Este 6 de marzo a las 7:30 p.m. en el bar Lobo Estepario, ubicado en Cuesta de Moras, en San José de Costa Rica se presenta “Trasatlántico” de David Cruz. Presentamos aquí la reseña que Javier Bozalongo escribe al libro.
El primer efecto sorprendente de Trasatlántico es sin duda el hecho de que el libro de este joven poeta que es David Cruz haya sido publicado en dos ediciones diferentes, en dos países distintos, con tan solo un año de diferencia. Si ya resulta difícil abrirse camino en el mundo editorial de la poesía, cuanto más lo es hacerlo en varios países de manera casi simultánea y con el mismo libro. Sin duda, que el libro fuera galardonado con el Premio Mesoamericano de Poesía “Luis Cardoza y Aragón” en 2011 debió ayudar a la difusión del poemario, publicación incluida. Una vez ahí, los libros deben defenderse por sí mismos, ni siquiera con el concurso de su autor, pues los poemas que los forman inician una vida y un camino nuevos del que los poetas siguen siendo responsables, pero lo son de un modo ajeno, pues aquellos dejarán de pertenecerles en la medida en que pasen a pertenecer a sus lectores, en el modo en que cada cual los incorpore a su mirada y los haga suyos. El cielo de un poeta, no hay que olvidarlo, es que un lector -cada lector- crea que ha escrito para él, solo y de manera exclusiva para él, y la única salvación posible para el poeta es que lo lean. Si esto se consigue además con plataforma de lanzamiento en dos países, y con el mismo libro, la sensación de ubicuidad debe parecerse mucho al paraíso en un tiempo en que la cultura -y la poesía aún menos- circula mucho más despacio que cualquier otra información que viaja por el espacio, real o virtual, a velocidades impensables tan siquiera hace unos años.
Trasatlántico es un libro breve y completo que admite -como todos los buenos libros de poemas- varias lecturas sucesivas y distintas, en las que el mismo lector será distinto después de cada travesía. Tal como indica Eduardo Chirinos en el prólogo, han sido muchos los autores que se han atrevido a enfrentarse a la historia hispanoamericana desde posiciones que han ido evolucionando a lo largo de los años al mismo tiempo que cambiaba el lenguaje con que se abordaban tales acercamientos: de Neruda y Cardenal a Pacheco, Hinostroza o Cisneros, de Chile a Nicaragua y de México hasta Perú, unidos por un destino muchas veces común, todos han interpretado el discurso de la conquista, contra la conquista, con visiones más o menos dramáticas que se fijan más en la sangre y el fuego que en la corriente establecida entre las dos orillas. Hubo heridas, pero la poesía debe ayudar a sanarlas. “Quien canta, su mal espanta” dice un viejo refrán castellano, y el peor mal sería en nuestro tiempo la incomunicación o el aislamiento. Cantemos, dice Cruz, y rompamos la distancia lanzando este buque poético, de proa segura, contra la historia pero a favor de la historia, hacia la historia pero en contra de las mentiras, hacia la historia pero mirando al mismo tiempo hacia el futuro. Seamos hijos o nietos de la conquista, pero inventemos un tiempo nuevo.
El libro se divide en cuatro partes que representan los puntos cardinales de la embarcación: Proa, Popa, Estribor y Babor, cada uno con un subtítulo cargado de intención que da paso a los poemas del libro, milimétricamente desordenados en cuanto a la cronología de los hechos retratados, que ni siquiera podríamos citar como los más importantes de estos cinco largos siglos de historia común, sino como los paradigmas que el poeta utiliza para su propósito, que no es otro que alejarse del epicentro de los acontecimientos para obtener una mirada más amplia, un ángulo de visión mayor que después le permita condensar en palabras, en muy pocas palabras en algunas ocasiones, lo que no parece poderse adivinar a simple vista, como sucede en el poema Nigromancia: “¿Sabrán los sioux que los soldados / harán con las pieles de sus hijos las tiendas / el próximo invierno?”, segundo poema de la primera parte del libro, en la que también cabe destacar el poema El ancla de piedra, por tratarse de una declaración de principios de cualquiera que sienta el mar como algo propio, como un modo natural de vida: “Un ancla es atadura. / Señuelo que rompe los corales / en su bóveda / de tiempo. // Vano metal / que reúne escombros. // Un ancla / resiste la tormenta / y dilata el silencio. / Es la más dócil de las condenas / cuando hemos saltado / a las profundas aguas / de la resignación.”, dejando clara aquí la vocación del libro, que avanza y crece en páginas y poemas hasta alcanzar la que tal vez sea la cima de esta colección de poemas de David Cruz, que también Chirinos señala como el mejor poema del libro, El naufragio de Diego de Almagro, porque en él se reúnen y resumen de manera magnífica las tesis reconocidas al principio: donde podía haber crítica histórica hay desilusión por las limitaciones del lenguaje, demostrando al mismo tiempo su contrario al dotar a estos versos de una expresividad magnífica no exenta de pesimismo, que traza un círculo casi perfecto entre el principio y el final del poema, que empieza: “Todo punto de vista / es un acercamiento / a la derrota.” y termina sintiendo que “Cada palabra que escribimos / se está borrando / para siempre”. La historia está escrita y no puede cambiarse, pero sí repetirse si no aprendemos la lección, de ahí que el poeta, hacia el final del libro, nos advierta: “La historia es una casa sin ventanas / donde insisten en forcejear la puerta.”
Después de Natación nocturna (2005), la voz y la poesía de David Cruz se decantan hacia una madurez que auguramos brillante a la espera de su tercer libro, quién sabe si en un tercer país, que lo confirme como una de las voces más prometedoras de América Central.
Trasatlántico
David Cruz
Editorial Costa Rica, 2012
( y Editorial Cultura, Guatemala, 2011)
Datos vitales
Javier Bozalongo (Tarragona, 1961) Ha publicado los poemarios Líquida nostalgia (2001), Hasta llegar aquí (Cuadernos del Vigía, 2005), Viaje improbable (Renacimiento, 2008) por el que obtuvo el XI Premio Surcos de Poesía; y La casa a oscuras (Visor, 2009), al que le fue concedido un Accésit del Premio Jaime Gil de Biedma de la Diputación de Segovia. Su primer relato publicado, El último tren, obtuvo un Accésit en los Premios del Tren 2011. Es asesor del Festival Internacional de Poesía de Granada desde su primera edición en 2004. Ha colaborado en revistas como Cuadernos Hispanoamericanos o El Maquinista de la Generación, del C.Cultural Generación del 27 de Málaga. Desde septiembre de 2009 coordina el Ciclo Poesía en el Palacio, que se celebra mensualmente en Granada. Dirige la colección de poesía de Valparaíso Ediciones.
David Cruz ( San José, Costa Rica) 1982. Ha publicado dos libros de poesía: Natación Nocturna que fue ganador del Premio Joven Creación 2004, Editorial Costa Rica 2005 y Trasatlántico ganador del VII Premio Mesoamericano de Poesía “Luis Cardoza y Aragón” 2011 publicado en Guatemala por Editorial Cultura(2012) y reeditado por la Editorial Costa Rica en 2012. Su obra se encuentra recogida igualmente en numerosas antologías y volúmenes colectivos costarricenses e iberoamericanos. El último de ellos REGIÓN. Antología del cuento político latinoamericano”. Ediciones Interzona. Su obra ha sido sido parcialmente vertida al japonés, italiano, portugués y al francés.