La poesía en español vive el tiempo que Haroldo de Campos llamó “post-utópico”. El poeta contemporáneo participa de una pluralidad de pasados, de tradiciones heteróclitas. Pertenece no a la poesía de un país sino a la poesía de una lengua, pertenece a la poesía panhispánica. Proponemos, desde la conciencia de esta virtualidad, volver a los maestros del idioma. Continuamos esta muestra de la poesía panhispánica con Hugo Mujica (Buenos Aires, 1942). Estudió Bellas Artes, Filosofía, Antropología Filosófica y Teología. Tiene publicados casi treinta libros, entre poesía, ensayos y narrativa. Tiene además numerosas antologías personales editadas en más de veinte países; algunos de sus libros han sido traducidos y publicados en más de diez idiomas. Su obra casi completa, tanto ensayística como poética, Del crear y lo creado, fue publicada en tres volúmenes en México-España por la editorial Vaso Roto. Su último ensayo es Dioniso, eros creador y mística pagana, y el más reciente de poesía es Barro desnudo. Su sitio es www.hugomujica.com.ar
Hace apenas días
Hace apenas días murió mi padre,
hace apenas tanto.
Cayó sin peso,
como los párpados al llegar
la noche o una hoja
cuando el viento no arranca, acuna.
Hoy no es como otras lluvias
hoy llueve por vez primera
sobre el mármol de su tumba.
Bajo cada lluvia
podría ser yo quien yace, ahora lo sé,
ahora que he muerto en otro.
En plena noche
También en plena noche
la nieve
se derrite blanca
y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.
Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,
la que nos expande
las pupilas.
Lo que busca con su bastón
el ciego es la luz, no el camino.
Orillas
Afuera ladra un perro
a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.
Siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.
Adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.
Desmesura
Cuando el alma ya es carne,
cuando se vive desnudo,
todo el afuera es la propia hondura,
desde cada otro
se escucha el propio latido.
Viento en el viento
Viento en el viento,
llueve sobre el mar
y ni crece ni disminuye el agua.
Desnudo se es todo rostro:
un tajo es siempre un tajo entero.
Alba
Quieto,
como no moviéndose
para que la sangre no rebase
la boca
quieto,
como sintiendo un pájaro
herido
en la palma de la mano
sin cerrar la mano
sin abrir los ojos.
Hay una fe que es absoluta:
una fe sin esperanza.
Amanece y callo
Amanece y
callo;
callo todo miedo, callo cualquier
presagio,
busco un alba virgen de mí,
busco el nacer de la luz,
no su alumbrarme.
Sólo al final
Las dos orillas
son siempre una, pero se sabe sólo al final,
después, después de naufragar entre ellas.
Más hondo
Hay vidas
en las que el alma
se abre
más hondo
que donde esas vidas laten,
se abre como un relámpago
sin cielo ni trueno,
como una herida sin pecho
o un abismo
donde la belleza es alba.
Cauces
Sopla el viento
sobre lo oscuro de
este invierno;
sopla y pasa como un río
que pasando creara
él mismo sus orillas.
Siempre hay alguien que
se arrodilla
en la noche,
alguien en quien la espera
se le abre alma en la carne.
Estrella fugaz
A cada bosque
sus hojas al viento,
a cada vida su
espera:
su sábana blanca ondeando
en la noche
bajo una estrella que cae.
Nace el día
Nace el día
bajo un cielo despejado,
la claridad en la que todo
se muestra,
lo que hacia ella brota
y lo que su misma luz marchita.
Todo nacer pide desnudez,
como la pide el amor,
como la regala la muerte.