El poeta y diplomático cubano Waldo Leyva, actualmente radicado en México, recibió esta semana en Caracas el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora. Leyva es uno de los poemas más leídos actualmente en Hispanoamérica. Ganó recientemente el Premio Casa de América de Poesía Americana de España. En seguida uno de sus poemas y la noticia de la recepción en Caracas.
Caracas, 23 Oct. AVN.- Amante de la diversidad venezolana, el poeta cubano Waldo Leyva se alzó con el libro Cuando el cristal no reproduce el rostro, en la cuarta edición del Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora. Ha pisado desde los años 80 tierra criolla y lo vuelve a hacer para recibir este galardón, este miércoles 24 de octubre, a las 7:00 de la noche, en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg).
Parece que en Venezuela se siente en casa, aunque recientemente vino al país para participar en una de las ediciones del Festival Mundial de Poesía, hace décadas conoció la esencia de la cultura popular: recuerda a María Rodríguez cantando, las décimas, el galerón y las fulías, así como a las agrupaciones Un solo pueblo y Serenata Guayanesa.
Aunque ha incursionado en el teatro, en el cine, en el periodismo y en el ensayo, se define esencialmente como poeta. “La poesía es como la utopía que uno sueña y busca la manera de atraparla y se te escapa, no para irse de ti, sino para que tú sigas buscándola. Lo otro (el ensayo, el periodismo) lo hago colateralmente”.
El jurado del Premio, conformado por el poeta venezolano Gustavo Pereira, el filósofo cubano Raúl Fornet-Betancourt y el escritor mexicano Josu Landa Goyogana, destacó que el poemario de Leyva “concilia en su recorrido unitario y fervoroso los dones de la memoria ante el tiempo y la desolación, la poesía acude para conjurar las recurrentes traiciones del porvenir Cuando el cristal no reproduce el rostro”.
“Somos memoria, una de las definiciones del ser humano es que es memoria, tú vives porque recuerdas, porque recuerdas el pasado, tu vas seleccionando fragmentos de tu vida que te van acompañando, y te van haciendo, y permiten que seas quien eres. La memoria es la que te sostiene por eso una de las enfermedades más terribles es el Alzheimer, porque la desaparece”, explicó el poeta de 69 años.
Antes de Leyva, el premio Víctor Valera Mora, que consiste en un diploma y la cantidad de cien mil dólares, lo recibieron los venezolanos Ramón Palomares y Gustavo Pereira y el colombiano Jotamario Arbeláez.
“Ustedes no tienen la menor idea la repercusión que tuvo en los poetas jóvenes cuando anunciaron el ganador del premio, no porque me conocían sino por la importancia que le daban al galardón”, expresó, quien dice jocosamente: “Creo en la poesía y la siento como mi alimento espiritual… y material”
Se prevé que el jueves, entre 5:30 de la tarde y las 7:00 de la noche, comparta sus poemas con el público en el Museo Rómulo Gallegos del Celarg, como parte de la dinámica promovida por el Frente de Creación Literaria Oficio Puro.
El hueco gris de la madera
Soñé que estaba muerto.
Este sueño me habita desde siempre.
De niño lloraba junto a un féretro vacío
o, asombrado, interrogaba a un público sin rostro
que abrumaba la sala de una casa desconocida todavía.
Anoche este sueño era distinto.
El hueco gris de la madera tenía mi cuerpo,
y aquel era mi rostro de los 20 años.
Sólo mis ojos no eran mis ojos
ni tampoco los ojos que me esperan.
De espaldas, en la sala vacía,
una mujer que pudo ser mi madre
cantaba en silencio esa canción de cuna
que nunca le escuché.
El sueño de mi infancia no me dejaba andar
pero el sueño de ayer me devolvió las piernas,
el único sendero era mi rostro,
un rostro que a los veinte años
no podía creer que la esperanza dejara cicatrices.
¿Será cierto, Vallejo?
¿Murió mi juventud y estoy velándola?