Poesía venezolana: Freddy Yance

Leemos poesía venezolana, nueva poesía venezolana. Leemos poemas de Freddy Yance (Maracaibo, 1996). Fue publicado en el primer número de la revista Insilio (2016) con un poema titulado Primer aplauso. Ganador del segundo lugar en el 19º Concurso Nacional de Poesía Joven Lydda Franco Farías (2016) con el poemario El mar y la montaña. Fue publicado en la antología de joven poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (2017). Merecedor de una mención por su libro de poesía El viento de la noche en el VI Premio Nacional Universitario de Literatura Alfredo Armas Alfonzo (2017). Su poema “El Poeta” fue publicado en la revista digital Poesía (2018). Así mismo apareció en una selección de joven poesía venezolana de la revista colombiana Arquitrave (2018).  También en el 2018 fue publicado en la edición No. 38 de la Revista Muu+. Le fue concedida una mención en el IV Premio Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2019) por el poema “Interior a oscuras”. En (2020) fundó la editorial web La Casa Andrógina, en la cual publicó un poemario titulado Para un niño geodésico. En (2021) poemas suyos aparecieron en una antología de poesía venezolana publicada por la Fundación Neruda en Chile.

 

 

 

 

Lima, aunque

 

 

 

a Daniela Gaitán

 

una línea en la geografía
atraviesa bordes
como un río muy alto

 

 

 

 

teoría gravitacional de la geografía limeña

 

la egregia masa de ademán ilustre
José Gorostiza

 
y del centro, faro inaccesible, pende
la masa
en suma extensión, inaudible
Lima, aunque el gemido
gris de esta luz sin fuerza
impida
de cerca
mirar y no quemar a la mirada
en el resplandor púrpura de un camote
como una divinidad derretida en el asfalto

 
selva aplastada
por el volumen de oxígeno en la piedra,
oro a destiempo,
amistad recobrada de súbito,
en Lima, aunque
a veces la aurora parezca innecesaria
“aquí la tristeza no existe”
dice Cyntia, mientras levanta
un vaso de maracuyá de la barra
y a mí de un magnético recuerdo
que cierra su órbita en mis ideas
voces
ríos son nombres de calles
y más calles y manzanas rodando entre jirones
lotes, lotes de jirones y alguien orinando
en donde no orinar dice es Lima
donde el rojo y el verde del semáforo
son la misma wea, desde el trono
Pachacutec, Aviación, Pro, Ventanilla,
Canadá, México, Lince, Venezuela,
erre p p y exitosa y caribeña,
yungay y huacatay y huancaina
pero, en el centro,
faro
inaccesible,
emerge un dios de basura
sosteniendo por las puras
a un mar de mierda viva
que entre sus dedos se escurre, Lima,
aunque en el parque
los niños
caigan
de su scooter
y alguien (quizás tú)
al levantarlos les diga
“Cristo viene cerca”
con los ojos
lubricados por la histeria
pero rápido y
más rápido aún
el verano
como
un infarto
sale de la tierra
y la onda
que viste de amarillo a la naranja
se vuelve tan ligera
como el pestañeo de un cuy

 
la irreducible velocidad del giro
mantiene unidas las baldosas del mercado
e incluso las letras de esas invisibles huellas
que ni siquiera la felicidad podrá remover del cuerpo
pero la masa brilla
en el basurero
con más faroles del mundo
y el espacio comienza a lucir torpe
y el eje óseo del espíritu
se da otra oportunidad en el tiempo
que desde el océano sacraliza
como aclara la ira mi consciencia
este cruel ensueño, esta alegría sin rumbo
mientras subo gritando “chicha helada”
o “¿qué autobús me deja donde estoy ahora?”
y sin embargo el brillo
no nos devuelve nada del rostro que habita el centro
que es
el centro en sí mismo
como si la luz del anillo oscureciera
al dedo comprometido

 
el centro no es el medio de la forma
sino el punto
donde el canto de la gravedad
se vuelve intolerable
y oscuro
como un cuerpo solo
y vacío
contemplando la noche
no hay puertas
en la habitación, nadie evita
que llegues al espacio
es la luz
negra que del fondo
deshace tu antigua realidad
a medida que sueñas y despiertas
que
sueñas y despiertas en Lima

 
aunque la claridad acelerada del vacío
tal vez sea
lo que en tu mente dirás
sueños que abren una herida
en el muelle
con la mano en expansión hacia el futuro
menos miríadas de árboles que encarcelan
el alma en un viaje repentino
desde esa iluminación que es la forma
que das a tu ser cuando amanece

 
queda aún lo inexacto como una llave
a ese momento de la materia
en el que la vida es posible
siempre lejos del centro
de cara al centro, siempre
y sin embargo su fuerza
no puede desvanecer
la bala en un silencio

 
un corazón
como una palabra
escrita y borrada y re-
escrita como una ruta aérea
de memoria,
días de una luz alucinante,
cascada en sentido contrario,
espadas que dividen la consciencia
pero el volumen
a diferencia del sol
no aletarga
lo que dentro del vientre
como una supernova
habla entre tinieblas
cálidas como un celofán perfecto

 
un puente
entre realidades
que se deslizan
como óvalos de sal
bajo la presión del agua
que con fragilidad inicia
un universo
totalmente distinto

 
dentro de esta vida
y el perpetuo recuerdo del presente
se abre una página
de hilos que son tus manos
escríbeme
en ese fulgor
que viene de nombrar al aire
para coincidir
exactos
bajo un cielo
de incandescentes palabras

 

 

 

 

Encuentro con Enrique Verástegui en un parque de Los Olivos

 

I

 
pero despiértala o grítale he muerto
de país en país, flotante árbol, bosque
de imposible raíz escríbela       con luz
que la innumerable página no agote, sea o no: el alma
y comienza
                   grabándome aquí: aquí
solo ese azul que tanto sabes diluir en oscuras naranjas
o sino arráncame cúbico en un geranio y dile, pero dile con todo
sujetando nubes
para no construir otro río puertas adentro,
plazas deshechas en voces,
despejando este día inubicable
y aún denle azufre y agua en los muros
tatuaje de madera en medio del tórax, los más cardiacos destellos,
toda la nada que he sido me nombra y su silencio es el paisaje del futuro

 

 

 

II

 
lo único enorme en esta ciudad es tu alma
y los árboles siempre estarán esperándote

 

 

 

III

 
pero no dime, arráncalo al bromuro
que sódico subraya las necesidades del suelo
su magma depresivo, que tampoco canta
es siempre el verano, pero pártelo o párelo
pero no dime algas aéreas de otro mar escritura
en su memoria sagrada, sostenla en tus manos
o rompe la letra y nace
no ahora consciencia, silabario de sal distraída y dulce
aunque agonizando en el centro sin tocar al centro jamás
en el destiempo que impide mover el aire

 

 

 

IV

 
golpean olas, golpea
el día           con la claridad de su espíritu
en los hombros deshaz la cuerda
y que alas y que una noche entre ustedes
pero en el claustro no fiebre, mastodonte
o esa otra carta volcánica
palabras que devoran tu cuerpo
mientras en la ilusoria lluvia un niño levita
                                                                       dorado
                                                                                   implacable
sin país, solo
                       con su nombre, que no sabe decir sin llorar

 
¡sin llorar el eterno canto melancólico de una memoria tejida en el delirio!

 

 

 

V

 
en el infierno dile soy la flor que no hallarás en tu paraíso
soy tu flor no amo, el esqueleto floreado que en el centro no está
antiguo en la temperatura más alta
solar de nacimiento, con la voz llena de arena
pero no leve barcarola de acordeones andaluces
y de la hoja se alzará mi alma y será un gran minuto sobre la tierra

 

 

 

VI

 
ponme el mediodía en este vaso
y dile que diga primavera
entretanto no se caiga el mantel con sus desiertos
y las moléculas de vacío que fijan
la consistencia de las moléculas de vidrio de este vaso
y si ves de nuevo a Maracaibo, castillo del mal tiempo
no le dispares con tus casas blancas y limpias
ni con la música de un lago que despierta

 

 

 

VII

 
y así y finalmente
sostenme dejándome ir
quiero conocermete dile que yo dije

 

 

 

VIII

 
a toda hora sonrío

 
la potencia del golpe aumenta

 
mi vida siempre está a punto de cerrarse

 
y siempre encuentro un nuevo sueño
y me uno a mi sueño

 
soy el relámpago que atraviesa mi cráneo de agua
y lo incendia

 

 

 

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