Cada semana nuestros lectores nos enviaran algunos de sus poemas. Un consejo revisará sus textos y publicaremos los mejores. Iniciamos aquí un diálogo poético con los visitantes de Círculo de Poesía. El correo al que puedes enviar tus poemas es viernesdelpoema@gmail.com. Descubre quiénes son los mejores poetas de esta semana.
Lidia Bao
[recibido sin título]
y llegó la vejez
el nacimiento
el parto
los pechos se caen
el cordón se corta
y al fin respiro
y así
de un grito
llega la vejez destruyendo este ataúd de seda
tan delicado y tan muerto
como una placenta vacía.
Andrés Arce
El pasajero
Sobre estelas de carbón
Trazando invisibles vías
Más que caminar flota
El haz de cielos y destellos
Despliega sus mil brazos
En las estepas del tiempo suspendido
Se eleva
El tenue trino de las hojas muertas
El refulgir de los ojos apagados
Cruza umbrales de cristal en ruinas
Desbocado
Salvaje como un rito urbano
Sagrado
Como un reencuentro en la penumbra
Vela la luz de lunas familiares
Asomado a la cuenca de sus ojos
Lunas íntimas como navíos en pozos
Pasa, pasa.
Péndulo de cismas
Crótalo errante
Quietud móvil
Arde, antorcha de silencio
Lenguaje resquebrajado
Palabra espejo
Arde en la hoguera arrojadiza
El instante eterno
El paso petrificado
Infinito
Vuelan los pasos en su cabalgata de violines
Vuelan los pasos entre tumbas y tejados
Exhumando rostros sepultados por la lluvia
Manos que ondean como aves
Desde la otra orilla
Pasa, pasa y es pasado
Es silencio recorrido
Vacío ebrio de abundancia
Rastro de un danzar sin horas.
Vuelan pasos entre abismos
Vueltos humos de los dioses
Estallan el concreto y sus misterios
El manglar de luz
Se cubre de símbolos
Se vuelve esfera
Serpiente caníbal
Y pasa, pasa el pasajero
Es festín de hierba y huesos
Canto en claroscuro
Es crisol de sombra y viento
Barca hecha noche
Cruza reinos suspirados
Zarpa en las miradas invisibles
Hecho bruma, hecho sol, hecho ceniza
Hecho nada, nada, nada.
Everton Behenck
[recibido sin título]
Entré
Me senté delante de ti
Y te dije todo lo que tenía para decir
Yo tenía toda la razón
El gran problema
Es que este poema
No trata sobre tener razón.
Lizeth Sevilla
Nahui
Espero que cuando yo esté muerto comprendas
que conseguí tanto como pude.
Charles Bukowski
I
Debió ser doloroso Nahui
abrir los ojos en una cama
sin tu mujer al lado
dejar pasar la eternidad
-que te pertenece-
bebiéndote las olas
de un mar dulcísimo
recorrer las plazas comerciales
con ese ejército de ángeles asexuados
que no podrás poseer/
porque en tu nuevo mundo
no está el cuerpo mío
amándote
teniéndote cerca de la piel
que ahora arde y envejece
en esta tierra de misterio y tumbas.
Debió ser extraño mirarte en las aguas
cristalinas
con tu ropaje blanco.
Escuchar mientras caminabas
los murmullos de terceros que te cuestionaron
y desde entonces te condenaron al olvido.
Debiste añorar esos conciertos coreanos
-que sólo tú entendías-
en aquel mundo sin lengua/
los atardeceres en los que Lhasa de Sela
se incrustaba en tus oídos
mientras leías a Platón o a Wittgenstein
y yo tomaba café o agua.
Cómo debió dolerte
no tener en tu mochila el viejo libro
Nietszcheriano
que cargabas en tus viajes,
la colección de Alighieri
que te ponía de malas cuando llegabas al infierno
y salían ese momento tus fantasmas
al filo del atardecer
reclamando tu presencia.
No pude seguirte Nahui
porque me quedé llorando tu ausencia
en esa tarde de julio en que te reventó la vida
y ya no quedaron fuerzas para reclamarle al destino.
Cómo me entume el tiempo Nahui,
el ruido de los carros, el vacío de las noches en vela
esperando que vengas y me expliques
que me digas del neoliberalismo,
del misterio de los cuerpos despojados.
II
Qué le vamos a hacer a la vida
Nahui
si así nos la construyeron
muda
inerte por antonomasia
sin asombro
sin renunciamientos
con el caos agrietándonos los labios para no hablar jamás.
Cómo te explico Nahui el abandono
cómo te curo las heridas
de esa alma tuya
que se ha ido a adolecer
a otros paraísos
cómo te digo a ti
del libre albedrío
si elegiste bien al desafiar las reglas de los mundanos
de los que vamos por la vida creyéndolo todo
el currículo
la lengua
el sexo
los divorcios
III
Nos has dejado para siempre
dolorosos
con el miedo entrando por las uñas
con las lagrimas quemando los rostros
de esos entes que nos miran y callan
con la moral rasgándonos el pecho
y la ciencia atolondrándonos
la vida…
Cómo me harás saber de ese momento
-católico y apostólico que tanto odiaste-
en que vengas y tumbes la puerta
tires los libros
asustes al gato
y me digas con la fuerza del que regresa
que no ha pasado nada…
Hay que volver a dormir…
Nida Alegri
Oración de la sirena
Si existís, dios de las mujeres que envejecen
dame ganas de seguir cagándome de la risa,
tal como venís conservándome esa gracia hasta hoy
(y te lo agradezco, señor)
dame los ojos verdes que tuve, como buena sirena que soy,
haz que no se sequen, aunque no vean como antes:
ellos ven la lujuria del planeta azul
aun en la maldición de la presbicia
y en esa visión, ensalzan tu gloria..
Dame la posibilidad de que si El me mira, los ojos se me rían
Si existís, dios de las mujeres menopáusicas
dame algo de gracia serena
dame la no resignación
dame, ya no la belleza puta de la joven sino esa eterna belleza de las mujeres de atenas
esa belleza áspera que puede tener cicatrices y arrugas pero ante la cual, el guerrero no retrocede
Dame salud o acaso una muerte dulce sin deterioro
Y si me das la muerte, dame la fuerza para morirme entera
o dame una muerte en el sueño
y una vida después de la muerte para seguir hablando palabras
porque sin palabras no soy yo
Dame el verbo
Dame la gracia de seguir siendo amada con pasión
no importa la turgencia del pene que me penetre, sino el aleteo del corazón que me ame.
No te pido grandes cosas
dame la posibilidad de seguir siendo la que fui
en ésta que soy ahora
amen