Presentamos un texto de Jorge Contreras en el que se realiza una interpretación poética de un cuadro de Rubens: San Jorge y el dragón. Jorge Contreras (Tizayuca, 1978). Es poeta, ensayista y editor. Es Director de Los Ablucionistas A.C. Salud y Felicidad a través del Arte y la Cultura. Es compilador de la antología Tributo a Sabines: he aquí que estamos todos reunidos.
San Jorge y el dragón. Un cuadro de Rubens
He tenido simpatía con los dragones, incluso, aparecen en mis poemas. Los he pensado como símbolo incomprendido al referirse a él como una representación del mal, al menos así en occidente. Como animal fantástico, me gusta pensar que son una especie muy rara en peligro de extinción (igual que los poetas), luego trato de verlo desde otros ángulos, la alegoría completa. En la obra de Rubens, que representa la batalla en que San Jorge, da muerte al dragón, tiene a la doncella, hija del rey, secuestrada. La misma princesa tiene un cordero a sus pies, parado de patas recargado en su vestido.
Es costumbre mía ver poesía en todos lados, así que el dragón (según yo), es un poeta tirano o un poeta envenenado; la princesa, obviamente es la musa; el cordero recargado en su vestido, su virginidad, pero al mismo tiempo la pata sostenida entre dos dedos de la princesa, parece una alegoría de cierta lujuria o pasión oculta; el caballo: la intuición poética; San Jorge, por la quimera que trae en su casco, me parece una alegoría de ser un maestro en el arte de los cuatro elementos, debe ser un poeta órfico dado al rescate, así tenga que enfrentarse con dragones o como lo hizo el mismo Orfeo, descender a los infiernos. Del mismo modo, un maestro en el arte de encantar.
Jorge, significa, ‘campesino’ es un sembrador, un labrador del destino y su nombre proviene de las fiestas orgiásticas griegas, de los estivales en los que se arrojaban semillas al campo –este hecho en sí, resulta orgiástico–, su etimología debe ser, ergón y geo –energía y tierra–.
El dragón, por su parte, es uno de los símbolos más extendidos sobre el planeta, quizá por los hallazgos de esqueletos antediluvianos que incendiaron la imaginación, lo que convierte al dragón, en un arquetipo del mismo diablo, y el diablo, como el portador de la luz divina. En la leyenda de San Jorge y el dragón, el místico animal no dejaba que nadie se acercara al lago, convino con el rey ser alimentado para dejarlos en paz, cuando la comida se terminó, pidió como tributo a la misma hija del rey, el dragón era grande, de un conocimiento abrumador, envidioso y quizá cada defecto de carácter lo representaba, como la gula, la soberbia, la pereza, etc.
Cito el diccionario de símbolos de ediciones Siruela: “En multitud de leyendas, el dragón aparece con ese significado de enemigo primordial, el combate con el cual la prueba por excelencia. Apolo, Cadmo, Perseo y Sigfrido vencen al dragón […] Daniel (14,22-27), Miqueas (1,8), Jeremías (14,16) Rabano Mauro (Operum, III), el Apocalipsis (12, 7), Isaías (34,13; 43, 20) aluden a los dragones. También Plinio (VIII, 12), Galiano, Pascal (De Coronis IX), tratan del fabuloso animal. Dichos autores atribuyen a los dragones las propiedades simbólicas siguientes: son fuertes y vigilantes, su vista es agudísima y parece ser que su nombre procede de la palabra griega dercein (viendo). Por esta razón, en plena ambivalencia, a parte en su sentido terrorífico, los hicieron –como los grifos– guardianes de templos y tesoros y también alegoría del vaticinio y la sabiduría.” Lo que significa que para vencerlos, se debe vencer a nuestros propios vicios, si el tesoro, es el fruto del trabajo, se debe vencer la pereza, vencer al dragón.
El caballo, además de ser un símbolo poético o de la intuición, belleza y ritmo, es según Jung, “la posibilidad simbólica de que represente a la madre y no duda que expresa el lado mágico del ser humano, la intuición del inconsciente.” Así que quiero interpretar esta imagen con otro discurso, quizá el dragón se volvió monstruoso a causa de su egoísmo, sólo exigía tributo y no daba nada a cambio, ante tal indignación y al tener secuestrada a la mujer más bella (sabiduría o poesía). El caballero representando la humildad de la tierra, la semilla, o el campesino montado en el lenguaje poético, en la intuición y el ritmo, somete al dragón y libera a la musa, al mismo tiempo, libera al dragón de su propio sufrimiento. Otras posibilidades serían que el dragón estuviera en su justo derecho de no compartir las aguas del lago, las cuales podrían ser lustrales o no dignas de cualquier persona, como la parábola de las perlas y los cerdos.
En algunos cuentos celtas se presenta al dragón como un animal mágico, y los animales mágicos están obligados a cumplir su palabra (otra alegoría del oficio poético). Y como sucede en estos misterios, existe un punto blando o débil, el dragón de la leyenda, tiene escamas de acero, pero cuenta con una membrana justo en el pecho donde late su corazón, en este punto, es vulnerable. Esto puede representar que incluso, el poeta tirano o dragón, es vulnerable al sentimiento cuando alguien, con los talentos suficientes llega a él. Por lo que bien puede ser un emblema de la crítica o de la más alta poesía, capaz de destruir a cualquier poetastro o falsa poesía, sólo el verdadero poeta es capaz de atravesarle el corazón y de esta forma, rescatar a la musa.
Sin duda la pintura de Rubens, tiene una serie de símbolos que la hacen una alegoría hermética y mística. Desde la espada de San Jorge, que en su empuñadura es de seis lados, haciendo una alegoría al rey Salomón y a la estrella de David, el casco con la quimera como representación de un grado del dominio de los elementos, la cabalgadura que es una piel posiblemente de leopardo, símbolo de la velocidad, y como los mismos felinos, de los misterios de la noche; el caballo rubio, para representar que viene montado en la luz. Quizá es la representación de la lucha entre un poeta místico y un poeta del ego. La misión del dragón era cuidar a la musa hasta que llegara un poeta digno de ella.
La musa a su vez, es inquietante en la pintura de Rubens, el cordero, que al parecer no tendría nada que hacer ahí, es un mensaje con cierta malicia. El cordero que ha sido símbolo de castidad, obediencia, mansedumbre, está en dos patas, esto ya es en sí una ruptura a la costumbre simbólica. Se recarga en ella como si fuera un niño pequeño, lleno de ternura filial, pero ella le sostiene una pata, sus dedos simulan una vulva que introduce un falo, que por terminar en pesuña, puede ser interpretado como lujuria o como una intervención del dios Baco o de los mismos faunos que gustan de jugar con las ninfas. Lo que pone en duda sobre la intención de la musa al ser rescatada por el poeta, quizá quiere decir que ella no es de nadie, que no estaba presa y nunca lo estará, que es buena amante de la inocencia, o mejor dicho, del candor, que la poesía se presenta con mayor frecuencia en el candor o que el candor la acompaña. La pintura de San Jorge y el Dragón se encuentra en el museo del Prado y fue pintado en la etapa juvenil de Rubens, lo que demuestra su gran fuerza técnica. Finalmente, cuenta la leyenda que al ser atravesado el corazón del dragón, deja un charco de sangre, del cual, nace un rosal rojo, y la rosa, ha sido símbolo del centro místico, a lo que traduciría en este caso, al poema. Las imágenes como en la poesía, nos hablan, nos dicen al oídos sus secretos.