En el marco del dossier “Otra muestra de poesía argentina”, preparado por Carlos Aldazábal, presentamos la poesía de Rodrigo Galarza (Corrientes, 1972). Es profesor en Letras. Co-fundador del Grupo Literario ¨Pájaro de Tinta¨ y director de la revista del mismo nombre. Su último libro de poemas es Parque de destrucciones (2008).
Para leer la introducción que vertebra esta muestra sigue el enlace
Parque de destrucciones
1
soy el que hundió su pulso en la niebla
el de la vocación por los derrumbes
el de los cielos verticales en suburbios insumisos
soy el de la diaria antropofagia
antes que el domingo anestésico de misas complacientes
soy aquel lejano en mí
estigma absurdo mi nombre
atrapado en un patio con olor a mangos y a tartas de mi madre
la reina encantada de las fuerzas sangrantes,
en el principio era el allá…
donde mi nombre resplandecía
como el de un ángel herido siempre
por una luz de naranjales
que descolgaban soles
y llenaban de dulzor el aire
cantando lo incantable
el “acá” es ahora un arrebato del “allá”
un traje harapiento que me viste en medio de la nada
en medio de todo, en medio de paisajes
que ya no caben en mí, que se tornan pura tristeza
puro engaño de ausencia,
garúa que se mete en las carnes
y compás a compás arranca
mi respiración de mangos y tartas de mi madre
pero hay más, mucho más: estoy vivo y digo:
aquí estoy y esta ciudad se llama Madrid
y este dolor tiene nombre y este dolor devora la ciudad
que me mira con indulgencia y ojos de amante a plazos,
de mujer que se resiste a la caricia,
estoy vivo y mi dolor me alumbra y me sacude
y mi llanto colapsa los sumideros y avergüenza los orfanatos
y pago la renta con el hambre de mis bolsillos
con el hambre que no se dice: se viaja y hace:
yo el pasajero de mi estómago tambor vivo en mí hacia mí
y mi llanto me lava y lo que se va me alimenta y lo que viene me lastima hermosamente
pero hay más, mucho más: no olvido mi nombre
y esta ciudad lo sabe y me llueve
cuando le ruego que clave sus colmillos en mi blanco cuello
de garza atardecida allá en un mar de fragancias
oh dioses de la transparencia y de los venenos más sutiles
hay mucho más que este dolor
hay mucho más que un hombre
hay un guerrero a destiempo que hace tiempo
y la paciencia de esta ciudad que se llama Madrid
la desesperación de buscar caminos y de navegar ríos
que se mueren de pronto sin llegar al mar,
sin decirte adiós y cantarte el crepúsculo
se mueren en silencio en medio de una bruma soñada
se mueren por clavarse un estandarte de rocío
fabricado en polígonos industriales
o en las factorías de los gobiernos
pero hay más, mucho más: estoy vivo y la desnudez es mi escudo
¡de mi ombligo crecen flores!
he visto la belleza sentada sobre el banco de una plaza infectada de palomas
he visto a un niño llorar por última vez como niño
he visto a un dios ebrio (vestido de súcubo) bebiendo del fétido aliento de los mendigos he visto a un ministro disfrazado de ministro creyéndose dios
y a un ministro disfrazado de hombre fornicando en Tailandia con una niña
he visto “Sea Harriers” olisquear médulas espinales, bombardear chabolas y hospitales,
cuerpos con olor a infancia,
he visto sus festines de lobos del aire
pero hay más, mucho más: atravesar en un día trescientas puertas
y contar los despojos y trazar un mapa posible de cicatrices
2
alguien nos mira desde los muros, quizá el dolor que levanta ciudades
o el dios atroz que ensaya en circos romanos, en prostibularios de la ternura
se les pudre los ojos a los profetas del neón
se les pudre durante el día
ah/
pero el sarcoma baila
cantan los gusanos
alguien nos mira desde los muros
alguien trepa las tapias como una fósil enredadera que todavía arde
no alcanza la morfina que brota de las cloacas
no alcanzan las cloacas de los bares
no alcanzan los bares donde entre parábolas y parabólicas
colgamos los trofeos del infierno:
pero hay más, mucho más:
estoy solo ” voy al coliseo a prenderme fuego”,
la Castellana parte desde mis piernas y no regresa
me miro en lejanía sin regresar
suelta sus amarras la noche y se oye una sirena
sin embargo el barco se queda zozobrando en mis jugos gástricos
peristáltico velamen
y todos vivíamos sin vivir en nosotros
y todos moríamos sin morir
y algunos resucitábamos sin vivir
pero hay/ habrá más
****
Nada rige este abandono, salvo haber sido el Salieri de todos los mendigos del mundo.
**
Y he de bajar la cabeza y habitar mi propio regazo
y otra vez, con un llanto, profanar la intemperie.
**
Levántate y anda!
que Lázaro te espera para que con tu llanto humedezcas sus mortajas.
***
Pensás en el barro y sos el barro.
Le insuflás tu aliento y mirás hacia arriba.
Luego desconfiás, que lo que arde en tus manos
sean estrellas.
**
(inédito)
Datos vitales
Rodrigo Galarza (Corrientes, 1972). Es profesor en Letras. Co-fundador del Grupo Literario ¨Pájaro de Tinta¨ y director de la revista del mismo nombre. Ha publicado en diarios y revistas de su provincia, de Buenos Aires, de Madrid, de Méjico y de EEUU. En Madrid, ciudad donde vive desde 2001, ha brindado recitales de poesía a través de la Red de Arte Joven y se ha desempeñado como editor del sello Amargord, además de dirigir la Revista de estudios poéticos y el ciclo de poetas en vivo de la misma casa. Publicó: Soles dormidos (1992), Cuentionario (1994), Diluvio en la memoria (1995), Ráfagas de pájaros (1997), Relámpagos de crepúsculos (2000), El desierto de la sed (2005), Odiseo en Lavapiés (2007) y Parque de destrucciones (2008). Es compilador de la antología Los poetas interiores (una muestra de la nueva poesía argentina), publicada por Amargord en 2006.