Presentamos la quinta entrega de la antología de la poesía latinoamericana 1965-1980 preparada por Mario Meléndez, de próxima aparición bajo el sello de El Ángel Editor en Ecuador. En esta muestra aparecen autores nacidos entre 1978 y 1980 en un espectro que va del panameño Javier Medina a la guatemalteca Rosa Chávez.
Antología de la poesía latinoamericana
(1965 – 1980)
Parte 5
Javier Medina Bernal
(Panamá, 1978)
Hace quince años abrí los ojos,
miré por la ventana y vi que estaba lloviendo.
Entonces cerré los ojos.
Hoy he vuelto a abrirlos y he visto que sigue lloviendo.
En la calle hay hombres que baten mezcla;
es decir, combinan cemento
con agua y arena.
Construirán una casa.
Los hombres trabajan
bajo la lluvia.
Es una lluvia flaca.
La lluvia puede ser flaca.
Llueve, pero hace calor.
Cuando llueve siempre hace calor.
Vuelvo a cerrar los ojos.
***
Mi casa fue construida antes de la lluvia.
Muchas cosas fueron hechas antes de la lluvia.
Yo fui hecho antes de la lluvia.
Mi padre no estaba ausente y mi madre estaba
dispuesta y ese día el sol se vino con todo sobre
la tierra,
grosero
y altanero,
Y así fue.
El sol contagió a mis padres.
Antes de la lluvia.
Yo fui hecho antes de la lluvia.
Meses después (no sé si fueron siete, o nueve, o quince)
recibí la luz que mi madre
puso en mis ojos,
el doctor me dio una nalgada
y escuché (lo recuerdo bien)
un trueno en la distancia
y empezó a llover.
¿Acaso yo traje la lluvia?
No lo sé.
(de Hemos caminado siglos esta madrugada, 2011)
Augusto Rodríguez
(Ecuador, 1979)
LA GRAMÁTICA DEL DESEO
a Rafael Courtoisie
Un hombre es un estado sólido que con el tiempo se vuelve líquido. Se transforma en otros minerales y va dejando la arcilla por dentro. Se disuelve en un líquido parecido a ratos al vinagre o a la gasolina de las cosas perecederas. Es un material limitado para hacer ciertos tipos de cambios en el mundo que vive. Un músculo que por costumbre se desprende de lo que ama y va deseando el futuro que no conoce. Regresa al pasado y todo es caos. Un hombre es un planeta de sentimientos y de arterias que recuerda la madera original de sus antepasados. Un corazón limitado que no cree en la victoria, pero que por decencia o por costumbre lucha por el tiempo dormido. Es una superficie de agua y de piedra que sueña con la gramática del cuerpo amado, que anhela el deseo corporal de sus instrumentos húmedos. El hombre es un cuerpo débil y gaseoso que es inferior al sueño y a la realidad. Es una relación jerárquica con los vegetales y el espacio. Sus manos son una batalla perdida. Un horror que no tiene molde y se oxida con el veneno. Es una fruta rebanada y madura que cae al vacío, inmóvil, sin cáscaras y sin fe.
(de La enfermedad invisible, 2012)
Gema Santamaría
(Nicaragua, 1979)
NOCHE EN MANAGUA, TRAS LA MUERTE DE LOS GALLOS
Esta noche tiene la garganta enrojecida.
Ha gritado y está enferma.
Duerme al fondo de un cuarto blanco e iluminado sobre el piso.
Es un gran cerdo rosado.
Contra la esquina, se lamenta.
Perdió la lucidez y tiene todas las uñas rotas.
Está mareada
está borracha.
Esta noche no tiene una cama donde orinar sus miedos.
Por eso se arrastra sobre los techos enmohecidos.
Se alimenta del musgo y del vapor que dejan los niños,
al dormir, en las ventanas.
Se han muerto los gallos que ponen fin a su delirio.
Solo los grillos crepitan en el jardín eterno de las horas.
Está sola con su boca ratonera
está tensa
está brava y es caliente.
Nosotros dormimos en la mancha gris
que es su garganta.
Nos creemos soñadores.
Aún no hemos probado el filo.
Ni siquiera intuimos sus navajas.
(de Transversa, 2009)
Alan Mills
(Guatemala, 1979)
El indio no es el que mira usted
en el catálogo de turismo,
cargando bultos
o llevándole comida a la mesa.
Tampoco el que ve desde la ventanilla
y pide monedas haciendo malabares,
ni el que habla una lengua muy otra
y resiste fríos nocturnos.
No, el indio está adentro,
y a veces se le sale, acéptelo,
aunque lo entierre en apellidos,
aunque lo socave bien
y niegue su manchita de infancia,
ahí está, acéptelo.
Y si aparece esa agua rancia,
voraz, el aguardiente que inflama,
ya verá que se le sale,
el indio empuja con su fuerza de siglos,
emerge ardoroso y se le sale,
con lo guardado,
con lo que dura doliendo.
No, no es otro,
el indio soy yo,
a ver, repita conmigo.
(de Poemas sensibles, 2005)
Héctor Hernández Montecinos
(Chile, 1979)
Sólo el muerto es feliz cuando escribe
porque es la autobiografía de
otro No la historia de una vida
sino la vida de una historia que ha
experimentado la sensación de fin
Aun siendo así el movimiento de
la mano cadavérica Autómata Es un
género La emoción Ese momento
en que la noche está silenciosa y entra
una brisa fresca que levanta la cortina
de la ventana que da al Jardín
Codificado Todo en calma Afuera
nada se oye
Hablar solo Repetir todas estas líneas
para que luego la mano continúe
Se habla en voz alta y la mano oye
Medita y siente la tentación de no
escribir
El miedo preconiza todo lo que
vive El lenguaje es el único don
heredado de los muertos No tengo
miedo a decir en voz alta que el
lenguaje es el único don heredado
de los muertos Lo he dicho Silencio
Fue
Ahora estoy escribiendo mentalmente
No quisiera moverme La cortina
ya no se agita
(de La Divina Revelación, 2011)
Rosa Chávez
(Guatemala,1980)
6-
Soy una anciana en un parque
el futuro se deshace en mis arrugas
alimento de mi mano las ilusiones que destruyen el techo del cielo
mi sonrisa leve y permanente toma el sol
los recuerdos son niños que me trenzan el cabello
mi mirada perdida se encuentra hacia adentro
soy una anciana en un parque
una vieja que revela su nombre al mundo extraño
camino con el vientre vacío
y las enormes ganas de voltear al mundo
cada día me vuelvo más pequeña
cada día mis huesos disminuyen
cada día mi memoria se apolilla
ya no reconozco el gesto de las manos
paso la tarde enhebrando la aguja del silencio
vuelvo a la ingenuidad del calzado pequeño
y afortunadamente he perdido la capacidad de morir por alguien
soy una anciana en un parque
una mujer con la vida jorobada
una siniestra mirada libre de culpa
tengo dos piernas de carne
y una de madera tallada con el rostro de mi amor
soy todas las de mi especie
y clamo por cada una de mis vidas y mis muertes
finjo que no tengo miedo y en realidad no tengo miedo
Soy una anciana en un parque
los años solo confirman la edad de mi secreto
me entrego sin reparo al destino
ya no me atormenta el pasado
estoy dormida hace mucho tiempo.
(Inédito)