Cuento actual de la India: Jahnavi Barua

En el seminario de traducción de Gustavo Osorio de Ita se construyó un dossier de cuento actual de la India. Leemos, en la traducción de Adriana Ulloa Fuentes, un relato de la narradora Jahnavi Barua. Su primer libro de cuentos fue Next door (Penguin, 2008). Estudió medicina pero no ejerce. También estudió Escritura Creativa en Inglaterra. Actualmente vive en Bangalore.

 

 

 

 

Birdsong

 

‘Entonces, ¿qué has decidido?’

Justo debajo de ella se encuentra un minivet escarlata; es un pájaro llamativo, con su plumaje negro y rojo, y está sentado pacientemente, como si se estuviera presentando con ella. Ella trata de buscar el mejor ángulo para la fotografía. Las ramas de los árboles están desnudas, casi es invierno y el pájaro luce extravagante contra el rígido esqueleto.

‘¿No vas a contestar?’

Sus pies se enganchan en una raíz que sobresale mientras presiona el botón y el pájaro se aleja, por casualidad, como si juzgara que ya le ha dado bastante tiempo y ahora debe irse.

En la pantalla de la cámara, ella se queda con una mancha roja y borrosa, del mismo color y feracidad que la ira. La voz de él está teñida con ese color, ahora, y de vez en cuando.

Del otro lado del pequeño pozo de agua, un brillante color escarlata destella en un árbol de jaca. Ella se apresura ligeramente al pie del árbol. El pájaro está posado, inmóvil, y sobre ella se encuentra su larga cola que lo ayuda a equilibrase. Ella levanta la cabeza, mirando a través del visor, tratando de posicionar el pájaro en una buena toma.

Un cálido aliento pasa a través de su cuello. ‘¿A qué demonios crees que estás jugando?’, él tira de su hombro, ella pierde el equilibrio y estira un brazo para sujetarse del tronco del árbol. El pájaro se aleja silenciosamente.

‘Escucha, tienes que decidirte de una vez por todas’. Su voz ahora suena furiosa y áspera.

Ella lo está alejando de los partidos de cricket que pasan por la televisión; incluso en días festivos, en medio del bosque, él permanece adherido a la pantalla. Pero él también la está alejando de sus pájaros. La mandíbula de ella adopta una postura fija y tenaz. Piensa en todas las veces que él parecía que estuviese casado con la televisión: cuando ella estaba en cama enferma de dengue, temblando por la fiebre  y muy asustada; cuando ella llevaba a su recién nacido a dormir por las noches, frenética de dolor por la incisión de la cesárea y preocupada; o cuando quería mirar los pájaros en un programa nocturno.

‘Disculpa’, dice ella mientras lo empuja hacia los escalones en la base de la pequeña colina. Ella sube los escalones fácilmente. Él la sigue, ella puede oírlo maldecir, mientras sus pantalones se suben lentamente.

En la punta de la colina hay un pequeño pelaje de bosque denso. Altos árboles de seda se levantan en el despejado cielo. Un ruiseñor, uno rojo y bigotón, se sienta en una rama no tan alta. Es muy gordo y casi parece una pequeña pelota. Ella sonríe a esa vista. Esto ha sido una buena idea después de todo. Su madre les había insistido para que salieran de casa este fin de semana. ‘Yo cuidaré a Neil’ había dicho, ‘Ve y resuelve las cosas con él. El divorcio no es una solución’.

Divorcio. La palabra aterraba a su madre. Al principio, a ella le asustaba también. ¿Cómo iba a criar a un hijo sin padre?  Él estaba muy confiado, casi arrogante.

‘No podrás arreglártelas sin mí’

¿Podría? En realidad, no lo sabía. Pero está menos asustada de esa palabra ahora. Ahora la ha llevado consigo por un largo rato; se ha vuelto familiar y ya no posee el riesgo que alguna vez tuvo.

Se adentra aún más al bosque. Está oscuro aquí, incluso para ser de día. El camino es estrecho y desigual; tiene que ser cuidadosa, cuidar sus pisadas. Está muy silencioso aquí. Sabe que hay ojos mirándola, aunque ella no pueda ver nada.

Él está detrás de ella. Tropezando y jurando. Ella siente un escalofrío de ira.

‘El no es malo, querida’, decía siempre su madre. No es malo, pero eso no significa que sea bueno.

Su madre continuaba. ‘El nunca ha sido cruel contigo’. A lo que su madre se refería es que nunca le había pegado. Pero la crueldad viene en distintas formas, distintos colores y tamaños. Ella piensa en las veces en las que la ha mirado, una mirada tan vacía que le helaba el corazón.

Su hijo necesita un padre. Ella podía darse cuenta de eso. El divorcio realmente no es una opción. Sólo una idea con la que juega, como si en realidad tuviera una escapatoria.

Un pájaro cucú grita desde arriba. Ella alza la mirada con alegría. El voluminoso pájaro se posa medio escondido entre las hojas de un árbol.

Entonces, desde la esquina de su ojo ella ve el destello de una cola roja. El minivet. La había seguido hasta aquí.

Él casi alcanza su hombro cuando ella levanta el cuello y los brazos para apuntar la cámara. Si, esta vez, él le pregunta, ella le dirá que ha decidido no dejarlo.

Ella mira en el visor. El pájaro escarlata está posado pacientemente, enmarcado contra las oscuras hojas del árbol. Ella está por presionar el botón con su dedo cuando algo se mueve. Un pájaro negro y amarillo ha aparecido y se coloca gentilmente junto al rojo. ¡Es la minivet hembra! El macho se inclina hacia su compañera y ella lo acaricia y se acerca aún más.

Inesperadamente, se encuentra desolada. Su pecho se aprieta. Ella baja la cámara y gira para enfrentar a su esposo, el padre de su hijo.

‘Muy bien,’ dice. ‘Vamos a divorciarnos.’

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