Todas las habitaciones de Casa Desnuda
Hallarás una casa con un nombre extraño
que intentarás pronunciar en vano
Y muros del color de los buenos sueños
Pero tú no verás ese color
Tampoco beberás el vino rojo de los ciruelos
Rómulo Bustos
A continuación, presentamos una muestra de los poetas que integran el colectivo Casa Desnuda conformado por profesionales de la Universidad Pedagógica Nacional y otras como la Universidad Nacional y la CUN. Casa Desnuda es la reunión de muchas voces, es el refugio en tiempos de intemperie, por eso la necesidad de encontrar un lugar en el basto panorama de Colectivos que están, como nosotros, trabajando en torno a la palabra y la gestión cultural.
Dentro de las líneas de acción de Casa Desnuda, el programa Poetas en Vela consiste en la trasmisión en vivo de lectura y charla de poetas invitados de diferentes latitudes. Estamos comprometidos con el devenir del siglo por eso celebramos el lanzamiento de libros en nuestra franja Artefactos del tiempo; llevamos a cabo el taller literario El lenguaje Secreto, coordinado por Fabián Rodríguez, Entre Amigos, en alianza con La Raíz invertida. Así mismo Aula Libre una fiesta literaria en la cual nuestros protagonistas son instituciones educativas.
En esta breve reunión de poemas encontramos a: Charol Gualteros Bolaños, Fabián Andrés Rodríguez González, Edwin Tavera, Leandro Sabogal, Sebastian Barbosa Montenegro, Duván Gómez, Yurany López. Cuando le damos la espalda a los poemas quedan sumergidos en la oscuridad hasta que los develamos nuevamente, de modo que lo creado se presenta siempre de manera de provisional. Que esta pequeña selección sume para que una vez lanzadas al infinito nuestras voces encuentren sus lectores.
Sebastian Barbosa Montenegro.
Charol Gualteros Bolaños (Colombia, 1995) Licenciada en psicología y pedagogía de la Universidad Pedagógica Nacional. Todo se está quemando bajo la lluvia (2020) es su primer poemario. Es integrante del colectivo Casa Desnuda.
Bogotá
La ciudad es una niña
proliferando luz de noche
le crecen montañas iluminadas
sujetos estáticos
gusanos como máquinas de coser
alguien pisa el pedal y somos colcha de retazos
Tu pregunta es por los días…
Corriendo
Huyendo
Sé bien
Se van.
Buenaventura
Quiero caminar por la playa atestada de cangrejos y ser uno
uno minúsculo que te busque los pies
y se esconda cuando te acercas
deslizar por entre mis patas tus pasos
remojar entre agua de mar los dos mil trecientos días no nacidos
al fin
huir como cadáver en el pico de un pelicano.
Este cuerpo hecho de trizas
De palabras
De historias inconclusas
De bucles en el tiempo
La cortina de agua rompe el tejado
Los gatos esta noche esconden sus amoríos
Para mañana
Para tal vez
Para un día
Desnudos
Somos trozos de océano inventados por mi cavidad central
Mis pies te pronuncian
Buscan la ruta al tedio de tu espalda
Te doy coordenadas a mi sexo
Pongo un trozo de papel en la paginilla dónde me has escrito un poema
Somos meseros de agua
Sal
Sexo
Labios entre la boca
Largos rieles
Cuatro
Dos
Uno
Todo
Fabián Andrés Rodríguez González (Bogotá, 1993). Profesor de literatura y miembro del colectivo Casa Desnuda.
Caminar es escribir en puntillas
Caminar como si tuviéramos un lugar a dónde ir
como si los caminos trenzaran el destino
(como si de pronto tuviéramos uno)
Caminamos sospechando de la tarde
devorada por la lluvia
Inventando cada paso
la piedra que lanzaremos al fondo de nosotros mismos.
Imaginamos el árbol la casa la ventana
un lugar en donde habitar
por dónde caminar
hacia la orilla
como si estuviéramos extraviados
casi con la certeza
de estar en realidad extraviados
buscando algo
en las estancias marchitas del ayer
o quizá porque no tenemos más remedio
que caminar o escribir:
tal es nuestro oficio.
Árbol genealógico
A veces me reconozco en un viejo árbol
lo veo frente a mí
y pienso
que sus ramas recorren mi rostro
que en los ojos llevo el nido
o los harapos de un pájaro.
En ciertas épocas del año
dejo que el viento se columpie entre mis ramas
los recuerdos
la tarde
el huésped abrazo de su sombra.
A veces me reconozco en un viejo árbol
en uno que creció en mi infancia
sin hojas
Reproches
Por ejemplo
el poema que nunca te escribí
se fue tejiendo solo
en los muros de la casa
entre el moho y los retratos de familia
Por ejemplo
se volvió agua el viento en las paredes
y fue el testimonio de
la paradoja cíclica del tiempo
Ya no hay nada que nos ampare
de las grietas que llevan por nombre los fantasmas
de esta casa
que ya no es mía ni tuya ni nuestra
Por ejemplo
Costurera
Mi abuela remendaba los ojos de mi madre
—Casi nada.
Era ella quien cosía el techo del mundo
cuando la lluvia perforaba
las tejas de la casa.
Sebastian Barbosa Montenegro (Bogotá, Colombia, 1998) Universidad Pedagógica Nacional, licenciatura en filosofía.Este no es tiempo de fervor (2019) es su primer poemario. Es integrante del colectivo Casa Desnuda.
Rosa y el mar
Mi padre me decía que regresara al mar como si regresara al vientre, pero vestida de rojos (dando visos en la orilla de los sueños), corrí con deseo de sentir el agua recién hecha, solo para mí. Cuando el mar parecía vaciarse por un segundo al otro lado del horizonte intenté regresar, cumplir mi destino. Habría querido volver a sostenerme en el borde de la playa, pero cuando estaba regresando mi tallo y espinas fueron tragadas por la arena. De pronto fue la confusión: un golpe de tela pesadísima. Una mano. Un cielo estrellado. Una voz. Un alarido. Un auxilio ahogado. Un irse desvaneciendo sin palabras, en el fondo.
El mar se la ha tragado se la ha tragado se la ha tragado se la ha tragado se la ha tragado: la ha devorado como en La vorágine.
Pero yo no he sido dueña de nada, y nada sé de la selva, ni del mar. Solo sé de recuerdos escritos en papelitos como este:
La maestra otra vez me ha dicho que no es cierto
que en La vorágine el personaje principal sea la selva.
Otra vez tengo trece años en la garganta reseca. Intento reírme, pero la boca se llena de agua y sal. ¿Entonces también las palabras son de agua? Algo como un recuerdo ciego en la profundidad del mar. Regresar al vientre, pero sostenida por los sueños. Llevada, acaso, por un jirón de luces al poniente. Nacer muerta con los ojos de nácar, recobrada por los peces, ungida en viento con una última música de coral en la profundidad de las espinas.
No esperes que florezca
No enciendas de esperanza
tu corazón marchito
No esperes que florezca
no saltes
Inclínate por las caídas
no te acomodes
estás de paso
no ates
no temas que sea de noche
las luces iluminan
los sueños rotos
Al tiempo
No pidas clemencia.
Un santo y seña
Las piernas ancladas en la profundidad del mar
en los ojos un santo y seña de haberse perdido
sin remedio.
Una intensión de orfebrería
unas palabras de fuego en las manos.
Una despedida Una renuncia
en el corazón: una derrota.
Mal hazaña
No sé qué hacer con esta mal hazaña
soy el último en la fila
indeseable entre los últimos.
Olvidado hasta por la aritmética del tiempo:
no cuento los días
ellos no cuentan conmigo.
Yo he sido santo y señor en las filas del Super, del banco, en las filas del trasporte público… Último último,
no sé qué hacer con esta mal hazaña
pues no quiero ser el último
en temerle a los leprosos
tampoco ser el último que bese las llagas de un dios dormido
tampoco en dar palabras de agradecimiento.
No quiero decir: bebe del rio, pero está envenenado.
Siente el viento que aviva, pero son vapores de muerte.
Yo quiero ser sirviente de la palabra
ser mal pagado
ser el último que grite.
Edwin Tavera (Bogotá, Colombia, 1993) Licenciado en ciencias sociales de la Universidad Pedagógica Nacional, especialista en Epistemologías del sur del CLACSO. Ha publicado sus poemas en diversas revistas de poesía y literatura. Integrante del colectivo Casa Desnuda.
En las noches de esta ciudad
donde las luces se quiebran
entre cerros y sus matorrales
una muchacha transcribe cartas antiguas
cierra los ojos y baja la cisterna.
Acá, en camino recto hacia mí mismo
—anochece—
Abatidos por las horas del jornal
sin un provecho más cómodo que las latas de cerveza
Un estrepitoso aire cruza por las calles gritando
¡Auxilio, Auxilio, Mi cerebro!
Un destino más infame está justo en la ventana del quinto piso
tal vez o en consecuencia
desnudo, con los ojos blancos frente al espejo,
sofisticado sistema de símbolos.
Atardecer
despertamos con un finísimo dolor de cabeza.
Billie Holiday
Tirado en el sofá sobre una laguna de jazz
como fue nombrada precipitadamente
dicha creación
—The Straing Fruit —
suena de fondo una alarma extraña
que cala paulatina sobre el vaivén
doloroso
de los labios de la amada.
Triste poema
Cuando escribimos un triste poema,
es un triste poema,
no es un canto alegórico
a la melancolía,
es un triste poema,
no es un adiós húmedo
en la ventana de un auto,
no es lágrima
plateada,
es un triste poema,
no es llanto frente al
féretro,
no es un verso vacío,
es un triste poema.
Leandro Sabogal, (Villanueva Casanare, Colombia, 1986). Artista plástico, poeta y cantautor. Licenciado en música de la Universidad Pedagógica Nacional. Ha publicado: Niños de la ciudad invisible (2020) Editorial piedra de toque. Integrante del colectivo Casa Desnuda.
Fósiles
¿Qué son las canciones cuando llega la ausencia?
¿Qué, los poemas sino huellas de nuestros antecesores?
Fósiles, marcas del pasado
voces decantadas, ruinas.
Siento tus manos entre mi música
Veo tus manos entre mis hojas.
¡Tus manos amor!
escobillas que apartan la arena
para salvarme del olvido.
Me llevas en tus manos
a los museos del mundo
como esfinge digna de adoración.
El ser que fui volverá.
En tu boca soy eco
testimonio de un siglo
ciclo
las canciones
los poemas
la arena, tus manos, el olvido.
Todo volverá a repetirse.
Para ti mis peores poemas
Para ti mis peores poemas
los que están encarcelados
los que tienen frases castradas.
Los peores.
Los que rezan antes de dormir
participan en orgías de lunes a viernes
confiesan sus pecados el sábado en la noche
y van a misa los domingos.
Para ti mis poemas…
Los peores mi amigo Rafael.
Porque, así como haces de las vísceras del pez
medicina para la ceguera y conjuro para exorcizar demonios,
de estos poemas y su hedor a pescado
harás medicina con sus tripas.
Te recuerdo Rafael
Ángel del camino.
Sabías meter tu mano entre el poema recién nacido
y evitando su dolor, hacías llover su sangre en nuestros rostros.
Vino tinto
Nada ha podido arrancarme
ni siquiera mi orgullo
ni siquiera tus párpados
se me seca la boca de pensar en tus ojos
y el vino tinto de tu alma brillante
de tu alma brillante
por ahí asomarse.
Voy a dibujar con mis manos
el cáliz sagrado donde te ofrezcas al mundo.
bello milagro, embriágame en tu fuente
yo que solo esperaba la muerte
y la conocí en tus labios.
Nada ha podido arrancarme
ni siquiera el delirio
ni siquiera la lluvia
el sol de tu verbo
fermenta mis ganas
cambiando mi agua
en vino y lujuria
en vino y lujuria
paz en tus mares.
Bello milagro, embriágame en tu fuente
yo que solo esperaba la muerte
y resucité en tus labios.
Yurany López Lozano (Bogotá, Colombia, 1999) Estudiante de Cine y Televisión en la Corporación Unificada Nacional (CUN). Artista plástica. Ha publicado en suplementos culturales y educativos. Integrante del colectivo Casa Desnuda.
Tenlo por seguro
que hace frío, pero tú estás
que hace frío hasta en mis pensamientos.
Hazme saber si la lluvia que cae en mi rostro es real y segura
Hazme saber si tu fuego sigue estando grabado en nuestros besos
recuerda no hay mal beso.
Estoy aquí
y estoy queriéndote
como quién despega su sentir
cuando sus pies están en la arena mojada del mar.
I
Para mi padre
Que siempre vive en mi
Pero lo persigue mi ausencia
Para mi padre
Quien dice que ama
Pero su amor
Es mas que un horizonte sin fin
Para mi padre
Que amo
Y cargo sin perdón
En mi alma.
Duván Gómez (Bogotá, Colombia, 1993) docente de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia e integrante del colectivo Casa Desnuda.
Devolver
Salí de mí para buscarme en otros.
Fui a los lugares que acostumbraba a frecuentar para ver si aún estaba allí.
Pasé por el viejo bar del segundo piso,
luego fui a los salones de reunión y a los parques donde me encontraba con amigos.
Después subí a los puentes que tanto me gustaban.
Pero en ninguno de aquellos sitios estaba yo.
Incluso pasé por la casa de algún viejo amor,
pensando que me hallaría en el andén de una muchacha conversando hasta anochecer.
Fueron en vano todos los intentos por encontrarme
así que decidí regresar.
Bogotá
En dos minutos recorro la ciudad
de sur a norte descubro todos los pisos térmicos.
Encuentro gran diversidad de acentos;
ninguno es el de la paz.
Las cruces de los cementerios
me invitan a tallar mi nombre en una de ellas
para condenarme a ser eternamente Bogotano.
Me veo en las miradas inexpresivas de personas infelices.
Me identifico con el humo de los buses, con el alarido del comercio.
Me convierto en una paloma más de su andrajoso paisaje.
Me trepo en los edificios buscando el sol,
para tener privacidad voy a las alcantarillas
paso a la iglesia para preguntar por Dios,
“no tarda en regresar” pregona el cura con la puerta cerrada.
Mientras espero me pierdo en sus calles,
como un papel en un basurero.
Confiando en que esas miserias no se repitan por los siglos
Bogotá, Bogotá, Bogotá.
Las distancias
Abrí la puerta de la casa
me perdí por unos segundos en el umbral
hasta que la indecisión me llevo a ingresar
Caminé por aquel pasillo,
por el que tantas veces había caminado.
Observe los objetos inmóviles,
roídos por el polvo de la memoria.
El piso desgastado seguía vigente
como si el tiempo no le hubiese pasado,
Lo que si había pasado era mi niñez
y la de muchos otros que no lo recuerdan ya.
La casa estaba
yo también estaba.
Pero no éramos los mismos.
Cerré la puerta y escuché cómo a mis espaldas
se derrumbaban tres generaciones
de ladrillo y hombres invisibles.
Diario de la nación
Antes de que la bandera cambie de color
hay que decir tres cosas.
Primero:
que los conquistadores
no eran tan valientes.
Segundo:
que los conquistados
No eran tan estúpidos
Y tercero:
que quienes escribieron la historia
fueron los cobardes que no se atrevieron a hacerla.
Fotografias de Lady Johanna Rubio Flórez (Bogotá, Colombia 1994) Estudiante de Medios Audiovisuales en la Corporación Unificada Nacional (CUN). Integrante del colectivo Casa Desnuda.