Presentamos cuatro poemas inéditos de Víctor Rodríguez Núñez que aparecen en el cuaderno de la rata almizclera, publicado recientemente por Buenos Aires Poetry este año. Víctor Rídrguez Núñez (La Habana, Cuba, 1955) es poeta, periodista, crítico, traductor y catedrático. Ha publicado catorce libros de poesía, casi todos premiados y reeditados, siendo los más recientes reversos (Visor, 2011), deshielos (Valparaíso, 2013), desde un granero rojo (Hiperión, 2013) y despegue (Visor, 2016). Este último libro recibió el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe 2015. Han aparecido antologías de su obra en ocho países de lengua española, y en traducción al alemán, chino, francés, hebreo, inglés, italiano, macedonio, serbio y sueco. En Argentina se publicó El mundo cabe en un alejandrino: Poesía 1979- 2014 (Alción, 2015). Durante la década de 1980 fue redactor y jefe de redacción de la revista cultural cubana El Caimán Barbudo. Compiló tres antologías que definieron a su generación, así como La poesía del siglo XX en Cuba (Visor, 2011). Ha traducido poesía tanto del inglés al español (Mark Strand, John Kinsella, poetas indígenas estadounidenses contemporáneos) como del español al inglés (Ida Vitale, Juan Gelman, José Emilio Pacheco). Doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Texas en Austin, es catedrático de esa especialidad en Kenyon College, Estados Unidos.
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¿por qué aprietas el paso
si eres niebla que arde?
crecida del salitre
remolino a la izquierda
ese salto de página
que escalan los salmones
el zarpazo del oso
sonrosando la espuma
¿por qué fuerzas la mano
martillo ante el derrumbe?
¿desertas de los sueños
la política su decoración?
al nido en el riachuelo se accede por un túnel
y una escala nerviosa
traduces al revés
sobra el contexto los anzuelos liados
el sentido común con sus escamas
la esencia que colea
¿la ternura de Brecht
hoz ante el desconcierto?
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y solo ser el jardín sin mayúsculas
que madura en invierno
cebado caribú
así diferirse con los solsticios
desenterrar los bulbos
de su arcillosa espera
el jardín despojado que se apiña
famélico venado canadiense
en tu no ser despierto
de esta forma irradiarse
si se buscara el fruto y no la flor
¿qué sentido tendría la raíz?
¿dónde escurre la sed
tortuga mordedora?
¿por qué la nieve mancha
al Buda trinitario?
¿en el ansia que inverna con el oso
la cosecha de imágenes?
si te bajas del si por esta escala
¿el ritmo volvería a ser celeste?
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para Gábor Kertes
aunque el ganso salvaje
alebreste el peral
no manches con sus claves el silencio
nunca es tarde para revelaciones
que sacudan el nervio
de la umbría en almizcle
ajena a toda flor
si en su pata se anuda
una cinta de seda
no llenes la molleja de azabaches
paradoja con plumas el halcón
no es más rápido que la paloma picassiana
mas se deja caer
busca el ángulo ciego
el giro irrealizable
toda su voluntad
guiada por un pálpito
el otro corazón
cuando la mansedumbre no se da por vencida
la altanería puede morir de hambre
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están de más el fin
la luna en la escalera
el lunes disfrazado de domingo
la antónima corriente
el frío que no deja de trinar
están de más los meses mercuriales
el tono de ocupado
los belenes tallados en olivo
todo lo que no sea
ascender a la nada
pero en este horizonte cuarteado
el sol rompe su elipse
y la yema pregunta
como mirada que se ve a sí misma
temblar bajo la piel
sola en su nidal de la Vía Láctea
donde la escarcha empluma
si espanta el pan de lino
y su melancolía
a la alondra imantada