El poeta Iván Cruz (Ciudad de México, 1980) nos presenta una muy valiosa selección de poetas venezolanos de las últimas promociones, la poesía que se ha escrito durante el gobierno de Hugo Chávez. Asimismo nos ofrece una nota introductoria para acercarnos a esta importante tradición lírica.
Yo venía envuelto con el manto de iris, desde donde paga su tributo
el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas
fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del universo.
Simón Bolívar, Mi delirio sobre el Chimborazo.
Dibujar un panorama de la poesía venezolana reciente es ya indisoluble de la coyuntura política que guarda el país. A partir de 1999 con la llegada de Hugo Chávez al poder, en las elecciones electorales de 1998, comenzó un proceso en la República Bolivariana de Venezuela donde convergen la política social y una revisada ideología bolivariana (inspirada en la vida y obra del libertador Simón Bolívar) interpretada de forma general en términos de republicanismo, humanismo y unidad latinoamericana, nutrida a partir de autores clásicos del pensamiento latinoamericano como Simón Rodríguez, Andrés Bello, José Vasconcelos, José Enrique Rodó, José Martí, José Carlos Mariátegui. Todo esto dentro del llamado Socialismo del siglo XXI, a partir de las ideas Heinz Dieterich plasmadas en su obra Socialismo del Siglo XXI. Hugo Chávez ha manifestado que se trata de un socialismo en construcción, aunque hay pautas como desarrollo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa y las organizaciones de base, las cuales contienen una fuerte influencia marxista. Con este proceso se agudiza la polarización social en Venezuela, entre la clase alta y media contra las clases pobre y media baja, cabe resaltar que el apoyo hacia este proceso ha sido mayoritario pese a la oposición de la iglesia, y los medios de comunicación.
Bajo este contexto empieza a escribir esta nueva generación de poetas venezolanos, quienes, mucho o poco, incorporan el contexto social y político a su obra poética. Este proceso revolucionario ha producido decenas de obras literarias, que aún no podrían clasificarse con alguna etiqueta o dentro de una generación, como en Cuba, que gracias al triunfo de la revolución, se tuvo a la generación poética de los 50 ó como en México, donde surge la Novela de la Revolución. Pero es indudable que a la brevedad podrá surgir algún título para esta nueva generación de autores. Hay que apuntar que varios de estos autores participan dentro de las distintas misiones sociales y editoriales emprendidas por el gobierno bolivariano como la misión Robinson de alfabetización y la editorial El Perro y la Rana; lo cual nos indica la activa participación de los escritores con la sociedad. La presente muestra intenta dar un panorama de la poesía venezolana reciente, la cual a grandes rasgos se encuentra en la práctica de una poesía conversacional, donde el poema breve y el poema de largo aliento buscan exponer las vivencias de los autores. Una poesía vivencial, que si bien denota ecos de poetas latinoamericanos como Pablo Neruda, César Vallejo, Ernesto Cardenal, Roque Dalton, Fayad Jamís, Roberto Fernández Retamar; también tiene bien enraizada a su propia tradición: la voz simbolista de José Antonio Ramos Sucre (1890-1930), las voces intimistas de Andrés Eloy Blanco (1897-1955) y Vicente Gerbasi (1913-1992), la actitud crítica y vanguardista del movimiento El Techo de la Ballena, y la posición contestataria de Rafael Cadenas (1930) y Víctor Valera Mora (1935-1984).
Los autores que aquí se presentan fueron seleccionados tras una estadía en Venezuela, la cual me llevo a la lectura de decenas de poemarios, además del contacto directo con autores y críticos. Así que esta muestra se trata de una lectura personal de la poesía venezolana reciente. Confío en que las voces presentadas dialogan perfectamente con el resto de las voces de los países latinoamericanos. La particularidad de estas voces en el contexto de Nuestra América radica en que hay voces llenas de fervor y autocrítica, una combinación que es difícil de observar. No tengo duda en que estos autores representan con dignidad su tradición y sus vivencias.
Iván Cruz Osorio
Julio César Borromé (Valera, Trujillo, 1972)
A relámpago puro
Vivo en una parte del mundo
donde algo indestructible
aviva en los habitantes otros sueños
luz aire y golpes del corazón.
Quien sube al lomo del caballo
asalta temprano y prende fuego al silencio.
Quien sube a las comarcas
baja pájaro sabio y mediodía.
Quien alza la mano
pone un ladrillo de esperanza.
Quien junta colibríes
llena de victorias el aire.
Hacemos un país de urgencias
cada hombre va lejos
a escarbar la patria
como si ella quisiera hablarle de lo que nunca hollado.
Todo el que regresa
arde en su interior.
Los ojos han visto yéndose
en lo que aún no termina de abrazar.
Hay que asestarle una cuchillada a la historia
que sangre la mal contada
que se extienda la caída de los farsantes
que huyan a sus guaridas de cagatintas por encargo.
La aurora va creciendo por donde quiera
no hay tiempo para encogerse de hombros.
Ahora la calle
la construcción de la escuela
los libros en la plaza
la historia descampada
el camino andando a relámpago puro.
Norys Saavedra (Barquisimeto, Lara, 1972)
Rezo
Que me voy
y no dices más hija
amatista de aires
Quédome
en nidos lejanos
con este sopor
de los palomos
Sin calentarme los pezones fríos
desde el toque de cuernos
de esa muerte sin día
en madrugada
En duermevela
aprendí a caminar de revés
altos pasos de un cactus suave
brasa de leña verde
inundación de la quebrada
Marrón iguana en combate
Y el murciélago anda de cabeza por mi rastro
en las puertas
No voy a delatarlo
no diré más el encanto
Sólo me siente de nieblas
de lobos sin voz
Resguárdame en tu regazo
imposible
escóndete en el cerro
en la mata de algarrobo
no quieras jugar con serpientes
dale a la comadrona que te trajo
el santo y seña
que voló escondido entre mis senos
Y te guardo el corazón entre mis tetas
Para que no se quiebre
Alejandro Silva (Caracas, 1972)
Vengo de la república de los ciegos
donde Mickey y Santa Claus ahuecan el ala
y se salvan mintiendo
y el Marine color de tierra
arrasa memorias
con la lejana tecnología del llanto
detractor miserable de su origen.
Vengo de la tierra maravillosa de la farsa
donde las guerras imperiales eran para otras lenguas
otros acentos
y el malo se inclinaba ante dioses extraños
y el buen hombre caucásico resiste la tortura
gracias al Cristo blanco y supremo
que le cuelga del pecho
De donde vengo
el silencio es la continuidad del grito sanguinolento
de los niños que la fashion olvidó
porque les ofende la ropa de cuero humano
De la tierra de donde vengo
entre hamburguesas y carros Ford
se mataba alegremente al hambre
¡y viva el llanero solitario!
y el Tom y el Coyote
eternamente jodidos por sus presas
vida al revés
Tierra rara de la que provengo
esa en la que el aliento
estaba perdido en un cajón sofocante
con razones de Walt Disney
y musiquita MTV
y premios Oscar de la academia idiota de otros
ciegos más siniestros
Pero hoy
en esta tierra que es la misma
pero al revés de aquella
vi la catarata de luz
que me enseñó que cada lengua
cada acento
cada niño que llora ante el estruendo que lo ausenta
cada dios que no se crucifica
en las mejillas inconsolables
de madres sin hijos
pero con hermosas banderas
y donde cada dios es mío porque es tuyo
y la tecnología es pa´ sembrar de pan
la danza de los chamos que se acostaron sin rezar
y partieron el vidrio de la casa
de quién sabe qué dios
todo esto es fibra de mi angustia
Aquí en esta mi tierra nueva y vieja
todo me pertenece y soy yo mismo
como el ardor de seguir vivo
mirando a mi hijo correr libre de explosiones
por los campos de mis ojos
Ramón Alirio Contreras (Caracas, 1974)
Calle 11
a la memoria de Salvador Allende
hay una calle que no me atreví nunca a transitar
tenía esquinas invisibles
perros salvajes que saltaban de la nada
mis hermanos se armaban de palos y piedras
pero al menor ladrido todo se estrellaba contra el piso
los corazones latían a mil
y la respiración devenía crisis de asma
esa calle muerde la memoria
se instala con sus dientes como perro a las piernas frágiles de un niño
tiene un nombre extraño
que muchos se empeñan en ver de otro modo
es una fecha de septiembre
de un año anterior al mío
en ella todavía suena un silbido
que rompe el aire
una sombra la cubre siempre
la hace venir a menos
todos callan cuando la cruzan
y cambian la mirada
en esa calle van y vienen
los nombres
los disparos
los golpes
las rejas de las casas
que no volvieron a abrirse
en esa calle habitan
sueños rotos y pesadillas
la inocencia de un hombre
que quiso creer que se podía
por ella desfilan las manos vacías
van y vienen los afiches amordazados
con rostros que se fueron
con nombres que ya nadie puede pronunciar
pero que están escritos en las paredes de la calle
para siempre en el silencio
en la memoria.
Francisco Ardiles (Valencia, Carabobo, 1974)
Corre la cortina
y siéntate a esperar
como una viuda
para que veas
cómo llega la gente
a empolvarte el suelo
con sus desgranadas
palabras gratificantes
del que se sabe salvado del entierro
Asume tu duelo con ascetismo
y recibe esos saludables apretones
con resignación
para que los días
dejen de azotarte con sus desvelos
No te queda más que dar
algún pormenor
una media sonrisa
o en su defecto la mano
no te queda más que esperar
el silencio.
Kattia Piñango (Caracas, 1975)
Al fin la lluvia dejó su parranda
interminable
secándose sobre los techos de zinc
En aquella parte de la ciudad
hay un hombre que avisa
que ya las bombonas de gas llegaron
los perros lanzan ladridos para combatir el fastidio
la gente baja el cerro,
algunas mujeres terminan de lavar y de tender la ropa
―como siempre, día agitado para ellas―
los niños aún en la escuela se despiertan a otras inquietudes
los que trabajan procuran desterrar el doceavo bostezo del día.
Y no hay desolación.
En esta parte de la ciudad,
los techos de zinc suenan con las gotas de la lluvia,
las niñas se divierten soñando a ser grandes
los niños juegan hasta despuntar la noche
También, en esa misma ciudad,
hay gente que bebe en algún bar trasnochado
Algunos deambulan por las tiendas observando vitrinas de plástico
A otros el repicar de su celular los envuelve
la corneta del carro, modelo reciente, encalla su ego
enfilando su alma hacia lo que no conocen
empujando su desidia con propagandas de televisión
Una radio también busca su lugar en el día,
y en la mitad del corneteo, empuña su navaja al oído de los pasajeros
En otra parte del mundo,
lejos de esa ciudad,
los techos estallan con bombas
las niñas desparecen de sus sueños
los niños se rompen como juguetes
los radios son pájaros de mal agüero
las cornetas son alarmas de ataques
No hay tiempo para enfilar el alma a ningún lado
No hay tiempo para pensar en la desidia
Apenas se alcanza ―con suerte― empuñarse a la muerte
Allí, una vasta desolación resplandece
La metralleta muestra sus dientes
asfixiando el canto de los gallos.
Freddy Ñáñez (Petare, Miranda, 1976)
Ícaro
Hay un hombre cayendo
constantemente
en el ascenso del pájaro.
Es cierto
Hay,
en el vuelo del pájaro,
en su aleteo infatigable,
un hombre
tocando
fondo
Pero nunca ocurre lo contrario
Cuando el pájaro
expande
en
ausencia
Y
como
puño
cerrado
encuentra
el
polvo
se detiene de golpe
para siempre
en su sombra
Nadie sube
Nadie cae
otra vez
Todo se porta
inmóvil
Como
la
V
E
R
T
I
C
A
L
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D
A
D
.
Dannybal Reyes (Araure, Portuguesa, 1976)
Rito 18
un niño monta un perro
una nevera hace de ataúd
arrastrándolo todo
bajo el agua
a tres cuadras pasó esta mañana
se llevó al loco del pueblo
abrazando a la evangélica que tanto me gustaba
esta tarde pasó por aquí
llegó al segundo piso
tomó café
los canarios sonrientes
aferrados a una pequeña estampida religiosa
que no sirvió como tabla de salvación
ellos se fueron también
iba de prisa
cruzó mal en la esquina
se estrelló en la pared de enfrente
donde días antes se estrelló una moto
adormilado
casi ebrio
sembré un cactus en el balcón
hice cruces de sal
seguí durmiendo
porque yo espanto el agua
con cactus y cruces de sal
Inti Clark (Punto Fijo, Falcón, 1977)
Y volver, volver
Mi único tiempo es descubrir contigo
la alegría de goma que tienes agazapa
Todo tu llanto también es esta ciudad
la calle tiene ese olor
ese sudor
inventado por la cama
Busco tu pelo
pero es la boca
la que se atraviesa en la soledad
como si fuera una bailarina
Me voy pronto y puedo ver
todo el mar arruinando mi tristeza,
cada quien busca el punto exacto
del país suyo, imbatible, eterno
entonces queda decirte
que soy tambor y Venezuela
caribeño y que cree en un proceso político
dentro, tengo otro pasaporte
y es el abrazo con toda su ebriedad
Tantas cosas
pero sólo las palabras
guardan el cofre sagrado
la otra música
Se van bajando los días
en el resto de la Internet
no ven cómo alumbro yo
relampagueando
desde el ombligo hasta la fiesta
gritando a los cuatro vientos que me moldeaste
Carlos Duque (Caracas, 1977)
Santo oficio
yo que me burlo de los templos
de los santuarios
con sus curas y monjas que huelen a polilla
yo que me persigno antes de entrar a los burdeles
y sólo ante las putas confieso mis crímenes
y convierto el vino en sangre
y leo el futuro en los muslos de aquellas dulces damas
que sueltan barbaridades de su boca
mordiendo las sábanas
escribo nuevos testamentos
reformulo los viejos
en canciones de misa
escribo mandamientos para las secretarias
que fornican en las oficinas
multiplico los pecados por todas las ciudades
y se vuelven capitales
abro círculos para que todos
quepan en este dulce infierno
si me crucifican
no me pongan entre ladrones
porque seguro no resucitaré
entre los muertos
me quedaré allá abajo sonámbulo
y en éxtasis
oliendo el perfume del entresuelo
Daniela Saidman (ciudad Guyana, Bolívar, 1977)
Ángeles despedidos
Andenes repletos de despedidas
manos augurando sueños
y una boca nombra los olvidos
maíz azúcar tabaco
trenes despoblados
mañanas tentadas de sudores
así siento-veo este siglo que se pierde
entre edificios desplomándose
entre niños que matan niños
y ángeles derroteros
convencidos de dios y wall street
Eduardo Viloria (Valera, Trujillo, 1977)
En esta hora del mundo
(canto al pueblo venezolano)
Está naciendo otro mar en e1centro de la tierra:
tiene rostro de árbol que aletea cuando llueve adentro de su tallo
y un grito de fervor en la pureza con que viene al mundo
Los viejos huracanes tienen bahías nuevas como destinos de sol
y habrá de llover entonces la altura para poblar sus islas
A la rosa de los vientos le creció el plumaje
y toda su expansión ocurre ahora hacia otro centro
Ah, torrente exacto de los astros, se te hizo más encanecida la mirada
y más anchos los contornos de tu cauce guía
El corazón humano atento permanece en el centro de sus ramas
y siente hacerse más amplia su estatura en cada pulso
mientras brota sacrosanto todo sembradío
El rocío es también una forma del cielo para florecer
y una forma dispersa del sol para acercarse a escuchar
Florece de niñez abierta el patio
Cada día se hace más can cántaro el fogón
Y la casa campesina se entrega desceñida para amamantar la Patria
toda henchida
de terrestres anhelos labradores coronada
Cuánto oro descansaba envilecido en nuestro nombre
Cuánto cuerpo de luz
Cómo caminábamos sin rastro y doblegados
Fuimos siempre luz de socavón
Veta frondosa pero extenuada en el desierto
Un árbol con mucho llanto se irguió en el centro de la palabra y la oración
Ahora crece verde nuestra casa desde el barro
Fulgurante comienza a prodigarse nuestro patio
Y de aire soleado cuajan sus paredes
El río todo era un camino seco y sin embargo florecimos
Hablamos, y se detiene la profundidad para escucharnos
Suspendidos sin fronteras con lo abierto
somos honda corona para la frente del mundo
En una ciudad que suda llamarada de manos
sonora embarcación de lumbre vegetal orienta en la marea nuestro día
Y nos gusta el abismo porque lo sabemos de arcilla
Gira lenta la osamenta de la tierra y somos brisa
canto también
flor sonora que amanece con angustia en nuestra lengua
Está naciendo otro mar en el centro de la tierra
Y casi todo su oleaje fue llorado en el silencio del despojo
Altas cumbres de piedra y desiertos quemando de soledad son nuestra efigie
Múltiple casa de agua y verdor nuestra insignia
Denso monumento de ojos tendidos al abismo nuestro nombre
Pura mina luminosa de sangre enamorada
y grande cifra de carne humana entrelazada en el esfuerzo
Toda arteria nuestra se teje para taladrar el horizonte
y morir latiendo allá donde crece impasible el infinito
He visto miles de manos trabajar juntas una palabra nueva
He visto cómo se borra el silencio entre los cuerpos
He visto cómo se fundan carcajadas honestas en el centro de los huesos
Y cómo una canción se queda sin contornos para que se haga canto nuestra sombra
He visto a una mujer erguida a la altura de su altura
Y a todos los cielos callados escuchando la emoción de su mirada
Que muera la poesía entonces si no cae de rodillas y agradece
Que muera el verso si no hace tibio y parturiento el grano de maíz
Y retoña surco abierto para el abrazo crecer
Que muera si no es vientre también y espuela fecunda
Y que el lápiz amanezca como en su edad de puente o de arado
y sea rama que se cruza a sí misma para sembrar su fe
Si somos catarata reventando en el medio de todas las ciudades
cómo no ser también prolongación sonora de su trueno
Escuchemos entonces cómo cae el aguacero con nuestro canto adentro
Luis Ángel Barreto (Maracaibo, Zulia, 1979)
Pertenencias
Tienes un obús humeante
tienes unas calles
tienes tres ciudades a oscuras
tienes un muerto, un cadáver persa.
Tienes una gota de agua en la cara
tienes varios peldaños de una escalera.
Tienes todos los ojos cerrados.
Tienes la madrugada con todas sus horas cortas
tienes una infinidad de días.
Tienes un iluso soplador de Murano.
Tienes la lluvia, todas las lluvias.
Tienes un clarín que no suena
tienes prisioneros de plomo
la desesperación estática del ajedrez
la manía de mirar al cielo.
Tienes la verticalidad de un susto
tienes todos los jardines.
Tienes una perla debajo de la lengua.
Tienes la lejanía.
Pero, a pesar de todo eso
eres bastante parecida a las batallas perdidas.
María Alejandra Rojas (Caracas, 1980)
a Yanuva León
He querido regresar a la legalidad cruzar la pierna en el
bus estornudarme encima he querido llegar a casa una y otra
vez las llaves en la idea obsesiva de volver a verme inclinar el
rostro frente a los señores del aseo he querido ser legal con mi
cara de pendeja frente a un largo camino he preferido
descolgar el retrato vomitar en los lavamanos apresurar el
paso para dispersar y huir a mis propias flatulencias he
pensado que detestándole desaparecerá y se llenará de cosas
de solicitudes de balas y patadas quiero oír un tropezar quiero
saberlo todo quiero cerrar el puño estrangular la palabra que
recojo cuando apresto hasta el cubo de hielo fumo un filtro
recién seco y me prometo parir y volver pedir permiso a la
pierna y reír del que se ahoga tirar la reja en la cara y para qué
te ves el camión pasa por la noche silbarle he evitado silbarle
a la muchacha que pide el martillo luego limpiar y disimular
todo acto desleal y pagadero a crédito con las botas llenas de
tierra cierro la boca y aguanto el dedo en el ascensor he
querido otras casas y otros pensamientos para cuando me
animo a decir mi nombre me desplomo estoy cansada del olor
a sangre y sol que destilan los alientos de nosotros los
sabedores.
Lyerka Bonanno (Valencia, Carabobo, 1981)
Me contagio con tus enfermedades
escucho entre quejas
deseos de mejor vida
tus palabras que se clavan en la culpa
de los errores típicos de mis años
pido colar el café para que descanses
mientras busco en el agua caliente
alguna palabra de consuelo
América Martínez (Caracas, 1981)
No encontrarás el camino de vuelta
Tus huellas se fundirán con el sendero
trazado por los que ya se fueron
Los alcanzarás
Abrevarás tu sed como ellos lo hicieron
Te inclinarás ante su orilla
y lo que soy se ahogará en el Leteo
Después de beber olvido
seguirás andando
Yo permaneceré aquí
Con este irresoluto juego de memoria disperso en la mesa
Repitiéndome
-mientras develo cada carta-
que siempre fue igual
que nunca vi a nadie volver de ahí
que al olvido se va
como se va a la muerte.
Víctor Manuel Pinto (Valencia, Carabobo, 1982)
Ella sospecha
que él siente lo mismo
y lo espera junto al budare
para que coma caliente
al llegar
él ve el sueño de los hijos
y ella entra al cuarto
a reconstruir los suyos sin hablarle
cuando la cama es puro descanso
ella duerme de cara al ventilador
y él
mira un rato en el techo
el parpadeo de una luz de la calle
que no sabe si quemarse
o seguir encendida
Yanuva León (El Hatillo, Miranda, 1983)
Tengo norte de cangrejo y una ridícula sonrisa fuera de
tono, esta cápsula comprada a fuerza de párpados cerrados
es un grosero perfume para vomitar flores plásticas, detrás
la tierra andrajosa se llena de piojos, rastro de uñas en la pared,
agua sucia en las miradas, niños al ajillo en el último banquete
imperial, mar abierto al pez muerte, ajedrez perpetuo en el
jaque, carroña esperanza en muebles de rey, detrás dios abierta
la boca se ríe de Chaplin, tosen los pájaros con rigor de fin en las
plumas, un televisor con piernas de hembra coquetea con las
últimas neuronas y aquí burbuja procaz estos cuentos repulsivos
de palabrotas acartonadas, una promesa envejecida vierte talco
en la letrina, fórmulas de tinta resuelven la ecuación-mundo en
treinta tomos, es mejor un brocado luengo grita sin pudor un
maldito sabio parapeto, óperas, gritos, gaudeamus, pan roto.
Mientras la realidad huele a majada yo pensé en mariposas y en
ti, que no me conceda nadie el perdón.
Diego Sequera (Caracas, 1983)
Como arte poética para Inti Clark
Se acabó la poesía de rosas. ¡Venid a oler esta mierda!
Jaime Jaramillo Escobar
¡Qué vaina poeta, poesía inocente no hace nadie!
- C.
Que el verso sea una bala
Que se haga tren matagente rompedestino
Devastar los segundos, orgullosos,
y no hacer nada.
Sin embargo a pesar suyo
(y se merece):
explosión fuera de serie
saber que no van a ser los tuyos quien nos salve
memoria
memoria para un retrato
un tiro-palabra
metra fulminante quisiera ser
(defender en los que crecen
que a esta hora los ahogan)
(cantarle si no a su negra, a su chamo
y a uno mismo)
pero decíamos
Como la palabra verbo echando tiros
Matizar el yodo del vocablo
-hermano
Verso-bella-bala-que matiza-la-memoria
Verso bueno para preservar un pueblo
Verso bobo por mencionarlo
Asesinos en acción (pasivos por lo más bello)
con cara condescendiente
y sin saberlo
en silencio,
o bien callados
nos callamos
José Miguel Casado (Caracas, 1985)
Para no entrar en polémica
nosotros defendimos el puente de los franceses
tomamos el palacio del Reichstang
tumbamos a Pérez Jiménez
desembarcamos en el Granma
y sacamos a los gringos de Vietnam
nosotros pusimos el primer hombre en el espacio
dimos la vida en cada patria
no alcanzarían todos los periódicos
y revistas del mundo para nuestros obituarios
nosotros escribimos Canto General
y pintamos Guernica
Te recuerdo Amanda
y Techos de Cartón
son de nuestra autoría
¿usted sinceramente puede creer
mi doña
que entre tantas obligaciones
nosotros tengamos tiempo de mantener
el exótico hobby culinario
de comer niños?