A.E. Quintero en Minería!!

El poeta A.E. Quintero, ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, presentará su libro 200 Gramos de Almendras” este domingo 3 de marzo a las 18:00 horas en el Auditorio seis en la Feria Internacional del Libro del Palacio Minería. Lo acompañan Juan Domingo Argüelles y Maritza López. Aquí dos poemas del libro.

 

 

 

El niño llora porque en el cielo

no está su perra, ni sus dos gatos. No los ve.

Ni aquel pez que la muerte llenó de un hongo blanco.

 

Llora porque le dijeron

que algo anda mal con sus ojos

y nunca podrá ver a sus muertos tomar la forma de una nube.

 

Llora porque es un mal niño

y no respeta el silencio que hace la muerte;

llora

con ese sonido que hacen los patines de metal contra la acera.

 

Porque es malo pasar todo el día mirando

los aviones

y los pocos helicópteros de la policía:

 

 

tiene miedo de que un avión

o un helicóptero

atropelle a su perra que está en el cielo, y entonces muera más todavía.

 

 

Es un niño malo, y tonto.

Cuando mueras, niñita,

volverás a oír ladrar a Daisy, podrás llenarte la nariz con los pelos de tu gato,

y verás a Popeye sin hongos en las escamas.

Pero no encontrarás a tu padre muerto, porque

de tantos disgustos que le diste, lo enfermaste. Por eso se fue,

niñita. Por eso le dio cáncer. Tú

le provocaste cáncer.

 

 

 

 

 

*

 

 

 

 

Será que los pájaros

saben algo de la muerte que uno busca.

Y la lleven, la sientan

romper el cascarón, y la lleven

a un lugar seguro.

 

 

¿A dónde van a morir los pájaros?

 

 

Quisiera pensar que caen al mar

como estrellas que han volado demasiado.

O que en ciertos árboles

hacen un nido donde quedarse.

 

Nunca he visto en la calle

caer un pájaro,

atrapado por esa jaula sorpresiva

que es la muerte.

No lo he visto caer de un árbol

como caen las peras o las manzanas.

 

Porque supongo que deben caer

en alguna parte. O tendrán sus cementerios

como ese enorme pájaro sin alas que es el elefante.

 

 

No quisiera buscar la explicación científica.

No quisiera enterarme

de que bajan,

que descienden al mundo de abajo

 

 

 

 

momentos antes de morir. Y revolotean,

se tienden bajo un arbusto, boca arriba, mirando alejarse sus ciudades.

La estrella azul de su tiempo. Hasta que se los come un gato

o una rata se los lleva.

Librería

También puedes leer