Presentamos del poeta, narrador y editor salvadoreño Mauricio Vallejo Márquez (San Salvador, 1979). Ha publicado, entre toros, Tiempo en la marea (poesía, 1999), Cantar Bajo el vidrio (poesía, 2000), (poesía, 2007), Cuentos de Ocio (microcuento, 2006) y El libro La decisión, la venganza y otros cuentos (cuento, 2012). Es coordinador del Suplemento Cultural 3000 de Diario Co Latino y Aula Abierta. Director editorial de Ediciones La Fragua.
Todos los poemas a continuación pertenecen al libro La espera de Mauricio Vallejo Márquez.
UNO
Te encontré con la nieve aún queda en el verano
y contando las estrellas con tu dedo , perdiendo la cuenta antes de llegar a mil .
Esos días no hubo flores , ni dulces , ni el arrullo de los pájaros
pero sí un corazón agitado que guardabas en un zapato viejo
y lo sacabas a cada tanto de tu ropero mientras te peinabas.
Allí aprendiste a esconder los tratos y los sueños
Y allí yo aprendí a amarte .
Cada mañana el sol me ponía la camisa y me daba una palmada para salir,
reunía los pocos billetes y esperaba al canto de los árboles el bus
hasta que bajabas y el pecho me brotaba de tormenta al verte
con la sonrisa de siempre y esa mirada de venada eterna
te entregaba mi destino y a andar nos dábamos .
Esos días fueron de brisa y sol ,
en esos días te amé .
Ahora que los años nos ahuyentan
nadie sabe que aquellas mañanas , juntos , abrimos la aurora
sin saberlo en plena llovizna castaños nos hicimos
y nos auguramos el amor con aquellos besos .
Hoy los años no tienen fila ni promedio
pero aquilataron esa tierna entrega
de saber amarte .
(2 de enero de 2008)
CINCO
(Apuesta)
Ahora que sobre la mesa
solo queda la silente baraja
y el rumor de algunos dedos
paseo con mis ojos los surcos duros de mi rival ,
los párpados caen
y mi mano vacía .
No queda más de valor para apostar
sino la vida .
Despacio y como arrullo arrojan dos cartas .
Quedan tres , pero detiene su pulmón .
Apenas tiene frío y sólo hay un sol en la mesa .
Ya quiero cambiar mi reina con sus ocho espadas ,
que todo un ejercito acampe rojo y con banderas
pero no este 2 de corazones ,
sin escala ni color
solo pareja
y a mi rival se le escapa el honor por la frente .
Juego la mesa y la vida ,
él un ruido con su hombría
antes de darme la mano
resignado .
(24 de enero de 2008)
DIEZ
Hoy me acordé de ti ,
del paso por los valles de tu cuerpo
de tu mundo inconquistable donde quedaron mis palabras
de la ancha aurora que gemía por tus labios ,
de tu aliento leve y en urgencia por callar mi voz con un beso .
Me acordé de ti
y de tu reflejo de cascada
con tus manos juntas y tus ojos en mis ojos .
Mi frente lleva tu nombre
y recorre mi barba como la luz ,
tanto como un beso ,
pues al verme
te veo ,
tus mejillas en las mías y tu nariz esculpida .
Vas en mí , como yo aún estoy en ti
y así mi nombre
porque me recuerdas tanto ,
tanto como yo .
Me acorde de ti
jugábamos al amor entre caricias
mordiendo nuestros días con la noche
estrechando nuestros cuerpos
amándonos .
Ese corazón que nos entregamos
y yo llevo justo aquí en el pecho
y lo lustro con los sueños de los días
así llevas tu el mío
guardadito por los años.
Hoy me acordé de ti.
(19 de marzo de 2008)
TRECE
Apenas anuncias el alba con tu voz
y yo te veo
guardándome el alma entre tu pecho
y tú
meciendo en tu pie mí deseo
despacio , tan despacio y en giro apacible
hasta interrumpirte ,
mientras tu ancho
azabache pelo apenas en lenta onda
cuando ríes .
Tus manos entran en discusión con el viento
como una gacela blanca que apenas se marcha y vuelve .
Tan lejos estás
que sólo la palabra te acerca
tan lejos
y sabes que te observo
y que muero cada vez
más
porque mi silencio
te grita todo
y tú no lo escuchas .
(8 de septiembre de 2008)
DIECINUEVE
Ibas sola, hiriendo a la tarde al ver sobre tu hombro .
Alzando tus pies en silencio cruzabas el mar eterno de nuestras calles
y allí ibas, sola, tan sola que parecías morir en la cuadra
para resucitar junto a la aurora cuando se escuchaba tu voz
aunque los relojes agonizaran silentes .
Nunca pude llenarte de sueños
porque tu soñabas sola …
Te observaba abriéndote paso por los años
y me miraba a mí aún quedo , a la espera
cuando brotaba en mi cabello una marea
al detener tus pasos para sonreírme
la última tarde en que te vi
el sol se sonrojó
al vernos
de saber amarte
no queda más que eso de saber
porque allí ibas
sola, sin amar .
(27 de octubre de 2010)
VEINTICUATRO
Alguna vez soñaste que envejeceríamos juntos
mientras yo escribía en una vieja agenda que llevaba atada a mi cintura,
todos los solsticios que iban quedando
y recuerdo bien
porque cada una de sus señas comenzaba con tu nombre
y acababa con el mío, sin querer
y recuerdo, si, recuerdo
que veríamos pasar las lunas como ahora vemos el reloj,
pero los sueños no fueron suficientes
y no nos vimos marcar la historia de nuestros rostros
y no toleramos a nadie que no fuéramos nosotros
y a pesar de todo nos volvimos a encontrar
y volvimos a soñar
ya en ciudades diferentes
y soñamos un día con su tarde
una noche con su madrugada
y ya solos, dejamos de soñar .
Libraste tu recuerdo, pero aún quedaba en tu pecho la llenura
que sólo yo te podía dar
y florecieron los árboles y en el suelo nevó el amarillo y el azul y el naranja
hasta que los años se quedaron prendidos en tus pasos
y nos encontramos
y volvimos a soñar
esos sueños que yacen con la edad
que van creciendo con nosotros hasta que el mundo
lento, los llega a olvidar.
(1 de noviembre de 2010)
TREINTA Y DOS
Quiero, me digo a mi mismo
y el viento cruel empuja mis cortinas
Quiero, irremediablemente lo digo una vez
Quiero, me repito sin quererlo hasta que la brisa
Cede y limpio de mi teclado algún ancestro
mientras a mi alrededor va callando el día
al armar en su mirada el misterio de vivir
para irse y no volver como me figuro
y dignarse a buscar entre el vacío
algún nombre que no sea mío
otro nombre que no recuerde
porque quiero, en verdad
olvidar ese nombre
que te nombra
quiero digo
sin querer
Y apenas se escucha el trinar del cielo falso
Porque el día va cayendo en esta hora que el reloj dejó
dejando el número, es decir la palabra irreconciliable
que aún se repite… sin dudar.
(6 de noviembre de 2010)
SETENTA
Marchaste rumbo al desierto
sabiendo que ibas sola y sin agua
y aún así no te importó ir
te observé bajando la cuesta,
esa misma que subía cada tanto
para verte,
hasta volver a subir
y perdida ya en la profundidad
supe que el viento
llenaría tus maletas
junto a la arena
junto a la distancia
y el mediterráneo
creyendo que enterrarías el corazón
en Tierra Santa, lejos de la meseta
donde agrupamos días y encierro
creyendo conocernos,
procurando sin mas amarnos.
Volaste y vestiste una túnica blanca
creyendo contener el cielo en su encaje
y los sueños fueron desvistiendo tus pasos
hasta que no quedó historia,
hasta que procuraste la huida
otra vez sola
y aprendiste nuevos idiomas
y a hablar sin hablar
caminando entre la lluvia de hojas
en el joven otoño
de una vieja ciudad
donde no encontraste
alguien con quien desbordar el corazón
ni con quien abordar la marea
en plena tormenta
donde habitaste el invierno
y ansiosa decidiste volver a mi
cruzando a pie el océano
rompiendo sus olas
hasta cubrir los mares
bajo tu triste sombra
que en una ola juntó dos mundo.
Rondaste esa vieja meseta
cubriendo de tierra tus solitarios pies
buscando y dando voces
sin sol y sin luna
y no me encontraste
y la luna entre sollozos
se derramó en tu pelo,
en tu cabeza extraña
para decirte
que era imposible formar un día y su noche
porque los años nos hicieron otros
y formaron nuestros caminos
tú, lejos del tiempo
y yo, siempre en las horas
sólo observando como tus olas
vagan de playa en playa
hasta la eternidad.
(15 de diciembre de 2010)
Datos vitales
Mauricio Vallejo Márquez (San Salvador, 1979). Escritor, poeta y periodista Ha publicado: Tiempo en la marea (poesía, 1999), Cantar Bajo el vidrio (poesía, 2000), La Casa (poesía collage, 2001), El último salmo (poesía, 2007), Cuentos de Ocio (microcuento, 2006) y El libro La decisión, la venganza y otros cuentos (cuento, 2012) y Bitácora (poesía, 2013). Coordinador del Suplemento Cultural 3000 de Diario Co Latino y Aula Abierta. Director editorial de Ediciones La Fragua.