Nuestro colaborador, Luis Martinez Andrade, reseña el libro de Serge Deruette, profesor de Historia de las ideas políticas en la Universidad de Mons en Bélgica sobre la obra del cura ateo y revolucionario Jean Meslier (1664-1729). Un cura que nos legó una bomba política y filosófica una “crítica artera al fenómeno de la idolatría y su visión de la religión como “invención humana llena de errores e ilusiones”.
Reseña del libro: Lire Jean Meslier: Curé athée révolutionnaire[1]
por Luis Martínez Andrade
Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales
“Los muertos regresan, y su hacer aspira a cobrar nueva vida con nosotros”. Con esta frase, el filósofo marxista Ernst Bloch comenzaba su análisis sobre la vida y la obra de Thomas Müntzer, teólogo de la revolución y líder de la revuelta campesina que cimbró a la sociedad alemana del siglo XVI. Asimismo, dicha frase puede ser aplicada a la figura del cura Jean Meslier: fundador del ateísmo materialista y exponente del comunismo revolucionario. Aunque contamos con pocos datos sobre la vida de Meslier (1664-1729), sabemos que la existencia de su legado es ya citada en una carta –con fecha de noviembre de 1735– de Voltaire y que, también, en 1864 su obra fue impresa en su integralidad por Rudolf Charles d’Ablaing van Giessenburg quien encontró en Holanda una de las copias clandestinas que circulaban por aquellos años. En nuestros días, la importancia este párroco de Étrépigny ha sido reconstituida por M. Onfray tanto en su Les ultres des Lumières como en su Traité d’athéologie.
Por su parte, Serge Deruette, profesor de Historia de las ideas políticas en la Universidad de Mons en Bélgica, nos presenta una excelente introducción a la obra de Jean Meslier –desgraciadamente poco conocido aún en nuestros días– quien por los años veinte del siglo XVIII escribió una de las obras más importantes dentro de la historia del pensamiento filosófico-político universal; nos referimos a su Mémoire des pensées et des sentiments.
A diferencia de Voltaire que presenta “un Meslier mutilado” reduciéndolo a un simple crítico del catolicismo– o de Onfray quien forja “un Meslier onfrayisado”, es decir, un ateo nietzscheano; Deruette recupera la dimensión político-social, la sensibilidad anti-capitalista del mundo rural, la carga explosiva y el carácter revolucionario su pensamiento. Es por ello que, apoyado en los aportes de Roland Desné y de Maurice Dommanget, entre otros; Deruette no sólo reivindica el pensamiento de Meslier, cifrándolo al mismo nivel que el de Descartes o el de Spinoza sino que además lo devuelve al servicio de quienes fue concebido: los oprimidos. De ahí que la contribución de Deruette radica en mantener articulados los cuatro pilares del pensamiento del cura ateo: la negación de Dios, la materia, el comunismo y la revolución.
En esta escrupulosa selección de pasajes de la Mémoire notamos que este cura de Étrépigny fue un pensador extempore y, a su vez, advertimos que su mensaje es aún intempestivo en este siglo XXI. Además, sin la petulancia de un Nietzsche –hoy demasiado sobrevalorado– sostenemos que quizá Meslier es un realmente un autor “para pasado-mañana”. ¿Qué hay en los planteamientos de este cura de parroquia rural que tanto escandalizó a Voltaire? ¿Qué elemento volcánico emana de su pensamiento que hace, incluso, escatimar a los más radicales? ¿Dónde se encuentran las puntas más afiladas de este manuscrito?
Compuesto de una introducción, de ocho “pruebas de la vanidad y falsedad de las religiones” y de una incendiaria conclusión, el cura Meslier desmiembra entelequia por entelequia los supuestos de las religiones. No obstante que su “blanco de ataques” es la religión judeo-cristiana su combate es en contra de todas las religiones ya que para él, la religión sólo ha servido para justificar la dominación de una élite y, por supuesto, para engañar a las masas. Por tanto, “la humanidad sólo será feliz el día que el ultimo de los tiranos haya sido colgado con las tripas del último cura” (cap. 2).
La relación entre política y religión es una constante en su Mémoire puesto que para este cura ateo dicha relación es fundamental en la producción de mitos o leyendas que nutren el universo simbólico de la ideología. La fe es concebida por Meslier, no como acto de liberación –aquí difiere de San Pablo– sino como “creencia ciega y fundamento de todas las religiones” (capítulos 10 y 28). Meslier lleva hasta las últimas consecuencias su materialismo con la finalidad de develar el carácter fantasmagórico de las religiones que convierten a los seres humanos en criaturas captivas. La miseria de los campesinos, de los artesanos, de las clases subalternas lleva a Meslier a realizar un análisis de la situación que padecen la mayoría de la población y, por ende, a pugnar por una intervención política con carácter revolucionario para la transformación de las relaciones sociales. En el ámbito filosófico, Meslier marca su distancia tanto de Descartes como de Fénelon para poder enunciar su “principio de movimiento de la materia” que le permite no sólo mostrar la primacía de la materia sobre el pensamiento y, con ello, refutar la idea de la creación. Recurriendo al análisis del tiempo, del espacio y del lugar, este cura dota de fundamentos lógicos la defensa de un materialismo-ateo pero de cuño revolucionario. Cabe advertir, que el ateísmo que profesa Meslier, dista del enarbolado por los Ilustrados burgueses pues el de él es un ateísmo para el pueblo, para las masas, para los oprimidos, “sus queridos amigos”.
Desde la sociología de lo religioso, sostenemos que la obra de Jean Meslier es fundamental para entender el “politeísmo de valores” –para emplear el término de Weber– expresado en la tensión entre un universo comunitario-campesino y una sociedad capitalista; desde la filosofía política su valor radica en reiterar que el “pueblo” es la fuente de todo poder político ya que en una situación de opresión el “tiranicidio” no sólo es necesario sino justificado. Pero además, desde la ecología es de reconocerse su intuición anti-cartesiana donde los animales forman parte del universo y, por consiguiente, deben ser tratados con la dignidad que merece cualquier ser vivo (capítulos 22 y 23). Estamos ante una intuición pos-antropocéntrica de gran calado. En suma, por su crítica artera al fenómeno de la idolatría y su “crítica histórica moderna” de la religión como “invención humana llena de errores e ilusiones” Meslier antecede a Ludwig Feuerebach; por su denuncia a las condiciones sociales de explotación su Mémoire precede las explosivas ideas de Félicité Robert de Lamennais; por su “crítica del cielo trucada también en crítica de la tierra” y su llamado a la emancipación política, social y económica Meslier anticipa a Karl Marx. Last but not least, por el carácter político de sus reflexiones y por la fuerza revolucionaria de sus proposiciones, el cura Jean Meslier, antecedería la noble acción de Anatoli Lunacharski, quien en 1918 encabezó el primer tribunal que juzgo a Dios. Como sabemos, el veredicto sentenció que Dios era el culpable de los innumerables crímenes contra la humanidad y, por tanto, fue fusilado.
Reseña publicada en Revista electrónica del Centro de Investigaciones, 2012/ Vol. 10 No. 37, Universidad La Salle, México, p.149-150 ISSN 1665-8612
[1] Deruette, Serge. Lire Jean Meslier : Curé athée révolutionnaire. Introduction au mesliérisme et extraits de son œuvre, Bruxelles, Aden, 2008, p. 404