Cinco poemas de nuestros lectores

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Cada semana nuestros lectores nos enviaran algunos de sus poemas. Un consejo revisará sus textos y publicaremos los mejores. Reavivamos un diálogo poético con los visitantes de Círculo de Poesía.  El correo al que puedes enviar tus poemas es viernesdelpoema@gmail.com. Presentamos a los cinco poetas de la semana.

 

 

 

Alejandra Menco

 

2

 

Asistes a mi noche

cáliz vacío,

llegas hecho verbo:

carne que adivino en desaforadas horas,

soplo de fuego

revelado con tempestuosa

bravía,

palabra encendida en el desierto

arremetiendo fuertemente

contra las paredes del vértigo.

Un murmullo en la cama

anticipa tu nombre,

eco inaugural

llaga brutal del deseo

y el cuerpo evocado

bebiendo mis ansias.

 

Hablo del encuentro en la noche,

tu palabra incendiando mi boca

y la eternidad sucediendo.

 

 

 

 

 

Ytzel Maya

 

Metátesis de Orquídeas

 

 

A través de las ramas de lluvia observo

la serena conducta que ahoga mis dedos en arena,

las hormigas transparentes de una victoria bélica

y la impasible oleada de gotas que perforan las cabezas/

 

Ruedan en dirección contraria al sol,

      en ruinas de mis lágrimas están

                    caen

                                               restituyen

                   sobre

                                               fragmentos de

                   la nada

                                                                           [mí /cuerpo]

Incrustada tierna semejanza del alma que ya no poseo

          encarnada en la psicópata pasión

c u a t r o v e c e s a l m o r i r

           y vuelvo a respirar

(no es el mismo color de la eternidad)

           y vuelvo a respirar

(no poseo mis ojos en el muro blanco)

           y vuelvo a respirar

(me pierdo dentro de un fragmente de ocote)

           y vuelvo a respirar

y no existen los pulmones que nacieron conmigo

                    sembrados en la tierra hiriente,

                    crecen sin mí,

                    desaparecen de tu cuello cortado.

Ya no respiro                     ni ya no siento tus manos

            sobre mis huesos carmín

redentor de lunas sin sueño y soles somnolientos

que cruzan los brazos delante de mi muerte

y tus sienes que realzan la agonía

respetan su decisión             ya no puedo hacer nada

                sobre mi vestido de pétalos marchitos/

se caen uno a uno, sólo para descubrir

        mi inerte metátesis del sistema solar

y su hipócrita agonía de la vida que no vivo.

Y ese que respira por mí no guarda un poco

del silencio que no le fue otorgado

          retiene su propia evolución ante el hoyo negro,

no, no es lo que respira por mí

ni las pestañas que se caen del dolor

          en este cielo al revés sobre el que lluevo

y mis cicatrices erosionadas en Marte

dan la orden de empezar:

Miro tu cielo y la forma de tus uñas azules

construyen tu propia redención a la bomba

que por hoy y en el laberinto son el origen

de tu lluvia, de la carne que ya no comes

y el nido destruido en invierno.

 

Hoy arrojo la bomba de orquídeas aurales

que imitan tu sombra

y el reflejo de las estrellas de tu vestido

sobre mi cama.

 

Reinvento las notas de tus gritos

perdida en el bosque de litografías marinas,

sobre la escarcha de tu sangre persigo

esas raíces que perdiste en las nubes.

 

Persigo tu simetría a la par nuclear

de tus oídos y la sonorización

de liendres invisibles sobre la mentira

oculta, lunar, invencible.

Ya caes libre de cadenas inmaculadas.

Ya explotas de ti misma.

Este es el fin que siento

debajo

     de la capa de alas de mosca

y esa luz de pétalos marchitos soy yo cayendo de la Tierra.

 

 

 

 

 

Fabiola Morales Gasca

 

Limpieza

 

 

Le venimos comprando su colchón viejo, roto,

que ya no le sirva,

con el olor de sus amores,

con el dolor del desencanto,

con el crujido del  adiós.

 

No se preocupe, no lo cargue,

ya cargo con el dolor, la desesperación,

el sueño roto, el mal de amor

y otras cosas peores.

 

Háganos una seña

y hasta su puerta vamos,

le compramos también todo el fierro viejo,

lo que ya no le sirva.

 

Nos llevamos todo,

tomamos los malos recuerdos,

los tragos amargos, las fotos de días felices

y las ilusiones en vano.

 

Nos llevamos todo lo que le estorba

en el patio del corazón

y hasta su sombra, si quiere,

nos llevamos, sólo háganos una seña

y hasta la puerta  de su decepción allá vamos.

 

 

 

 

 

 

Hubert Malina

A´wá Me´phaa

 

 

I´díu imbaa júba,

ñaún ja´go idi ná nidxu´  gon’,

ná smi´ da´

Juwa´ ijiin  ño´on tsi tsatsa nakuun.

 

Aúnwa    ná  grigo´, na´gakhee ené nimí,

Aúnwa,  ná  xtaa agu´ niki,

ná naguma itsí madií.

 

Aúnwa  na´ka júba, na´ka xuajiín,

na´ka ajngáa ngiina, lájuíin xtoo ixa´ ñajuu,

mojmo inaa ná  ga´kía,

a´go agu´ gon´.

 

Go´óo  xuwi tsí  nathan,

asndo ñu´u nujngo mbi´i ná nigadíí í´dia,

á goo ru´wa,

tsuda,

itsíun  a´ón gíñá.

A´go rajuun  agu´

ajuaan ñajualo gamialó xukú  iya niwan.

 

Ikuu xtágoto,

nixmi mixtií ná  idá  rí wajiúú mbro´on,

mbaa  gake ,

niñajngui  xukú makin  tsí nine júba

rí migu´ ajnga´ló.

 

 

 

 

A´wa´ Me´phaa. (Voz Me´phaa)[1]

 

De la sangre de otro bosque,

mi mano ceniza en tu huella de luna,

en tu cintura congelada,

el revolotear de aves descalzas.

 

En tu vientre, mi andar y el agreste silencio,

en tu vientre, la madurez  del fuego.

El sustento de la piedra caliza.

 

De ti,  vengo tierra, vengo pueblo,

vengo triste palabra, pequeño de tu tallo,

amarillo dolor en tu  hoja,

a´go  a´gu  gun´  (mujer fuego de luna)

 

Casa de la carne que habla,

de orilla pasa la historia donde ofreciste tu sangre,

bajo la gran tormenta

tu espalda,

piedra de lagartos de aire.

A´go  rajuun a´gu  (mujer lengua de fuego)

de plomo fuimos con los insectos de vidrio.

 

Yo crisálida ensalivada,

de colores vestí la noche en tus ojos de ámbar,

de golpe,

tragué  insectos que pulularon montañas

para que durmiera nuestra palabra.

 

 

 

 

 

 

Adriana Holguín

Jugando a que me revuelquen las olas

 

 

Poco tiempo después,

Fueron al hospital color “verde zest“,

Fue hasta entonces que existieron unos minutos,

Para aceptar que algo importante había muerto.

 

Dedicó inútilmente su tiempo,

A tratar de revivir algunas partes,

Por lo menos conoció la razón,

De su odio hacia el color “verde zest“.

 

Jugando el juego,

Cuando el sabor salado en la boca,

Los giros involuntarios, el no respirar,

Los leves rasguños de la gruesa arena,

La incertidumbre del tiempo,

El oxígeno agotándose y uno que otro golpe,

Se intercambiaron con tal de no sentir,

Las lágrimas en las mejillas.

 

Horas de sano entretenimiento,

Solo por añorar ese último segundo,

En el que existía la opción de la fusión,

Decidiendo si obedecer al impulso o no,

Así como el dejarse llevar por inercia hacia la orilla,

Para tomar aire y dejarse seducir,

Casi de inmediato por la atracción de la siguiente.

 

Recordaremos con nostalgia

La infinita sensación de protección del océano,

Como a los gritos del agua confirmando,

Que ¡efectivamente! había “algo” debajo de esa piel.

 


[1] . Los   Me´phaa,  son pueblos originarios asentados en la zona de la  montaña del estado de Guerrero.  Con una población aproximada de 95 000 habitantes. Pertenece a la familia lingüística Tlapaneca-Sutiaba, de éstas, la primera es la que sobrevive.

 

 

 

 

 

 

 

 

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