Sobre “De naufragios y rescates”

de naufragios y rescatesEl poeta español Javier Bozalongo (Tarragona, 1961) reseña el primer libro de Alí Calderón (1982) en España, “De naufragios y rescates”. Se trata de una antología de sus dos poemarios “Imago prima” (2005) y “Ser en el mundo” (2007). La reseña fue publicada originalmente en Cuadernos hispanoamericanos. Núm. 737, noviembre de 2011, págs. 157-160.

 

 

 

Javier Bozalongo

 

     En una de las muchas entrevistas que a lo largo de los años han hecho al poeta Luis García Montero, le preguntaron cómo se puede escribir poesía en Granada bajo el peso de la figura (que no de la estatua) de Federico García Lorca. La respuesta que recuerdo es que ese peso no debe ser tomado nunca como una carga, sino como un aliciente que nos eleve, que nos haga crecer leyendo y aprendiendo de su palabra mientras buscamos una voz propia y creamos nuestra propia obra.

     Sin haber planteado a Alí Calderón una pregunta parecida, podemos deducir leyendo su obra que su respuesta no se habría alejado mucho de la que acabamos de citar. Ser un “joven poeta mexicano” requiere el triple de energía para emerger a la superficie de la que necesitaría cualquier poeta de su generación en muchos otros países: energía cívica para soportar el peso de un país que vive instalado en una violencia permanente desde hace años y en el que escribir poesía sea un gesto de protesta, una manera de ver el mundo alrededor sin sentirse incómodo por hacerlo a través de los versos, sino reconfortado porque, como él mismo dice, “en 1490, los sabios del mundo náhuatl se reunieron para dar respuesta a una pregunta esencial: ¿qué vale la pena en el mundo?”, Esos sabios, llamados tlamatinime, llegaron a la conclusión de que únicamente valen la pena “las flores y los cantos”, es decir, la poesía.”. Se necesita una aportación extra de energía vital para que la juventud no pierda la esperanza de un futuro mejor y en paz; y energía literaria para crecer a partir de las voces poderosísimas que han creado en ese país, México, una de las tradiciones poéticas más importantes en nuestra lengua, que van desde Sor Juana Inés de la Cruz a Octavio Paz, de Jaime Sabines a José Emilio Pacheco y tantos y tantos otros autores imprescindibles en la historia de la poesía. El eco de esas voces inmensas es lo que uno puede encontrar en los poemas de Alí Calderón, utilizando como combustible esa energía poética acumulada en años de lecturas, tamizadas hacia un lenguaje rabiosamente joven y atrevido que no pierde de vista la enseñanza de sus mayores y que -como escribe Fernando Valverde en el prólogo de este primero libro del mexicano publicado en España- “sigue un camino milenario [ ] y no tiene la necesidad de acabar con sus padres literarios, sino la bondad de admirarlos y respetarlos, de agradecer lo andado para continuar el camino.”

     Ese camino se inició en 2005 con la publicación de Imago prima, cuando el autor contaba apenas 23 años y su incipiente obra ya colocaba a Alí Calderón en el lugar que designa el título de uno de los poemas de ese libro, en la “Pole position” de la poesía de su país:

 

Y mi pecho una supercarretera

de ocho, dieciséis, treinta y dos carriles

con miles y millones de caballos de fuerza

vertiginosos corriendo

y derramando lumbre en mis arterias.

 

     Los poemas de Imago prima incluidos en la antología que comentamos, descubren a un poeta que ha sido antes, como hemos dicho, un lector muy atento, que sabe destilar en una nueva voz una lección bien aprendida, y nos hablan de amor y de rabia, de pérdidas tempranas: “Este dolor es real, tangible: / se ha hecho presente / y deambula en estos versos.” Por los poemas de Alí desfilan Penélope, Natalia, Begoña o Lesbia, Circe y Helena, y todas son manantial para calmar la sed o fuente de insatisfacciones, pero también y siempre portadoras de belleza.

     Apenas tres años después aparece Ser en el mundo, reeditado en 2011, y Calderón demuestra en este segundo poemario una madurez impensable en un poeta de su edad, y lo hace con poemas de una fuerza arrolladora, portadores de unas imágenes de potencia desbordada que indican a los lectores y a los críticos que Alí ha venido a la poesía para quedarse, para ser-en-el-mundo, para estar-en, para ser-para-otro y para  ver-en-torno con esa visión que no todos los poetas alcanzan, un poeta que, en palabras del propio autor “intenta arder en la urgencia del lirismo pero que también cree en el lujo verbal y en el riesgo, en la aventura estética; un poeta que aspira a decir las cosas de manera particular”. En esa urgencia de lirismo y de sinceridad,  en esa forma de ver-en-torno viéndose a uno mismo, reconociéndose en sus contradicciones pero también en sus certezas, dice Alí:

 

Alguien que no soy yo

y en todo idéntico es a mí mismo

ronda mis pasos y me sigue.

Otro es el que enuncia mis palabras

y rubrica mis actos

mi memoria es recordada por otro

otro es quien tras de mi ojo atisba.

Alguien de quien soy alternativa

me acecha en el espejo

y calca uno a uno

aún los más imperceptibles rictus.

A semejanza y preciso reflejo

no soy yo sino del otro imagen.

 

          Calderón es uno de los nuevos poetas en español incluidos en Poesía ante la incertidumbre, antología tan necesaria como malinterpretada en algunas ocasiones que ha visto la luz en ediciones simultáneas en España, Nicaragua, México, El Salvador y Colombia, que pronto se extenderá a Chile, Argentina y Perú con la incorporación de nuevos autores que se sumarán a los ocho iniciales, de seis nacionalidades diferentes. El libro, que se ha mantenido durante semanas entre los diez poemarios más vendidos en España – sin apenas publicidad- defiende una poesía que, aunque parezca inimaginable tener que repetirlo, está a favor de la poesía y a favor de los lectores, pero en ningún caso en contra de poetas cuya obra pueda enmarcarse en tendencias diferentes. Estos jóvenes poetas se enfrentan al mundo con su mejor arma, la palabra (“Tristes armas / si no son las palabras./ Tristes, tristes.” como dijo Miguel Hernández), y su nexo de unión es la sinceridad en su planteamiento vital y estético, más allá de la coincidencia generacional.

     Alí Calderón no ha dejado de crecer y tiene frente a sí un largo camino que recorrer, un camino que hoy inicia una nueva etapa con la publicación de su obra, por primera vez, en España, a través de la colección “La herida y el relámpago” del Festival Internacional de Poesía de Granada, que ha tenido el acierto de publicar la antología De naufragios y rescates, en la que se recogen poemas de los dos libros mencionados y poemas inéditos en los que el poeta demuestra lo que acabamos de afirmar, que su crecimiento es imparable y que su voz se asienta día a día. Son estos nuevos poemas, de largo aliento en algunos casos, motivo suficiente para esperar con ansiedad la nueva entrega de versos de Calderón, que nos regala aquí postales escritas en las ciudades y países por donde ha tenido la fortuna de viajar, y nos deja como colofón un ejercicio histórico y estilístico que da título al libro y justifica por sí solo la obra de este, repetimos, joven, poeta y mexicano que tiene el arrojo de escribir unos versos radiantes cuando no hay apenas luz, de abordar la tristeza sin pesimismo y celebrar la unión de los cuerpos con la alegría que tal conjunción debe proporcionar siempre a los amantes.

 

De naufragios y rescates

Alí Calderón

Colección La herida y el relámpago

(Festival I. de Poesía de Granada. Granada, 2011)

 

 

 

Datos vitales

Javier Bozalongo (Tarragona, 1961). Reside en Granada desde hace más de veinte años. En esta ciudad publicó sus primeros libros, Líquida nostalgia (2001) y Hasta llegar aquí (Cuadernos del Vigía, 2005). En 2007 obtuvo el Premio Surcos de Poesía por Viaje improbable (Renacimiento, 2008), y en 2009 Visor Libros publicó La casa a oscuras (Accésit del Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma). Es asesor del Festival Internacional de Poesía de Granada desde su primera edición, en 2004. Actualmente mantiene una columna de opinión en el Diario Ideal de Granada. Desde septiembre de 2009 coordina el Ciclo de Poesía en el Palacio, que se celebra mensualmente en Granada. En 2011, el relato El último tren ha obtenido un accésit en los Premios del Tren “Antonio Machado” de Cuentos, convocado por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.

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