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Presentamos, a propósito del día del padre, un texto del poeta y traductor Samuel Espinosa (Puebla, 1985). Espinosa fue becario del FONCA jóvenes creadores. Estudió la Licenciatura en Lingüística y Literatura hispánica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; parte del taller de poesía de José Vicente Anaya en Puebla.
Dicen que cuando tu papá se muere escribes un poema
larguísimo tan largo como el propio duelo
como tu propia vida
pero con piernas y brazos amputados
con la mitad del corazón ya bajo tierra
y en el poema le escribes
cosas que nunca llamaron tu atención
mientras estuvo cerca
los continentes infinitos de sus manos
sus ojos casi tristes de silencio
su firme misma voz leyendo antes que nadie
lo que escribiste
que todo lo que tocas luego de perderlo
se enferma y se desborda en ríos de sangre añeja
marejadas de una sombra que te queda grande
y te abraza y te envuelve
pero que ya no existe
y luego de algún tiempo su fantasma regresa
a acariciarte el pelo
y te pide que le sirvas otra taza de café
mientras él mira las noticias de la noche
o bien despierta a todos a las seis de la mañana
cantando a voz tendida el mismo mambo viejo
que tus abuelos bailaban en todas las fiestas
Dicen que un día
cuando piensas que ya te acostumbraste
a no guardarle un lugar en la mesa
y no buscarlo el domingo y encontrar
su olor en tu ropero
sobre tu espalda cae el peso de la orfandad
un tronco podrido de tristeza
y otra vez siete mil más veces mueres a tu padre
hasta perder la voz y el llanto y estar seco
y maldices y deseas haberte anticipado a tanta muerte
para escribirle ese poema mientras puede verlo