Poesía, fama y poder: No te salves, de Mario Benedetti

En ocasión de esta nueva entrega de la serie Poesía, fama y poder, reproducimos un párrafo del libro Felipe, el oscuro (Planeta, 2020), de la periodista Olga Wornat en el que refiere la lectura de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón al oído de Purificación Carpinteyro, seguramente con la ayuda del Internet de las cosas, del poema No te salves de Mario Benedetti.

 

 

 

 

 

“Indolente ante los cuestionamientos por no haber aceptado un recuento casilla por casilla, el michoacano sabía que la toma de posesión no sería un día de fiesta. Había llegado a la cima del poder con graves sospechas de fraude, sin el respaldo popular y por la puerta de atrás, como un fantasma.

«Estoy muy preocupado, no sé cómo voy a ingresar, por dónde. ¿Y si no me dejan?», le confesó a Purificación Carpinteyro.
Felipe Calderón la invitó a comer para ofrecerle ser parte de su gobierno, en la Secretaría de Telecomunicaciones. Estuvieron solos en el elegante Club de Industriales de Polanco. Embriagado por el exquisito vino que compartieron, Felipe se acercó a Purificación y le recitó al oído un poema de Mario Benedetti: No te salves.

«Yo no entendía qué le pasaba, me recitaba un poema, y volvía la obsesión de su ingreso a la toma de posesión, y le dije: “¡Pide un helicóptero!”», afirmó Carpinteyro. Pero nada lo tranquilizaba: le reveló a Purificación que ese temor le provocaba insomnio.”


De: Felipe, el oscuro (Planeta, 2020) | Olga Wornat

 

 

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NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino,
no congeles el júbilo,
no quieras con desgana,
no te salves ahora,
ni nunca!
No te salves,
no te llenes de calma,
no reserves del mundo,
sólo un rincón tranquilo,
no dejes caer los párpados,
pesados como juicios,
no te quedes sin labios,
no te duermas sin sueño,
no te pienses sin sangre,
no te juzgues sin tiempo…
Pero si,
pese a todo,
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo,
y quieres con desgana,
y te salvas ahora,
y te llenas de calma,
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo,
y dejas caer los párpados,
pesados como juicios,
y te secas sin labios,
y te duermes sin sueño,
y te piensas sin sangre,
y te juzgas sin tiempo,
y te quedas inmóvil
al borde del camino,
y te salvas…
Entonces,
no te quedes conmigo….

Mario Benedetti
Poemas de otros (1973-1974)

 

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