Ediciones de Media Noche, dirigida por Juan José Macías, ha publicado recientemente “la octava más alta de las flautas. Seis poetas cubanos”, una muestra de poesía de los más representativos poetas de la isla nacidos entre 1961 y 1975. La selección y el prólogo corre a cargo de los poetas Waldo Leyva y Álvaro Solís.
Alberto Edel Morales Fuentes (Cabaiguán, Cuba, 1961)
Licenciado en Historia por la Universidad de La Habana. Ha publicado los poemarios Viendo los autos pasar hacia Occidente; Escrituras visibles; Lejos de la corriente; Otro color, otras figuras geométricas; El juego de la memoria (o Bajo el árbol del mango) y Con cierta elegancia, así como el catálogo de jóvenes poetas cubanos Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (coautor Aymara Aymerich) y la muestra La Estrella de Cuba. Inventario de una Expedición. Como narrador ha dado a conocer el relato testimonial Los pies en la tierra y la novela Que te vuelva a encontrar. Ha impartido conferencias y realizado lecturas en instituciones culturales o académicas de Alemania, Argentina, Cuba, España, Estados Unidos, Honduras, México, Puerto Rico y Venezuela. Sus textos aparecen en antologías, publicaciones periódicas y sitios digitales de la isla y de otros países. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Es director fundador de la revista La Letra del Escriba y del Centro Cultural Dulce María Loynaz.
Calle G. 1982
Una noche partíamos almendras en la calle G.
Eran más de las 12 y tú y aquella saya de flores blancas
parecían la eternidad.
Yo me detuve un momento a contemplar la luz
y el paso de los autos por La Habana de 1982.
Todo resultaba tan sencillo.
El viejo mar bendito frente a la estatua de Calixto García.
Tu rostro avanzando en la semiclaridad de los pinos.
El golpe con que mi mano buscaba en la roja intimidad de la almendra.
Todo resultaba tan sencillo
como la vida del agua que se escurre entre los dedos.
No debía venir nadie.
No esperábamos a nadie.
Yo me detuve un momento a contemplar la luz
y el paso de los autos por La Habana de 1982.
Tú, y aquella saya de flores blancas,
parecían la eternidad.
Arístides Vega Chapú. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y artistas de Cuba (UNEAC) y vicepresidente de su sección de Literatura en la Filial Provincial Villa Clara. En el 2002 se le otorgó la Distinción por la Cultura Cubana. Libros publicados: Breve estancia de Cristo en la ciudad de Matanzas, Ediciones Vigía, Matanzas 1989; Finales de los años, Casa Editora Abril, Ciudad de La Habana, 1993; Revelaciones en las postales del viajero, Editorial Universidad Central de Las Villas, 1993; Ultimas revelaciones en las postales del viajero, Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 1984; La Casa del Monte de los Olivos, Ediciones UNION, La Rueda Dentada, Ciudad de La Habana, 1986; Retorno de Selím, Editorial Sed de Belleza, Santa Clara, 1998; El riesgo de la sabiduría, Ediciones Capiro, Santa Clara, 2000; Soñar el mar (narrativa), Editorial Capiro, Santa Clara, 2002; El signo del azar, Editorial Capiro, Santa Clara, 2002; De lo que se supone, Editorial Nave de Papel, México, 2002; Días a la deriva, Reina del Mar Editores, 2002; Mensajes del pan, Ediciones Orto, Manzanillo, 2003; Sagradas Pasiones, Editorial Letras Cubanas, 2005; Dibujo de Salma, Editorial Capiro, Santa Clara, 2006; Te regalo el cielo (narrativa), Editorial CAUCE, Pinar del Río, 2007; Después del puente sobre las aguas, Ediciones MATANZAS, 2007; Que el gesto de mis manos no alcance, Antología personal con prólogo de Lina de Feria, Ediciones UNION, La Habana, 2008.
Entre otros, ha recibido los siguientes premios: .Premio de Poesía del Premio Nacional Fundación de la Ciudad de Santa Clara, julio 2001; Premio de Literatura Infantil del Premio Nacional Fundación de la ciudad de Santa Clara, 2001; Premio Poesía del Concurso Internacional “Nicolás Guillén”, México, diciembre del 2001; .Premio Nacional de Poesía “Manuel Navarro Luna”, Manzanillo, 2002; .Premio Nacional “Alcorta” de Literatura para niños y jóvenes, convocado por la Filial Provincial de la UNEAC en Pinar del Río y su Editorial Cauce, en el 2005 .
SIN LLEGAR A SITIO ALGUNO
Atado a la oscuridad
como si fuese mi decisión lanzarme
al fondo de la noche
que también cae.
Dirán es un suicida
como tantos otros
que se despidieron para siempre
con un efectivo salto al vacío.
Nada costaría cambiar el orden
de la historia,
salvo que la noche me ha sorprendido
solo,
como una de esas estrellas
que se abren
antes de quedar a la intemperie
del cielo de occidente.
Bajo ella nos besamos
con obsesión
apostando no importarnos nada,
ni siquiera caer en esa noche
cuya mitad ya habíamos atravesado
sin llegar a sitio alguno.
¿Pero qué noche puede conducirnos
a algún sitio,
si la oscuridad es rival
o deseo
según de dónde apostemos?
No sé si mis manos puedan acorralar la noche
en que volveré a tu lado,
respondiéndote las mismas preguntas,
las caricias
que provocan el estado de gracia
en que admito merecer un instante
interminable
en que todo esté por comenzar.
Jesús David Curbelo (Camagüey, Cuba, l965)
Poeta, narrador, ensayista, crítico y traductor literario. Licenciado en Filología por la Universidad Central de Las Villas (Santa Clara, Cuba) desde el año l988; actualmente labora como Jefe de la Redacción de Poesía en Ediciones Unión. Ha sido galardonado en dos oportunidades con el Premio Nacional de la Crítica por los libros de poesía El lobo y el centauro (en el año 2001) y Parques (en el año 2004). Poemas y cuentos suyos aparecen antologados en diversas muestras de literatura cubana, tanto en Cuba como en el extranjero, donde han sido traducidos al inglés, francés, checo, alemán, italiano y neerlandés. Colabora frecuentemente como crítico en diversas publicaciones periódicas. En 1999 le fue conferida la Distinción por la Cultura Nacional.
Ha publicado los poemarios: Insomnios, Extraplagiario, Salvado por la danza, Libro de cruel fervor, Libro de Lilia Amel, El lobo y el centauro, Cirios, Apología del silencio, El mendigo de Dios, Parques, Éxodo, Aprendiendo a callar y Sonetos imperdonables; los volúmenes de traducciones Poemas escogidos de John Donne, El peor de la manada, de Joachim du Bellay, Vida nueva de Dante Alighieri, Cantos de inocencia y Cantos de experiencia de William Blake y Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters, estos dos últimos en colaboración con Susana Haug; los cuadernos de cuentos: Cuentos para adúlteros, Las (di)versiones de Eva y Otros cuentos de amor, de locura y de muerte; así como las novelas Inferno, Diario de un poeta recién cazado y Cuestiones de agua y tierra.
CUARTA ELEGÍA DEL LOBO
A Rafael Almanza
Cuando yo digo agua creo que lo he dicho todo.
Digo aire, fuego, piedra, polvo, sangre.
Todo cabe en el agua,
nace de ella,
en ella se fecunda, o la fecunda.
La lengua saborea sus sílabas sedosas:
agua, digo,
y me recorre un río la garganta y las vísceras;
pienso, agua,
y me hundo, transparente,
en su alivio tan húmedo;
agua, suspiro,
y reaparece el fuego, el derrotado;
la piedra, la pulida;
el aire, macho rápido del agua;
el polvo, novio ardiente que la espera.
¿Y la sangre?
¿Y la usura más cálida que nos lleva a morder,
como si el diente no naufragara en la virtud del agua?
Agua y sangre se beben.
Bajo a beber al cuello y la laguna.
En el cuello descubro el polvo antiguo
del orgullo y la estirpe,
la piedra de la gloria,
el aire que macera la ignorancia,
el fuego donde arden la pulcritud y el grito.
Me aguarda en la laguna el fango torvo
donde mis patas se hunden, fallan, tiemblan
con la fragilidad del cazador que yerra el blanco
y se queda a merced de mis colmillos.
Agua y sangre pernoctan en mi boca.
Cuando yo digo sangre el mundo me penetra y lo penetro.
Digo músculo, hembras, huesos del vendaval que me calcina.
Todo canto es mi sangre y flota en ella
porque la sangre acata los clarines, los címbalos, la euforia,
y también la miseria del mendigo,
el llanto de la puta que soñó con ser reina,
las llagas del enfermo, sus humores,
la carne palpitante que habrá de ser carroña sin remedio.
Agua y sangre confluyen.
Por mi sangre navegan las historias del hombre y la manada,
del tigre y del rebaño,
de los bueyes que pastan su desidia y los premian con hierro,
de los caballos prestos a cocear en la frente al suplicio,
de los perros procaces que lamen siempre el sexo de sus dueñas,
de las castas, los clanes,
la espuma en que se asfixian la angustia y el recuerdo.
Agua y sangre se mezclan.
Son como un gran torrente donde nacen la perfección y el odio,
el perdón y los crímenes,
las guerras y las nupcias,
la paz y la leyenda de las patrias.
Agua y sangre en mi sueño.
Agua.
Sangre.
Cuando yo digo agua creo que lo he dicho todo.
Digo aire, fuego, piedra, polvo, sangre.
Las palabras que faltan son inútiles:
pues truecan agua en sangre y sangre en agua.
Yo sólo sé el secreto de mi idioma
y en él bebo el enigma de la muerte,
de la naturaleza y el vacío.
Mi sed es tan intensa como el fuego,
tan dúctil como el aire,
como la piedra, altiva,
como el polvo, recóndita,
infinita, inasible, tortuosa como el agua y la sangre.
Cuando yo digo agua firmo un pacto
y la sangre de un lobo nunca engaña
porque, ¿qué he de perder si ya no tengo
la pericia del aire,
la voluntad del fuego y de la piedra,
la sapiencia del polvo,
el candor y las náuseas de la sangre y del agua?
Cuando yo digo agua digo vida
y cuando digo sangre
entro en la eternidad, me instauro, gozo.
Nelson Simón, Pinar del Río, Cuba, 1965.
Poeta, escritor para niños y editor. Director de la editorial Cauce, Uneac. Su obra ha merecido Premios como el Julián del Casal, Uneac 2000, Premio Oriente de literatura infantil 2002, La Edad de Oro 2002 de poesía y 2007 de cuento.
Ha obtenido en dos ocasiones el Premio de la Crítica, en el 2001 por el poemario A la sombra de los muchachos en flor y en el 2004 por el volumen de cuentos para niños Brujas, Hechizos y otros disparates.
En el 2002 le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.
Tiene publicado los libros de poesía: Ciudad de nadie, edit Loynaz 1992, 2008; El peso de la isla, edit Loynaz 1994, 2002; Criatura de isla, edic Bahía, España, 1996; Con la misma levedad de un naúfrago, edit Letras cubanas, 1996; Para no ser reconocido, edit. Cauce, 2002; A la sombra de los muchachos en flor, edit UNION, 2001, 2002.
Pronto aparecerá, por la edit Letras Cubanas el poemario De la mala memoria y el verano.
Texto suyos han aparecido en varias antologías de poesía cubana e hispanoamericana. Ha sido traducido al inglés, francés e italiano.
EL PESO DE LA ISLA
Y ahora que soporto el peso de la isla,
que cargo con mi país
como quien carga una pesada cruz
o el más necesario de los equipajes,
no sé hacia dónde voy,
no sé lo que me aguarda si logro amanecer
y tocar otro día, otro peligro de humo en la garganta
haciéndome toser para intentar ser puro
en la espesura de un café demasiado mezclado
que puede no esperarme,
en un amor de bestia que se escapa
al verse acorralada,
de animal manchado
que inevitablemente se remonta
hacia su propia trampa.
La vida no es un sueño.
Es más la pesadilla de ir
haciendo los días poco a poco,
de irlos amontonando, lanzándolos
como inútiles piedras
hacia el fondo abismal de un viejo pozo
al que tenemos miedo de mirar,
miedo de ir a asomarnos y no encontrar
lo que esperamos,
lo que quisimos ser y no pudimos
porque la vida no es un sueño,
es más la pesadilla que nos van regalando,
es una casa mínima, impersonal,
una casa sin flores ni árboles frondosos
que protejan,
un número en el lugar del rostro
para ocultar la huella de los pájaros,
la sombra que sus patas dejaron
marcadas en mis ojos
dulces y venenosos como almendras.
Mis ojos de muchacha que intenta pestañear
y ser la eternidad,
verse entre blancos vuelos de domingo
caminando por una ciudad de casas nobles,
de aceras desprovistas de ese aire de muerte
que anda por mis aceras.
A nadie, más que a nosotros mismos,
debemos estos gestos tan débiles,
la gracia de la voz y el abanico,
el toque de la luna sobre el pubis,
estos cuellos de cisnes
tan frágiles y hermosos.
A nadie debemos el terror de esa vida
sobre una cuerda floja,
ni el traspiés,
ni la familia dispersa
que solo fue feliz en un retrato,
ni las cabezas rodando ensangrentadas
como rueda la res
en la innombrable claridad de los mataderos.
A nadie, más que a nosotros mismos,
esta nerviosa risa de bufones,
esta inmensa ceguera, este hueco del pan
encima de las mesas,
esta necesidad de ser como no somos.
Y ahora que llevo mi país
como quien lleva una corona de espinas
hiriéndome la frente,
es mi país el sitio más querido,
también el más odiado,
es el ruedo de muerte, es la desesperanza,
otro golpe de mar, su inminente presencia
en el dolido pecho
de aquellos que como pájaros tropicales
se alejan de sus costas
en busca de otras costas más íntimas,
en busca de otra luz más verdadera
que esta pesada luz
que ahora tiene mi isla.
¿Acaso es mi país un puñado de tierra desolada,
una tristeza de ojos pequeñitos,
silenciosa como la de los rinocerontes
que nos miran
desde su lástima de húmedo animal,
desde su libertad
de bestia de feria acorralada?
Y ahora que guardo mi país,
sus dudas, sus mentiras tremendas,
sus cielos desplomados,
el ácido y podrido olor de ese misterio
que brota de sus casas;
mis amigos perdidos, convertidos en sombras
lejos ya de la complicidad de mis hogueras;
¿quién recoge mis pasos, la vida que he perdido,
la vida que quemé con la inseguridad
y la nostalgia
de quien quema las secas hojas de un herbario?
Yamil Díaz Gómez.
Escritor, editor, y profesor. Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Actualmente se desempeña como editor de la revista cultural Signos. Ha obtenido diversos premios y reconocimientos, entre ellos: Premio de la Ciudad de Santa Clara (poesía); Premio Especial de la I Bienal de la Décima de Villa Clara [1992]; Premio Internacional de Poesía Bustarviejo (Madrid) [1996]; Primera Mención en el premio Julián del Casal de la UNEAC (poesía); Premio Razón de Ser por el proyecto de biografía “Martí en la noche oscura”; Premio Eliseo Diego de poesía; Premio Poesía de Amor Varadero [2001]. Ha representado a Cuba en eventos internacionales en Francia, Guatemala y Venezuela.
Ha publicado los siguientes libros: Apuntes de Mambrú (poesía, 1993); En el buzón del jardín (1999); Soldado desconocido (2001, décima); Crónicas martianas (2001); Fotógrafo en posguerra (2004, poesía), Los dioses verdaderos (2005, periodismo); Ese jardín perdido (2006, testimonio); La guerra queda lejos (2006, compilación de sus poemas); Después del huracán (2007, periodismo) y La calle de los oficios (2007, testimonio.
Su obra aparece en antologías y libros colectivos como: Nuevos poetas cubanos (Pinos Nuevos, 1994); Aguas del ciervo que canta (Ed. Abril, 1997); Nuevos juegos prohibidos (Letras Cubanas, 1997); Hermanos (Sao Paulo, 1997); Cuba. Maestros y novísimos de la poesía (Buenos Aires, 1997); Décimas cubanas de dos orillas (Estados Unidos, 1998); La música violenta de la libertad (Editorial “José Martí”, 1999); Añorado encuentro (Extramuros, 2001); Antología de la décima cósmica de Matanzas y sus alrededores (México, 2001); Los parques (Cienfuegos, 2001); Acerca de Roberto Fernández Retamar (Letras Cubanas, 2001); Antología de la poesía cósmica cubana (México, 2003); De tu reino, la ventura (Colección Clásicos de la Décima, 2003); Una mirada (Sancti Spíritus, 2003); Corales hojas (Sancti Spíritus, 2004); Silvio: te debo esta canción (Santiago de Cuba, 2004); Caminos de la palabra (España, 2004), Siglo pasado (Unión-Capiro, 2004); El camarón encantado. La vuelta al cuento infantil cubano en ochenta autores (Brasil, 2007); I Premio de artículos periodísticos El Correo de Euclides (España, 2007); Martí: un diálogo permanente (Guatemala, 2007) y El Tiempo está a favor de los pequeños. Versos cubanos para Roque Dalton (Letras Cubanas, 2008).
Varios de sus poemas han sido musicalizados por destacados compositores villaclareños.
El nacimiento de Mambrú
Te llamarás Mambrú. Tu doble irá a la guerra,
y los dos cantaremos qué dolor
cuando pasen los soldados sobre el puente.
Ya lo sabrás, Mambrú:
los soldados se matan por un rey al que no han visto respirar;
la guerra queda lejos.
Qué dolor: el pañuelo jadeante de la novia,
el pañuelo que silba junto al tren,
y el tren se arrastra sobre el puente de los tristes.
La historia queda lejos. Qué dolor:
esa novia que gime no es la historia.
Y la muchacha que olvidó nacer a la hora precisa
para aplaudir al padre que nunca volverá,
y esos soldados que pasan, nunca fueron la historia.
Tú has nacido en el puente de los tristes.
En este sitio, nacer no es derramarse
sino estar condenado a no partir.
Aquí vienen, llorosos,
el leñador, el ministro, el nigromante.
Aquí se dan la mano ladrones y verdugos:
todos tienen un doble que roba o guillotina.
Ya lo sabrás, Mambrú:
tu doble un día volverá de la guerra,
y no estará la novia. Qué dolor.
Hijo: la soledad no tiene doble;
la soledad viaja en el tren de los soldados
para que el puente vibre,
y tú y yo nos abracemos,
y cantemos de nuevo qué dolor.
Las palomas no vienen al andén cuando regresan los soldados.
Aquí no nacen héroes. Qué dolor.
Qué dolor.
Qué pena.
Karel leyva Ferrer (Santiago de Cuba, 1975).
Licenciado en Enfermería, estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social y graduado de la primera promoción del Curso-Taller Historia y Práctica de la Creación Poética (2004). Especialista de Promoción del Centro Cultural Dulce María Loynaz. Su actividad como promotor cultural se extiende por varios años, no solamente en Cuba: Ha visitado Perú e Italia, en programas de difusión de la cultura experimental cubana contemporánea. Por su obra en versos ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos el Premio Internacional de Poesía Nosside Caribe y el Premio Regino Pedroso. Textos suyos aparecen en diversas antologías y publicaciones periódicas, y tiene publicado el poemario Cambio de marea. Es vicepresidente del Grupo Ala Décima y es miembro coordinador de diversos festivales entre los que destaca el Festival Internacional de Poesia de la Habana.
El huésped
Aquí habita la novia
la ha visto el vecindario
y han puesto en su historial
fichas
discretos parlamentos
una memoria a prueba de optimismo.
quien pasa por su puerta
apenas se percibe como extraño
Ayer mientras mordía una manzana
en antagónica postura con las horas de sol
encontró un surco diminuto
un rastro vivo al centro de la poma
Ya nada es lo esperado
dijo tranquila
y prosiguió su rito
ahora con saña