Foja de poesía No. 491: Alejandro Massa Varela

En esta ocasión presentamos algunos poemas de Alejandro Massa Varela. Es estudiante de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dirigió el coloquio “Impresiones místicas” en la misma institución y la Fundación Sophia de humanidades, además de trabajar en diversos proyectos como ensayista, pintor y poeta. La primera sección que aquí se presenta está compuesta por poemas eróticos mientras que la segunda está conformada por algunos textos de inspiración japonesa.

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La piel es un rumor,

he visto cenizas arder

del mismo modo en que el corazón descansa

escuchando el silbido de una tormenta,

es la visión interna de la cascada,

casi hay una voz entre las ondas,

sé que las manos son una señal,

el rugido dentro del tigre,

la lejanía es el desaire de la fiera

te extraño cuando miro este cielo

en ebullición.

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En las tinieblas hay respiros,

a las golondrinas les duele el aire,

todos duermen escuchando el aullido del sol,

mis sentidos son las brasas

de tantos roces contenidos,

hagamos señales de humo,

es el enigma de la atmosfera,

el olor de la herida de tu sexo

me recordó cómo arde una quemadura.

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Tu quietud

era la ansiedad del trueno,

hundir la temperatura de mi boca,

la descarga que te haga derramar las palabras,

dejamos crecer al relámpago,

mi lengua era apenas esa pausa

de la luz entre las rocas,

una sensibilidad crispada

por adivinar cuándo nos apagará la lluvia,

sentimientos de esplendor,

a la mañana siguiente

te viertes en el chorro

que te salpica las nalgas.

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Se trataba de una misma avidez,

era la quietud de los bosques primitivos,

los gatos cogían entre los destellos del fin del Mundo,

el tiempo cruje del otro lado de la barda,

es aquí, mientras te miro liviana,

adormecida,

que entiendo la palabra reconciliación,

ya nunca se cerrara el abismo,

el amor es esta paz inquebrantable.

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Un poema empieza

donde languidecen los días,

nada resiste esta lenta inconciencia,

se trata de un invierno ancestral,

sigue nevando sin que la tristeza evite

que caliente mis manos en tus mejillas,

acabas de notar que llevas la cola empapada,

no sabes de tu ternura,

vives a través de las luces que aguardan

que la mañana las olvide,

es el destino de esta humanidad insaciable,

mirar la profundidad es extinguirse,

sabes que no dejara de nevar,

te adelantas a que todos cerremos los ojos,

la poesía empieza

al enredarte en la seda

de tantas claridades.

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En tus ojos duermen las estrellas como en el agua,

gimen arrebatándote las palabras de la boca,

quiero ser la luz hecha trizas en esa mirada en celo,

este mundo se hunde cuando te quedas muda,

voy a hacerte lo mismo que tus ojos me gritan.

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HAIKU

 

día de lluvia

las hebras de la luz

sobre las casas

 

clama el trueno

una voz en tus ojos

ascuas de luz

 

el mar es cielo

lavé mi corazón

en las estrellas

 

el mar espera

carcajadas de sol

sobre la playa

 

voces del tiempo

los ramajes del alba

apenas tiemblan

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TANKA

 

llorar sonriendo

la sed por la tormenta

limpió el claro

en el hervor del alma

aúllan las estrellas

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Datos vitales

Alejandro Massa Varela es estudiante de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dirigió el coloquio “Impresiones místicas” en la misma institución y la Fundación Sophia de humanidades, además de trabajar en diversos proyectos como ensayista, pintor y poeta.

Ha publicado en diversas revistas de México y el extranjero, por ejemplo las revistas: Perros del Alba de la Universidad de Guanajuato, Punto de Partida de la UNAM, Este País, revista La Otra, revista Alga en Barcelona y revista Cantera en Caracas. Ha leído sus poemas en la Casa del Lago y el taller literario de la Casa San Juan en el centro de Tlalpan que dirige Eusebio Ruvalcaba.

Como pintor, inauguró en septiembre de 2011 su primera exposición en las instalaciones de la SOGEM, una segunda, titulada Figuraciones, en el Centro Cultural Benemérito de las Américas, de Coyoacán, en febrero de 2012, que fue reseñada en La Jornada y actualmente participa un una exposición Colectiva en la galería Casa la Nube de Tlaxcala, que dirige Isolda Dosamantes.

 

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