Presentamos un par de poemas, como brevísimo homenaje al poeta tabasqueño Ciprián Cabrera Jasso, fallecido hace algunos días. Obtuvo el Premio Bellas Artes de Poesía en 2006 por “Obra Poética I”. En noviembre de 2011 recibió la aceptación como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
VILLAHERMOSA, Tab. (apro).- El reconocido escritor y poeta tabasqueño, Ciprián Cabrera Jasso, de 62 años, fue hallado muerto este domingo en su residencia de esta capital donde, al parecer, se suicidó, sin conocerse aún las causas.
Su cuerpo, según las primeras investigaciones, fue hallado alrededor de las 10:00 horas colgado de una cuerda que estaba atada a una estructura en el techo de su casa del fraccionamiento Real del Ángel.
Autoridades levantaron el acta ministerial del hecho y hasta las 16:00 horas sus familiares no habían dado ninguna declaración al respecto.
Apenas el pasado 13 de febrero Cabrera Jasso había recibido un reconocimiento del gobierno del estado dentro del VIII Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer Cámara, por su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua.
En 2006 fue distinguido con el Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para obra publicada.
Cabrera Jasso nació el 2 de julio de 1950 en el municipio de Emiliano Zapata, Tabasco, y su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua fue en reconocimiento a su trayectoria como un autor que supo expresar la riqueza poética de su estado natal y su gente, además de consagrar su vida a la creación literaria y poética.
Se graduó en la carrera de Psicología de la UNAM y posteriormente hizo estudios de literatura inglesa en la Universidad de Michigan, Estados Unidos.
Recorrió el país dando lecturas de su obra poética y narrativa e impartiendo lecciones y conferencias en diversas universidades del extranjero, como la de Amberes, en Bélgica.
Era miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y del Comité del Archivo Histórico del estado de Tabasco.
Entre otros cargos, ocupó la dirección editorial y fue asesor del Instituto de Cultura de Tabasco; también fue jefe del Departamento de Publicaciones y Difusión Cultural de la Secretaría de Educación de Tabasco y director de la Biblioteca Pública del Estado José María Pino Suárez.
Su obra poética, presente en más de 10 antologías, comprende más de 15 títulos: Trilogía de sombras (1985), Quinteto de cámara (1986), Nadie detendrá el viaje (1986), Kasandra (1988), Diario de muertos (1989), La ventisca (1990), Poema en busca de luz (1991), Las devastaciones del barbasco (1991), Los enebros (1993), Los dones del insomnio (2004) y Obra poética tomos I, II y III, Los rostros del viento (2007), Desde San Juan Bautista (2008), La diosa (2010), En las edades del silencio (2010), El divino vuelo (2011), La conciliación celeste de los salmos (2011) y Con el reflejo del agua en tu rostro (2011).
Fue autor de los cuentos Entre la luz de la luna y el retrato (1986), Las once fantasías y un viaje al país de la noche (traducido al inglés por Leand H. Chambers de La Universidad de Denver en Colorado, Estados Unidos, 1987) y Los oníricos y otros cuentos del sueño de la vida (2008).
Incursionó en otros géneros y en su bibliografía constan las novelas: Onishi y la fiesta de infierno; Celia y la oscura esperanza; Ciliace y el borde de la oscuridad y El rostro oculto de la luna; además de una obra dramática titulada El retrato, así como varios libros de ensayo e investigación que muestran la variedad de sus intereses intelectuales.
Colaboró en numerosas revistas y periódicos como Siempre!, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, La Orquesta, Textual, Poesía, Cultura Sur, Manglar, Expresión, Parva y Tierra Adentro, El Nacional, El Presidente, El Avance, El Novedades de Tabasco y en Tabasco Hoy. [Proceso]
HA CAÍDO LA TARDE
La tarde ha caído en el jardín
Y mi mirada recorre en mi interior
Cada uno de los viejos rostros,
De los antiguos amores, muertos amores.
Soy una tumba donde el amor ha resucitado varias veces
Y sucumbe de nuevo. Y retorna, retorna
Cada vez más fuerte, más rojo.
Existe un espacio en mí sin espacio
Donde la luz se eterniza y renace el gozo,
La quietud del gozo, el rostro intangible de Dios
Que no tiene rostro ni cuerpo sólo viento.
En este letargo, en esta languidez donde estoy tirado,
Sólo tirado sin desear moverme y ocioso,
El amor esfuma toda desesperanza, todo desasosiego,
Toda neblina que oscurezca mi camino.
La tarde continúa expandiéndose en el jardín
Y las margaritas. Había olvidado las margaritas blancas
Que parecen mariposas aleteando en la brisa.
En mi ventana la noche.
En mi ventana el reflejo de la luna.
En mi ventana las luciérnagas.
LA TRÉMULA VELA QUE ALUMBRÓ TU ADIÓS
Sobre la calle, asfaltada y húmeda,
Se esfuman tus pasos abuela.
Y hoy pienso que sólo queda de ti el abandono
De tu jardín de flores y de granadas,
El pasillo desnudo
Sin la foto de tu padre italiano y de tus hijos y sobrinos
De pie junto al genovés
Que enloqueció con los espíritus que invocaba.
Levanto la trémula vela que alumbró tu adiós
Y que fue señal de tu último silencio.
En murmullo te digo, porque sé que me escuchas,
“Ya nada queda como entonces, abuela,
Tu cabellera blanca
Se desmorona en la tierra oscura,
Tus nietos hemos crecido y procreado
Y en tu casa, que ya no es tu casa,
Aún se escuchan tus pasos sigilosos,
Tus dedos de pianista sobre invisibles teclados
Y tu lengua impregnada de olvidos,
De nombres que nos dabas sin ser los nuestros”.
Yo sé que tu embolia murió junto conmigo y ya sanaste,
Que mantienes largas pláticas con los ángeles.
Les preguntarás hijos de quiénes son, dónde viven,
Si tienen apellidos ilustres o comunes,
Si son del cielo o de la tierra,
Si sus padres también vuelan,
Si sus manos transparentes son herencia de sus abuelos
O de otro miembro de la familia.
En el sitio donde ahora te encuentras
Estarás con tus hijos y con mi abuelo
Y los llamas por sus nombres
/Porque recuperaste la memoria,
Porque ya no hay olvidos,
Porque no hay embolias
Ni enfermedades
Y uno no se muere de muerte alguna.