Presentamos la tercera entrega de la Antología de la poesía latinoamericana 1965-1980 preparada por el poeta chileno Mario Meléndez. En esta oportunidad aparecen poetas en un espectro que va del poeta boliviano Gabriel Chávez Casazola (1972) a la poeta uruguaya Paula Einöder (1974).
Antología de la poesía latinoamericana
(1965 – 1980)
Gabriel Chávez Casazola
(Bolivia, 1972)
VUELO NOCTURNO / ARTE POÉTICA 1
Esa luz que se apaga
no es un imperio
ni una luciérnaga.
Antoine lo sabía, lo supo volando sobre la Patagonia.
Esa luz que se apaga es una casa que cesa de hacer su ademán
al resto del mundo,
una mansión
—una humilde mansión si cosa cabe: todas las casas del hombre
son una mansión, todas las mansiones del hombre una cabaña—
una mansión, decía Antoine, que se cierra sobre su amor. O sobre su tedio.
Una luz vacilante a la que
—frío al calor—
unos labriegos reunidos
se aferran
náufragos que balancean un fósforo
ante la inmensidad
desde una isla desierta.
(de El agua iluminada, 2010)
Claudia Masin
(Argentina, 1972)
POLIGRAFÍA
Escribías con una piedrita en la tierra tu nombre, palabras
al azar: arena, río, spider man. Como si creyeras que una historia
se escribe por la suma, la discreta acumulación de partículas.
O como si dibujar una casa bastara para poder habitarla. Pero
¿quién vive una vida real en una casa dibujada?
Hay un ligero, sutil desasosiego en las largas horas
de la siesta, que hace que todos prefieran dormir. Aún así,
resistías despierta. Es extraño pensar en una vigilia en pleno día,
cuando nada escapa a la visión y cada sonido resuena
amplificado en el silencio.
Los climas violentos crean una sensación de inminencia,
la ilusión de que nada va a quedar igual después del vendaval
o del calor intenso: una fiesta que se celebra
por un acontecimiento imaginario. Y es la imaginación,
y no los hechos, quien te deja asombrada una y otra vez
frente a cosas idénticas.
En esa hora en que son intensas niñez y desdicha,
como agujas en preciosa sincronía, ¿cuál
sería el objeto de tu espera? ¿Un naufragio, un estallido,
acaso el descubrimiento de la tristeza,
esa grieta que modifica tu mundo para siempre?
No es otra cosa que ese momento
lo que dirían las palabras, si alguna palabra
dijera alguna vez algo cierto.
(de Geología, 2001)
Xavier Oquendo Troncoso
(Ecuador, 1972)
LOS BÍBLICOS
Cuando juntos estuvimos
y nos convocó la llama suave
de los ojos de la noche,
ahí, junto al silencio
de la brasa, nos cobijamos
bajo el sol de su candela.
Entonces nos miramos
y en silencio nos dijimos
los otros a los unos:
somos, seremos, Los bíblicos.
No pandilla, no grupo:
una atmósfera,
un diccionario propio,
una palabra abierta,
un camino en deltas,
un hechizo en verso.
Somos una tribu
de judíos errados
que se han estrenado
en las mil y una noches.
Seremos como el fuego, como el hambre:
insaciables a nuestras pasiones;
como el Noé que se nos hunde,
como el fruto del Jordán,
como el amor samaritano.
Venimos a luchar contra el olvido
que somos. Contra lo que siempre fuimos.
(de Esto fuimos en la felicidad, 2009)
Rocío Cerón
(México, 1972)
AMÉRICA*
Se llamaban Krusevac, ahora Cruz. Los edificios transpiraban. Era una isla o un monte cubierto por chozas. Cosa de hombres. Las mujeres guardaban papas, construían el mundo. Cosa de tiento insulso, se pensaba. Paisajes de tonada suave con acordeón de fondo. Astucia. Proa que acumula sal. Toma mi brazo, corta el ligamento: necesito dejar el gusto por el ajvar. Callaron las aves a su paso. Remo. En el fondo, los peces intuían. Algunos fosos guardan familias enteras. Pero ellas son salvas. Todas las lenguas de Europa desaparecieron. Tierra. El dulce de manzana no trae olor a clavo. Cada letra deletrea una estancia. Estas mujeres son mis madres. Desde ese día −América− la piel de mis mejillas es llanura.
***
Todo exacto, piedra sobre piedra, bajo el estupor. Tengo adherida a la piel −planta del pie−, un nombre preciso, una esquirla dentada (aguijón o filo o tenso nudo), cristal a la uretra. Guardo una voz que es sombra, carta y anunciación: América se hunde. Hay una montaña o casa frente al mar que esconde un secreto. Manto, el desierto es manto. Se escucha una bestia colmada de fraguas: negros y blancos inventando heredad. Tengo en las manos un país del que he sido arrojada. Cinco millones de emigrantes caben en la cuenca de una sangre común. América es una madre que mata.
*Fragmento de Tiento (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2010).
Julia Erazo
(Ecuador, 1972)
sentido profundo
la trampa no se sabe satisfecha
su vientre descansa
cueva oscura invadida de ecos
un revolotear de alas
un arrastrarse por terrenos lodosos
un hablar en otras lenguas
la trampa traga saliva
espiral de placeres
refrescan su garganta unas gotas
que deforman el río
aspira el atardecer
el silencio del color que cae
empieza a desear ser barco y no trampa
ser viaje y no jaula
ser viento y no vacuo frenesí
la vida canta sin embargo
alrededor de ella
el recuerdo de un halcón caído
la acompaña
Paura Rodríguez Leytón
(Bolivia, 1973)
DEJAR
Y vas dejando tu alma en lugares ajenos:
algo de tu piel,
algo de tus doloridos sueños.
Ahora,
estará triste la palabra,
estará incómodo el silencio.
Es incandescente
este límite de hielo que se impone en la garganta.
Este límite antiguo que no sé si cruzar o contemplar,
como se contemplan las hojas en otoño.
Y el asombro mantiene vivas las venas.
Ahora,
no hay parásitos que merodeen nuestra carne.
Ahora,
estamos a salvo de los ritos
que no acontecen en nuestro espíritu.
He dejado algo de mí por todas partes.
No duele ese dejar.
Esperamos siempre
que vuelva
el sigilo de los secretos menudos.
Más allá de mí
habrá una sombra errante,
contornos,
siempre contornos,
buscando un fondo.
Antes no había ni rastro de nuestros sueños.
No había retratos que nos delaten.
Antes, ¿qué solíamos decir?
Y el deseo de hablar es extraño:
resulta como un tic involuntario.
Hay que escapar,
estar lejos de las voces que nos llaman.
(Y somos las voces).
Fui distinta alguna vez.
Lejana de alguien que ya no está.
El tiempo es como una vestidura que nos desnuda sin tregua:
harapos.
(Me acomodo al nombre,
no al lugar).
Soy ajena a este trozo de tiza: nada escribo.
Una pared alta,
de tierra
abre un espacio extraño en mi memoria.
(de Como monedas viejas sobre la tierra, 2011)
Federico Díaz Granados
(Colombia, 1974)
NOTICIA DEL HAMBRE
Me habita el hambre. Y todos me lo dicen.
No es el miedo ni la duda
apenas un ritmo intacto que no toca con su sal la orilla.
Es el hambre, quizá un leve testamento
o esta insistencia en destruir la casa
y renovar la piedra en sueño.
Es poco lo que recuerdo de mí a esta hora, el disperso,
el que a la intemperie es un poco de hierba,
una palabra sin traje con olor a otras tierras
y que mira con cara de extranjero todas las prestadas alegrías.
Llega el hambre con su mismo azar y su idéntico augurio.
La lluvia está debajo de la carne
y pocas cosas recuerdan al viejo amor
que ya no cuenta.
Es el hambre. Y todos me lo dicen.
No es el leve testamento ni la tristeza de las noches.
No es la poesía
ni la música que traduce el tiempo.
Un poco de hambre
y el cansancio de llenar la estantería de ausencias.
(de Hospedaje de paso, 2003)
Julio Espinosa Guerra
(Chile, 1974)
V
Ser como el grillo
y su canto
Permanecer oculto
en las esquinas
de la casa
y decir tanto
con tan poco.
VII
Poder tejer
no la araña
sino la red invisible
de los movimientos de su tela
Atrapar
no las moscas y hormigas
en esta imagen
sino su gesto
que se pega al aire
antes de desaparecer.
XI
Como el caracol
dejo esta huella sobre la página
y presumo de su fosforescencia
aunque no soy capaz de decir
ni la mitad de los minerales
que mis ojos
estrujan de la luz:
en la ruta del signo que arrastro a mis espaldas
me ciego a mí mismo.
(de NN, 2007)
Álvaro Solís
(México, 1974)
STYX
Largo, lo que se dice hondo,
es el cauce de los ríos que no llegan al mar
y llevan en sus aguas a todos nuestros muertos.
Hondo, lo que se dice largo,
es el río que no abandona su cuenca.
Largo y hondo, lo que se dice ancho,
es el río que lleva a la amargura,
invisible por debajo de las calles
en el dolor de la madre que ha perdido a su hijo,
en el dolor del hijo que nunca conocerá a su madre.
Largo, hondo, lo que se dice invisible,
recorriendo el tiempo de la vida cotidiana,
la luz de los semáforos,
y en las llantas desgastadas de la ira,
río, invisible río,
que de tan hondo, que de tan largo
parece no llegar y llega.
Largo, lo que se dice hondo,
hondo, lo que se dice turbio,
amargo es el río que será necesario cruzar cuando anochezca.
(de Cantalao, 2007)
Paula Einöder
(Uruguay, 1974)
SIMBIOSIS
Cogito ergo sum.
Tengo el hambre del animal que dejó la jaula
por el bosque de las flores instantáneas
y me pre-siento
Voy con pasos blandos y no dejo de pensar
en el bocado siguiente
Estoy distante de los barrotes
-por cierto nada barrocos-
y en esta maleza tengo el mal del estómago que piensa
Cuando mis tripas gritan no me puedo tapar las orejas
No puedo bailar si estoy pensando
La tribu se me aleja
Tengo fuego en las entrañas que entrañan penas
verdaderas y aunque no tengo tango tengo tierra
y quiero pisar porque así no pienso
en mi estómago salvaje que piensa
Soy un animal sin ángulo
con pelo vegetal y uñas minerales
Nací torcida
(de Árbol experimental, 2004)