La poesía en español vive el tiempo que Haroldo de Campos llamó “post-utópico”. El poeta contemporáneo participa de una pluralidad de pasados, de tradiciones heteróclitas. Pertenece no a la poesía de un país sino a la poesía de una lengua. Pertenece a la poesía panhispánica. Proponemos, desde la conciencia de esta virtualidad, volver a los maestros del idioma. Iniciamos esta relectura con el poeta colombiano Darío Jaramillo Agudelo (Antioquia, 1947). Mereció, entre otros, el Premio Nacional de poesía en 1978. Su libro más reciente es El cuerpo y otra cosa (Pre-Textos, 2016) por el que mereció el Premio Nacional de Poesía 2017.
Razones del ausente
Si alguien les pregunta por él,
díganle que quizá no vuelva nunca o que si regresa
acaso ya nadie reconozca su rostro;
díganle también que no dejó razones para nadie,
que tenía un mensaje secreto, algo importante qué decirles
pero que lo ha olvidado.
Díganle que ahora está cayendo, de otro modo y en otra parte del mundo,
díganle que todavía no es feliz,
si esto hace feliz a alguno de ellos; díganle también que se fue con el corazón
vacío y seco
y díganle que eso no importa ni siquiera para la lástima o el perdón
y que ni él mismo sufre por eso,
que ya no cree en nada ni en nadie y mucho menos en él mismo,
que tantas cosas que vio apagaron su mirada y ahora, ciego,
necesita del tacto,
díganle que alguna vez tuvo un leve rescoldo de fe en Dios, en un día de sol,
díganle que hubo palabras que le hicieron creer en el amor
y luego supo que el amor dura
lo que dura una palabra.
Díganle que como un globo de aire perforado a tiros,
su alma fue cayendo hasta el infierno que lo vive y que ni siquiera
está desesperado
y díganle que a veces piensa que esa calma inexorable es su castigo;
díganle que ignora cuál es su pecado
y que la culpa que lo arrastra por el mundo la considera apenas
otro dato del problema
y díganle que en ciertas noches de insomnio y aun en otras en que
cree haberlo soñado,
teme que acaso la culpa sea la única parte de sí mismo que le queda
y díganle que en ciertas mañanas llenas de luz
y en medio de tardes de piadosa lujuria y también borracho de vino
en noches de lluvia
siente cierta alegría pueril por su inocencia
y díganle que en esas ocasiones dichosas habla a solas.
Díganle que si alguna vez regresa, volverá con dos cerezas en sus ojos
y una planta de moras sembrada en su estómago y una serpiente
enroscada en su cuello.
y tampoco esperará nada de nadie y se ganará la vida honradamente,
de adivino, leyendo las cartas y celebrando extrañas ceremonias
en las que no creerá
y díganle que se llevó consigo algunas supersticiones, tres fetiches,
ciertas complicidades mal entendidas
y el recuerdo de dos o tres rostros que siempre vuelven a él en la oscuridad
y nada.
Poemas de amor, 1
Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno
o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico
y el inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.
Poemas de amor, 4
Algún día te escribiré un poema que no mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores, que no tenga
jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros ni fuentes, un poema que
eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré un poema
que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones, con la intensidad estrujada
de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.
Poemas de amor, 6
Tu voz por el teléfono tan cerca y nosotros tan distantes,
tu voz, amor, al otro lado de la línea y yo aquí solo, sin ti, al otro lado
de la luna,
tu voz por el teléfono tan cerca, apaciguándome, y tan lejos tú de mí,
tan lejos,
tu voz que repasa las tareas conjuntas,
o que menciona un número mágico,
que por encima de la alharaca del mundo me habla para decir
en lenguaje cifrado que me amas.
Tu voz aquí, o lo lejos, que le da sentido a todo,
tu voz que es la música de mi alma,
tu voz, sonido del agua, conjuro, encantamiento.
Poemas de amor, 8
Tu lengua, tu sabia lengua que inventa mi piel,
tu lengua de fuego que me incendia,
tu lengua que crea el instante de demencia, el delirio del cuerpo enamorado,
tu lengua, látigo sagrado, brasa dulce,
invocación de los incendios que me saca de mí, que me transforma,
tu lengua de carne sin pudores,
tu lengua de entrega que me demanda todo, tu muy mía lengua,
tu bella lengua que electriza mis labios, que vuelve tuyo mi cuerpo
por ti purificado,
tu lengua que me explora y me descubre,
tu hermosa lengua que también sabe decir que me ama.
Poemas de amor, 13
Primero está la soledad.
En las entrañas y en el centro del alma:
ésta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese fruto perplejo, no tiene que agriarse con tu sino solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original ¾contigo mismo¾.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.
De la nostalgia, 1
Recuerdo solamente que he olvidado el acento de las más amadas voces,
y que perdí para siempre el olor de las frutas de la infancia,
el sabor exacto del durazno,
el aleteo del aire frío entre los pinos,
el entusiasmo al descubrir una nuez que ha caído del nogal.
Sortilegios de otro día, que ahora son apenas letanía incolora,
vana convocatoria que no me trae el asombro de ver un colibrí
entre mi cuarto,
como muchas madrugadas de mi infancia.
¿Cómo recuperar ciertas caricias y los más esenciales abrazos?
¿Cómo revivir la más cierta penumbra, iluminada apenas
con la luz de los Beatles,
y cómo hacer que llueva la misma lluvia que veía caer a los trece años?
¿Cómo tornar al éxtasis de sol, a la luz ebria de mis siete años,
al sabor maduro de la mora,
a todo aquel territorio desconocido por la muerte,
a esa palpitante luz de la pureza,
a todo esto que soy yo y que ya no es mío?
Una noche
El día no es la luz,
es tiniebla trasparente que se viste de negro con las horas,
para que las voces del insomnio
traspasen el silencio de la noche
y el quiste del desamor se convierta en un llanto de palabras quebradas,
en un clamor del aire.
El olvido es amor que se convierte en nada interminable de obsesiones,
en lento deshacerse;
al final del amor está el olvido y el olvido demora madurándose
y las voces que a veces se escuchan a la madrugada, antes de la primera luz,
son eco del silencio angustiado de los seres que olvidan, de los seres
que amaron y llevan semanas y meses olvidando.
El olvido no es que algo se borre en la memoria,
el olvido te ocupa todo el tiempo, a la hora del trabajo o del aseo, cuando
comes o rezas no te olvidas de olvidar.
Entretanto en la noche, cuando el silencio es la materia más consistente
de lo oscuro,
se cuelan voces sin dueño, las voces silenciosas de aquellos que
agonizan olvidando:
-Voy birlando tus apariciones, eludo los instantes en que sólo a ti te deseo,
eres la mía nunca más,
nadie repite, no hay regresos, lo sabemos, pero no descanso de olvidarte,
me gasto cada noche entera contigo, olvidándote. Tú bien lejos y
yo aquí contigo
olvidándote,
olvidándote.
-La palabra mata
y yo te voy desollando con cada sílaba.
Dardo mi verbo, arma mortal.
Lunas en agonía hacen explosión en esta memoria de guerra.
Cuando el amor acaba todo recuerdo tortura, olvidando se convierten
en espinas las dichas del pasado:
saber que me amaste es aprender que tu amor envenena;
para degradarme hoy, te amé entonces.
estoy en guerra con lo que tengo de ti, un fantasma que se apodera
de mis noches,
la rabia saber que no es el tuyo, cuando otro cuerpo.
Tengo que purificarme de ti, suicidarme de ti, mudar la piel
que tú acariciaste.
Tengo que matarte en mí para no ser sólo un pedazo de pasado.
-Cómo te voy desamando, qué largo y monótono ejercicio ya no amarte
y pensar en ti todo el tiempo,
qué tortura sutil sentir que mi lujuria está en abrazar un cuerpo
que ya no abrazaré,
¿cuándo un tiempo sin ti y conmigo, vuelto a mí, recuperado de la droga
de tu aliento?
Te expulso de mí, te exorcizo, te llamo a cada segundo para que salgas
de mi alma, para que tu fantasma no me anule.
Ah, nuestros momentos de dicha quedan demasiado lejos y
ya no me justifican los insomnios de este olvido minucioso.
Se me va un día entero olvidando cada minuto de nosotros.
Se me va toda la rabia cuando me doy cuenta, lacerado, de que
ni siquiera pude herirte.
Cuando decimos piedra no decimos nada, 10
Virtudes de la piedra.
Paciente, la piedra deja que la penetre el musgo y se deleita sintiendo
cómo el sol quema el musgo y la calienta.
Tímida, el contacto con el agua le cambia el color.
Religiosa, la inmovilidad es evidencia de que la piedra es budista.
Justa, cumple con celo la ley de gravitación universal.
Eterna, la piedra es anterior a las pirámides, que son de piedra.
Profundas, el piso del océano es de piedra.
Bella, la piedra es bella como la piedra.
Discreta, la piedra nunca contará nada.
Díscola, lanzada por David, siempre buscará la cabeza de Goliath.
Original, ninguna piedra se parece a otra piedra.
Santas, en el infierno no hay piedras. Por eso el infierno está empredrado
de buenas intenciones.
Condenada, la piedra que peque se ata a un hombre escandaloso y se arroja
al fondo del mar.
Amores imposibles, 11
Altar donde te invoco,
ara de ofrendas ante la mención de lo sagrado:
una pregunta, una mirada,
el vello suave de tu brazo izquierdo,
el miedo de que noten los otros que por ti me muero,
tu risa entre un silencio que sólo quiere oír tu risa,
un viaje, una postal, este poema,
mi remoto amor imposible,
ahora te invoco,
ahora te invoco y vuelvo a embriagarme de un instante de cielo,
de mi más lejano amor imposible.
Amores imposibles, 13
Amores imposibles
ineficaces como la compasión,
como la compasión necesarios.
Amores imposibles que te acompañan con más intensidad
que los amores posibles.
Amores imposibles que te dan la dimensión de tu soledad,
que llenaron de presencias tu soledad,
que le dieron sentido a tu soledad.
Amores imposibles que hicieron imposible
la sola soledad.
Amores imposibles que son la soledad acompañada.
Amores imposibles, 14
Algo por ahí quiere ser luz,
una palabra viene con vocación de destello,
una palabra que llega hecha cenizas.
Un abrazo viene con calor de entraña
y antes de llegar se desvanece en aire:
nunca lo escucharás,
nunca sentirás la piel de tu amor imposible,
nunca sabrás a qué huele.
Pero su compañía acortará las esperas,
irás solo y abrazado a tu dichosa nada,
acorazado contra el tedio,
de algún modo sereno.
Gatos
Sabiduría del gato:
hacer pereza todo el día sin llegar nunca al tedio.
Materialización del gato:
cuando el gato se convierte en materia, saca las uñas.
Astucia del gato:
fingir que es un animal doméstico.
Silencio del gato:
los gatos guardan todos los secretos de la noche.
Misterios del gato:
todo en el gato es misterioso.
Gatos
Estados de la materia.
Los estados de la materia son cuatro:
líquido, sólido, gaseoso y gato.
El gato es un estado especial de la materia,
si bien caben las dudas:
¿es materia esta voluptuosa contorsión?
¿no viene del cielo esta manera de dormir?
Y este silencio, ¿acaso no procede de un lugar sin tiempo?
Cuando el espíritu juega a ser materia
entonces se convierte en gato.
Conjuro
Que el azar me lleve hasta tu orilla,
ola o viento, que tome tu rumbo,
que hasta ti llegue y te venza mi ternura.
(Selección: Darío Jaramillo Agudelo)
Datos vitales
Poeta, novelista y ensayista colombiano nacido en Santa Rosa de Osos, Antioquia, en 1947. Es abogado y economista por la Universidad Javeriana de Bogotá. Renovador de la poesía amorosa colombiana, es uno de los mejores poetas de la segunda mitad del siglo XX en nuestra lengua. Su obra poética se caracteriza por un marcado corte intimista. También se ha destacado como brillante narrador y ensayista. Es miembro de los consejos de redacción de la revista “Golpe de Dados” y de la fundación particular “Simón y Lola Guberek” . Su obra poética está contenida en las siguientes publicaciones: “Historias” en 1974, “Tratado de retórica” Premio nacional de poesía 1978, “Poemas de amor” 1986, “Antología poética” en 1991, “Cuánto silencio debajo de esta luna” en 1992, “Del ojo a la lengua” en 1995, “Cantar por cantar” en 2001 y “Gatos” en 2005.