Todos estaban vivos, de Javier Bozalongo

Presentamos una nota de Santiago Espinosa al nuevo libro, Todos estaban vivos de Javier Bozalongo (Tarragona, 1961), poeta, editor y narrador, ha publicado los poemarios Líquida nostalgia (2001), Hasta llegar aquí (2005), Viaje improbable (2008) y La casa a oscuras (2009) además de las antologías Nunca el silencio (Costa Rica, 2012), Has vuelto a ver luciérnagas (México, 2015) y Las raíces aéreas (Ecuador, 2016). Dirige la colección de poesía de Valparaíso Ediciones (www.valparaisoediciones.es). Todos estaban vivos es su primer libro de relatos.

 

 

 

En Todos estaban vivos encontramos que Javier Bozalongo nos acerca, siempre entre el humor negro y la ironía, a la idea de la muerte como paradoja, como ese golpe inesperado y definitivo que es capaz de revelarnos lo que de otro modo tal vez jamás habríamos comprendido.

Piedad Bonnett

 

 

 

En Todos estaban vivos, cada relato es un viaje por la vida —y de fondo— un guiño a la muerte. Javier Bozalongo habita en las personas y las cosas elementales que no le son ajenas. Con sutileza e ingenio sostiene la sintaxis del tiempo.

Carmen Canet

 

 

 

Una mirada nueva

 

Por Santiago Espinosa

 

Gratamente desconcertado, he terminado estos relatos con una incómoda verdad: es su literatura un laberinto en el que caen los personajes sin remedio, caen los lectores también, y con ellos la tranquilidad de sus certezas. Incluso la voz de quien escribe ya no existe más, y es un fantasma el que conversa con nosotros, un hombre que se marcha y traza sus huellas sobre las páginas, como trampas sorpresivas. Javier Bozalongo, su autor, es un poeta enamorado del tiempo. En estas historias, con una contracara de ironía y misterio, hace que estallen los relojes para dejar todas las almas en suspenso. Nos recuerda que las escenas de la vida, a diferencia de las películas, «siempre terminan mal», y hay que aprender a vivir en la sorpresa. En cada relato sentimos que un artesano cuidadoso, pesando cada una de sus palabras, construye sus cuentos como cargas de dinamita con la pólvora justa. Para que se abra en los lectores una mirada nueva, una pregunta que antes no estaba en el mundo. Todos estaban vivos es un libro de humor en el más alto de los sentidos. Se trata de entender que estamos hechos de paradojas y de regiones inestables, que en la más gris de las rutinas puede habitar la chispa de lo maravilloso.

 

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