En el marco de la gustada sección “Poesía, fama y poder”, presentamos un curioso texto de Álvaro Obregón (1880-1928), presidente de México entre 1920 y 1925. Fue una de las figuras centrales de la Revolución Mexicana. Derrotó y mermó para siempre la capacidad militar de Francisco Villa en la batalla de Celaya en 1915. Amante de la poesía y lector de López Velarde, escribió poemas también.
FUEGOS FATUOS
Cuando el alma del cuerpo se desprende
y en el espacio asciende,
las bóvedas celestes escalando,
las almas de otros mundos interroga
y con ellas dialoga,
para volver al cuerpo sollozando:
sí, sollozando al ver de la materia
la asquerosa miseria,
con que la humanidad en su quebranto
arrastra tanta vanidad sin fruto,
olvidando el tributo
que tiene que rendir al camposanto.
***
Allí donde el “monarca y el mendigo”
uno de otro es amigo;
donde se acaban vanidad y encono
allí donde se junta al opulento
el haraposo hambriento
para dar a la tierra el mismo abono.
***
Allí todo es igual; ya en el Calvario;
y aunque distintos sus linajes sean
de hombres, mujeres, viejos y criaturas
en las noches obscuras
los fuegos fatuos juntos se pasean.
7 DE AGOSTO DE 1928. ALVARO OBREGÓN
(El Tucsonense, 7 de agosto 1928 p.4)