Poesía panhispánica No. 12: Efraín Jara Idrovo

En nuestro tiempo postutópico, el tiempo de la poesía panhispánica, continuamos la revisión de la pluralidad de pasados desde la que escribimos y leemos poesía. Presentamos una muestra del poeta ecuatoriano Efraín Jara Idrovo (1926-2018), autor uno de los poemas paradigmáticos de la elegía en Latinoamérica, “Sollozo por Pedro Jara” del poeta ecuatoriana Efraín Jara Idrovo (1926).  Publicó, entre otros libros, Carta en soledad inconsolable (1946); Tránsito en la ceniza (1947);Rostro de la ausencia (Cuenca, 1948); Dos poemas (1973); Sollozo por Pedro Jara(Cuenca, 1978); El mundo de las evidencias (Cuenca, 1980); El mundo de las evidencias -obra poética, 1945-1998 (Quito, 1999).

 

 

 

Amarga condición

 

El mar está ahí.

El agua de por sí es evidente:

elástica y compacta,

se deja estar, indiferente, en su volumen.

El caballo está ahí.

¡Indeleble presencia!

Tiembla el bosque en sus ojos,

cuando huele a la yegua…

 

¿Qué sucede contigo?

Sólo menguas en vez de acrecentarte,

como un río,

cuyo caudal exiguo,

lo hará languidescer en las arenas.

 

Crees fijar la espléndica

diadema de los astros

y ya es otro quien se obstina en la imagen:

el que, sí es, no es el mismo,

el que al brillar se extingue

para recomenzarse.

 

 

 

Círculo fatal

 

del fuerte es la suerte

la suerte del fuerte

la muerte es la suerte

la muerte del fuerte

la muerte muerde

muerde la muerte

muerde la suerte

la suerte muerde

fuerte muerde la muerte

la muerte muerde la suerte

la muerte muerde fuerte

suerte es la muerte del fuerte

la suerte de la muerte del fuerte

la muerte es la suerte del fuerte

la muerte de la suerte del fuerte

la muerte muerde la suerte del fuerte

la muerte del fuerte muerde la suerte

suerte de la muerte

muerte de la suerte

¡coño!

y no hay etcétera

no hay etcétera

 

 

Destellos de una infancia solitaria

 

¿Dónde guardas el rostro, que nunca he conocido,

y del que sólo quedan sus círculos de música?

Veo a mi madre erguida al borde de mi alma,

como álamo, temblando. Unas monjas recuerdo:

como amapolas secas, surgen entre la niebla . . .

El sol brilla en los sauces. Columbro una carreta

cargada de hojarasca. Al peso del arado,

crujían las oscuras costillas de la tierra . . .

 

Era un cuando sin cuando. Era un espejo, en donde

nunca inscribió el relámpago su helecho fulminante.

Días, años, en la ascua del espacio infinito,

viendo volver el mismo colibrí a los rosales.

El mismo río, idéntico fragor de terciopelos

del viento enardeciendo tejados y arboledas.

Un niño de ojos tristes eleva una cometa.

Y siempre son los mismos: cometa, niño y cielo.

 

¿En dónde confundiste, infancia, mis facciones,

el ser que nunca he sido y me remuerde siempre?

Empapada de sueño y de melancolía.

mi imagen se adelanta y no la reconozco.

Con un muñón de estrella golpeo en el pasado.

Me responde un camino de flores amarillas,

un zumbido de moscas, un aroma de bueyes.

Hay una casa lóbrega y un hombre solitario.

“¡No tengas miedo, Hipólito! Dicen que ama los niños.”

 

Pero mi rostro, infancia; el que labró mi sangre,

cuando el tiempo medía tan sólo por distancias;

aquel que vacilaba al fondo de las charcas,

camino de la escuela, antes de que un cuchillo

de soledad separe mi corazón del mundo,

¿en qué insondable pliegue de la sangre me llora?

Mi abuela fuma y teje sentada en la terraza.

Alguien riega la tinta y mancha los cuadernos.

Toman mi desamparo como signo de culpa . . .

 

La soledad, ahora, me hace dos efraínes.

Su hostilidad comprendo. ¡Sólo uno es verdadero!

El otro sustituye al que jamás he sido.

¡Ay diamante extraviado al iniciar el tránsito,

tus destellos persisten en torno a mi cadáver.

Un callejón recuerdo, con sombra y madreselvas.

Apoyado en el puente, miro las golondrinas.

El agua, entre las piedras, daba traspiés de espuma.

Nubes y gavilanes duermen tras las colinas . . .

 

Entonces no existían la mirada ni el pájaro:

la paloma era el ojo que al alma regresaba.

¿Cuándo advertí que el mundo estaba al otro lado?

¿Cuándo noté que el árbol no me necesitaba?

¿Cuándo supe que mi ansia no hace brotar la hierba?

Mamá lloraba mucho si es que llegaba tarde.

La rueda del molino se ha cubierto de musgo.

Hago memoria. Caigo al fondo del olvido.

¿Soy yo quien allí sueña que he de soñar todo esto?

 

Identidad perdida, laberinto de espejos

donde mi faz su lámpara, sin cesar, repetía.

Igual que para el pez, absorto tras el vidrio

frío de la redoma, no había dentro o fuera.

Hoy en la duración contienden sangre y mundo.

Ahora instala el rayo su imperio fugitivo.

Todo se va y no vuelve. Nada es ya, todo fluye;

como flecha transcurre y se hunde en el crepúsculo . . .

 

Infancia, vieja amiga, devuélveme los ojos

que inventaron los pájaros y las constelaciones.

Devuélveme los nombres con que fundé el espacio,

las huellas de los pasos sin residuo de tiempo.

Devuélveme el canario y su jaula de alambre,

los bolsillos colmados de vidrios de colores.

¡Restitúyeme el rostro del ser que nunca he sido!

 

 

 

Sollozo por Pedro Jara

(Estructuras para una elegía)

 

I

 

1.1

 

el radiograma decía

“tu hijo nació. Cómo hemos de llamarlo”

yo andaba entonces por las islas

dispersa procesión del basalto

coágulos del estupor

secos ganglios de la eternidad

eslabones de piedra en la palma del océano

rostros esculpidos por el fuego sin edad

soledad

terquedad relampagueante de la duración

enconado olor seminal de los esteros

andaba

anduve

y dije

mientras vociferaban la sangre y las gaviotas

se llamará pedro

pedrohuesosdepedernal

pedrorrisadepiedra

piedra inflamada por la lumbre de meteoros de la vida

 

 

1.2

 

el radiograma decía

“tu hijo nació, envía su nombre”

yo andaba entonces por el archipiélago

renegrida osamenta del basalto

sílabas del silencio

sillares de la eternidad

guirnalda de piedra en el pecho del océano

coloquio de cíclopes sin edad

soledad

orfandad deslumbrante del espacio

desgarramiento de túnicas del viento

andaba

anduve

y dije

en tanto aullaban el sexo y las focas

te llamarás pedro

pedrovenasderroca

pedrollamadepiedra

piedra enardecida por el aliento de leones de la vida

 

 

1.3

 

el radiograma decía

“tu hijo nació. Cómo lo llamaremos”

yo andaba entonces por las galápagos

cetrinas encías del basalto

alvéolos del desamparo

dentadura de la eternidad

diadema de piedra en la testa del océano

mantos de lava sin edad

soledad

oquedad fulgurante del tiempo

hervor continuo de astros al pie de los acantilados

andaba

anduve

y dije

entre el bramido de los sueños y las olas

te llamaré pedro

pedroespinazodepeña

pedropiedrasinedad

piedra tenaz e incandescente que ha de sobrevivirme

 

 

 

II

 

 

2.1

 

¡hijo mío!

mordido implacablemente por los nitratos de los días

parecías tallado en diamante

hechoparaempiedradurar

hechoparaperdurar

entre las proliferaciones de herrumbre del tiempo

pero todo cuanto arde en la sangre o la inteligencia

suena a caída de hojas y aniquilamiento

ay cinceles de piedra para hendir la roca

ay impacto sordo de fruto del golpe de las masas

ay facciones abrasadas por la lengua de la caducidad

rostros de piedra

rastros de piedra

semblantes de piedra rapa-nui

pómulos curtidos por la soledad del mundo

friso del desamparo

cuencas imperturbables donde se agazaja el tiempo

como un pequeño animal despavorido

sienes de piedra

mandíbulas de piedra

pedrobasalto o pedroisladepascua

piedras contaminadas por la pasión del hombre

piedras corroídas por las sales del exterminio

piedras que han ido aligerando el volumen

en el polvo sollozante de los adioses

 

 

2.2

 

¡hijo mío!

azotado salvajemente por la desesperación de las olas

Parecía cincelado en granito

hechoparaempiedraendurar

hechoparaperdurar

entre la frenética agitación de las aguas

pero todo cuanto se enciende en el corazón o el tacto

se infecta de perecimiento

ay puntas de obsidiana de las armas de mis abuelos

ay graznido de halcón de las hachas arrojadizas

ay lajas de las calzadas imperiales

rótulas de piedra

vértebras de piedra

escalines de piedra de macho-picchu

cresta en la que afilan su alfanje las centellas

balcón arisco del cóndor

goterón de silencio donde anida el tiempo

como flor entre los costillares triturados del trueno

fémures de piedra

párpados de piedra

pedroasperón o pedromachu-picchu

piedras dejadas de la mano del hombre

piedras caldeadas por los tizones de la agonía

piedras que han ido desvaneciendo el afuera

en el polvo de las despedidas

 

 

2.3

 

¡hijo mío!

desgarrado despiadadamente por las uñas de la sombra

parecías labrado en pedernal

hechoparaempiedramadurar

hechoparaperdurar

entre la silenciosa violencia de las cenizas

pero todo cuanto toca la mano o el amor

empieza a vacilar y desmenuzarse

ay guijarros vueltos silbo de dardo por la honda

ay hornacinas de donde el cierzo expulsó al guerrero

ay volúmenes arrancados al sueño de la geología

muros de piedra

hombros de piedra

dinteles de piedra de inga-pirca

proa despedazada en los arrecifes de lo perecedero

encordadura del aguacero

gran ábside donde golpea el viento

como un muñón de cólera

torso de piedra

cejas de piedra

pedropórfido o pedroinga-pirca

piedras contagiadas por el desvelo del hombre

piedras carcomidas por los líquenes del exterminio

piedras que han ido consumiendo su presencia

devoradas por la supuración de la muerte

 

 

 

III

 

3.1

 

desesperado revoloteo del instante

nosotros

los insensatos

los alimentadores de desmesuras y de tumbas

los que nos desvelamos

por saber qué hacemos aquí

anhelamos la inmensidad del océano

y sólo nos pertenece la indecisión de la lágrima

pedropiélago te quise

te tuve pedrogota

pedromar te ansié

te perdí pedroespuma

como a la playa la marea debías sobrepasarme

pero tu muerte crecía más rápido que mi amor

delicada espina de erizo

sombrilla errante de la medusa

agonía de terciopelos del deslizamiento del pez

chillido de la gaviota entre el fragor dula rompiente

todo se ahonda

se hunde

se difunde

parecías forjado con la tenacidad del arrecife

farallón olvidado del tiempo

indeclinable jabalina del albatros

¡pero fuiste aleteo de golondrina en el vendaval!

imaginé disparándose tus huesos

con la gracia tenaz de las columnas

con la agresiva terquedad de las madréporas

¡pero fuiste apenas resplandeciente estertor

del róbalo aventado en las arenas!

ay pedroesteladealgas

ay pedrosalpicaduradeola

en el rutilante acantilado de la vida

 

 

3.2

 

fulminante incandescencia de lo efímero

nosotros

los desatinados

los alimentados con desvaríos y frustraciones

los que nos obstinamos

por justificar el júbilo de estar aquí

codiciamos la vastedad del bosque

y sólo nos pertenece la vacilación de la hoja

pedroselva te quise

te retuve pedropecíolo

pedrofronda te ansié

te perdí pedrohojarasca

como al girasol la semilla debían sobrevivirme

pero tu sangre corría más rápido que mi desvelo

quebradiza aguja de pino

titubeante pupila de la resina

frenesí de mariposas de la lámpara del polen

trino de ruiseñor entre el estruendo de la catarata

todo se ahonda

se hunde

se refunde

parecías erguido con la reciedumbre del olivo

encina olvidada del tiempo

orla inabarcable del vuelo del gavilán

¡pero fuiste colibrí en el embudo del huracán!

concebí perfilándose tu frente

con la dulce pertinacia de las cortezas

con el agria avidez de las raíces

¡pero fuiste apenas crujido de ala de ángel

de la espiga pisoteada por el casco!

ay pedrohuelladegarza

ay pedrorrasguñodeviento

en el resplandeciente promontorio de la vida

 

 

3.3

 

incesante remolino del ahora

nosotros

los obcecados

los urdidores de discordias y silogismos

los que nos desesperamos

por descifrar los signos de la incertidumbre

ambicionamos la imperturbabilidad de la montaña

y sólo nos pertenece la postración del polvo

pedromegalito te quise

te tuve pedroguija

pedrorroca te ansié

te perdí pedroarena

como a la colina la luna debías desbordarme

pero tu angustia cundía más rápido que mi dolor

trizada lámina de lapislázuli

deslumbradora llaga del diamante

relampagueante éxtasis de la vena aurífera

arrullo de paloma entre la vociferación del alud

todo se hunde

se funde

se confunde

parecían implantado con la serenidad del nevado

filón olvidado del tiempo

majestuosa rúbrica del vuelo del gerifalte

¡pero fuiste empeño de mariposa en la tempestad!

pretendí recortándose tus hombros

con la poderosa simplicidad de las cumbres

con la perseverancia de las murallas

¡pero fuiste apenas súbito centelleo

del guijarro machacado en el torrente!

ay pedrocráterextinguído

ay pedrodesmoronamiento-de arena

en el desfiladero insondable de la vida

 

 

IV

 

4.1

 

en verdad

¿fue verdad?,

¿eras tú el que pendía de la cadena del higiénico

como seco mechón de sauce sobre el río?

ser ido

ser herido

sal diluida

suicida

ah surco de paloma del pensamiento

borrado por el sonido atronador del desdén

ah soberbia del astro que manda al diablo su órbita

ah pertinaz repudiador de lo establecido

pedrogorralrevés

pedromuertealospájaros

pedrorrompelosvidrios

el eterno brazo entablillado

pedro fermentación de vísceras de la vida

¡sólo que ya no estás!

sólo que al cerrarte los párpados

para velar el relámpago congelado en tus ojos

ya no te reconocía

¿eras tú en verdad?

¿eso de helada indolencia de témpano?

¿eso de pavesas que la desesperación insta a soplar?

¿eso que se desmorona en las tinieblas para siempre?

 

 

4.2

 

en verdad

¿fue verdad?

¿eras tú quien colgaba de la cadena del higiénico

como polea inútil de una construcción abandonada?

ser ido

ser sido

sol de huida

suicida

ah recinto de espejos del pensamiento

empañado por el vaho de amapolas de la pasión

ah fascinación siniestra por el ojo de remolino del vacío

ah sempiterno impugnador de los acatamientos

pedrocalzoncillos al revés

pedrocabezarrasurada

pedroceroengramática

y los faldones de la camisa afuera

pedro ofuscación de enredaderas de la vida

¡sólo que ya no estás!

sólo que al ponerte las manos sobre el pecho

para devolverte a la inocencia delirante de la materia

ya no te reconocía

¿eras tú en verdad?

¿eso de vana crispación de mano de náufrago?

¿eso de cenizas que el viento no tardará en dispersar?

¿eso que devoró su reserva de lumbre en una sola fulguración?

 

 

4.3

 

en verdad

¿fue verdad?

¿eras tú el suspendido de la cadena del higiénico

como un péndulo paralizado en la eternidad?

ser ido

ser sido

ser huida

suicida

ah palacio de cristal de la inteligencia

invadido por las emanaciones coléricas del instinto

ah obstinación de mariposa por el otro lado del espejo

ah perpetuo opositor a lo constituido

pedrocálcetinesalrevés

pedroojosemplomados

pedrochaquetasestrafalarias

y los cuadernos extraviados

pedro exasperación de jaguares de la vida

¡sólo que ya no estás!

sólo que al mirarte por última vez

antes de entregarte a la humedad y a la disipación

ya no te reconocía

¿eras tú en verdad?

¿eso de melancelía de estandartes abatidos?

¿eso de inmovilidad que antecede al furor subterráneo?

¿eso de luto y gérmenes ya alimento de los tréboles?

 

 

V

 

5.1

 

pedro ya no

tan sólo piedra

grumo devuelto a las opresivas láminas del esquisto

al congelado silencio de la cantera

nunca más la aventura

únicamente a la ventura

al ensañamiento vesánico de las depredaciones

a lo que sólo deja residuos nunca huellas

nunca sonido de enramadas y raíces en el pecho

estela de tizones del tiempo

pero refulges en mí

como una espada al fondo dé un arroyo

pero suspiras en mí

amas todavía en mí

golpeas en el corazón

como un animal anhelante de otra oportunidad

¡hijo mío!

somos fervor de espuma de un piélago insondable.

 

 

5.2

 

pedro ya no

tan sólo estalactita

mineral devuelto a la rapacidad del polvo

a la vulva del huracán de la metamorfosis

nunca más la aventura

únicamente la desventura

a la vengativa eficacia de la disgregación

a lo que sólo exige espacio

nunca tiempo

nunca aleteo de petreles y golondrinas en las sienes

reguero de brasas de la perseverancia

pero rutilas en mí

como una ola que por fin hace playa en el corazón

pero parpadeas en mí

alientas todavía en mí

animas en la sangre

como una semilla ávida de nuevas germinaciones

¡hijo mío!

somos el murmullo de un follaje inmarcesible

 

 

5.3

 

pedro ya no

tan sólo cuarzo

bloque devuelto al estupor de palomas de la roca

a la desaforada perversidad de los ácidos

nunca más la aventura

únicamente la envoltura

a la tosudez metálica de lo inerte

a lo que sólo impone sombras

nunca formas

nunca arterias de diamantes y de rosas en la frente

pisada de ascuas de la duración

pero fosforecer en mí

como el meteoro cuando irrumpe en la atmósfera

pero sueñas en mí

vives todavía en mí

ardes en la memoria

como las viejas tonadas de la tribu en los labios de los adolescentes

¡hijo mío!

somos los ecos de un tañido inextinguible.

 

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