Xavier Oquendo rinde homenaje a Efraín Huerta

Este 2014 se cumple el centenario del natalicio de Efraín Huerta, autor fundamental de nuestra tradición literaria. Su recepción, fuera de México, crece cada día. Es así como el poeta ecuatoriano Xavier Oquendo Troncoso (1972) le rinde aquí un homenaje poético. Escribe un poema que dialoga con el ya clásico “Este es un amor”, aparecido en Estrella en alto y otros poemas (1956).

 

 

 

 

 

Este es un poeta

 

I

 

Este es un poeta que no tuvo su origen en ningún parte.

Casi como todos los poeta. y como las piedras.

Y como los ríos acostumbrados a descaminar

por esas anchas llanuras que hay en las partes portentosas del valle de México

donde se ve a lo lejos el corazón alumbrante del Popocatetepl

y la espesura de una pirámide que se sostiene como diciendo que de aquí no se baja nadie.

 

Este es un poeta que por suerte. Por las razones de fe o por lo que se pueda o se quiera: ha decidido quedarse para que la posteridad se encargue de ponerle su sitio.

De hacerle una pirámide a la luz de su fuerza encantadora.

Un poeta que supo que la poesía no descansa en paz.

y que la poesía tampoco es una huerta.

Que la poesía siempre estará al otro lado de Paz y de Huerta.

Que estará guiñándole el ojo a la inconformidad.

Porque solo el inconforme es poeta.

y la luz huertiana que, como el mismo ha dicho,

se quedara para aleluyarte.

Para encandilarte. Para amarte.

 

 

 

 

II

 

Un poema bien nacido

que se deje alcanzar por el poema

que lo corre tras, que lo busca delante.

Que entra en la cueva y no ve sus ojos. Y que no ve su rostro difuminado.

Y que alcanza solo el silencio

mientras Efraín Huerta vuelve a ser leído

y sus aleluyas. Sus fuentes de luz. Su atinada vanguardia.

Sus zarpazos de fuego. Su manifiesto nalgaista.

Sus poemínimos. Su corazón de cocodrilo sexual

se quedarán más que él en estos valles canoros, en estas lagunas disecadas. En el corazón de los sigses. En las formas y en los fondos de todo aquello que sea impredecible. Y que no bello. Y que no todo, porque lo todo no es la poesía. Solo es la chispa de la piedra que brota. Que no la piedra. Que solo lo que queda del instante de la piedra.

El poeta siempre será la anécdota del poema. El poeta debe ser el asterisco del pie de página. El poeta debe ser la tapa de cuero que guarda el cantar de los cantares.

El poeta debe ser el otro lado de la contratapa del libro.

El poeta no existe, porque dejó para su homenaje su poema.

Porque sus amigos, sus hijos lo tendrán por piel.

Que yo lo tengo en un libro. En el cartón de la portada dice su hombre.

Y en la solapa dice su rostro.

Pero que no es el poeta. Que es el poema. Que Cervantes será el poeta del Quijote. Pero el Quijote será quién l de la vuelta a Cervantes. Que el Quijote es eterno y Cervantes es un manco que trabajó para otros.

 

Que si Efraín Huerta escribió es para leerlo. Que tendrá su rocinante y su dulcinea en la posteridad de su poesía. Que la posteridad de Huerta es su lector: ese es su quijote.

 

 

 

 

III

 

Este es un poema que define un amor

bajo el crepúsculo de San Ángel

en la ciudad donde habitan todos los rostros del mundo.

En México uno puede encontrar su gemelo bueno. Su  mellizo malo. La sombra del otro yo. El otro Dorian Gray que nos vigila bajo la luz azteca.

Bajo el corazón de la urbe que nos sobrevuela.

 

El poeta de la ciudad. El poeta de lo que queda luego de la ciudad. El poeta que abre la otra ciudad. El poeta que escava la otra ciudad. El poeta que construye el poema ciudad. La ciudad del poeta que se vuelve poema en esta ciudad. Que es un montón de ciudad. Que es toda ciudad. Que uno sale del poema y llega a la ciudad. Que uno sale de la ciudad y no llega al poema, porque Huerta es la otra ciudad de ese poema que quiso ser la ciudad y no fue. Que quiso ser el poema de la ciudad y no fue. Porque hay eso de la insatisfacción urbana. Y ahí se queda el poeta escribiéndole a otra ciudad que es la misma. Que es la Ítaca de Kavafis. Que es Tenochtitlán. la ciudad que vio nacer El Ángel cuando los pájaros murieron sobre la ciudad.

 

 

 

IV

 

Esta es la historia de un poeta con poemas que quieren únicamente no ser la historia de un poeta.

Porque el poeta hace muchos años que dejó de ser producto de la historia. Solo Salomón, que fue poeta y fue rey tiene lo suyo de ser historia.

Que Huerta no tiene por qué ser la historia de sí mismo.

Porque la historia de sí mismo es el amor. Quien sabe, o es el dolor. Y como las dos son la misma cosa, entonces para qué hacer historia de la que mismo es. El era también un hombre del alba.

Esta es la historia de un poeta con poemínimos

Que no escribe versos de contenido Social. Porque todo verso siempre transciende en lo sexual

Y como Salomón  es también una historia de amor. Entonces de que historia hablamos.

 

 

 

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