Emma Díaz (Aguascalientes, México, 1995). Estudia la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA). Primer lugar en el Concurso Nacional de Crítica Literaria Elvira López Aparicio (2020). Ha participado en distintos congresos estudiantiles, así como en el Encuentro Dolores Castro: “Literatura escrita por mujeres: crítica y creación” (2019). Se interesa en literatura de mujeres y crítica feminista.
El lenguaje circundante a la mujer: de la prohibición del hechizo a la libre enunciación de sí misma en el poema “Spelling” de Margaret Atwood
A lo largo del último siglo se ha hecho cada vez más frecuente escuchar que la literatura es, o tendría que ser, un acto político. Ya sea en producciones narrativas o poéticas, la era moderna exige que los creadores muestren su postura o preocupación ante distintos hechos. Actualmente, versos que se centren en lo intimista y hablen de lo bello parecen cada vez más obsoletos, y con razón, pues, “no se puede cerrar los ojos ante la violencia, y, por muy doloroso que sea, es necesario ser testigo y observador consciente de los abusos de poder.” (Somacarrera 11)
Otro hecho que ha exigido cambios en el ámbito literario es la creciente participación de las mujeres, a lo largo del siglo XX y el actual, aún a pesar del rechazo y prejuicios que han sufrido debido a su sexo, hay una gran oleada de escritoras que ha hecho estremecer al mundo literario. Dicha afluencia demanda una reconfiguración de estructuras establecidas por el varón, pues, es necesaria su modificación para hacerlas convenientes y apropiadas también para ellas.
Una de esas estructuras es el lenguaje, que tuvo un carácter restrictivo para la mujer durante mucho tiempo. Recibir educación, acceder a la palabra, a la escritura y tener una voz propia, eran oportunidades exclusivas para el sexo masculino. Debido a esto, podría decirse que por ser los únicos con acceso al lenguaje, a esa posibilidad de escribir, hablar y forjar discursos, la lengua se moldeó a su gusto. Por lo cual, para las mujeres que ingresan en el ámbito literario, es necesaria la reestructuración de la lengua en que escriben, de la tradición en la que están inmersas, según María Cinta Montagut:
Para una mujer que escribe, el recurrir a la tradición presenta de entrada una dificultad ya que la tradición es la de la cultura dominante y por tanto masculina y patriarcal en la que la mujer aparece a lo largo de la historia literaria como madre, musa, objeto de deseo, ser celestial. (11)
Así, para la mujer escritora es imperante establecer una nueva forma de hacer literatura. No se trata, por supuesto, de crear una lengua que sea exclusiva del sexo femenino, lo cual sería imposible y poco funcional. Al respecto, Luce Irigaray propone que, en cuestiones de escritura, la mujer ―ante la imposibilidad de definirse por medio del lenguaje establecido― realice un trabajo de reapropiación del lenguaje para poder existir en el discurso. (Montagut 225)
Margaret Atwood, poeta, narradora y ensayista canadiense, encarna el cambio en la perspectiva literaria del último siglo, ya que su obra deja ver una postura política ante distintos hechos y también “se habla desde la voz de una mujer que ha heredado un papel dentro de una sociedad que ha cambiado pero aún no lo suficiente” (Martínez-Zalce 210). Su producción se caracteriza por cruzar la escritura con las convenciones inventadas, exponer las decepciones sadistas (sic) implícitas en el amor romántico, las relaciones como forma sofisticada de consumo y esa política de poder que se establece en el amor; asimismo muestra una madurez entrañable sobre los problemas del ser femenino. (Moraga & Nómez 14). Su obra poética recurre a la apropiación de discursos fundacionales, figuras míticas, y de la lengua misma para nombrar lo que no había sido nombrado, o bien, para narrar la historia que no se conoce, poniendo en duda la “historia real”.
En este ensayo se propone una lectura del poema “Spelling”, que forma parte de la colección Historias reales, identificando dos perspectivas que la teoría sobre la escritura femenina ha planteado, a saber, la biológica y la lingüística. La primera en relación a las metáforas de maternidad con el proceso de escritura; la segunda respecto al acceso lingüístico de la mujer así y su elección de palabras. Ambas se identificarán en el poema a partir del planteamiento de un círculo temático donde el punto central es la mujer, mientras que el lenguaje es el hilo conductor que da inicio y fin al poema.
A partir de la equiparación entre lenguaje y la acción de hechizar se aludirá al carácter de prohibido que la lengua tenía para las mujeres, así como a la violencia ejercida en el cuerpo femenino, planteada de dos formas distintas: a través del enmudecimiento y de la tortura, ambas con el fin de evitar que la mujer acceda a una voz propia. Finalmente, se señalará el regreso al tema del lenguaje como hechizo para apuntar que el poema termina afirmando que mediante el acto de nombrar, deletrear/hechizar, la mujer da el primer paso hacia su liberación.
Elaine Showalter, en el texto “La crítica feminista en el desierto”, publicado en 1981, revisa las cuatro variantes en la teorización sobre la escritura de la mujer: biológica, lingüística, psicoanalítica y cultural. La autora aborda la metáfora del proceso de escritura como maternidad, en oposición a la paternidad literaria (la pluma como autoridad fálica), metáfora planteada por Susan Gubar y Sandra M. Gilbert en The Madwoman in the attic. Según Showalter, el proceso de la creación literaria es, por analogía, mucho más similar a la gestación, al parto y a al alumbramiento que a la inseminación. (610)
Por otro lado, al hablar desde la perspectiva lingüística, la crítica afirma que atacar el <<lenguaje del opresor>> va más allá de una simple depuración de aspectos sexistas en la lengua, sino que la labor de la crítica feminista debería focalizar en el acceso de la mujer al lenguaje, al rango léxico disponible del que la escritora puede elegir palabras (Showalter 619), afirma, citando a Virginia Woolf, que “todo lo que tenemos debe ser expresado ―mente y cuerpo―, proceso de increíble dificultad y peligro.” (Woolf en Showalter 619)
Ahora bien, Margaret Atwood plantea una constante preocupación lingüística y tratamiento a las posibilidades que ofrece la palabra. En el poema “Spelling” se muestra la importancia que la autora le da al lenguaje y al campo semántico que éste abarca: el habla y la producción literaria. El poema está dividido en ocho estrofas que se relacionan gracias al punto central, que es la mujer, y al lenguaje que funciona como tema circular. Al inicio se muestra un estado de inocencia cuando la voz poética enuncia:
My daughter plays on the floor
with plastic letters,
red, blue and hard yellow,
learning how to spell,
spelling,
how to make spells
(Atwood 128)[1]
En esta estrofa resalta la elección de la autora por la palabras spell, spelling y spells, pues, si bien, una pequeña jugando en el piso con letras hechas de plástico parece lo más inocente del mundo, las palabras utilizadas tienen una importancia sustancial, ya que, al introducir el verbo “spell” otorga dos significaciones posibles: el de decir las letras de una palabra en el orden correcto, o bien, usar palabras para un encanto mágico o hechizo.
Tenemos, entonces, dos sentidos: deletrear y hechizar, ambos se complementan para reafirmar que en Atwood es “fundamental su interés por el lenguaje y por encontrar la expresión justa” (Montagut 245). Esa expresión justa es la que posibilita dos significaciones que se complementan y consolidan el mensaje: una mujer, en su etapa de niñez, tiene un acercamiento con las letras y está aprendiendo a deletrear y, deletreando, hechiza.
La significación de hechizar evoca el carácter prohibido que tenía la palabra para la mujer, y la asociación que se hacía entre una mujer culta o erudita con la imaginería de la bruja, justificación suficiente para que ésta, en el mejor de los casos, viviera en la marginación, o bien, para condenarla a morir ahorcada o quemada en la hoguera.
Ambos temas son rescatados por Elaine Showalter al hablar sobre el lenguaje femenino y su origen milenario en el folclor y el mito, añade que estos “<<lenguajes femeninos>> ritualizados e ininteligibles eran causa de muerte para la mujer, por la sospecha de conocimientos esotéricos y por poseer un lenguaje.” (617) Lo cual refleja también Margaret Atwood en su poema, como se verá más adelante.
Siguiendo con el ciclo, en las siguientes estrofas se hace presente el carácter de lo prohibido en el lenguaje para la mujer y se presenta la maternidad en oposición al acceso lingüístico y al proceso creativo. La voz poética deja de lado el tono inocente, “el poema pasa del juego libre del lenguaje al encierro, a la negación y a la inhibición” (np Méndez Díaz):
and I wonder how many women
denied themselves daughters,
closed themselves in rooms,
drew the curtains
so they could mainline words.
A child is not a poem,
a poem is not a child.
There is no either/or.
However
(130)
Se pregunta cuántas mujeres se negaron a ser madres y que al elegir lo prohibido, el lenguaje, la escritura o el habla, tuvieron que encerrarse, esconderse, “to mainline words”, es decir, para inyectarse palabras, en lo oculto pero sin restricciones, como si fuera droga, una adicción incontrolable, algo mal visto y prohibido para ellas. Atwood tiene presente que a la mujer “se le han negado los recursos totales del lenguaje y ha sido forzada al silencio, al eufemismo o a la circunlocución” (Showalter 619)
En la segunda estrofa se plantea el dilema entre maternidad y proceso creativo al negar la equivalencia entre un hijo/a, “a child” y un poema, a pesar de que ambos son creaciones que se van “gestando” por largo tiempo, uno no puede sustituir al otro. No obstante, hacia el final de la estrofa se elimina la disyuntiva, “There is no either/or”, es decir, no habría que elegir. No se puede decir que tener un hijo es como escribir un poema, pero sí, según Elaine Showalter, que escribir es, de manera metafórica, dar a luz. (610).
La última palabra de la estrofa “However” parece negar esa negación anterior, y funciona como puente a la siguiente imagen (Méndez np), es decir, da sentido a las siguientes estrofas que abordan la violencia en el cuerpo femenino como medio para acallarlas y, nuevamente, se alude a la metáfora entre maternidad y creación literaria:
I return to the story
of the woman caught in the war
& in labour, her tighs tied
together by the enemy
so she could not give birth.
Ancestress: the burning witch
her mouth covered by leather
to strangle words.
A word after a word
after a word is power.
(130)
En la primera parte se remite a un pasado bélico, circunstancia en la que el cuerpo femenino siempre es el más vulnerable, pues, también es visto como algo de lo que el otro puede apropiarse y torturar. En la estrofa se muestra la violencia ejercida en el cuerpo femenino y en el bebé que está siendo sofocado. Por otro lado, según Méndez Díaz, “se enfatiza la relación entre mujer-niño; mujer-poema” (np), ya que la imagen del enemigo que ata los muslos de la mujer para que no pueda dar a luz es también una manera de referir al silenciamiento femenino debido a la alegoría entre poema – bebé.
La segunda parte refuerza la imagen de la mujer torturada por tener acceso al lenguaje, que ya se venía trazando desde el inicio del poema con el verbo “spelling”, se esboza a la bruja a punto de ser quemada viva, “el cuerpo femenino sigue siendo un lugar para la opresión” (Méndez np). La mujer, además de estar siendo quemada, tiene su boca cubierta de cuero “to strangle words”, las palabras que ella emite son ahora el blanco de la tortura, exhibiendo el miedo del otro a que la mujer acceda al lenguaje y que lo use para “hechizar”. En ambos casos se alude al silenciamiento por medio de acciones violentas ejercidas en el cuerpo femenino para evitar que tenga voz propia.
En el fragmento “A word after a word / after a word is power” hay una afirmación de la poeta, en la que nuevamente manifiesta su postura ante el lenguaje, al declarar que emitir una palabra tras otra es tener el poder, lo cual alude a una perspectiva política sobre la lengua, pues, quien tiene acceso a ella, consecuentemente, es quien forja los discursos. En este fragmento hay un “reconocimiento del poder de la palabra como emancipación.” (Méndez np)
Desde una postura feminista, el sistema del lenguaje fue construido por el hombre y está permeado de aspectos inherentemente opresivos para la mujer (Furman en Showalter 615), y si el sexo masculino ha sido el dueño del discurso, la mujer debe apropiarse de ese sistema lingüístico y reconfigurarlo para acceder al poder.
En la última parte del poema hay una estrofa que transmite fluidez “que deja libre la corriente de palabras” (Méndez np), prácticamente carece de pausas y puede interpretarse como una invocación, como el hechizo que aquella mujer con la boca cubierta de cuero, “the burning witch”, habría emitido. Méndez Díaz afirma que “en este fragmento, el hecho de nombrar y combinar palabras se convierte en una manifestación per se de la metáfora y/o el poder de revertir las estructuras del propio lenguaje” (np):
At the point where language falls away
from the hot bones, at the point
where the rock breaks open and darkness
flows out of it like blood, at
the melting point of granite
when the bones know
they are hollow & the word
splits & doubles & speaks
the truth & the body
itself becomes a mouth.
This is a metaphor.
(130)
Ocurre esa apropiación de la palabra, hay una metáfora entre el lenguaje, la naturaleza y el cuerpo de la mujer que acaba de ser cremada, pues, el lenguaje “cae de los huesos calientes y la oscuridad fluye de ellos como sangre”. El lenguaje adquiere otra significación (Méndez np) se materializa y se concreta en la verdad y el cuerpo, que se transforma en una boca, que es el medio para manifestar su voz propia.
El círculo temático vuelve a la equiparación entre lenguaje y hechizo, sin embargo, ya no tiene el tono inocente del inicio, hay un posicionamiento claro de retomar la palabra, apropiarse de ella y acceder a la liberación al nombrarse a sí misma, antes que otra cosa:
How do you learn to spell?
Blood, sky & the sun,
your own name first,
your first naming, your first name,
your first word.
(132)
La mención de elementos naturales como el cielo y el sol, así como de la sangre, hacen que el poema se asemeje, precisamente, a un hechizo. Según Méndez Díaz, a lo largo del poema hay “una especie de conjuro para invocar la capacidad expresiva de la poeta” (np).
Hasta ahora se ha revisado la propuesta de lectura que parte de un ciclo en donde el lenguaje es el hilo conductor y la mujer el punto central. Hay una evolución en la percepción del lenguaje: comienza con un carácter de prohibido y, si bien, el poema finaliza con la misma asociación entre deletrear (lenguaje) y hechizar, al final se le concede la cualidad de medio para acceder a la liberación.
Dentro de este ciclo temático propuesto, se identificaron dos perspectivas de la teoría sobre la escritura femenina en el poema, a saber, la biológica y la lingüística. De las cuales, la primera alude a la metáfora entre el proceso de escritura y la maternidad; mientras que la segunda refiere al acceso lingüístico de la mujer y su selección de palabras para tratar múltiples temas. En el poema de Atwood se alude a distintos aspectos sobre la relación entre la mujer, la escritura, el habla y el discurso. Tales como la prohibición para acceder al lenguaje, la disyuntiva entre maternidad y escritura (a través de la metáfora), la violencia ejercida en el cuerpo femenino como medio para acallarla y evitar que tenga voz propia, así como la apropiación del discurso y del sistema lingüístico para liberarse y mostrar que “la poeta necesita componer su propio sujeto.” (Montagut 10).
Referencias bibliográficas
– Cinta Montagut, María. Tomar la palabra: aproximación a la poesía escrita por mujeres, Catalunya: Editorial UOC, 2015. ProQuest Ebook Central. Web. 10–12-19.
– Nómez, Naín, y Fernanda Moraga. “Historia y escritura corporal en la poesía chilena y canadiense contemporánea”. Red Atenea. 2009: 47-66. Web. ProQuest Ebook Central. 8-12-19.
– Showalter, Elaine. “La crítica feminista en el desierto”. Textos de teoría y crítica literarias (del formalismo a los estudios postcoloniales). ed Nara Araujo y Teresa Delgado. México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2003. Impreso.
– Méndez Díaz, Luisa Cristina. “Dos poemas, dos poetas, un encuentro: Margaret Atwood y Wislawa Szymborska”. Espéculo: Revista de Estudios Literarios. 2003: np. Web. Dialnet. 10-12-19.
– Somacarrera Íñigo, María Pilar. “Lirismo y poesía política: Historias Reales de Margaret Atwood”. En Historias reales. Barcelona: Bruguera, 2010. 7-12. Impreso.
– Martínez- Zalce, Marcela. “Las escrituras del yo en la obra de Margaret Atwood”. Debate Feminista. 1994: 199–211. Web. JSTOR. 8-12-19.
– Atwood, Margaret. Historias reales. Barcelona: Bruguera, 2010. Impreso.
[1] A partir de aquí sólo se mencionará el número de página. El poema se obtuvo de la edición: Atwood, Margaret. Historias Reales. Barcelona: Bruguera, 2010.