Poesía méxico-americana: Rubén Jdv

Presentamos una muestra del poeta Rubén JDV. Nació en Oaxaca, México, en 1997. A los seis años de edad se marchó a los Estados Unidos para vivir en San Diego, California en donde vivió como un “ilegal” durante sus primeros nueve años dentro de los Estados Unidos. Sus padres decidieron emigrar de México para escapar de la creciente corrupción, y lograr un futuro mejor para sus hijos. Por consecuencia de sus experiencias desde niño desarrolló una devoción por la justicia social. Intenta usar sus poemas y otros trabajos creativos para contar historias de resistencia, dolor, e injusticia. De formación bilingüe, escribe en español y en inglés, y se identifica con las dos tradiciones literarias, instalado en una poesía fronteriza, de ida y vuelta. Estudia escritura creativa y sociología en la Universidad de Emory.

 

 

 

Nostalgia

 

Aunque pueda encontrar todas las cicatrices que tengo alrededor de mi cuerpo,

Siempre existirá una que no podré abarcar, porque no se encuentra en mi piel.

Tampoco se encuentra en mi alma. Ni en el corazón. No se debe a nada de esa

Mierda romántica que se escucha en todas las canciones corrientes y juveniles.

Más bien, se trata de los gritos que estas canciones silencian.

Esta cicatriz sangrará hasta matarme.

Y no me daré cuenta hasta que ya esté

Bebiendo del vino de la muerte,

Que no sabe tan amable como el Tequila;

Que es más fuerte aún y se toma de las manos de una madre

Seguido por un limón del tamaño preciso de la boca.

 

Creo que esta muerte se acerca,

porque ya van días que no toco su voz.

 

Este precipicio es una herida causada por una persona.

Como mi dolor, este precipicio no tiene fin.

Y el infierno mismo, que se parece mucho a

Un cuarto frío, un teléfono callado, y una noche llorando solo con un aliento podrido,

Este infierno acosa sueños donde veo su rostro pero no reconozco su nombre.

Pero esta grieta no me pertenece.

No puede ser mía.

Yo siempre puse al amor sobre todas las cosas.

Así que lo que tengo es nostalgia por un momento breve y

Maldito.

Lo que tengo es nostalgia por un instante.

Lo que tengo es nostalgia

como una memoria

Que se parece tanto a esta cicatriz.

 

 

 

Frontera

 

Acostado, escuchando música de dos países

Decidí que esta noche iba ser mía.

Me puse mis pantalones de mezclilla,

Rotos alrededor de la rodilla,

Y una playera blanca.

Tomé un trago de mezcal

Y me marché de mi casa en Nueva Tijuana.

 

Me dirigí hacía la frontera.

Era más de medianoche. No habían carros en la garita.

El agente que me vio caminando murmuró miedo a través de su radio.

Me imaginé a los patrulleros preparando sus armas,

Y repasando una estrategia,

No era difícil intuir cómo el mismo miedo silbaba y convertía sus corazones en soldados.

 

Acercándome a la frontera, luché para contener mi ansiedad.

En ella se encontraba un solo agente vestido de sargento.

Allí el mundo se volvía más grave. Las armas, los uniformes, la vigilancia…

Entonces el agente preguntó por qué quería entrar a los Estados Unidos.

Yo sólo miré sus ojos azules

Y le enseñé la primera cicatriz que me hice cruzando el desierto. Es una huella de la libertad,

Le dije. Pero no le importó.

Como tampoco que hubiera perdido a mi hermanito en esa búsqueda de la libertad.

 

“Por qué quieres entrar a los Estados Unidos”, repitió.

 

Por sólo una noche, le dije, puede ser un secreto entre tú y yo.

Podemos existir aquí tú y yo como si fuéramos de los mejores amigos.

El día que se murió mi hermanito, le dije algo que no quiero que sea mentira.

 

Creo haber visto entonces en sus ojos azules a un Dios atrapado.

Él me observo fríamente.

 

Como es la libertad?, preguntó.

 

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