Presentamos, como parte del amplio dossier de poesía colombiana preparado por Federico Díaz Granados, algunos textos del poeta Danny León (Bucaramanga, Colombia, 1990). Se desempeña como director del Encuentro Internacional de Poesía de Bucaramanga. Textos suyos han aparecido en diversas revistas, tanto nacionales como del extranjero. Fue incluido en el libro Espejos de doble filo, antología binacional de poesía sobre la violencia, Colombia – México (Ediciones Atrasalante). Preparó las antologías La voz alucinada y La oscuridad tras el relámpago (Ediciones UIS). Ha publicado los libros Momento del decir (primer puesto en el VIII Concurso Internacional Buenaventuriano de Poesía), Cantar de bruma (Ediciones UIS), Desde estancias habitadas (Premio internacional de Poesía Editorial Praxis 2014) y Canción para abrir una jaula (VIII Premio Nacional de Poesía Universidad Industrial de Santander-2016). Recibió la beca Artistas Jóvenes Talentos Icetex- Ministerio de Educación. Fue finalista del II Premio Nacional del Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Canción para abrir una jaula
El tópico del lenguaje, de la palabra y su revés, el silencio, se despliegan de forma reiterada y diversa en el libro “Canción para abrir una jaula” de Danny León (Bucaramanga, Colombia. 1990). Y sin llegar a repetir el registro temático de esa experiencia mutante, el joven poeta sabe trabajar con una materia de reflexión poco modelable.
Su camino no busca ni traza siquiera una definición de tipo teórico acerca del lenguaje, mas es suya la intención de pensar el fenómeno que sitúa un conflicto al interior mismo de la escritura. La solución dada a escribir acerca de la escritura y el silencio, si la hay acaso, la testifica cada uno de los poemas dentro en una serie temática con unidad de sentido muy bien resuelta. Si bien la suma de los tópicos, a lo largo del libro, puede dar cuenta de un arte poética, ya enunciado en el título asertivo que nombra una maniobra creativa eficaz.
Los referentes para tratar un tema tan vasto como el lenguaje, y la escritura misma, son delimitados por las propias palabras que nombran el silencio. Y lo acallado por la letra se configura bajo símbolos: de la identidad con el espejo; del tiempo con el río; de la transformación y la fertilidad con el agua y la lluvia.
Estos elementos se vuelven a cifrar en el tópico de lenguaje que da paso a otros ámbitos afines, aunque distintos. Pues el fuego aparece bajo la imagen creada por la consumación de lo dicho. El incendio de la escritura, aquello que la letra incinera cuando designa, es una suerte de huella que perdura para ratificar la realidad personal como experiencia de mundo. Todo porque hay un bosque en la ceniza humeante, un árbol talado donde cantan los pájaros, la quema fértil de los campos, andura por la cual no se detiene la erosión de los afectos.
Y de ese proceder del poeta joven, mediante un hecho descrito con precisa claridad, damos con una lección de vida, entonces ocurre cierta enseñanza del sí mismo que no precisa moraleja alguna, mas su mensaje persuade. Así lo perdido deja sus huellas, tanto como el silencio en la voz cuando marca sus pasos.
Del silencio y su escritura, al río y sus caminos; del fuego y lo quemado, al bosque y sus árboles, y del árbol al pájaro donde el poema vuela y su canto se posa en la página del libro, es el tránsito del lector que recorre por dentro los rumbos de una jaula que abre el poema. Una trampa del lenguaje liberado donde el poeta es un cazador solitario.
Felipe García Quintero
El mudo no sabe
de equivocaciones
lingüísticas
No podemos reprocharle
la sinceridad de su mutismo
Ni menospreciar
la entereza con que
nombra el mundo
Nosotros hablamos
pero estamos
propensos al error
En cambio un mudo
halla en el silencio
la perfección
de las palabras.
Por las palabras
algunos hombres
son condenados
Unos hablan
y mienten
otros nombran
y derrumban lo construido
Muy pocos logran
con su voz
encarnar la belleza
Suerte la de los mudos
que con su silencio
les es otorgada
la inocencia.
El mudo
habla con sus manos
Mas en las noches
cuando duerme
su instinto lo traiciona
Abre la boca
mueve los labios
y el aire fluye
No dice nada
A oscuras
su lengua pronuncia
la única sílaba
del silencio.
En la oscuridad
un hombre intenta
hablar consigo mismo
Mas no comprende
lo que pronuncia
De su boca
brotan sonidos
incongruentes
Desconoce
su propia lengua
Hasta que calla
y escucha en el aire
el misterio de la nada
Por fin entiende
El silencio logra decirle
todo aquello
que no pudieron
las palabras.
Para que un espejo exista
necesita de alguien
que se refleje
en su clara superficie
Podríamos
si así lo deseáramos
conjurarnos contra ellos
y no mirarnos jamás
Entonces los espejos
perderían su memoria
De igual manera
nosotros también
habríamos de olvidar
nuestro rostro
Por este miedo al olvido
es que cada mañana
hombre y espejo
se recuerdan
con la mirada.
Un hombre
entra al río
dos y tres veces
Al salir
aunque no lo quiera
sigue siendo el mismo
Vuelve a intentarlo
Esta vez
lava su cuerpo
como despojándolo
de un maleficio
Su piel reluce
El hombre ignora
que el agua no encubre
sino que revela
su justa realidad.
Como una alucinación
vieron el incendio a la distancia
Corrieron
pero al llegar encontraron
solo una pila de troncos calcinados
Entonces uno de los niños
tomó un tizón humeante
y escribió en la tierra
con letras oscuras
Aquí había un bosque.
Durante la mañana
escuché el golpe del hacha
contra un árbol
El ruido desgarrado
me llegó como presagio
Alguien apilaba troncos
y ramas florecidas
a la vera del camino
Por la tarde
cesaron los golpes
y el árbol cayó vencido
En su lugar quedó
un vacío de hojarasca
y esta nostalgia
de que nada
es para siempre.
Habría que escribir
Silencio
Porque acabo de borrar
la palabra pájaro
del poema
Y todavía
entre líneas
escucho su canto.
Para Silvana Olejua
Caminando
por la arboleda
encontré un pájaro
moribundo
Lo tomé en mis manos
y acaricié su plumaje
hasta que dejó
de respirar
Al llegar a casa
escribí este poema
donde ahora
late su corazón.
Todos los días
el pájaro soñaba
que volaba cada vez
más alto
Sin embargo
nunca alcanzaba
el cielo
Al despertarse
en la quietud de la jaula
sentía sus alas
inútiles.
Lo veo ir y venir
Lo veo posarse
de rama en rama
Abre su pico
grazna
aletea y levanta el vuelo
a ninguna parte
Mañana seguirá ahí
o quizás se marche
a otra arboleda
Entiendo
su desconsuelo
Ese pájaro
tal como yo
extravió su nido.
El pájaro huye
Se refugia
entre la niebla
Nosotros
a tientas lo seguimos
Caminamos
hacia donde no sabemos
Solo la esperanza
de su canto
guía nuestros pasos
Y así la existencia
Un pájaro extraviado
que nos llama
desde las sombras.