La Decena Trágica en el diario de Federico Gamboa

Parte de la élite del porfiriato estuvo integrada por los novelistas del realismo y por los poetas modernistas, entre los que se encontraba el narrador Federico Gamboa. A un siglo del inicio de la Decena Trágica, que socavó uno de los pocos periodos democráticos de México, presentamos las notas del diario del autor de Santa (1903).

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1913

[El primero de enero anota: “El año que comienza antójaseme preñado de sorpresas, especialmente mi país y para mi individuo.” Los diarios mexicanos mencionan la posibilidad de que Gamboa sea nombrado secretario de Relaciones Exteriores en el gabinete maderista. Cita, sin traducirlos esta vez, otros “Aforismos del tiempo presente” que Le Bon publica en Le Figaro: “Toda revolución popular triunfante significa un retorno momentáneo a la barbarie. Constituye el triunfo de lo instintivo sobre lo racional, el rechazo de las restricciones sociales que distinguen al civilizado del bárbaro. Las revoluciones no tienen por resultado inmediato sino el cambio de una servidumbre por otra.”

Lee los Orígenes de la Francia contemporánea de Hipolite Taine que reducen su “antipatía instintiva” hacia Napoleón y logran al mismo tiempo “aumentar y justificar mi odio viejo a la Revolución Francesa y al jacobinismo, su padre; por desgracia padre también de todas o casi todas las repúblicas y democracias falsificadas y sectarias de nuestra América.”]

 

11 de febrero-Según las informaciones telegráficas de ayer y de hoy, parece que la situación de México llegó ya a una crisis resolutiva: Madero Hnos., Porra [i.e., los maderistas agrupados en torno de Gustavo Madero], Pino Suárez y Cía, la banda trágica mucho más que la de Bonet, Garnier, etcétera, así apellidada en Francia, se hallan a punto de caer, derribados por Félix Díaz… ¡Si de veras terminara esta época de ignominia y barbarie que tanto nos infama! […]

14 de febrero-Sin noticias oficiales desde el 11, lo que quiere decir —yo he sido cocinero antes que fraile— que el gobierno no ha logrado sobre los rebeldes ni la más pequeña ventaja… En cambio todos los periódicos ¡todos! traen columnas y columnas con telegramas de lo más alarmantes y contradictorios.

Lo que sí se halla fuera de duda es que México se ha colocado por debajo de la cafrería… ¡Qué cantidad de horrores, cuánto salvajismo el nuestro! Para que nada falte al espantoso conjunto apocalíptico, una nota de altísimo grotesco: La República (?) de Cuba nos envía uno de sus cruceros con artillería e infantería de marina para proteger vidas e intereses cubanos. ¿Qué será de nosotros, Señor Dios, qué será de nosotros si hemos de seguir según vamos? ¿De qué sirve azotar la pluma a los responsables que ya deshicieron a la Patria? ¿Se han precipitado tal vez el crepúsculo de nuestra nacionalidad?… ¿Maldecirlos? ¿Y qué se gana? ¿Se borrará acaso el inmenso daño?…

Y sin querer, pensando en mi hijo, en los hijos de los demás que irán a preguntarnos a nuestras tumbas qué hicimos de México, comparo y envidio, traduzco con lágrimas en los ojos lo que mañana hará Inglaterra para honrar la memoria del capitán Scott, heroicamente muerto en el Polo Sur […] ¡Eso es una patria!

19 de febrero-Han sido tales y tantas las noticias sobre lo que está pasando en México que mi individuo ha ido baja y baja en todos sentidos: me siento avergonzado, infeliz, cómplice, culpable, impotente de prestar ayuda inmediata que valga algo. ¡Qué sé yo lo que siento!…

La noticia de anoche me clavó la puntilla y hoy no he podido levantarme: tengo calentura y el corazón se me salta del pecho… Eso de figurarme que el gobierno, a lo hora de ésta, quizá ya consumó el propósito que los telegramas le atribuían de ¡volar con dinamita cuatro o cinco manzanas de nuestra capital! me ha herido físicamente, me ha destrozado mi espíritu, cual si la satánica voladura la llevaran a término con mis entrañas… ¡Matricidas!

Vino el médico en la tarde; aprobó el encamamiento; diagnosticó, previa insistente y concienzuda auscultación, neurosis cardiaca y fiebre nerviosa producidas por honda sacudida moral… Y cuando me preguntó por las cosas de mi tierra, se me salieron las lágrimas como a una mujer…

21 de febrero-Triunfó Félix Díaz… ¡Bendito sea Dios! De puro gusto, hasta corregí esta noche y las devolví a “Renacimiento” treinta y tantas galeras de pruebas de La llaga. Me he sentido de alivio.

22 de febrero-¡Al fin! Telegramas oficiales esta noche: Primero: Que hoy tomó posesión Pancho de la Barra, de la cartera de Relaciones Exteriores. Lo que confirma el gabinete que Le Figaro anuncia, a saber: Relaciones Exteriores, De la Barra. Gobernación, García Granados. Fomento, Garza Aldape. Comunicaciones, Fuentes (?). Justicia, Rodolfo Reyes (a quien se dio por suicida el primer día de la revuelta). Hacienda, Esquivel Obregón. Guerra y Marina, Mondragón. Instrucción y Bellas Artes… nadie hasta ahora. ¡Mal síntoma! Segundo mensaje: que desde el día 19 y “conforme a la ley” (este “conforme a la ley” vale las dos Californias y todo el Transvaal) asumió el poder ejecutivo de la República ¡el general de división don Victoriano Huerta! Ni un poquito me gusta, aunque en las circunstancias actuales y con tal de que sea por brevísimo tiempo, pase don Victoriano Huerta ¡y que Dios lo ilumine!

A reserva de ratificar cuando conozca yo en todos sus detalles esta “decena demoniaca” de la ciudad de México —mi tierra dos veces— muy más espantosa y horripilante que la célebre “semana trágica” de Barcelona, hoy por hoy el único héroe de ella es Félix Díaz que: —Se separó del ejército. —Tomó Veracruz sin robar ni matar en balde y en Veracruz, según voz pública, fue víctima de traición. —Echóse encima todas las responsabilidades al ser juzgado y condenado a muerte. —Padeció cautiverio virilmente. —Y después de que lo sacaron de la Penitenciaría encabezó el movimiento final que dio por tierra con el macabro periodo maderista… ¿Quién puede disputarle la presidencia dictatorial a que infaliblemente llegará y que tan urgentísimamente necesitamos? ¿Quién?…

En segundo término, pero con cierto relieve, viene la figura de Pancho de la Barra, por su humanitaria, arriesgada y patriótica intervención conciliadora. La figura de Victoriano Huerta, en tanto no se presenten pruebas concluyentes en contrario ¡es negra, bastante negra! Sirvió a Madero. Recibió de él, si la fama no miente, hasta doscientos mil pesos por vía de cohecho, gratificación o lo que sea. Madero lo hizo general de división. Es el autor del bombardeo de la ciudad durante diez días: o ni uno solo debió de ordenarlo y vigilarlo, o debió morir entre los escombros de la metrópoli pulverizada por sus cañones, defensores de un gobierno que no merecía defensas sino excecraciones por lo mucho malo y negativo que consumó en catorce meses de poder. Es el responsable de los fusilamientos de represalia. ¿Por qué exaltarlo hasta la presidencia si lo que le corresponde es ir a presidio?… Esto se hubiera hecho en un país civilizado; pero desgraciadamente en el nuestro los robos, los crímenes, las inmoralidades de los gobernantes y gobernados se premian con puestos públicos o dinero para coronar sus asquerosas hazañas.

[En] cuanto a Francisco I. Madero, no merece pena de muerte, a pesar de sus hazañas trascendentes, sino su internación en un manicomio. ¡Es un enfermo irresponsable! Digo, siempre que no resulten, como parece cierto, las imputaciones que se le achacan, muy claramente, de su complicidad descarada con los yanquis.

23 de febrero-¿Nueva revolución capitaneada por [Ambrosio] Figueroa y no obstante el sometimiento de Orozco y el desarme de Zapata? Pero entones de veras no tenemos remedio, ni esperanza de alcanzarlo nunca… ¿Estaremos perdidos, irremisiblemente perdidos?… ¿México entero padecerá de incurable licantropía? Los yanquis —¡oh los yanquis!— parece que están señoreándonos descaradamente. ¡Infeliz del que vaya ahora como embajador de México!…

24 de febrero-Cuando me proponía dar su sitio en los sucesos últimos a Pino Suárez y a Blanquet, que en mis apuntaciones del día 22 no fueron mencionados, los periódicos de la mañana, primero, y un largo telegrama oficial después, me enteran de la violentísima muerte de Madero y Pino Suárez… Y yo que conozco a mi gente,  en tanto no me demuestren lo contrario, inclínome a creer que hubo aplicación de nuestra horripilante y cavernaria “ley fuga”… ¡Nada, nada me gusta este señor Huerta! ¡Y el asesinato de los altos funcionarios desposeídos es incalificable! ¿Será cierto que de la Barra tanía ya distribuidas entre los diplomáticos extranjeros, cuando lo de la tragedia que dio fin con los malaventurados Madero y Pino Suárez, q.e.p.d., invitaciones para un almuerzo? ¡Trop de zèle, trop de zèle! Los periódicos europeos anuncian que sus invitados, por boca del embajador Wilson —aquí que ni de molde lo de “boca de ganso”— no aceptarían el almuerzo mientras no se comprobara que no ha habido asesinato oficial con Madero y Pino Suáre… A Blanquet lo absuelvo, si es cierto que su hijo militaba en las filas de Félix Díaz. En guerra civil ¡no tirar uno contra su hijo!

 

Federico Gamboa, Diario de Federico Gamboa (1892-1939), Selección, prólogo y notas de José Emilio Pacheco, México, Siglo XXI Editores, 1977, 188-192.

 

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