillos

escurriendo en paredones y arboladuras

cual aves en los postes de petrificada luz y canto

que fluyen hacia el mar

en una lunación de sextantes muertos.

 

Quejosa es su tonada, su piar de ninfas

que habitan en oscura sal y tesituras.

 

Ya canta la batracia tarde su creación madura,

su bichosa faz que de un salto inunda todo

con sus anclas de agua.

 

Lenguación tras lenguación, los líquidos insectos

muertan las ciudades:

 

Efímero es su lluviar entre los brevísimos nosotros.

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