Este miércoles 19 de agosto se presenta el libro Escribir en la niebla, 14 poetas colombianos, de Santiago Espinosa, recientemente editado por Valparaíso Colombia. La cita es a las 19:00 horas en la biblioteca Los Fundadores del Gimnasio Moderno de Bogotá. Modera Federico Díaz-Granados y presentan: Piedad Bonnett, Santiago Mutis Durán, Ramón Cote y el autor. Compartimos el prólogo del libro:
Escribir en la Niebla
Prólogo
Por: Santiago Espinosa
Todo libro es muchos libros. Creo que este comenzó en el 2009, cuando el periódico donde trabajaba se quebró por la crisis. Como casi todos en mi generación quería irme del país, había acabado un primer libro de poemas y tenía otros planes -“La vida está en otra parte”- pero antes tenía que graduarme de mis estudios o conseguir otro trabajo.
Había terminado una carrera pero nadie me contrataba sin títulos universitarios, en aquellos días las universidades pedían como requisito la libreta militar y yo no quería saber nada de militares, incluso sólo me permitieron sacarla por mi cuenta cuando cumplí los 25. Digamos que el presente se había roto y que llovía por todas partes. Fue entonces cuando empecé a escribir estas páginas como una excusa para no irme, buscar algo que hoy llamaría la conexión afectiva con un espacio.
Siempre he envidiado la posición de los pintores que antes de preparar los colores o enfrentarse al lienzo, lavan sus pinceles en una agua oscurísima, llena de todos los colores que allí han muerto. A falta de un mejor disolvente traté de encontrar en la prosa este ritual de limpieza. En cualquier caso se trataba de lavar la mirada. Aprender a leer sin desprecio, lo que no siempre se ha hecho con la poesía de mi país.
Aunque en algún momento se meditó una antología crítica nada tiene este libro de antológico a excepción de mi incapacidad. Hay poetas tan importantes como los que están aquí pero sobre los que no encontré nada nuevo que decir o al menos no en relación con lo que estaba viviendo. Otros sobre los que me hubiera gustado escribir, más recientes, pero frente a los que no tenía una distancia suficiente para hablar en perspectiva.
Acostumbrados a la velocidad y la simultaneidad, la inmediatez, una conversación con lo lejano es más necesaria que nunca, así sea para romper la burbuja. En esa distancia entre lo propio y lo disperso fueron escritos estos ensayos. Vidales y Arango, Aurelio Arturo y Gaitán Durán, cada uno de estos escritores, asumió la poesía como una aventura del instante, quizás como la última de las aventuras. Me consuela pensar que estos regresos son otra manera de ahondar en el presente, continuar este dialogo hacia puertos desconocidos.
Los poetas tienen al menos dos vidas, la que comienza cuando publican y la otra, más anecdótica y secreta. El orden en que aparecen estos poetas atiende a la primera.
Agradezco la lectura generosa de Pedro Caballero y Robert Max Steenkist, Samuel Vásquez y Federico Díaz-Granados. A Santiago Mutis -este libro no se habría escrito sin mis conversaciones con él- y a Piedad Bonnett, en cuyas clases comencé a leer a estos poetas. En el momento de terminar este libro supe de la muerte de Carlos Vidales, donde quiera que se encuentre quisiera entregarle esta reunión de amigos. Le agradezco también a quienes me permitieron publicar estos escritos de manera individual: La revista La otra y Círculo de Poesía La Raíz Invertida y Hoja Blanca, a todas las personas que de algún modo me acompañaron con sus comentarios, y a Natalia.
Bogotá, Noviembre de 2014.