Poesía ecuatoriana: Paúl Jácome Segovia

Leemos poesía ecuatoriana. Leemos algunos textos de Paúl Jácome Segovia (Pujilí, Ecuador, 1978). Es poeta, gestor cultural, miembro correspondiente de la Casa de la Cultura “Benjamín Carrión” Núcleo de Cotopaxi. Ha publicado Irreverente (Independiente);  Amor Bajo Fianza (Independiente, 2021);  Testimonios de Libertad libro familiar, escrito en durante el  proceso de encarcelamiento. Como gestor cultural, ha sido organizador del Festival virtual Sumpa Poesía, durante los años 2020-2021, congregando a más 200 poetas del mundo, en noviembre el año 2022 este festival se desarrolló en la modalidad presencial, por vez primera, en la ciudad de Latacunga.  Ha participado, en el Cuarto y Quinto Encuentro Internacional Virtual Arte Para Volar (Colombia; 2020, 2021). Además, consta en la Antología Voces Literarias (Colombia; 2021). Publicó en El Ángel Editor el poemario Retazo de Universo.

 

 

Paúl Jácome Segovia se entrega a la poesía con la serenidad de los pájaros al viento, seguro de que su voz transita con paso firme entre sus múltiples preocupaciones poéticas como “el otro”, el amor, las pérdidas, el misterio de la vida, el reconocimiento del “Yo” o la historia. Cincuenta y un poemas se despliegan como un prisma, justificando así el título de su libro. Sus textos un testimonio de todo aquello que alimenta al poeta, de las percepciones y experiencias que atraviesan permanentemente al sujeto, tal como lo decía Maurice Blanchot: Lo que atrae al escritor, lo que hace vibrar al artista, no es directamente la obra, sino su búsqueda, el movimiento que conduce a ella… Seguro, que el lector se reconocerá en esta experiencia y transitar cotidiano.

Santiago Grijalva

Empapada

 

Lluvia trata de no empapar mi memoria,
no olvides que un par décadas
debo volver a caminar
haciendo gala de mi risa fingida,
contando las grietas en mi piel
que serán los atajos de tu camino.

Lluvia trata de no empapar mis pies
hoy que son dos décadas,
mis huellas no hallan el rumbo
por dónde desembocan los náufragos de todos los tiempos.

Lluvia trata de empapar mis mejillas
y seca el diluvio de mis pupilas
no dejes que vuelva a reír
sin tu compañía.

 

 

 

Te espero

 

Tus labios carcomen el calor de esta noche,
reflejos lunares rompen las olas
en la espuma mis pies van acecho de tu imagen.

Aciaga noche en un edén de palmares
guardianes del rebelde temporal
que aguarda mi pecho urgido de tu presencia,
pero te me escurres.

La mar brama desafiando al cielo estrellado,
la luz de tus caricias derrota a la madrugada
un zenit extasiado alumbra el horizonte.

Lo contemplo,
te miro,
es lento el amanecer
soy un desbordado afluente más del océano,
una vertiente de pasión que te espera.

Y si esta historia
no tiene actores
¿cuál es el argumento?

 

 

 

 

Reciclaje

 

De repente
un día, amaneció.
No hallaba mi dignidad,
la había tirado al piso
tantas veces la pisotee.

Mis ojos cargados de pesadumbre
la miraban con cierta indiferencia,
pensaba que no me hacía falta
está maltrecha
muy ajada.

Unos días después
me vi en la obligación de levantarla,
lavarla con cuidado,
mejor si era con lluvia de mis ojos,
o con los manantiales ocultos en los valles del corazón.
Ponerla al sol
vigilar que no pierda sus colores
y con la yema de mis dedos
desaparecer sus arrugas,
no sé cuántas vueltas al mundo pasaron
pero lo logré.

Con alegría
la he vuelto a usar

esta vez para siempre.

Razón de mi sin razón

 

Las avispas del ayer más cercano
jalean cantares,
sus aguijones
han mutilado un vendaval escondido.

Cuerpo vencido al candor de tu sonrisa,
pechos boreales
incineran el sosiego.

He de implorar amor mío
de una vez por todas,
vuelen las cenizas
de la razón sin razón.

Nunca más tu piel ausente de la mía
cierra tus ojos,
abre tus alas.

Suspiros cual eslabones.
Átame ahí
justo donde no pueda escapar.

 

A ciegas

 

Era un domingo de octubre
un extraño sol derretía la miel en su piel canela,
cerré mis ojos, la pude ver mil veces.

El agua recorriendo desde sus labios
saltando levemente sus pechos
al sur en su oasis
inunda la mínima oportunidad de cordura.

Me sumerjo en la desembocadura,
sus caderas aprietan al tiempo.

Abro mis ojos, no la veo,
la siento en el espacio sideral de mis manos
el volcán entró en erupción.

 

 

 

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