Leyendo en voz alta. Lectura y oralidad

Cy Twombly comodín 3La ensayista María del Rocío González Serrano, de la UNAM, nos presenta un muy interesante ensayo en torno a la lectura en voz alta que, de algún modo, podría ubicarse en los dominios de la “actio” o “pronunciatio” clásicas. Es una reflexion “sobre la lectura en voz alta como un acto de oralización; que se realiza con un texto fijo pero, también, se relaciona notablemente con la oralidad”.

 

 

 

LEYENDO EN VOZ ALTA. LECTURA Y ORALIDAD

 

 

“. . . la lectura como oportunidad  humana de comprender y recrear el

mundo y ampliar nuestras posibilidades de ejercer la libertad para transformarlo.”

                             Luis Bernardo Peña

 

El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector. 

                                     Joseph Conrad

 

 

 

La presente comunicación se enfoca a la lectura en voz alta,[1] actividad que mencionan los versados se vincula con la oralidad. Reflexioné sobre la lectura en voz alta como un acto de oralización; que se realiza con un texto fijo pero, también, se relaciona notablemente con la oralidad.

   En este ensayo me interesa destacar la riqueza de la oralidad que se evidencia plenamente al practicar la lectura en voz alta.

   Algunos especialistas como Aurelio González, Pedro Cátedra, Lillian von der Walde, Margit Frenk, Susana González, Pedro Cerrillo y Omar Álvarez, han señalado la importancia y trascendencia de la oralidad, no sólo, en la lectura en voz alta realizada por nosotros, los lectores de IIBY. México; sino también, en otros ámbitos, saberes, disciplinas y espacios de la cultura universal.

   Cuando leemos en voz alta estamos siguiendo parámetros relacionados íntimamente con la oralidad. Un lector al ejercitar la lectura de un escrito lo interpreta mediante un performance necesariamente. Entiendo esta definición como la explica Helena Beristáin: “Concepto que proviene de la gramática generativa, y significa la realización de la competencia lingüística en actos concretos de habla o de comprensión que exigen poner en juego un saber lingüístico, un conocimiento léxico y de las reglas sintácticas que rigen la construcción de enunciados aceptables semánticamente… la “performance” es, pues, la utilización del código de la lengua, en cuanto a emisor o en cuanto a receptor, conforme a la competencia lingüística, es decir, conforme a un grado de dominio de la lengua, y se manifiesta en forma de discurso…”[2]. El performance desarrollado en una lectura comprende un código de interpretación del texto, la protagonización de los propios personajes- actividad por demás amplia y difícil de realizar, en algunos momentos de la lectura y; por supuesto, sentimientos y emociones. Es decir, se realiza un acto teatralizado en ciertas ocasiones para complementar este performance. Éste, considerado por los especialistas como Bauman y Berenice Granados, un acto comunicativo a fin de cuentas.

   Además, al ejecutar un acto teatralizado como parte de nuestra lectura, estamos generando un poder de comprensión mayor en nuestros destinatarios, indudablemente.

   Los talleres de lectura se desarrollan por varios años en la Asociación IBBY. México. A leer, escribir y recrear. Dentro del programa: “Nosotros entre Libros” y patrocinado y organizado por la Secretaría de Educación Pública a través de la Secretaría Administrativa de Servicios Educativos en el Distrito Federal; dicho programa consiste en ofrecer talleres de lectura en voz alta en escuelas primarias.

   Actualmente, se imparten estos talleres en cuatrocientas escuelas del Distrito Federal.

   Nosotros entre Libros nace de la inquietud de los académicos de difundir la lectura en los estudiantes de primaria, gestar el hábito de la lectura, despertar su interés por la literatura y cultivar su complicidad con el propio texto, motivándolos al diálogo[3], gestado por los lectores. Este diálogo se transforma en charla literaria, donde se comunica la impresión de la lectura o se habla sobre temas diversos de la vida cotidiana que se desprenden del asunto del discurso leído. Quizás, en un futuro inmediato, preparemos nuevos lectores. Lectores auténticos como señala Felipe Garrido cuando enuncia: “El lector auténtico se reconoce porque lee por su propia voluntad, porque comprende y siente lo que lee, porque le gusta y necesita leer.[4] Eso es lo que se pretende desarrollar en un niño y, si es posible, también, como un genuino lector. Se necesita en primera instancia de voluntad para enriquecerse y nutrirse de las habilidades lectoras y de las bondades de la propia lectura.

   Pertinente resulta afirmar que un lector en voz alta visualiza su oficio como un espacio lúdico, donde no se impone una lectura o restringe las lecturas a una sola temática.

   Por otra parte, los lectores en voz alta somos mediadores o intérpretes entre el escrito y el receptor. No podemos adoptar una actitud de líderes ni mucho menos ejercer la autoridad en un grupo a través de la lectura.

   Por supuesto, esta empresa no es fácil ni sencilla. Nosotros, los lectores de IBBY, concebimos la lectura como un acto creativo, lúdico, interpretativo, de disfrute y goce por la lectura. Con el fin de que nuestra labor despierte el interés del estudiante, discuta, se forme como crítico y se geste en él la lectura personal o en conjunto, sea con la familia, con los amigos o con sus compañeros de clase.

  No debemos dejar de lado, los lectores, lo que señala Garrido cuando enuncia: “La enseñanza de la lectura no puede reducirse a la simple alfabetización, a la mera adquisición de la habilidad de reconocer las letras y las palabras; debe incluir el desarrollo de la capacidad de entender y sentir el texto, así como de la afición a la buena lectura”.[5] Esto es precisamente, la labor fundamental de nosotros los lectores que impartimos los talleres de lectura: más que una actividad explicada, dogmática o pedagógica, es vivida y ésta debe vivirse como una experiencia creativa- asegura Rocío del Pilar Correa Aguilar, quien ha trabajado sobre la experiencia creativa de la lectura en los jóvenes.[6]

   De hecho, jamás se pretende hacer la lectura en voz alta de manera mecánica o sistematizada rigurosamente. Estamos de acuerdo con Daniel Cassany cuando expresa: “leer en voz alta infunde la idea de que debemos procesar palabra por palabra, todas las palabras, de izquierda a derecha y de arriba abajo (en las lenguas occidentales)… ¡Y eso es falso!

   Si en clase sólo se lee en voz alta o si ésta es la práctica más corriente, corremos el riesgo de marginar el componente comprensivo e interpretativo de la lectura. Los chicos acaban pensando que leer es decir el escrito en voz alta;”[7] y la lectura se convierte en un acto automatizado.

   Es de subrayar que el lector con diversas estrategias de la lectura, debe lograr atrapar la atención de los escuchas, adaptarse a sus distintos destinatarios al elegir un texto: y, posteriormente, interpretar, recrear, y protagonizar el escrito para ese grupo de receptores a los que dirige su lectura en voz alta.

   Son múltiples y heterogéneas las destrezas empleadas por el lector al realizar la lectura como: la gesticulación, la fluidez, el ritmo, la modulación de voz, los registros de ésta, la entonación- otro elemento muy importante-; la actuación o representación del texto; los movimientos corporales –en algunos momentos de la lectura-; la actitud de entusiasmo y vivacidad; la realización de pausas y sentir y vivir la obra para interpretarla para los demás. Asimismo, previo a lo anterior, preparar la lectura y hacer ejercicios de respiración. Y todo esto con el propósito de llevar a buen fin la ejecución de la lectura.

   Algo esencial en este proceso de lectura es la modulación de la voz. Misma que se emplea en los diálogos para marcar la diferencia entre la voz de un personaje con la de otro u otros. Cuando el lector modula la voz brinda vivacidad al texto, lo transforma y lo recrea; lo hace suyo, se adueña del texto.

   Empleamos, como señala Cassany las propiedades mediadoras de la oralización para un objetivo común: una apropiada lectura en voz alta. Estas habilidades que utiliza el lector enriquecen la comprensión del texto en momentos específicos de la lectura y anima a los estudiantes para que ellos interpreten el escrito y se entusiasmen a entablar una charla literaria con el lector, como mencioné líneas arriba.

   Podemos decretar que un lector en voz alta necesita necesariamente aplicar la oralidad para su óptima lectura. De hecho lo hace, consciente de que mediante la oralidad enriquecerá ampliamente su labor lectora.

   Aunque es conveniente distinguir entre oralidad y oralización.

   En opinión de Margit Frenk explica “… en una cultura oralizadora la comunicación… reúne a la gente en grupos, y la performancia- palabra, en este contexto, imprescindible- es necesaria para la plena realización de un texto. La oralización es proporcionarle al texto sonoridad, acústica, voz al manuscrito. Y como menciona la filóloga la oralización presupone siempre un texto escrito a diferencia de la oralidad que se lee en voz alta, se recita o se canta. Por oralidad, entiendo que es un proceso donde interviene la memoria y la improvisación. No obstante, la autora señala varios tipos de oralidad, tal como establecen algunos filólogos. En la oralidad menciona Margit Frenk: “No hay texto fijo, sino un texto que cada vez va cambiando”.[8]

   Ahora bien, retomando los vasos comunicantes entre la lectura en voz alta y la oralidad, Alma Velasco expone que[9] lo fundamental es aplicar a la lectura en voz alta las herramientas del habla cotidiana; es decir, vincular esta actividad necesariamente con la oralidad. La lectura en voz alta es pues un derivado de la oralidad según anota la autora.

   Refiere, también, que antes de que se inventara la imprenta ya existía el habla y la transmisión de información e historias mediante el lenguaje oral. De lo anterior se desprende, y como algunos autores lo han marcado también, que todo texto es precedido de la oralidad. La oralidad antecede al manuscrito. Si recordamos en la época prehispánica, las recomendaciones, consejos y sabiduría se transmitía de abuelos a padres y de padres a hijos de manera oral. O bien, si nos trasladamos a los clásicos La Ilíada fue escrita para ser transmitida de forma oral.

   Los expertos han afirmado, en primera instancia, la relación inicial de la lectura con la oralidad es cuando el autor escribe un libro procesa la configuración mental del lenguaje oral. Por ello al desarrollar la lectura debemos hacerlo con los mismos estándares y parámetros que empleamos al hablar, con un lenguaje conocido por todos, por una comunidad específica.

   La lectura en voz alta conlleva necesariamente la naturalidad del individuo al hablar. El lector debe aplicar esa misma naturalidad del hablar en una lectura en voz alta para interpretar y reproducir, tanto el lenguaje como el escrito.

   Dicho lector hace una representación de la obra por medio del acto de hablar, oralizar el texto, le brinda sonoridad al manuscrito, como lo expliqué anteriormente.

   Por tanto, es esencial enfatizar, incorporar y desarrollar la importancia de la oralidad; pues es básico por su función como herramienta fundamental en la lectura en voz alta.

   En síntesis, esta actividad de la lectura se acrecienta enormemente con oralidad por sus diversas peculiaridades como la improvisación, la memoria, los matices, la entonación, las diversas emociones, la intención, el suspenso, la fuerza de las palabras, el lenguaje no verbal, el lenguaje corporal, la creación y recreación de sucesos que favorecen, enormemente, la actividad de la lectura en voz alta y en la capacidad expresiva para comunicar. Si nosotros los lectores no incluimos la oralidad a la lectura, no podremos transmitir en los escuchas ningún mensaje por muy bueno o interesante que sea el libro que estamos leyendo.  

   Alma Velasco en su libro La voz: universo sonoro pone de manifiesto: “La importancia de leer como se habla no sólo es relevante, es vital para la comprensión de una lectura.

   Podemos plantear, entonces, que el texto escrito es sólo el 50% de lo que el autor quiere expresar, y el otro 50% lo adiciona el lector con la oralidad para complementarlo.”[10]

   Toda lectura en voz alta siempre está y estará vinculada con grandeza y eficacia de la oralidad. Al hacerlo, lograremos los lectores obtener y engrandecer una destreza oral y, desde luego, un poder más amplio de expresividad.

 

 

BIBLIOGRAFÍA.

 

Bazán Bonfil, Rodrigo, Oralidad y escritura. Cuernavaca, Morelos: UAEM, 2011.

Beristáin, Helena, Diccionario de retórica y poética, México, 8a ed.: Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM/Porrúa, 2001.

Cassany, Daniel, Para ser letrados. Voces y miradas sobre la lectura, Barcelona: Paidós, 2009.

Frenk, Margit, Entre la voz y el silencio. La lectura en tiempos de Cervantes, México: FCE, 2005.

Garrido, Felipe, Cómo leer (mejor) en voz alta, México: Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura, A.C., 1989; reimpr, SEP/ Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, 2001.

Reyzábal, María Victoria, La comunicación oral y su didáctica, 3a. ed., Madrid, España: Edit. La Muralla, 1999 (Aula Abierta).

M. Vilà i Santasusana, El discurso oral formal. Contenidos de aprendizaje y secuencias didácticas. Barcelona, España: Biblioteca de Textos, 2005 (Serie Didáctica de la Lengua y la Literatura, 216).

Velasco, Alma, La voz: Universo sonoro, Alfaguara, 2010.

 

 

 

 


[1] Sobre este tema de la lectura en voz alta encontré una amplia bibliografía. Los especialistas que han trabajado con amplitud este ámbito son: María Victoria Reyzábal, Alma Velasco, Margit Frenk, Daniel Cassany, Juli Palou, Cristina Ballesteros, Carmina Bosch y Josefina Prado Aragonés. Me interesó este tema porque como lector en voz alta me atrajo, en especial, la riqueza que ofrece la oralidad en mi experiencia lectora.

[2] Helena Beristáin, Diccionario de retórica y poética, p. 394.

[3] Daniel Cassany, “Luces y sombras de la lectura en voz alta”, en Para ser letrados, p. 132.

[4] Felipe Garrido, Cómo leer (mejor) en voz alta, p. 12.

[5] Ibidem, ed. 2001, p. 11.

[6] Ponencia que presentó en el Segundo Seminario de Lectura: Pasado, Presente y Futuro celebrado en el CUIB (Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas de la UNAM) en el 2004.

[7] Daniel Cassany, “Luces y sombras de la lectura en voz alta”, en Para ser letrados, p. 136.

[8] Margit Frenk, Entre la voz y el silencio, p. 36.

[9] Quién ha estudiado el aspecto de la oralidad en la práctica de la lectura en voz alta.

[10] Alma Velasco, La voz: universo sonoro, p. 99.

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