Sube y dímelo en mi cara, por José Emilio García

José Emilio García

A continuación una pieza breve del dramaturgo José Emilio García (Ciudad de México, 1985). Junto a la dramaturgia, García realiza traducciones del inglés como “What’s Wrong with My Hair?” de Satoshi Kitamura (FCE, 2008). Fue becario de la f,l,m de 2009 a 2011.

 

Sube y dímelo en mi cara

 

En un pequeñísimo islote, tres hombres con lentes obscuros y bastones, uno arriba del otro; intentan no caerse.

H1. ¡Les dije, les dije!

H2. Esto es tu culpa, ¿por qué le dijiste que nos guiara?

H3. No. Te dijo a ti.

H2. ¿Yo? ¿Y cómo los voy a guiar?

H1. Mejor que yo, seguramente.

H3. Cualquiera nos hubiera guiado mejor que tú.

H2. Y que yo.

H1. No, no, ¡tú debiste guiarnos!

H2. Qué necedad.

H1. ¿Necio yo?

H2. ¡Tú!

H1. ¡Sube y dímelo en mi cara!

H3. ¡Calma! ¡Calma! El mar ya salpica.

H2. Bah. Es sólo la brisa.

H1. No la siento, no me refresca. (Pausa.) El sol pega tan duro.

H3. ¿El sol? Aquí abajo no llega, no. (Pausa.) Yo seré el primero en ahogarme. Ustedes disfrutarán un poco más de viento, yo no. Se me llenarán los pulmones de mar, sí, ya siento los pececillos nadando dentro de mí.

H1. Yo seré el primero en morir de insolación. Ustedes estarán frescos, yo no. Se evaporará el agua en mi cuerpo y mi cadáver parecerá un globo desinflado.

H2. Yo seré el último en morir. Ni el sol ni el mar acabarán conmigo. Moriré de soledad y nadie podrá ponerme una flor encima. 

Todos tristes. Todos juntos: “¡No quiero estar aquí!”.

H3. Bueno. Ya que… no nos queda mucho tiempo. Lo mejor será decir esas cosas.

H1. ¿Qué cosas?

H3.  Las cosas que es necesario decir en… estos momentos.

H2. Ya qué importa.

H1. ¿Cómo que qué importa?

H2. Disculpa, déjame rectificar: ya qué importa.

H3. Créanme, hay algo que debo decir.

H1. ¿Lo ves? Es importante. Las palabras siempre son importantes, son… como un bastón para no chocar con los demás.

H2. Ahí vas otra vez.

H1. ¿Qué? (Pausa.) ¿Qué?

H3. Sí, ¿qué?

H1. Espera, tenías algo importante qué decir, ¿no?

H2. Qué importa.

H1. Por supuesto que importa. Absolutamente importa. Radicalmente importa.

H2. ¿Sabes una cosa? Odio cuando/

H1. ¡Espera!

H2. ¿Qué?

H1. Él tenía algo que decir.

H3. “Decir” es un verbo muy laxo, yo más bien diría “confesar”.

H1. ¿Tienes algo que confesar?

H3. Sí, revelar, admitir, reconocer…

H1. Vamos, dilo. La verdad siempre es importante, es… como un bastón para no chocar con los demás. Cuando uno se relaciona con los demás/

H2. Ahí vas otra vez.

H1. ¿A qué? (Pausa.) ¿A qué?

H3. Sí, ¿a qué?

H2. Qué importa.

H1. ¡Claro que importa! Importa y lo vas a decir ahora.

H3. Pero hay algo que tengo que confesar y yo alcé la mano primero, es justo que yo vaya primero.

H1. ¡Cállate!

H3. Pero pensé que/

H1. Sí, sí, pensaste, pensaste. ¡No me importa! O más bien sí, pero sólo hay una forma de escuchar eso que tienes que confesarnos. Vamos, hermano, dime qué es lo que odias de mí.

H2. Odio cuando nos sermoneas.

H1. ¿Yo?

H2. “Las palabras son importantes cuando uno se relaciona con los demás”. “La verdad es importante cuando uno se relaciona con los demás”. “No golpear a la gente con el bastón es importante cuando—” ¿Tú qué sabes de cómo nos relacionamos con los demás? ¿Alguna vez nos has visto relacionándonos con los demás?

H1. Bueno, yo…

H2. ¿Lo ves? No tienes la menor idea, pero aún así no paras de encandilarnos con esos dichos de abuelo.

H1. Yo… no imaginé que pensaras así, no. Ya sabes, siendo el mayor…

H2. ¿Sí?

H1. Sólo quería ayudarlos, quería que no sufrieran lo mismo que yo, ahorrarles la pena de pasar por los mismos errores. (Pausa.) No quería verlos caer como yo.

H2. ¿De verdad? ¿Es ésa la razón?

H1. Sólo no quería verlos caer.

H2. Hermano…

H1. Hermano…

H3. Hermanos…

H1 y H2: ¡Qué!

H3. Me conmueve mucho esta confesión, de verdad, pero la marea sube, sí, sube rápido como una bebida alcohólica endulzada y también necesito confesarles algo antes de que los peces naden en mis pulmones.

H1 y H2: ¿Sí?

H3. Me acosté con tu esposa.

H1. ¡Qué!

H2. ¡Dios mío!

H3. Lo siento, de verdad. ¡Ah! Cómo me ha perseguido el recuerdo desde entonces, no saben lo que es haber hecho algo horrible y después tener que vivir con ello.

H1. ¡Maldito! ¡Maldito imbécil! ¡Maldito traidor!  (Intenta pegarle con su bastón.)

H2. ¡Espera, espera!

H3. ¡De verdad lo siento! Pero fue culpa de ella, sí. Yo tan sólo lo había imaginado, fantaseado, pero fue ella quien me tentó a hacerlo.

H1. ¡Te lleve el Diablo! ¡Después todo lo que me he preocupado por ti!

H2. ¡Esperen, esperen, vamos a caer!

H3. Sí, por favor, espera. (Pausa.) Aún hay otra cosa que debo confesarles.

H1. ¿Cómo, otra? ¿Otra puñalada de la persona que más quería?

H3. No, no. Ninguna puñalada.

H2. Así que por fin lo admites.

H1. ¿Qué?

H2. Eso lo explica todo: “Si no te gusta el bastón te lo cambio”, “Si no te gustan los lentes te los cambio”. Vamos, ¿por qué no se cambian de lugares también? 

H1. ¿De qué hablas?

H2. Ya qué importa.

H1. ¡Dilo!

H3. Pero aún tengo algo que confesarles.

H1. ¡Cállate! Vamos, hermano, dilo.

H2. Siempre lo quisiste más a él.

H1. Ah, por Dios. No es cierto.

H2. Entonces cámbiame los lentes.

H1. ¿Los lentes?

H2. Y el bastón.

H1. ¿Mi bastón?

H2. ¿Lo ves?

H1. ¡Ah! Qué demonios. Toma, toma, ahora dame los tuyos. (Intercambian lentes y bastones.) ¿Feliz?

H2. No sé, creo que me gustaban más los míos.

H3. ¿Ya puedo confesar?

H1. Sí, ya, ya, por favor. Dinos qué hiciste. Algo benigno, supongo, y por eso no puedes callártelo. Un gesto bondadoso para compensar la traición.

H3. Yo fui quien le dijo a tu esposa que la habías engañado.

H2. ¡Mi esposa!

H3. Sí. Pero lo siento.

H2. Ah, eso lo explica todo…

H1. ¿Engañaste a tu esposa?

H3. Nunca quise decírselo, pero no pude evitarlo.

H2. Sí, la engañé.

H3. ¡Ah! No saben lo que es haber hecho algo horrible y después tener que vivir con ello.

H1. ¿Y por qué lo hiciste?

H2. A veces uno hace las cosas y ya. Aun sabiendo que va a lastimar a los demás.

H3. Sí, sí es lo que yo digo.

H2. ¿Y tú?

H1. ¿Yo?

H3. Sí, ¿y tú?

H1. Yo… Esperen. ¿No escuchan?

H3. ¿Al mar? Sí, ya casi me siento como una estrella en el fondo.

H1. ¡No! No es eso. Es/

H2. Más bien serías como un erizo de mar, sí, de grandes espinas.

H1. ¡No! Es un helicóptero. ¡Estamos salvados! Pásenme sus bastones.

H2. ¿Para qué?

H3. Para golpearnos, para castigarnos seguramente, eso es lo que intenta.

H1. ¡No, no! Para lanzarlos al cielo y que nos vean.

H3. Yo no voy a dejar que me golpees.

H2. ¿Irnos de aquí? Ya qué importa.

H1. ¿Cómo?

H2. Qué importa.

H1. Necio.

H2. ¿Yo?

H1. Sí, ¡tú!

H2. ¡Baja y dímelo en mi cara!

H3. ¡Esperen! ¡Esperen!

H2 y H1. ¿Qué? ¿El mar?

H3. No. Tú no has confesado nada.

H1. ¿Yo?

H2. Es cierto, dinos. ¿Qué hay de ti, eh, eh?

H1. Bueno…

H3. ¿Sí?

H1. Bueno: no me acosté con sus esposas, no con las suyas. Ni les dije nada de lo que hicieron, pero… digamos que hay muchas más esposas en la vida, sí, y muchas más personas a quiénes traicionar. (Pausa.) Creo… creo que es algo que llevamos…

H2. En la sangre.

H3. En las espinas.

Silencio.

H2. Creo que yo también escucho algo.

H1. El helicóptero. Vamos, vamos, ¡sus bastones!

H3. No, mi bastón jamás. 

H2. Toma, toma el mío y lánzalo tan alto como puedas. (Le pasa el bastón.)

H1. ¿Y tú?

H3. Yo no escucho más que a las olas, una tras otra como los remordimientos en mi cabeza.

H1. ¡Por favor!

H3. Está bien, está bien. Toma el maldito bastón, pero no lo lances tan lejos. (Le pasa su bastón.)

H1. Avienta los tres bastones. Silencio expectante. No se escucha nada.

H1. Creo que ya vienen.

H2. Sí, sí. (Pausa.) No.

Pausa.

H1. Creo que nunca debimos empezar con las confesiones.

H3. Y nunca debimos tomar el camino hacia el mar.

H2. Todo es tu culpa. ¿Por qué le dijiste que nos guiara?

H3. ¡No! Te dijo a ti.

H2. ¿Yo? ¿Y cómo los voy a guiar?

H1. Mejor que yo, seguramente.

H3. Cualquiera nos hubiera guiado mejor que tú.

H2. Y que yo.

H1. No, no, tú debiste guiarnos.

H2. Qué necedad.

H1. ¿Necio yo?

H2. ¡Tú!

H1. ¡Sube y dímelo en mi cara!

H3. ¡Calma! ¡Calma!

H1 y H2. ¡Qué!

H3. El mar. Ya está aquí. Por fin está aquí…

H1. No, no, es el sol…

H2. Y la soledad…

 

FIN

 

 

Datos vitales

José Emilio García (Ciudad de México, 1985). Licenciado en Lengua y Literatura Inglesas, con especialidad en traducción, por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.  Tradujo “What’s Wrong with My Hair?” de Satoshi Kitamura (FCE 2008). Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de dramaturgia (2009 – 2011). Ha publicado en revistas como Este País, Lenguaraz y Pliego 16.

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